Comunicación, COVID y América Latina

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En todo el mundo, los líderes políticos han tenido que prepararse para comunicar en estos tiempos de crisis y algunos han tenido más éxito que otros. Mensajes emblemáticos como los de Macron y Trudeau han hecho eco a nivel mundial, pero no todos han tenido la misma suerte, como lo es el caso de Boris Johnson o el de Donald Trump. En América Latina, los líderes también se enfrentan al reto. Dentro de todos los casos, podría decirse que existen tres que son muy paradigmáticos: Bukele, AMLO y Bolsonaro.

Bukele, el outsider que vino a romper la política de El Savador, fue tendencia en redes por el video donde anuncia las de suspensión de pagos de servicios básicos. Es importante notar que lo hace mirando a mirando a cámara y asumiendo de manera contundente el rol de la autoridad. En un país que en 2015 se situaba entre el top 10 a nivel mundial en la escala de mayor impunidad, se entiende perfectamente que discursos donde un hombre amaga con él personalmente encarcelar a cualquiera que toque los recursos, se aplaudan.

Aunque el video es un éxito comunicativo y la estrategia del miedo siempre es muy útil, al presidente no le interesa que su imagen a nivel mundial sea la de un dictador. ¿Cómo contrarrestarla? Sencillo: haciendo uso de su faceta como joven y suavizando su imagen a través de una entrevista vía Instagram Live con Residente, el artista emblema del antiimperialismo y voz en contra del neocolonialismo estadounidense.

Continuando con los casos, ahora viene le turno de México. En este caso, lo que acontece es la mala implementación de una buena estrategia. En tiempos de crisis siempre es recomendable que los expertos sean quienes comuniquen, pues se entiende que la legitimidad de la información que presentan viene desde el ámbito científico (y no hay nada más preciso que eso). La mala implementación está, para mala fortuna del propio presidente, en él mismo.

Primero, al intentar minimizar los potenciales efectos de la crisis. Ante un escenario global de alerta, las declaraciones que iban en dirección contraria a esta instrucción trascendieron más que nunca: México era visto como el único país que tomaba a la ligera la crisis (a pesar de que los hay otros peores, como más delante abordaré).

En segunda instancia, porque AMLO es político sobreexpuesto, con gusto por los reflectores y que siempre echa mano de su liderazgo carismático para responder ante cuestionamientos. Después de llevar meses consecutivos siendo el protagonista de las portadas, estaba claro que buscaría mantenerse como el protagonista. Esto fue evidente el día que, ante un juicio directo que Obrador, la contestación del ahora afamado epidemiólogo López-Gatell fue un nervioso “más o menos”; respuesta nociva en tiempos de crisis.

No obstante, una vez la crisis se agravó, fue curioso ver que el discurso cambió, pero el principal portavoz de este mensaje no fue el presidente, sino el Subsecretario. Esto, aunque el tiempo se encargará de determinarlo, seguramente le traerá buenos réditos a largo plazo a la 4T. Pasamos del “síganse abrazando” al decreto de alerta durante todo abril. Bien por corregir la plana.

Finalmente se encuentra el modelo “Bolsonaro”: renuente, agresivo, combativo, incrédulo y egocéntrico. Los medios brasileños no paran de hacerle críticas. Su figura encarna al populismo de derecha en América Latina. Mientras el conteo no sea significativo, lo más seguro es que se mantenga así.De aumentar, muy seguramente la actitud del presidente tendrá que virar tal como sucedió en EEUU con Trump donde, lejos de admitir que hubo un mal manejo de la crisis, buscará que el culpable sea alguien ajeno al pueblo brasileño.

No debería descartarse que se replicara la frase del estilo del “virus chino” acuñada por Trump para referirse al “coronavirus”. Además, este mal manejo tampoco es nuevo en él: basta con recordar la mala gestión durante la crisis del Amazonas para entender que muy difícilmente cambiará el método.

Sea lo que sea, lo más importante es entender que cuando la gente está expectante de lo que el líder va a decir, el mensaje debe transmitir seguridad, confianza y esperanza.

¿Estudiamos para trabajar o para saber?

