El show está por comenzar

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Nadie puede negar que la corrupción ha sido uno de los principales problemas del México actual. Y también sabemos todas y todos que el sexenio anterior estuvo plagado de la misma. Quizás la figura que más resalta dentro de los corruptos del PRI, es Emilio Lozoya. Quien fuera exdirector general de Pemex durante la primera mitad del gobierno peñista, es acusado por la Fiscalía General de la República por lavado de dinero, crimen organizado y cohecho, entre otras cosas. Se dice que recibió aproximadamente 13 millones de dólares en sobornos, incluidos 10 millones de Odebrecht. También se recuerda la compra de Agro Nitrogenados a AHMSA por 500 millones de dólares cuando esta empresa valía hasta 10 veces menos. Son sólo algunos de los motivos por los cuáles la justicia española lo detuvo en Málaga y fue extraditado a México. Parecía ser que por fin se haría justicia por sus crímenes, pero la historia en cualquier momento puede cambiar.

Esta semana se completó la extradición de Emilio Lozoya a México, después de que el gobierno mandara un jet a recogerlo. A su llegada, las cosas comenzaron a tornarse sospechosas. Toda una caravana de distracción se puso en marcha para confundir a los medios de comunicación en el trayecto al Reclusorio Norte. Poco tiempo después, se confirmó que el detenido encapuchado que viajaba hacia ese destino no era Lozoya, y que el exdirector de Pemex estaba siendo ingresado a un hospital (privado, además) por supuesta “anemia y debilidad general”, misma que las autoridades españolas negaron rotundamente. ¿Curioso, no?

Tanto el Secretario de Seguridad Ciudadana como la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México como el Presidente salieron la mañana siguiente con versiones distintas sobre lo sucedido y el paradero de Lozoya. Así sólo demostraron que no existe comunicación interna. Poco después el Presidente mencionó que no intervendría en los procesos de la Fiscalía y que “no ha hablado con el Fiscal desde hace 5 meses”.

¿Nos está diciendo que el Fiscal General de la República y el Presidente de México no se comunican hace 5 meses?

Nada bueno puede surgir de eso…

En lo que Lozoya se “recupera”, la opinión pública acerca de lo que sucederá es dividida. Hay quienes afirman que viene a destapar las alcantarillas de corrupción y que gracias a sus declaraciones caerán muchos políticos influyentes (incluyendo varios que ahora militan en Morena), y también hay quienes comentan que fue extraditado a México para que aquí sea protegido a cambio de su silencio, que podría dañar los cimientos del Gobierno Federal.

Antes de que comience el show, ya tenemos algunas situaciones particularmente curiosas. La senadora Vanessa Rubio, del PRI, misteriosamente solicitó licencia a dos años de iniciar su labor para dedicarse a la academia y a la consultoría privada. Rubio fue mano derecha de José Antonio Meade, acompañándolo en tres subsecretarías y trabajando en su campaña. Ella estuvo en la Secretaría de Hacienda, por lo que es claro que estaba enterada de las acciones de PEMEX.

Esta madrugada se divulgó la noticia (aún no confirmada por el Gobierno), de que Javier Jimenez Espriú habría renunciado a su encargo como titular de la SCT. Ambos hechos, ocurridos horas después de la llegada de Lozoya al país. Bien dicen que en la política no existen las coincidencias.

Sabemos que algo pasará. Bueno o malo, pero pasará. Es el momento perfecto: la popularidad del presidente cae en picada, el país vive un momento oscuro, y las elecciones más grandes de la historia están cerca. Ya sea en beneficio o en contra del Gobierno de México, algo pasará. Emilio Lozoya sabe bastante sobre todo lo que se hizo debajo del agua del 2012 al 2018. Habrá que esperar, y habrá que exigir que su proceso se lleve de manera legal y transparente. Las y los ciudadanos de México nos lo merecemos. 

Siempre hay una primera vez

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Esta semana quedará recordada en la historia de la política mexicana. Por primera vez desde que asumió la Presidencia de la República, hace más de 580 días, el Presidente López Obrador ha decidido hacer un viaje oficial. Y claro que tenía que ser a Estados Unidos.

En papel, es necesaria esta visita. Recién entro en vigor el T-MEC después de años de negociaciones, y estamos en vísperas de una fuerte reapertura económica para aliviar los estragos causados por la pandemia del COVID-19. 

Digamos que los motivos para que el Presidente visite la Casa Blanca son suficientes. Los problemas (porque claro que hay problemas) son el momento político que se vive allá y la incongruencia del mismo AMLO en su forma de tratar a Trump.

En primera: el ambiente político en Estados Unidos es tenso, es frágil. El candidato demócrata a la presidencia, Joe Biden, aventaja a Donald Trump en todas y cada una de las encuestas realizadas, por un margen mínimo de 8 puntos. El sitio de estadística política FiveThirtyEight.com estima que Biden lleva 10 puntos de ventaja en promedio, y The Economist le da un 90% de probabilidades de ser el siguiente presidente. 

