Venezuela: La última gran dictadura de América

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Después de la muerte de los ex mandatarios militares Hugo Chávez (2013) y Fidel Castro (2016) gobernantes de Venezuela y Cuba, respectivamente, se creó una ligera idea internacional de que las dictaduras en América Latina llegarían a su fin, los últimos dos dictadores que habían perdurado en el inicio del siglo XXI finalizaban sus gestiones de la única forma en como habían planeado terminarla, a través de su muerte. Grandes revolucionarios que lucharon por la libración y democratización de sus países pero que sucumbieron ante el poder y la demagogia llevando su administración a gobiernos dictatoriales que han durado muchos años trayendo consigo crisis sociales, económicas y geopolíticas, por lo que los hizo los patitos negros de la región latinoamericana.

Juntos se consolidaron bajo una misma ideología, llamada el socialismo del siglo XXI, de idiosincrasia antiimperialista y populista pero disfrazada de una democracia autónoma y libre, nada más alejado de la realidad. A lo largo de los años vimos cómo estos líderes “democráticos” manipularon las leyes a sus conveniencias, participaron en elecciones fraudulentas y totalmente arregladas, provocaron crisis económicas al interior de sus países, rompieron relaciones comerciales con el resto del mundo e hicieron a un lado los derechos humanos de sus conciudadanos haciéndolos pasar hambre, escases y vivir en condiciones atroces.

Pero la historia dictatorial de la región no se extinguió a la par del fallecimiento de estos dos revolucionarios, al llegar la conclusión de sus mandatos, cual sistema monárquico, designaron a su sucesor, al siguiente en la fila, aquel súbdito fiel y apegado a su ideal que continuaría con el trabajo que ellos habían comenzado, permitiendo la continuidad del régimen. Nicolás Maduro en Venezuela y Raúl Castro en Cuba, la dictadura cambiaba de rostro, pero las condiciones a las que se encontraban sometidos los venezolanos y los cubanos continuarían su curso.

La clave de su perpetuidad  de estas dictaduras se centró en dos acciones principales, elecciones ficticias, es decir, fraudes electorales y elecciones arregladas donde se fomenta la participación ciudadana, pero los resultados obtenidos sean según lo planificado y la segunda, la alteración de las constituciones políticas y manipulando la legislación a su antojo para la creación de leyes que conforman hoy todo un sistema institucional de violación de las libertades y derechos fundamentales en esos países.

Esta última es la que ha puesto en marcha el gobierno de Nicolás Maduro, Venezuela comenzó el proceso para cambiar su sistema legislativo, para cambiar aquella constitución bolivariana que el mismo H. Chávez instauró en 1999 como símbolo de la nueva República de Venezuela. El alumno superó al maestro. Y tras 18 años de chavismo, Maduro comienza una nueva etapa, una nueva constitución y una nueva forma de pasar a la historia alejándose de la sombra de su antecesor.

El madurismo se alza como la nueva dictadura de Latinoamérica, producto directo de todo aquello por lo que Chávez alguna vez lucho décadas atrás. Comienza la dictadura de Maduro con un borrón y cuenta. Y empoderándolo más que a cualquier otro dictador en la historia de Venezuela. Veremos cuáles serán las consecuencias de tales decisiones y el destino que le depara a los venezolanos que son los que más sentirán las secuelas de esta dictadura que se levanta.