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Para nadie es secreto que el mercado laboral esta cambiando a pasos agigantados tanto en México como en todo el mundo. Estos cambios se reflejan tanto por los empleos creados por las nuevas industrias de la Revolución Digital (para muchos la Tercera Revolución industrial) como por la automatización en los procesos de producción en múltiples industrias de la manufactura y otras de servicio que reducen la cantidad de trabajadores involucrados en los procesos productivos de las empresas, generando desempleo en algunos casos y oportunidades de empleo para los que trabajen en industrias relacionadas con la automatización de estos procesos.

En México la educación superior tanto pública como privada tiene una amplia oferta de carreras profesionales y técnicas, pero muchos de los planes de estudio tienen más de 20 años sin actualizarse o se actualizan seguido pero no responden a las necesidades actuales del mercado. Entender esta realidad es importante inclusive para poder hablar de temas políticos, tomemos como ejemplo la pérdida de empleos en la industria de la manufactura en Estados Unidos, muchos pensarían que una causa importante son las fábricas que han trasladado su producción a México pero la realidad es que 7 de cada 10 empleos que ha perdido EU en los últimos 15 años en la manufactura han sido por la automatización de los procesos y no por la ida de las empresas a México.

Un estudio de SAP and Qualtrid publicado en el World Economic Forum señala que en el sudeste asiático es donde los estudiantes califican de menor manera si sus universidades los están preparando para el mercado laboral común 61% de encuestados que contestaron que consideran que la preparación es excelente o buena. Le siguen el Medio Oriente, Europa, Norteamérica y América Latina y el Caribe con números inferiores al 40% en promedio. En general lo que señala el reporte es que los estudiantes no sienten que sus universidades los estén preparando para los trabajos que tendrán que enfrentar hoy o en un futuro y también consideran que la educación superior sigue siendo un privilegio.

Las universidades como los propios estudiantes debemos replantearnos nuestro rol en el sistema educativo, más allá de los planes de estudio y programas de internacionalización debemos explorar y aprender sobre las industrias del presente y futuro que podrían darle a México una ventaja en comparación con otros países de Latinoamérica. Más allá de memorizar cosas y aprender técnicas que rara vez vamos a usar debemos entrarle a temas como la inteligencia artificial, las redes sociales, las energías limpias, la automatización de los procesos de producción, entre otros. 

Industria 4.0

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El siglo XXI trajo consigo una serie de avances tecno que podemos ver en todos los ámbitos de nuestras vidas, desde nuestros teléfonos celulares hasta complicadas máquinas y procesos que ahora se llevan a cabo de forma automatizada. El proceso de globalización ha permitido un mayor intercambio de bienes y servicios entre países y ha incrementado el comercio (más no ha disminuido la desigualdad) pero también vemos como en mayor medida los países desarrollados como Estados Unidos pierden empleos (aunque se crean nuevos en otras áreas) sobre todo en la industria manufacturera la cual ha ido trasladando su producción a países de Asia y América Latina lo cual a su vez ha alimentado en gran parte los argumentos y la fuerza del discurso de políticos radicales como Donald Trump y casos en algunos países de Europa que pugnan en contra de los cambios que viven nuestras economías y sociedades 
La industria 4.0 hace referencia a una era de actividad económica impulsada por la automatización de los procesos, por los robots y sistemas que hacen más fácil nuestras vidas pero que también generan pérdida de empleos tradicionales. Curiosamente más de la mitad de los empleos de la industria manufacturera que ha perdido Estados Unidos desde la entrada en vigor del TLCAN en 1994 se han perdido no porque se hayan ido a China o a México sino porque los procesos de las líneas de producción requieren cada vez menos personas. 
Es ridículo pensar en como debería combatirse y/o detener un cambio que a todas luces es inevitable, el país o estado que se niegue a automatizar sus procesos y apostarle al desarrollo de esta nueva industria tecnológica entonces se volverá menos competitiva por los altos costos y podría entrar en recesión. 
Hay otros temas relacionados con la industria 4.0 que también son puntos de discusión como lo son la inteligencia artificial y algunos nuevos avances en la medicina que ponen en duda su viabilidad ante la ética de muchos países. El reto de los países desarrollados es lograr generar empleos en otras áreas y lograr que las zonas que eran dependientes de la industria manufacturera desarrollen otra industria como el turismo, las tecnologías u algún servicio. Los países desarrollados también tenemos un gran reto de no caer en la tentación de sentirnos en una zona de confort por las inversiones de la industria de la manufactura y no lograr desarrollar una industria nacional de tecnologías de la información y la comunicación.