Para alguien tan soberbio y egoísta como Donald Trump, esto es inadmisible. Los temas raciales, su mal manejo de las protestas, su incapacidad para escuchar a las minorías y sus extrañas formas de tratar la pandemia han hecho que una considerable cantidad de votantes norteamericanos no lo quieran por 4 años más. Es por eso que reanudó sus famosos mitines políticos, empezando por Tulsa, Oklahoma. Y es por eso que recibe en estos momentos al Presidente de México. Quiere hacer sentir a su pueblo que la economía, el comercio y las relaciones con el mundo van bien. 

Expertos en el tema consideran que la visita de López Obrador es una jugada electoral para beneficiar a Trump. Y aunque ambas partes lo niegan, es fácil darse cuenta de la realidad.

En segunda: la (no muy sorprendente) incongruencia de López Obrador en sus maneras de referirse a Trump. Cuando era candidato, el ahora presidente no dudaba en atacar las formas del presidente estadounidense. Decía que “lo pondría en su lugar”, y hasta escribió un libro titulado “Oye, Trump” en 2017, en el cual ataca incontables veces el actuar de Peña Nieto (que efectivamente, fue pésimo) y hasta comparó a Trump y su movimiento con Hitler y los nazis. 

El mismo Donald Trump en sus tiempos de candidato usó de bandera política el odio hacia los mexicanos y los migrantes en general. Las frases “Make America Great Again” y claramente “Build That Wall” nacen a partir del desprecio que este señor tiene y transmitió a sus seguidores en contra de México. 

También Marcelo Ebrard fue objeto de críticas. El ahora canciller mexicano pidió votar por Hillary Clinton en 2016 diciendo “derrotemos la xenofobia anti mexicana de Trump”. Y hoy, Ebrard y López Obrador consideran amigo al que un par de años atrás llamaban tirano ¿Por qué será?

Esperemos que en esta visita, el Presidente López Obrador nos sorprenda a muchos y haga correctamente su labor. Además de tocar temas económicos, los temas sociales y de migración son también de gran importancia en esta relación bilateral. Los ojos de todo el país estarán observando, esperando salir bien parados de esta crucial reunión. 

Viva México. 

El régimen de las mentiras

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Desde que existe el famoso “Proyecto de Nación” de Andrés Manuel López Obrador, mucho antes de que llegara a la silla presidencial, su movimiento y base política ya tomaban como estandarte la lucha contra la corrupción. Para él, absolutamente todo es una consecuencia de la corrupción que ha lastimado profundamente a nuestro México. Y en parte, no está equivocado.

En ese proyecto confiaron más de 30 millones de mexicanos. El sentimiento era el mismo: se debía poner fin a las prácticas corruptas para construir un país justo y libre. México merecía más que lo que había vivido antes.

Personas como Javier Duarte, Emilio Lozoya y Genaro García Luna, entre muchísimos otros, terminaron por romper la poca confianza que el mexicano tenía en las instituciones y en los políticos. Ahí es dónde entra AMLO a devolverle la esperanza a sus seguidores.

Hay un pequeño problema: López Obrador y su equipo son iguales.

Verán, hay que reconocer que durante su vida, el presidente ha sabido hacer algunas cosas bien. Por eso llegó hasta donde está. Pero algo que ha hecho mal a lo largo de toda su carrera política es elegir a sus colaboradores más cercanos. Curiosamente, siempre termina defendiendo a los personajes más corruptos de la política mexicana.

Es un insulto para sus seguidores, que creen ciegamente en la transformación “austera”, que le haya asignado a Manuel Bartlett una dependencia federal tan importante como lo es la CFE. A ese personaje se le recordará siempre por deshonesto, y esa es la verdad.

También es una burla a la inteligencia de sus seguidores el haber asignado a la Secretaría de la Función Pública a Irma Eréndira Sandoval.

La SFP tiene como una de sus principales obligaciones combatir la corrupción. Recientemente salió un reportaje que afirma que la Secretaria tiene un patrimonio de 60 millones de pesos, con diversas propiedades, que desarrolló mientras laboraba en la UNAM, con salario de académica. La familia de Sandoval critica la exigencia de la ciudadanía de publicar su patrimonio, cosa que al ser funcionaria pública, se vuelve obligatoria. Curioso, ¿No?

Preocupa también que Irma Sandoval tiene a varios familiares dentro de la Administración Pública Federal, incluyendo a su hermano. Justo cuando López Obrador prometió combatir el nepotismo. Y los Sandoval no son la única familia así en este gobierno.

Gran parte de los funcionarios federales (incluyendo al Dr. Hugo López-Gatell, que debería estar atendiendo temas de urgencia) salieron en defensa de Irma Sandoval y su familia. Desde diputados hasta el Titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (que también se supone que lucha contra la corrupción).

