La nueva dimensión de un jefe de Estado

Comparte este artículo:

La pandemia está dando lecciones importantes sobre el comportamiento de los jefes de gobierno y jefes de estado en situaciones de crisis. Ser un político hábil es necesario para llegar a ser jefe de estado y/o de gobierno, pero ser un político hábil no es suficiente para ser un buen jefe de gobierno en periodo de crisis cuyo manejo no depende de habilidades políticas. 

Los animales políticos super dotados para acumular votos (a la buena o a la mala) pueden resultar pésimos para manejar crisis que más que políticas, son crisis de sociedad. No todos los animales políticos le entienden bien a los fenómenos de sociedad. Los ejemplos de Trump en Estados Unidos, de Boris Johnson en el Reino Unido se agregan al de AMLO en México. 66% de los franceses consideran que su presidente manejó mal la situación resultante de la pandemia. 

Curiosamente, las mujeres jefas de gobierno o de estado destacaron en el manejo de las situaciones excepcionales originadas por la difusión del virus. Esta observación deberá ser tomado en cuenta por los electorados en elecciones subsecuentes. Promesas y compromisos políticos, sociales, económicos, financieros, educativos, etc., deberán ser ponderados por la sensibilidad humana de los candidatos y su sentido común. El cual, como todos saben, es el menos común de los sentidos. 

La lección no deberá ser olvidada. Un jefe del ejecutivo (aún si la lección es válida también para los representantes legisladores) deberá ser evaluado en función de su capacidad de empatía social y no solamente de sus promesas de bienestar económico, en función de su capacidad de administrar la salud humana y no solamente de promesas de riquezas espirituales. 

Centennials y Separatismo

Comparte este artículo:

En los últimos días distintas expresiones han estado surgiendo en redes sociales, muchas de ellas de broma, que Nuevo León o el norte del país debería independizarse parcial o plenamente de la República Mexicana. Vale la pena recalcar que muchos de los que más comparten esta idea haciendo memes y otros contenidos al respecto son los Centennials, la generación de los nacidos entre 1994 y 2010 que a diferencia de sus primos los milennial no solamente añora la libertad sino también el orden. ¿Debería de preocuparnos? En el corto plazo talvez no porque son pocos los elementos de identidad lo suficientemente fuertes para generar un verdadero sentimiento separatista en Nuevo León o en la mayoría del norte del país, fuera de la carne asada, los equipos de futbol y la narrativa que producimos más económicamente que otros estados, no hay grandes diferencias que nos hagan identificarnos como parte de una nación distinta. 

Nuevo León además es un estado con muchísimos ciudadanos de otros estados del centro y sur de país que emigraron a la Zona Metropolitana de Monterrey en búsqueda de un mejor empleo y mejores condiciones de vida por lo cual siguen manteniendo muchas tradiciones y costumbres de sus entidades de origen. ¿Porqué en el mediano o largo plazo pudiese representar un riesgo? Pudiera parecer lejano que Nuevo León, Tamaulipas o Coahuila busquen su independencia, pero dentro de no muchos años la generación Centennial estará en su totalidad en edad para votar y junto con la generación Milennial representarán más de la mitad del padrón electoral del país. Recordando que son una generación que alaba a los perfiles políticos disruptivos pero nacionalistas como el partido de Bolsonaro en Brasil o el partido de ultraderecha Vox en España. 

Un ejemplo de expresiones que demuestran este sentimiento es la añoranza de una historia independiente reflejado en que algunos jóvenes se les haga fácil compartir en redes sociales mapas, banderas y otro tipo de publicaciones haciendo alusión a la fallida República del Río Grande de 1840, un intento de un grupo de filibusteros para independizar y luego anexar a Estados Unidos los estados de Tamaulipas, Nuevo León y Coahuila. La rebelión no tuvo todo el apoyo ni militar, ni social ni político de los 3 estados y fue suprimida rápidamente. Es ridículo tomar este intento como referencia para un nuevo movimiento separatista parcial o total y quien lo haga además de ignorante también es un traidor. 

Ojo, estas expresiones en redes sociales no deben confundirse con los reclamos de estados y ciertos actores políticos de tener un acuerdo fiscal más beneficioso con las entidades que más aportan el PIB del país, al final es una petición valida que valdrá la pena analizar y discutir en su momento. Talvez valga la pena que la federación apruebe partidas extraordinarias de presupuestos para los estados y dejar una posible renegociación del pacto fiscal para después de la crisis.

Por otro lado hay que tomar en cuenta que Nuevo León no sería lo que es hoy si no fuera por el resto del país que dota de insumos y mano de obra a las industrias y comercios de nuestro estado, además que desde un punto de vista histórico han sido inversiones federales como la construcción de las líneas de ferrocarril a finales del siglo XIX las que detonaron que años después comenzaran a surgir los primeros industriales que dieron pie al estado que hoy somos. 