#ElTalónDeAquiles: “Fuga de cerebros”

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Hace poco cumplí veinte años de haber salido de mi país. En mi camino, son muchos los curiosos que se preguntan por qué me fui. La verdad, en aquel agosto de 1997 no tomé la decisión de irme para siempre. De hecho, nunca decidí no regresar; la vida fluye y con ella, decisiones y posiciones. Tampoco imaginé que me convertiría en un cerebro en fuga. La vaina es esta: no me considero un “cerebrazo”, que conste, pero sé que una cosa es aventurarse en el mundo, y otra es no querer volver. Erradamente se cree que no se vuelve porque no se quiere, pero he ido descubriendo, con el paso del tiempo, otros factores a los que me refiero aquí.

Hace poco cumplí veinte años de haber salido de mi país. En mi camino, son muchos los curiosos que se preguntan por qué me fui. La verdad, en aquel agosto de 1997 no tomé la decisión de irme para siempre. De hecho, nunca decidí no regresar; la vida fluye y con ella, decisiones y posiciones. Tampoco imaginé que me convertiría en un cerebro en fuga. La vaina es esta: no me considero un “cerebrazo”, que conste, pero sé que una cosa es aventurarse en el mundo, y otra es no querer volver. Erradamente se cree que no se vuelve porque no se quiere, pero he ido descubriendo, con el paso del tiempo, otros factores a los que me refiero aquí.

A Costa Rica he intentado regresar en dos ocasiones. En 2008, con la pretensiosa seguridad que otorga un flamantemente nuevo título de doctorado de una universidad norteamericana a un todavía joven investigador, decidí presentarme a un concurso en una institución educativa costarricense. Honestamente, lo pensé dos veces antes de hacerlo. Montreal deja respirar mejor que San José y mi curiosidad por el crecimiento multicultural seguía insaciable. Por años pensé que podía contribuir más a mi país desde afuera, pero en ese momento de mi vida, decidí matizar dicha opinión. La realidad me mostró, sin embargo, que para ganar el puesto, debía hacer cola detrás de quienes, tal vez con menos experiencia, habían esperado con fidelidad su turno para solventar una precaria situación laboral. No soy hijo de familia acomodada, y habiendo pagado mis estudios a punta de duro trabajo y aleatorias becas, no quise obviar las angustias y vicisitudes del pasado. De algo tenía que servir todo el sacrificio vivido. Además, tenía deudas, para lo cual se requería de ciertos ingresos.

El sendero de la vida me sorprendió, y aunque México me ofreció en 2012 lo anteriormente inalcanzable, un buen puesto basado en los méritos, llegó la hora de decidir si me conformaba o si buscaba crecer más. En el 2015, tomé un sabático y me declaré dispuesto a considerar un cambio de carrera que podría incluir un regreso a Costa Rica. En ese segundo intento, moderé mis pretensiones: hice saber que podría aceptar asociaciones parciales (ello para pilotear un acercamiento paulatino). Pero las respuestas que obtuve variaron del silencio a la evasiva. Entendí entonces que tras 18 años afuera, la gente ya no me conocía, y los que frecuentaba, ya no estaban en donde estuvieron. Para muchos, regresar después de tantos años equivale a buscar trabajo como en cualquier otro país. Una amiga canadiense no ha logrado integrarse en su lugar de origen porque, a pesar de su extensa experiencia como cooperante internacional en tres países latinoamericanos, vale más su “insuficiente experiencia canadiense”. Otra amistad, alemana, opina que quien deja el sistema nacional, batalla para atestar la idoneidad de su experiencia extranjera.