La Secretaria llamó “sicarios mediáticos” a los periodistas que la acusan. Algo que a simple vista parecería como un ataque a la libertad de expresión.

Ellos no son los únicos políticos corruptos con los que López Obrador se ha involucrado. De hecho, la lista es bastante larga.

Carlos Lomelí, René Bejarano, Dolores Padierna, Miguel Barbosa, Yeidckol Polevnsky, Ana Gabriela Guevara, por mencionar algunos.

Todos estos personajes fueron arropados por el Presidente, haciendo parecer que la única corrupción que hay que combatir es la que ejercen quienes no comulgan con su proyecto de nación. Evitan establecer un suelo parejo, para poder construir desde ahí, un México para todos. Estos políticos de izquierda se burlan descaradamente de sus votantes, que creen genuinamente que ellos son los indicados para transformar a México.

Y para no dejarlo afuera, ahora Morena aprobó una coalición con el Partido Verde para las elecciones de 2021. El Partido que ya estuvo con el PAN y con el PRI, ahora se une a Morena. ¿A qué huele? A corrupción.

Recuerden que mentir, ocultar cifras, regalar cargos y proteger corruptos también son actos de corrupción. Esto es una burla para todos los mexicanos, y un insulto a la inteligencia de los seguidores de la Cuarta Transformación.

Pensemos bien el rumbo que queremos darle a nuestro país.

Cuenta Regresiva

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Domingo 6 de junio de 2021. Día de elecciones en México. Si bien aún falta un año entero, es conveniente comenzar a abordar el tema pues las intenciones de los grupos políticos no tardan en hacerse ver.

A lo largo del país, en las 32 entidades federativas, se elegirán diferentes cargos estatales y municipales. 15 estados tendrán nuevo gobernador o gobernadora, 30 estados renovarán alcaldías y también 30 estados tendrán nuevas legislaturas locales, además de otros cargos menores. Y a nivel federal, se renovará en su totalidad la Cámara de Diputados, con 500 escaños en juego. 

En este proceso electoral también se podrá ver la participación de nuevas alternativas políticas, como lo es México Libre, partido del expresidente Felipe Calderón, o el PES que regresa a la escena nacional después de su refundación. 

Estas elecciones intermedias tienen una importancia sin precedentes debido a la profunda división que vive México hoy en día. El gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha separado a la opinión pública de manera que en los siguientes comicios estaremos definiendo el rumbo de nuestro país. 

Morena tiene en 2021 la oportunidad perfecta para afianzar un poder inalcanzable a lo largo de México. Con 15 gubernaturas en juego y la renovación de la Cámara de Diputados, podría ahora tener mayoría en el Poder Legislativo y también en la Conferencia Nacional de Gobernadores. 

Para la oposición, en la que se encuentran partidos como Movimiento Ciudadano, PAN y PRI, es el único momento que tendrán para revertir la situación política de México y poder quitarle la mayoría a Morena en la Cámara de Diputados, así como evitar que el oficialismo se apodere de la mayoría de los gobiernos estatales y alcaldías en juego. 

Dependiendo de los resultados de esta elección podremos hablar del camino que tomará México en los siguientes años. Un control completo por parte del oficialismo sería peligroso para nuestra democracia, por lo que las distintas oposiciones deberán hacerse de un plan ambicioso, congruente y sobretodo eficaz, para recuperar terreno perdido y poder equilibrar las esferas políticas en México. 

El Instituto Nacional Electoral tiene registradas a casi 95 millones de personas habilitadas para votar, otra razón por la que estas serán unas elecciones históricas. Tomando en cuenta la pésima participación que se registró en los estados que tuvieron contiendas electorales en 2019, se espera que activar a la ciudadanía e impulsarla a participar sea uno de los más grandes retos. 

Como ciudadanos debemos asumir el rol que nos toca en este proceso, y entender que somos de suma importancia para el funcionamiento de nuestra democracia. Sin nuestros votos, sin una ciudadanía participativa, no habrá forma de lograr los cambios que nuestro país necesita. 

2021 es el año en el que debemos pasar del reclamo a la acción. Que todas nuestras exigencias, inconformidades o necesidades en todos los niveles del gobierno se conviertan en votos y podamos percibir nuestra participación haciendo un cambio. 

En los últimos meses hemos vivido todo tipo de situaciones que sin duda alguna moldearán el futuro. Es por eso que ahora más que nunca debemos ser partícipes del proceso de construcción de ese futuro, en vez de simplemente quedarnos callados como durante muchas generaciones se ha hecho. 

Sea cual sea tu ideología, preferencia o decisión, lo importante es que participes. La belleza de nuestra democracia radica en que hay espacio para todas las opiniones y posturas. Fallamos como ciudadanos cuando esa opinión y postura, no la externamos y no la hacemos valer.

Así que ya sabes, tu voto cuenta ahora más que nunca. Inicia la cuenta regresiva, rumbo al domingo 6 de junio de 2021. 