México y la mayoría de los países en el mundo no estaban preparados para afrontar una crisis de esta magnitud pero la dificultades económicas y sociales que viviremos como consecuencia de esta pandemia no deberían dar pie a expresiones que busquen dividir a la sociedad ni mucho menos a un país, el norte de México ha logrado tener los niveles de crecimiento y desarrollo que tiene porque se ha poblado conforme ha avanzado la industrialización cuyo ritmo de expansión ha sido impulsado por nuestra cercanía con los Estados Unidos.

En resumen, soy un convencido que ante una crisis de tal magnitud tenemos que mantenernos unidos como mexicanos y no tomarnos a la ligera expresiones como el #Nortexit o el hacer una nueva república ya que para muchos podría parecer una broma pero para algunos de los más jóvenes podría representar un sentimiento real que podría convertirse en un problema cuando aumente el rencor social que vendrá como consecuencia de la crisis económica por el Covid-19. 

Comunicación, COVID y América Latina

Comparte este artículo:

En todo el mundo, los líderes políticos han tenido que prepararse para comunicar en estos tiempos de crisis y algunos han tenido más éxito que otros. Mensajes emblemáticos como los de Macron y Trudeau han hecho eco a nivel mundial, pero no todos han tenido la misma suerte, como lo es el caso de Boris Johnson o el de Donald Trump. En América Latina, los líderes también se enfrentan al reto. Dentro de todos los casos, podría decirse que existen tres que son muy paradigmáticos: Bukele, AMLO y Bolsonaro.

Bukele, el outsider que vino a romper la política de El Savador, fue tendencia en redes por el video donde anuncia las de suspensión de pagos de servicios básicos. Es importante notar que lo hace mirando a mirando a cámara y asumiendo de manera contundente el rol de la autoridad. En un país que en 2015 se situaba entre el top 10 a nivel mundial en la escala de mayor impunidad, se entiende perfectamente que discursos donde un hombre amaga con él personalmente encarcelar a cualquiera que toque los recursos, se aplaudan.

Aunque el video es un éxito comunicativo y la estrategia del miedo siempre es muy útil, al presidente no le interesa que su imagen a nivel mundial sea la de un dictador. ¿Cómo contrarrestarla? Sencillo: haciendo uso de su faceta como joven y suavizando su imagen a través de una entrevista vía Instagram Live con Residente, el artista emblema del antiimperialismo y voz en contra del neocolonialismo estadounidense.

Continuando con los casos, ahora viene le turno de México. En este caso, lo que acontece es la mala implementación de una buena estrategia. En tiempos de crisis siempre es recomendable que los expertos sean quienes comuniquen, pues se entiende que la legitimidad de la información que presentan viene desde el ámbito científico (y no hay nada más preciso que eso). La mala implementación está, para mala fortuna del propio presidente, en él mismo.

Primero, al intentar minimizar los potenciales efectos de la crisis. Ante un escenario global de alerta, las declaraciones que iban en dirección contraria a esta instrucción trascendieron más que nunca: México era visto como el único país que tomaba a la ligera la crisis (a pesar de que los hay otros peores, como más delante abordaré).

En segunda instancia, porque AMLO es político sobreexpuesto, con gusto por los reflectores y que siempre echa mano de su liderazgo carismático para responder ante cuestionamientos. Después de llevar meses consecutivos siendo el protagonista de las portadas, estaba claro que buscaría mantenerse como el protagonista. Esto fue evidente el día que, ante un juicio directo que Obrador, la contestación del ahora afamado epidemiólogo López-Gatell fue un nervioso “más o menos”; respuesta nociva en tiempos de crisis.

No obstante, una vez la crisis se agravó, fue curioso ver que el discurso cambió, pero el principal portavoz de este mensaje no fue el presidente, sino el Subsecretario. Esto, aunque el tiempo se encargará de determinarlo, seguramente le traerá buenos réditos a largo plazo a la 4T. Pasamos del “síganse abrazando” al decreto de alerta durante todo abril. Bien por corregir la plana.

Finalmente se encuentra el modelo “Bolsonaro”: renuente, agresivo, combativo, incrédulo y egocéntrico. Los medios brasileños no paran de hacerle críticas. Su figura encarna al populismo de derecha en América Latina. Mientras el conteo no sea significativo, lo más seguro es que se mantenga así.De aumentar, muy seguramente la actitud del presidente tendrá que virar tal como sucedió en EEUU con Trump donde, lejos de admitir que hubo un mal manejo de la crisis, buscará que el culpable sea alguien ajeno al pueblo brasileño.

No debería descartarse que se replicara la frase del estilo del “virus chino” acuñada por Trump para referirse al “coronavirus”. Además, este mal manejo tampoco es nuevo en él: basta con recordar la mala gestión durante la crisis del Amazonas para entender que muy difícilmente cambiará el método.

Sea lo que sea, lo más importante es entender que cuando la gente está expectante de lo que el líder va a decir, el mensaje debe transmitir seguridad, confianza y esperanza.