La cuestión trasciende regiones y culturas. Es el orden de las cosas. América Latina pierde competitividad porque muchos de sus talentos salen a estudiar al extranjero y no regresan. Planes de atracción hay, pero lo cierto es que muchos de estos cerebros no regresan no porque no quieren, sino porque no pueden. Los locales no cederán sus plazas a los extranjeros, que no conocen el meollo del asunto, y que no esperaron “como debe ser”. Y los gestores prefieren contratar conocidos. Si una institución becó, más probable aún es la contratación. No importa que el cerebro en fuga salga gratis. El lujo de la libertad molesta y es riesgo innecesario: es preferible apostar a la fidelidad. Esto no es bueno, tampoco es malo; simplemente, es.

No me quejo de mi vida porque no soy un miope malagradecido en plena auto-negación. Siempre estaré con el mejor de los ánimos, y profundamente agradecido, en donde pueda contribuir, y en donde me permitan hacerlo. Pero mientras estos patrones no cambien, persistirá la fuga de cerebros, y algunos seguirán preguntándose por qué tanto talento se va para no regresar. Esto, creo, es válido para muchos expatriados alemanes, canadienses, costarricenses… y también mexicanos.

 

Fernando A. Chinchilla

San Andrés de Cholula, 9 de septiembre de 2017

Venezuela: La última gran dictadura de América

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Después de la muerte de los ex mandatarios militares Hugo Chávez (2013) y Fidel Castro (2016) gobernantes de Venezuela y Cuba, respectivamente, se creó una ligera idea internacional de que las dictaduras en América Latina llegarían a su fin, los últimos dos dictadores que habían perdurado en el inicio del siglo XXI finalizaban sus gestiones de la única forma en como habían planeado terminarla, a través de su muerte. Grandes revolucionarios que lucharon por la libración y democratización de sus países pero que sucumbieron ante el poder y la demagogia llevando su administración a gobiernos dictatoriales que han durado muchos años trayendo consigo crisis sociales, económicas y geopolíticas, por lo que los hizo los patitos negros de la región latinoamericana.

Juntos se consolidaron bajo una misma ideología, llamada el socialismo del siglo XXI, de idiosincrasia antiimperialista y populista pero disfrazada de una democracia autónoma y libre, nada más alejado de la realidad. A lo largo de los años vimos cómo estos líderes “democráticos” manipularon las leyes a sus conveniencias, participaron en elecciones fraudulentas y totalmente arregladas, provocaron crisis económicas al interior de sus países, rompieron relaciones comerciales con el resto del mundo e hicieron a un lado los derechos humanos de sus conciudadanos haciéndolos pasar hambre, escases y vivir en condiciones atroces.

Pero la historia dictatorial de la región no se extinguió a la par del fallecimiento de estos dos revolucionarios, al llegar la conclusión de sus mandatos, cual sistema monárquico, designaron a su sucesor, al siguiente en la fila, aquel súbdito fiel y apegado a su ideal que continuaría con el trabajo que ellos habían comenzado, permitiendo la continuidad del régimen. Nicolás Maduro en Venezuela y Raúl Castro en Cuba, la dictadura cambiaba de rostro, pero las condiciones a las que se encontraban sometidos los venezolanos y los cubanos continuarían su curso.

La clave de su perpetuidad  de estas dictaduras se centró en dos acciones principales, elecciones ficticias, es decir, fraudes electorales y elecciones arregladas donde se fomenta la participación ciudadana, pero los resultados obtenidos sean según lo planificado y la segunda, la alteración de las constituciones políticas y manipulando la legislación a su antojo para la creación de leyes que conforman hoy todo un sistema institucional de violación de las libertades y derechos fundamentales en esos países.

Esta última es la que ha puesto en marcha el gobierno de Nicolás Maduro, Venezuela comenzó el proceso para cambiar su sistema legislativo, para cambiar aquella constitución bolivariana que el mismo H. Chávez instauró en 1999 como símbolo de la nueva República de Venezuela. El alumno superó al maestro. Y tras 18 años de chavismo, Maduro comienza una nueva etapa, una nueva constitución y una nueva forma de pasar a la historia alejándose de la sombra de su antecesor.

El madurismo se alza como la nueva dictadura de Latinoamérica, producto directo de todo aquello por lo que Chávez alguna vez lucho décadas atrás. Comienza la dictadura de Maduro con un borrón y cuenta. Y empoderándolo más que a cualquier otro dictador en la historia de Venezuela. Veremos cuáles serán las consecuencias de tales decisiones y el destino que le depara a los venezolanos que son los que más sentirán las secuelas de esta dictadura que se levanta.