Exigir en vez de aplaudir

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En lo personal, creo que los problemas de nuestra sociedad, vienen en parte de cómo visualizamos a nuestros gobiernos.  No sólo en México, sino en el mundo entero. Es un error grandísimo venerar políticos, o tratarlos como figuras superiores. Esto hace que se terminen creyendo que lo son, se desentiendan de la realidad de la gente y, por consecuencia, fallen. Un gobernante o representante no es más que un ciudadano representando las causas y necesidades de su gente. Pero cuando se les trata como superhéroes o profetas, los problemas vienen.

Hace tiempo leí una frase dicha por Victor Trujillo, “Brozo”, que creo que resume perfectamente el deber de los ciudadanos: “Al poder se le revisa, no se le aplaude.”

Tenemos que mantenernos siempre críticos con el actuar de estos individuos, sin importar que hayamos votado por ellos o no.

Intentaré explicarme. Un político es elegido para un cargo público, en el que debe de actuar en busca de mejorar las condiciones de los ciudadanos que representa o gobierna, haciendo uso de dinero que no es suyo. Y, al menos en México, son cargos temporales. Al ser así, deben estar sujetos a constante revisión y crítica (constructiva) de la ciudadanía. Lo que muchos políticos en el México moderno no entienden. Toman como insulto el hecho de que alguien levante la voz en su contra. Se burlan de sus opositores. O, en el peor de los casos, pierden la noción de que gobiernan para todos, y no sólo para sus votantes.

Aplaudirle a un político por realizar acciones positivas es como aplaudirle a un pez por nadar. Aunque si hay que reconocer cuando las cosas se hacen bien, no debe ser motivo de veneración. Al final de cuentas, para eso se les eligió. Tienen el poder en sus manos y si están ahí es porque los ciudadanos confían en que harán siempre lo mejor posible.

En México, la política actualmente está sumamente polarizada. Los que aplauden de tiempo completo y los que juzgan de tiempo completo. Los primeros carecen de visión critica para entender que muchas veces los gobiernos, sin importar de que partido o ideología sean, se equivocan. Y los segundos, los que únicamente juzgan, fallan en reconocer cuando el gobierno acierta en sus decisiones. Si bien no se les debe de aplaudir, sí es válido reconocer el buen trabajo.

Todos los ciudadanos tenemos el deber de exigirle a nuestros representantes. Por ahí empieza la política. Se debe de revisar todo lo que hacen, y con cada periodo de elecciones, buscar mejorar. Aunque el representante en turno sea de tu partido de preferencia, es necesario exigirle, para que realice su trabajo como debe de ser. Los políticos que incumplen sus labores son un cáncer para la sociedad, pero he de reconocer que poco a poco hemos entendido eso y hemos mejorado.

Otro error que encuentro en la clase política mexicana es la constante tendencia de criticar lo hecho por gobernantes anteriores, sin solucionar esos mismos problemas, y esto va para todos los partidos políticos.

 Si un político se postula para un puesto público, es porque se cree lo suficientemente capaz de solucionar los problemas que aquejan a la gente. Cuando usan su tiempo, ya en el cargo, para criticar o juzgar a los anteriores, sólo demuestran su incapacidad para solucionar esos mismos problemas. Entiendo que la mayoría de estos no se arreglan de la noche a la mañana, pero el tiempo en el cargo debería de ser aprovechado de mejor manera.

 ¿De qué le sirve al PAN quejarse de los estragos que dejó el PRI, si el PAN ya gobierna y no hace nada por solucionarlo? O, ¿De qué le sirve a Morena quejarse de la mala gestión del PRD, si tampoco buscan mejorar el entorno? Es un ciclo constante y muy dañino para los mexicanos. 

En conclusión, este problema es de dos partes. Por un lado, nuestros políticos, que casi en su totalidad (y repito, de todos los partidos) no buscan lo mejor para sus ciudadanos, aún con todos los recursos a su alcance, y por otro lado los ciudadanos, que han dejado de exigir para simplemente aplaudir o dejar de interesarse en lo que sucede en nuestro país.

La política comienza en las calles, en las conversaciones comunes, en los individuos. A partir de ahí, día a día, debemos construir el futuro que queremos ver.

“Haced política, porque si no la hacéis, alguien la hará por vosotros y probablemente contra vosotros”.
Antonio Machado.

Reelección en peligro

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A finales del año pasado, e incluso a principios de 2020, cuando decían que Donald Trump no tendría inconveniente alguno en ganar su reelección en Noviembre, yo estaba de acuerdo y no lo debatía. Realmente es difícil que un presidente en el cargo pierda, ha pasado en contadas ocasiones. Sin embargo, a lo largo de los pocos meses que van del año, Donald Trump se ha comportado de una manera inusual: parece que se esfuerza por perder la elección.