#PulsoUrbano: “No hay ríos secos…”

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El Río Santa Catarina que divide en dos a la urbe regiomontana tiene exceso de atención. Esto, considerando que no es no es el único Río y que lleva años en el abandono, incluso antes del huracán Alex y después, obviamente, aunque se supone que personas van y vienen con la intención de rehabilitarlo.

¿Re-a-qué? Lo que leyó. En Monterrey, como en otras ciudades de América Latina, los ríos no son tema hasta que “afectan” el modus vivendi de habitantes que se acostumbraron a modelos de ciudad que le dieron la espalda a sus rios.

Y, por supuesto, ante cada imprevisto natural, al menos éste desde 2010, sigue en ese abandono sistemático de no tomar en cuenta el elemento de la vida que contiene un río: el agua.

De hecho, de ser un “canal” de canchas privadas de futbol (también leyó bien: canchas privadas de futbol), sin la intervención de nadie, ha tomado su cause como lo que es: un río. Qué estrictamente “es una corriente natural de agua que fluye con continuidad”, según Wikipedia.

Por tanto, hoy tenemos cientos de documentos visuales y gráficos que son sólo una pequeña muestra de lo que vive en ese río que para nada está seco: aves, árboles, peces, plantas, etc.

Es usual que, incluso, en tomas áreas podamos ver la conjunción de agua y “verde” que se presenta.

Sin embargo, vaya usted a saber si por necesidades (o necedades) políticas quieran desempolvar este tema que quisiéramos que más que moverle, mejor aprovecháramos el contorno del cause natural para otros temas pendientes en su contorno hasta el momento intocable más que por las vialidades, como la movilidad urbana sustentable, por ejemplo.

Pero bueno, tal parece que está “de moda”, pocos saben qué le acomoda de esa moda y ahora todos van a limpiarlo. No sé si se den cuenta de que limpiarlo no sirve de demasiado si la gente sigue tirándole basura indiscriminadamente y los tomadores de decisión de todos los niveles de gobierno o lo ven como un sobrante de la Ciudad o como un botín de votos o de a ver quién obtiene más likes de Facebook

Lo cierto es que para comprometerse con el río y todo lo que eso implica tendríamos que hacer algo más que limpiar o llevar a consulta con un “sí” o “no” tan simple y somero.

Comenzar a darle a todos los ríos (no sólo a este) la atención que necesitan para verlos como pieza clave del entramado urbano y diseño de la Ciudad como de la vida social y económica, por supuesto, ecológica, que representa.

Esta mañana conversando con dos mexicanos deportados de Estados Unidos me enteré que al Río Santa Catarina también lo usan para dormir y bañarse… Vaya, el río está cumpliendo con su función civilizatoria por excelencia: Hacer la Ciudad a partir de necesidades y demandas.

Sí, los ríos son algo mucho más complejo que sólo infraestructura o pensar que están “secos” o creer en la estupidez que se “regeneran” con canchas que salen de planos “bonitos”. Algo está en juego y no es el río, sino el agua y con ésta la civilización.

Hacia un Gobierno de Coalición

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En Europa existen  gobiernos de coalición entre izquierda y derecha, si bien los sistemas políticos son de orden parlamentario, y en varios de los casos con monarquías constitucionales,  sus élites políticas han encontrado fórmulas para construir gobiernos en que la unidad surge de la racionalidad política, y aún de principios ideológicos en que izquierda, centro  y derechas moderadas se unen en ciertas coyunturas para formar un gobierno de coalición en el Parlamento.

También se presentan coaliciones bajo la fórmula de balotaje, esto es una segunda vuelta electoral para cargos públicos en el poder ejecutivo o bien para los Parlamentos. Básicamente consiste en que para llegar a un cargo público  es necesario obtener una mayoría de los votos emitidos que le de representatividad y legitimidad a los gobiernos, fórmulas que varían por porcentajes sobre el total de votos emitidos o bien por una diferencia porcentual entre el primer y el segundo lugar o las dos cosas, sin desestimar otras combinaciones existentes. En el caso de América Latina algunos países con sistemas presidencialistas  han introducido esta fórmula para darle mayor legitimidad al Poder Ejecutivo.

En suma, los gobiernos de coalición existen, son posibles y han dado en algunos casos resultados, con independencia a si el cargo de Presidente de la República es de un partido y el cargo de Primer Ministro es de otro partido, a lo que se le denomina cohabitación; sin embargo, debe subrayarse que se trata de un orden político parlamentario, donde el poder Ejecutivo se divide en Jefe de Estado y Jefe de Gobierno, y donde el Parlamento elige al jefe de Gobierno o Primer Ministro mediante precisamente una coalición que es mayoritaria. O bien se trata de sistemas semi-presidencial.

No se pide en una coalición política que los involucrados piensen lo mismo, ni que renuncien a sus ideologías, en cambio se pide unidad en objetivos comunes. En algún sentido, una fórmula básica para una coalición radica en la pregunta “qué tanto estamos dispuestos a ceder”, más todavía cuando se trata de enfrentar problemáticas de envergadura, posiciones políticas que cuestionan el propio orden democrático o elaborar un programa de gobierno viable.

En el caso de las coaliciones electorales, México tiene fórmulas para realizarlas, desde parciales hasta totales, así como un aleccionador compendio de coaliciones electorales a lo largo de su historia.  Sin embargo hoy se habla en un sentido distinto de coalición, por un lado unos se refieren a un sistema presidencial de mayoría absoluta con doble vuelta -semi-presidencial-; otros un sistema parlamentario donde los partidos políticos representados en el Legislativo se ponen de acuerdo en un Programa de Gobierno y eligen un Primer Ministro. Suponer un régimen parlamentario en México, implicaría crear la figura de Primer Ministro o algo parecido, toda vez que orgánicamente debe tener sentido formar una coalición en el Poder Legislativo, que por supuesto debe trascender el repartir los cargos del gabinete.

Por otra parte se habla de realizar una segunda vuelta electoral como vía de una coalición en el gobierno, pero eso requiere un cambio de régimen y que se establezca que si el ganador no obtiene el 50 por ciento de los votos entonces se transite a una segunda vuelta electoral, por tanto se perfila una estructura semi-presidencial, por lo menos. Ha de decirse que al considerar los tiempos electorales establecidos por la ley, es complicado abrir una nueva fórmula de votación para la elección de Presidente de la República por segunda vuelta. Debe considerarse que la experiencia muestra que en América Latina las fórmulas de segunda vuelta electoral no se han traducido de manera lineal en gobiernos con mayores consensos.

Es posible, aunque quizá no en un momento mediato, avanzar hacia un cambio de régimen que asegure la representación del Parlamento, del Presidente y genere una nueva figura constitucional donde la representación del Estado y el ejercicio de gobierno recaigan en figuras distintas. En otros términos sería dejar atrás el Sistema Político Presidencialista; empero, será por demás complejo, dados los tiempos legales, realizar una reforma a la estructura política nacional.

Si en cambio lo que se busca es un Convenio de Coalición electoral, entre los Partidos Políticos para alcanzar la Presidencia de la República en 2018, entonces el tema es otro, toda vez que la ley actual dispone de los medios para que esto ocurra, empero, la construcción de esta coalición -o alianza como la denominaron en el año- reclama: condiciones al interior de los partidos para ir en unidad a una elección: alguno deberá aceptar que el candidato sea de otro partido; y el partido que logre poner el candidato habría de aceptar que elegirá el que mayor confianza le genere a su aliado electoral y no el que quiera. Un asunto que podría unir a izquierda y derecha en la próxima elección Presidencial sería generar un cambio de régimen político con un sistema coalición en el Gobierno. México podría avanzar bajo un orden político de este tipo. El bien del país es siempre algo que puede unir la diversidad.

#PulsoUrbano: Mitos Urbanos (Parte 1)

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No está a discusión el rezago urbano. Monterrey no sólo es la Ciudad más contaminada de América Latina, sino también en la que pocos jóvenes quieren vivir. Otras metrópolis como Guadalajara o Querétaro están por encima en los nuevos indicadores de desarrollo humano, social, económico. En tiempos de competitividad y expectativas de calidad de vida, esto significa mucho: estamos parados sobre una urbe prácticamente en declive. Sí, leyó bien y no pretendo ser aguafiestas: declive.