El año comenzó con su proceso de impeachment. Al final la resolución fue que Trump permanecería en su cargo, pero es apenas el tercer presidente en toda la historia de Estados Unidos en recibir un impeachment formal, junto con Andrew Johnson y Bill Clinton. 

Mientras ocurría esto, los demócratas realizaban sus elecciones primarias para elegir al candidato que enfrentaría al Presidente en la elección general. En el transcurso de febrero y marzo, la carrera pasó de ser de decenas de candidatos a sólo 3: Bernie Sanders, Elizabeth Warren y Joe Biden. Al poco tiempo los primeros dos decidieron salirse de la contienda, al ver que los delegados y preferencias que acumulaba el exvicepresidente Biden eran inalcanzables. 

El 13 de abril, Bernie Sanders, que quizá es la figura más pesada dentro del Partido Demócrata en términos ideológicos, dio su apoyo a Biden como candidato a a presidencia, sabiendo que el principal objetivo del partido debía ser derrotar a Donald Trump. Con esto, la contienda quedaba definida: Joe Biden se enfrentará a Trump el 3 de noviembre, por la presidencia de Estados Unidos.

Debido a la pandemia del coronavirus, Joe Biden no ha podido hacer más apariciones en público ni eventos en el partido. Esto podría afectar su candidatura, pero la realidad es que Donald Trump está haciendo todo el trabajo por él. El presidente ha dañado mucho su imagen en los últimos meses, debido a sus acciones y declaraciones. Los medios de comunicación lo acusan de ser poco eficiente en enfrentar la pandemia, y ha sido denominado uno de los peores presidentes del mundo durante esta crisis, junto con Jair Bolsonaro, presidente de Brasil.

 A lo largo del año, Trump se ha dedicado a descalificar todas las acciones de sus opositores, así como de desobedecer las indicaciones sanitarias emitidas por su propio gabinete. Ha brillado por su incoherencia, al menospreciar en repetidas ocasiones la peligrosidad del virus, y más recientemente, decidir comenzar a abrir de nuevo la producción en Estados Unidos declarando que se tiene que hacer aunque muera más gente de la prevista. Si bien es urgente atender el tema económico pues el país registra su mayor tasa de desempleo desde 1930, muchos cuestionan el actuar del presidente al sugerir una reapertura tan agresiva y no tener como prioridad la salud de su gente. 

Diversos gobernantes locales, siendo uno de ellos Bill de Blasio, alcalde de Nueva York, acusan al mandatario de darle la espalda a sus ciudades y estados. Esto ha causado división de estrategias para enfrentar la pandemia.

Otro tema que ha causado revuelo en las esferas políticas de Estados Unidos se creó cuando The Washington Post publicó un reportaje que confirma que las agencias de inteligencia estadounidenses le enviaron reportes de los primeros brotes de Covid-19 en China, y no hubo acción alguna por parte de la Casa Blanca. En otras palabras: Donald Trump sabía desde enero del peligro de este nuevo virus y decidió no actuar hasta que la pandemia ya se había salido de control. Al día de hoy, Estados Unidos cuenta con 1.38 millones de infectados y 81 mil fallecidos, siendo el país más afectado. 

Electoralmente, esto se traduce en peligro para Trump: de las últimas 15 encuestas publicadas, Biden mantiene ventaja en 14. Si bien faltan aún seis meses para el día de la elección, todo parece indicar que el presidente arranca en desventaja. Aún existe una base enorme de apoyo para Trump, pero el voto de los indecisos es el que podría resultar decisivo y jugar en su contra. Si mantiene sus tropiezos y errores en estos tiempos difíciles, y Joe Biden sabe hacer una campaña inteligente, es probable que en enero de 2021 veamos al Partido Demócrata regresar a la Casa Blanca. 

Toca seguir de cerca el desarrollo del proceso electoral de Estados Unidos este año.

Hora de abrir los ojos

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Escribo esta columna el lunes 27 de abril del 2020. Con este día, ya van 42 desde que (informalmente) muchos mexicanos iniciamos nuestra cuarentena. Nos fuimos de puente el viernes 13 de marzo sin saber que no volveríamos. Ese fin de semana, el Secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma, anunció la suspensión de clases en todos los niveles iniciando el martes 17 como parte de los primeros esfuerzos para contener los contagios por COVID-19.

Desde entonces, las cosas no han mejorado. Las predicciones más pesimistas se han vuelto una dura realidad. El proceso de asimilar que el mundo está cambiando y que nos encontramos envueltos en una crisis que marcará a toda una generación es difícil, pero necesario. Considero importante compartirles un pensamiento que leí navegando por internet: No estamos en el mismo barco. Estamos en la misma tormenta, pero no el mismo barco. Unos en yate, otros en bote, otros luchando por no ahogarse. Que el privilegio no nos nuble la vista. El poder quedarse en casa, aprender desde tu computadora o levantarse tarde es un lujo que muchos, la mayoría, no se pueden dar. No olvidemos a quienes no tienen el privilegio de poner su vida en pausa. La empatía y la solidaridad son vitales, fundamentales y necesarias en tiempos de crisis. 

La complicada situación mundial provocada por el coronavirus nos ha hecho darnos cuenta de cosas que en cualquier otra circunstancia no habríamos notado. Primero, y antes que nada: sí existen los héroes, visten de bata y trabajan en los hospitales. Ni los políticos ni las ideologías te van a salvar la vida. Un doctor sí. Y tuvo que ser necesaria una pandemia global para caer en cuenta de que el sistema de salud siempre debe de ser prioridad. 

Segundo, hemos notado que muchos de nosotros no somos indispensables para el funcionamiento de la sociedad. Es un golpe de realidad para que protejamos e impulsemos a quienes sí lo son. 

Llevamos 42 días de encierro voluntario por responsabilidad, porque entendemos que hay que buscar el bien mayor. La simple acción de no salir de casa si no tienes que hacerlo salva vidas, aunque no se pueda notar. Se protege uno mismo, se protege a los familiares y se protege a los ciudadanos que nos rodean. 

Pronto esto acabará, y es nuestra responsabilidad salir a las calles como una versión mejorada de nosotros mismos. Y no, no me refiero al físico: tenemos que salir con un enorme sentido de empatía de ahora en adelante. Ser una generación solidaria y noble es la clave de un buen futuro. Que los valores que nos unen sean nuestro estandarte. Como la generación que liderará al mundo en el futuro, debemos entender las verdaderas prioridades. Vean a países como Nueva Zelanda, que desde el primer momento priorizaron la salud por encima de cualquier otro aspecto, y hoy cumplen una semana sin contagios locales. En este debate hay muchas posturas válidas, pero algo es cierto: sin una población saludable, no hay nada. Es algo que algunos líderes de los países más poderosos del mundo no terminan de entender.

La cuarentena no será permanente, pero es cuestión nuestra que los estragos causados por la pandemia tampoco lo sean. Si después de estos tiempos difíciles no abrimos los ojos nosotros los jóvenes, nada nos hará darnos cuenta. Es hora de darle importancia a lo que realmente lo merece. Terminemos de tratar de esenciales a cosas que no lo son, y tratemos de esencial a lo que siempre lo fue, pero no queríamos aceptar.

Cuídense mucho, usen tapabocas y no dejen de luchar por México.

Participar para progresar

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Estoy seguro que todas y todos, al menos una vez, hemos emitido opiniones sobre la vida pública de nuestra ciudad, estado o país.

Siempre han estado presentes las pláticas de política en las comidas familiares, en las reuniones con amigos o en el trabajo. Cada quien ha tomado sus posturas, y hoy más que nunca nos hemos dividido en la opinión sobre nuestros gobiernos. 

Pero seguramente también nos hemos preguntado cómo dar ese siguiente paso, cómo transformar nuestro entorno o cómo hacer que nuestras opiniones sean escuchadas.

Eso se logra mediante la participación ciudadana, algo que en México no ocurre en gran medida.

Te voy a mostrar unos ejemplos para que veas lo poco que la gente participa: en mi estado, Quintana Roo, el año pasado (2019) se llevaron a cabo elecciones para renovar únicamente el congreso local. 

Como era de esperarse, MORENA arrasó, llevándose 11 de 15 distritos, mas sus respectivos diputados plurinominales. Pero lo que me parece realmente alarmante es que la participación fue del 22.15%. Es un número bajísimo, y con esa mínima participación, se eligieron a nuestros nuevos representantes. En un distrito de Cancún, donde viven 88,000 personas, la persona que resultó ganadora de la elección a la diputación local, lo hizo con 6,520 votos.

 Es preocupante que los políticos que nos representan, lo hagan con tan poco respaldo de la ciudadanía. 

Quintana Roo no es el único caso: Jaime Bonilla, actual gobernador de Baja California, ganó la elección del 2019 con un porcentaje de participación ciudadana del 29.3%. Un estado donde viven aproximadamente 3.5 millones de personas, es gobernado por alguien que sólo fue votado por 382,000. Preocupante, ¿no?

En Puebla, Miguel Barbosa ganó una elección en donde solo participó el 33% de la Lista Nominal. En Aguascalientes, la participación fue del 38%. 

¿A qué se debe la apatía de la gente? ¿Por qué, si tanto malestar hay en la sociedad, no salen a votar?

Son preguntas que me hago a diario. Considero de vital importancia señalar que, en una democracia como la que vivimos, nuestra mejor arma para mejorar al país, es la participación ciudadana. Nuestros representantes tienen la obligación de escucharnos, pero primero nosotros nos debemos hacer escuchar. Nuestros gobernantes tienen la obligación de atender nuestras necesidades, pero primero nosotros debemos exigir. 