¿Cómo transformar esta realidad? Por eso quiero hacer la primera entrega de esta serie de columnas en donde vamos a romper a pedacitos mitos urbanos que nos han llevado a esa situación y que debemos deshacernos de ellos urgentemente para cambiar las realidades.

Empecemos:

“El Río Santa Catarina está seco”

Ese río como el Arroyo Talaberna, el Arroyo Seco, el Río la Silla, el Río Pesquería, como otros han sido invisibilizados por la mayoría de la población que incluso añora a las canchas de futbol sobre su cauce que se llevó el huracán Alex, pero que poco se ha cuestionado sobre la sustentabilidad y como en otras ciudades el aprovechamiento para el desarrollo económico, cultural, de movilidad urbana y convivencia, entre otros.

Hemos vivido a espaldas del elemento de la vida: el agua. De hecho, en estos días existen denuncias públicas sobre causas hasta ahora desconocidas pero que están causando la muerte de la fauna del Río la Silla, ¿cuál es el mito a destruir? Que en esta ciudad no hay agua, que los ríos están secos y que si lo “están” sólo sirven para hacer canchas. No, no lo están y no es así.

Ya que estamos encarrerados, seguramente, más de uno saltó con la frase “como en otras ciudades”… Porque aquí no es Seul, Corea ni Buenos Aires, Argentina menos Nueva York, Estados Unidos.

Mito número dos: “aquí no es París“.

Por supuesto que no es París. Tener los pies parados sobre las realidades lastimosas de esta urbe permite comprender el tamaño del reto colectivo que tenemos enfrente. Las referencias internacionales sólo son referencias. Ni más ni menos.

Lamentablemente, algunos en el ánimo de copiar todo han obtenido resultados desastrosos que se alejan incluso lo que aseguran los manuales que según esto se generan.

Eso quizá ha causado la percepción de que aquí, por ejemplo, no puede haber infraestructura para el ciclismo urbano  porque “la ciclovía de San Pedro no funcionó”. Claro con inadecuadas implementaciones del manual de Ámsterdam, Holanda, no hay ideas de futuro ni presupuesto público o privado que alcancen…

Pero eso no significa que no podamos aspirar a una mejor calidad vida. Ahora mismo París no es un “lecho de rosas”. De hecho, aunque probablemente pensemos que existen menos problemas que en cualquier ciudad de América Latina, basta con leer noticias de esa ciudad para darnos cuenta que los problemas urbanos son compartidos en mayor o menor medida.

Y que lejos de sacar el complejo mexicano de “allá sí, aquí no y confórmate” deberíamos intentarlo, al menos.

¿Intentarlo cuando hay intereses económicos o políticos que atentan contra esa calidad de vida, sustentabilidad y desarrollo?

En próxima entrega destruiremos otros dos mitos.

#HojaDeRuta: “No se mata la verdad matando periodistas”

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Consigna máxima, potente en estas horas bajas para una de las profesiones más hermosas del mundo y oxígeno necesario para cualquier democracia. Dice Elena Poniatowska que en América Latina se hace periodismo desde la indignación porque la realidad entra en tu casa, te ahorca. La frase también podría invertirse con los sucesos actuales: en México el periodismo digno se hace desde el miedo.

Trágicamente, el dato no es nuevo: vivimos en el país más peligroso del continente para ejercer el oficio. Las balas que derrumbaron a Javier Valdez en Sinaloa han perforado también al gremio entero, estremeciendo al país a tal grado que el Presidente EPN ─a menos de 72 horas del suceso─ convocó a una reunión especial de la CONAGO para abordar la crisis. El mandatario anunció diversas acciones como fortalecer la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos Contra la Libertad de Expresión (instancia que, bien se sabe, ha tenido magros resultados) y fortalecer la estructura y presupuesto del mecanismo de protección para personas defensoras de derechos humanos, entre las cuales más de un tercio son periodistas.

Si bien el Estado Mexicano está obligado a garantizar el derecho constitucional a la libre expresión y la integridad de los periodistas, el debate es mucho más hondo. Un grupo de medios y Organizaciones de la Sociedad Civil entre los que están Article 19, Animal Político, Vice México, Horizontal y Amnistía Internacional, han propuesto una agenda de discusión inmediata sobre medidas urgentes para la protección a periodistas.

Movidos por el asesinato de Javier Valdez y en aras de reforzar la solidaridad del gremio, proponen 6 elementos como punto de partida de la discusión:

1. Corrupción y/o ineficiencia de instancias locales de procuración y administración de justicia.

2. Inoperancia de mecanismos nacionales de seguridad para periodistas.

3. Publicidad oficial excesiva y opaca. Falta de recursos económicos, operativos y de seguridad de organizaciones sociales de protección a periodistas.

4. Autocensura de medios locales como reacción a la violencia.

5. Informalidad y desprotección laboral de periodistas.

6. Falta de involucramiento de dueños y cuerpos directivos de medios de comunicación.

Cada uno de estos elementos será abordado en una mesa de discusión, para las que ya existen preguntas detonadoras: ¿Cómo construir un sistema de mapeo de riesgo eficaz, colaborativo y de acceso público? ¿Cómo garantizamos que la consecuencia de una agresión no sea el silencio, sino la multiplicación de la información? ¿Cómo favorecer el surgimiento de organizaciones locales de protección a periodistas? ¿Qué responsabilidad tienen los dueños y directores de los medios? ¿Qué deben hacer las instituciones de seguridad pública para desincentivar el asesinato de periodistas, tanto en términos tácticos como de comunicación? ¿Qué representa socialmente la violencia contra periodistas?

Este esfuerzo constituye el principal corpus que existe actualmente para iniciar el vital debate de forma sustancial. Sería fundamental que la solidaridad y diálogo se repliquen por toda la república para que esta coyuntura se traduzca en conciencia, agenda y acciones concretas.

El debilitamiento del periodismo crítico es una daga que se hunde en la sociedad entera, sobre todo ante el espejismo de las redes sociales como supuesto sustituto de la labor periodística profesional. Nada más falso. Hoy más que nunca requerimos información verificada para formar criterio, y sobre todo, la linterna periodística para echar luz sobre las acciones de los poderosos, haciéndolos responder ante sus actos.

Javier Valdez, en uno de sus últimos tuits (recogido por el portal Sin Embargo), escribió: “Que nos maten a todos, si esa es la condena de muerte por reportear este infierno. No al silencio”. El silencio del periodismo es el paraíso de la corrupción, la impunidad y el abuso de poder. De ahí que el Washington Post haya acertado en la definición de su nuevo lema, inspirado por los tiempos que corren: “La democracia muere en la oscuridad”. No dejemos que este país se nos oscurezca más.

(Puedes consultar la agenda VIOLENCIA CONTRA LA PRENSA en esta liga: http://horizontal.mx/violencia-contra-la-prensa/)

El efecto Ransomware

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La modalidad de secuestro de datos en forma de virus WannaCry ha puesto en riesgo la seguridad de información, hasta el pasado fin de semana nadie había escuchado hablar sobre esta técnica que ha puesto a trabajar a muchas corporaciones,organismos y universidades.

Este ransomware expone la necesidad de tomar conciencia en seguridad digital, expresó Pablo Castro, director de innovación tecnológica Trend Micro México, firma de seguridad. La firma Kaspersky Lab afirmó que México ha sido el país más afectado en América Latina y el tercero en el mundo.

Expertos comparten que lo que se debe hacer en estas circunstancias es entender, tomar conciencia y medidas de seguridad y control necesarias para disminuir el riesgo.

Pese a lo masivo de lo mismo, se han dado a conocer consejos y formas de manejo de seguridad en las empresas con el fin de que la información y los datos se protejan.

Quincy Larson, fundador de Free Code Camp, sitio que se especializa en el desarrollo y diseño de datos lanzó un comunicado donde recomendaba el respaldo de datos y archivos, así como el manejo de nubes o dispositivos externos.

WannaCry es un virus que entra por una vulnerabilidad del sistema, por eso expertos recomiendan que el sistema operativo este actualizado y libre de gusanos.

Además se recomienda que no solo hay que tener antivirus y copias de seguridad ” Usted personalmente necesita estar alerta. La seguridad no es un producto, es un proceso”, afirmó Larson.