Como sociedad tenemos que estar bien informados, para así poder emitir opiniones fundamentadas y poder exigir lo que nos merecemos, pero necesitamos que todos participen. Cuando tengamos la oportunidad de salir a votar, hagámoslo. Probablemente pienses que un sólo voto no hace gran cambio, pero si como tú piensan otro medio millón de personas, son una diferencia abismal. México vive hoy en día uno de sus momentos políticos más tensos y difíciles, y no importa qué lado de la discusión apoyes, lo que importa es que salgas, exijas y participes. 

Todos tenemos que construir el futuro de nuestro país, ladrillo a ladrillo, paso a paso, participando. Levantando la voz, dándonos a escuchar, acudiendo a votar e impulsar a las personas de nuestro entorno a que hagan lo mismo. Tenemos que contagiar esas ganas de progresar y demostrarle a quien es apático, que es más fácil de lo que creen. Podemos convertir ese 22% en un 80% si todos entendemos nuestra importancia, como individuos, dentro de nuestra democracia.

El próximo año se llevarán a cabo elecciones federales (es decir, en todo México), para renovar nuestra Cámara de Diputados, entre muchos otros cargos a nivel local. Tu presencia y participación son esenciales. Nunca pienses que tu voto o tu palabra no valen. Cada uno de nosotros tenemos el poder de moldear el camino que seguirá nuestro país. 

Convierte tu opinión en acción, porque no hay nada peor que quien critica, juzga y cuestiona, pero cuando tiene la oportunidad de actuar, no lo hace. 

La clave del progreso es la participación. Son completamente válidas las diferentes posturas, opiniones y diferencias que como sociedad tenemos. Lo que no es válido, es que nos mantengamos apáticos, negándonos a reaccionar ante los problemas que se nos presentan.

Depende de ti, y depende de todos. 

Sin liderazgo

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En medio de una pandemia. La economía mundial, colapsando. Nosotros ya arrastrábamos los inicios de una crisis. Y todo esto lo estamos viviendo sin un líder. Sin alguien que encabece los esfuerzos por progresar. 

Andrés Manuel López Obrador, en momentos de tensión nacional que pueden marcar el rumbo del resto de su presidencia, prefiere no actuar. Prefiere salir de gira, ocuparse en temas de menor importancia. Aprovecha su tiempo para saludar a la madre de Joaquín “El Chapo” Guzmán.

Su gobierno lanza la Jornada Nacional de Sana Distancia, y él mismo decide no cumplirla. Sigue saludando de abrazo, sigue congregando grandes cantidades de gente en sus actividades. 

El problema es que su incapacidad para gobernar no se empezó a notar ahora, con esta crisis. 

Durante 13 años aproximadamente López Obrador buscó la Presidencia de México. Fue, sin duda, la cara de la oposición. El más duro critico, el más efectivo para cuestionar al poder. Se volvió tan popular, que logró consolidar un partido a partir de su figura política. Ideó el plan perfecto para ganar una elección, y no sólo la ganó: arrasó con más de 30 millones de votos. Indudablemente, Andrés Manuel encabezaba el cambio que muchos mexicanos querían.

Pero, en esos 13 años de campaña, ¿nunca se le ocurrió idear un plan para gobernar?

Pareciera como si el último capitulo de su plan perfecto fuera ganar la elección. Desde que se convirtió en presidente electo, se le nota que no tiene idea de lo que está haciendo. Y peor aún, en su gabinete hay gente que si sabe lo que hace, pero López Obrador no los deja trabajar. 

Para él, todos los que no compartan sus ideas son conservadores, fifís, golpistas, provocadores. Le dedica buena parte de su tiempo a desacreditar y criticar a su oposición, como si él no fuera el presidente y siguiera en campaña. 

Lo que México necesita es que el señor presidente se comporte como un presidente. Que trabaje como un presidente. Estoy seguro de que si Andrés Manuel trabajara como debe y enfocara todos sus esfuerzos en sacar a México adelante, la oposición no sería tan dura y constante sobre él. Las criticas están dirigidas a su soberbia e ineficacia. Dirigidas al hecho de que estuvo alardeando más de una década de que con él al mando todo sería mejor, y ahora que está en el poder, estamos cayendo en picada.

Preocupa que la prensa internacional ya se burla de lo que nuestro presidente hace. En diferentes partes del mundo, los medios de comunicación más importantes critican las acciones y palabras de López Obrador, evidenciando su incongruencia. 

Vivimos momentos críticos. Es momento de que todos (y empezando por el mismo presidente) nos unamos bajo una misma sintonía, de respeto, trabajo y resultados. Urge unir esfuerzos, se tienen que terminar los días en los que los oficialistas atacan e insultan a quienes no piensen como ellos. 

Necesitamos que el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, deje de hablar y se ponga a trabajar. No aporta nada al crecimiento de la vida publica de este país su discurso de “antes estábamos peor”. Se volvió presidente para arreglar las cosas que él ya sabía que estaban mal, no para culpar a sus antecesores por su ineficacia. Hay que admitir, obviamente, que heredó muchos problemas de administraciones pasadas, pero ya ha estado al mando el tiempo suficiente para que se empezaran a notar las mejoras, eso sin mencionar los problemas que sí surgieron con él como presidente. 

Cuando se trata del bienestar de nuestro país, ser buena persona, honesto y humanista, tristemente no basta. Necesitamos resultados, mano dura. Necesitamos un plan, una manera de salir adelante.

Vivimos en tiempos en los que México tiene un presidente, pero no tiene líder. Esperamos que, por el bien de todos, nuestro presidente pronto se convierta en ese líder que tanto necesitamos.

Depende de Nosotros

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Hace dos semanas, en mi primera columna para Altavoz MX, decidí escribir sobre el brote del Nuevo Coronavirus (COVID-19). En esa columna expresé que la tasa de mortalidad del virus es mucho menor en comparación a otras enfermedades a las que el mundo se ha enfrentado. También comenté que no era necesario cambiar nuestros ritmos de vida, había que ser precavidos y tener una buena higiene. En ese momento la contingencia no estaba en el nivel en el que está ahora. Lo que escribí hace dos semanas refleja la situación que como sociedad vivíamos en ese momento, sin embargo, creo que debo modificar mi postura acorde a la situación que vivimos hoy, y lo que nos espera. Me encantaría poder escribir sobre otros temas, pero esta pandemia es algo que todas y todos debemos atender inmediatamente y con un fuerte sentido de responsabilidad.

Tan sólo en este mes hemos visto como han sido canceladas todas las ligas deportivas importantes, las fronteras de Canadá y varios países de Europa y restricciones aéreas alrededor del mundo. Aquí en México, el Secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma, anunció la suspensión de clases en todos los niveles educativos a partir del 20 de marzo. Sin embargo, varias instituciones académicas han decidido adelantar el periodo de suspensión al martes 17. Todas estas medidas son esencialmente de prevención, para evitar el contagio del virus y así sea posible erradicarlo. Los expertos señalan que el distanciamiento social es una de las mejores armas que tenemos como sociedad para enfrentar al virus.

Mexicanos, todos sabemos, sin importar nuestra ideología política, que el Gobierno Federal no está actuando como debería. El presidente de la Organización Mundial de la Salud, Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, ya advirtió que hay gobiernos que no se están tomando el tema con la debida importancia. Hay gobiernos estatales en el país que están actuando rápida y responsablemente, a pesar de la lenta respuesta del Gobierno de México. Nosotros no queremos que sea muy tarde. A pesar de lo que hagan nuestras autoridades, los mexicanos, uno por uno, debemos tomar las medidas necesarias para el bienestar de la ciudadanía. En estos tiempos en los que nuestro Presidente no se comporta como un líder, tenemos que asumir ese liderazgo todos, en conjunto.

Quiero reiterar que sí, el COVID-19 sigue con una tasa de mortalidad muy baja, y sí, hay muchas más personas que se han recuperado de las que han fallecido. Sin embargo es necesario actuar cuanto antes para que la tasa de contagio disminuya. No nos podemos dar el lujo de esperar a que la pandemia haga colapsar nuestra economía y nuestro sistema de salud. 

Les quiero exhortar a que se informen de fuentes oficiales, hagan caso a las instrucciones de la Organización Mundial de la Salud, y lean a los epidemiólogos expertos en el tema. La desinformación, los rumores, el pánico y el pesimismo únicamente agravan la situación. Si está dentro de tus posibilidades, no salgas de casa. Es muy probable que nunca te infectes de COVID-19, pero es momento de pensar en el bien común, y ser socialmente responsables. Aislarnos de la sociedad por unos cuántos días ayudará a romper la cadena de contagio y propagación, y así las autoridades sanitarias tendrán más posibilidades de sacarnos de esta crisis. 

No hay que ser alarmistas, ni aportar al pánico masivo que poco a poco se va apoderando de las personas. Depende de nosotros que el Nuevo Coronavirus pronto quede en el pasado, y no deje daños graves en nuestra nación y en el resto del mundo. 

Recuerda también que en estas crisis las cosas pueden cambiar completamente en cuestión de días, por lo que hay que permanecer abiertos a recomendaciones de expertos. Yo sólo te puedo aconsejar que mantengas una excelente higiene, evites lugares concurridos y no caigas en pánico. Y si no lo quieres hacer por ti mismo, hazlo por los que te rodean.

Para terminar, les dejo una buena noticia: en Wuhan, la ciudad donde se desató el virus, la tasa de contagio ha disminuido enormemente. La semana pasada registraron menos de 20 contagios. El presidente de China, Xi Jinping, visitó la zona cero de la pandemia y ha asegurado que vendrán tiempos mejores. Actualmente en ese país, se están recuperando más personas de las que están siendo infectadas.

Mantengamos la esperanza, que seguro salimos de esta.