Nosotros y los otros

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En el documental “The Pharmacist”, Dan Schneider relata que cuando escuchaba noticias sobre personas que habían sido asesinadas mientras compraban drogas, su pensamiento inmediato era que las víctimas no tendrían por qué haber estado ahí; todo cambió el día que quien perdió la vida fue su hijo. 

Lamentablemente, cuando un problema no nos afecta directamente parece difícil encontrar motivación para entenderlo a profundidad y el atajo casi instintivo es sentenciar fríamente que las circunstancias son consecuencias lógicas de alguna torpeza o ineptitud. 

Te roban por idiota, te violan por puta, te matan por haber sido imbécil al elegir y soportar a tu pareja, asesinan a tu hija porque no tuviste los cuidados suficientes, te golpean porque te lo buscaste, o en terrenos menos tétricos, te engañan por tu estupidez, te traicionan por inocente, te abandonan por insoportable, eres pobre porque quieres y un largo etcétera. 

Porque mucho más fácil que intentar comprender realidades complejas y problemas multifactoriales de los que quizá participamos en su perpetuación, es rápidamente señalar que a nosotros jamás nos hubiese pasado. Porque menospreciar a los otros es un vehículo muy sencillo para mostrar tanto nuestra valía artificial como nuestras supuestas virtudes: “Yo en tu lugar hubiera hecho otra cosa”, “A mí eso no me habría pasado”, “¿En qué estabas pensando?”. 

Hacemos como si la causa y solución a las angustias y desgracias de los demás fuera obvia y como si nosotros nunca nos hubiéramos visto o fuésemos a ver en situaciones similares y entre más enérgicas sean nuestras condenas y desprecio a los otros, más creemos que estamos confirmando nuestra condición de personajes inquebrantables, llenos de civismo y dureza. 

Nos disfrazamos con narrativas burdas, vacías y tan artificiales que rayan lo inalcanzable, idealizando el no escuchar y el jamás aceptar la vulnerabilidad o falibilidad propia como si de una logro se tratase, sin darnos cuenta que sólo estamos perpetuando un contexto de negligencia emocional y falta de empatía que no es más que un atajo a conclusiones que nos ahorran la molestia de pensar o de sentirnos incómodos al hacer un ejercicio de autocrítica y de abandonar el tan confortante maniqueísmo.  

En ese contexto, que una mujer haya sido asesinada con un sadismo inenarrable y que las imágenes hayan sido compartidas como un meme más o que una niña desaparezca en la puerta de su escuela, produce casi automáticamente una normalización de la situación: “Así es el país y así es la gente de morbosa” acompañada de una condena a las fallecidas o a sus familiares al paso en que solapamos a las autoridades y a los victimarios, aseverando que la ocasión hace al ladrón y que el descuido o confianza de una mujer hace al feminicida casi como si estuviésemos diciendo que uno más uno da igual a dos. 

Porque es mucho más fácil decir que el mundo no es color de rosa ni es la sala de tu casa y que eso les pasa por estúpidas, que detenernos a entender algo tan simple como que las víctimas no son culpables y que en todo caso las consecuencias de los errores nunca deberían ser tan espantosas; ir a un casino no debería significar que morirás en llamas, una mala pareja no tendría por qué torturarte y asesinarte o tardarte en recoger a tu hija no debería terminar con su cuerpo en una zanja. 

Por el contrario, mucho más incómodo es aceptar que en este país a los asesinos matar les sale muy barato, que existe un 98.86% de impunidad de acuerdo con datos publicados por Impunidad Cero en 2019, que 10 mujeres son asesinadas a diario de acuerdo con cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), que no es lo mismo ser mujer, indígena, homosexual o persona de escasos recursos que ser hombre blanco de clase acomodada y que las disposiciones igualitarias contenidas en las leyes o la constitución podrán ser derecho vigente pero no derecho positivo, precisamente por nosotros y nuestra minimización de los problemas de los otros.

Y lo más difícil: no son los otros quienes están matando sino nosotros. No están matando a los otros sino a nosotros. Compartimos responsabilidad por diversos factores sociales y culturales y así también deberíamos compartir la rabia y el dolor. Aunque no sea a ti, aunque nunca te haya pasado o vaya a pasar y aunque en tu burbuja de tungsteno reforzado nada de esto parezca estar presente.  

Pero con esa terrible ausencia de empatía y viciados con los atajos que evitan poner en riesgo nuestra superioridad moral ficticia y comodidad, la indignación sigue adormecida así como la comprensión de los problemas como realidades complejas y por lo tanto, el panorama se oscurece haciendo que las soluciones se perciban distantes.   

Yo te vi, yo te vi robando

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Nos queda menos de un año de paz. Dentro de muy poco, tendrás que elegir entre los candidatos a la presidencia y serás atacado por intensas y agotadoras campañas electorales.

Durante esta temporada, tu mente será invadida por eslóganes, carteles, imágenes y cancioncitas que se quedarán rebotando en las paredes de tu memoria contra tu voluntad y a veces para siempre.

Quizá hayas notado que gran parte de la música y de las imágenes utilizadas por los políticos para empatizar contigo y tatuarse dentro de tu cerebro, en muchas ocasiones le pertenecen a personas que poco o nada tienen que ver con el proceso electoral.

Esto no es de extrañar, ya que es más difícil que recuerdes quién es Antonio Tarek, si su nombre llega a ti a través de una canción completamente original a que si lo conoces mediante un lamentable cover de la canción “Happy” de Pharrell Williams (probablemente así hasta recuerdes, como yo, que el candidato pertenecía al distrito 17).

Porque aunque hagan el ridículo y nos provoquen vergüenza ajena, estos spots se quedarán en nuestros recuerdos y quizá hasta los compartiremos con otras personas con el objetivo de burlarnos.

Ejemplos hay muchos: Omar Bernardino modificó la canción “Toma que toma” y Raúl García Ruiz hizo lo propio con “El Serrucho”, ambos con resultados repugnantes.

En Veracruz realizaron una alteración de la canción “Quiero que me quieras” de la película “Rudo y Cursi” sustituyendo la frase: “Yo te vi, yo te vi llorando” por: “Yo te vi, yo te vi robando” y la acompañaron de imágenes de Fidel Herrera.

Hasta a Ernesto Chavana le robaron su canción “El Rey de Tribal” para promocionar a Diego Leyva Merina, logrando la improbable hazaña de empeorar una canción ya de por sí horrible.

Y por supuesto, uno de mis casos favoritos: René Díaz González utilizando imágenes de la Rana René para su campaña electoral y después defendiéndose de las acusaciones con el “sólido” argumento de que su rana era diferente porque no tenía patas y el cuello era distinto al de Kermit The Frog de Estados Unidos a la que, por cierto, el candidato se refirió como la rana Kevin.




Debo decir que esto no es exclusivo de México. En España, el partido conservador (PP) utilizó la canción “La Trampa” de Manu Chao. En Francia, Sarkozy hizo uso de “Kids” de MGMT. En Argentina, se colgaron carteles con fotografías de Messi y Maradona acompañados de mensajes políticos y en Perú Carmen Lozada se añadió descaradamente como una más de las Chicas súper poderosas.

Derechos de autor, productores, artistas, intérpretes, derechos de imagen, derechos marcarios y un largo etcétera, son pisoteados por los intereses de la clase política.

Me parece que lo anterior tiene relación con el impacto que el internet ha causado en la manera en que percibimos las creaciones artísticas. Hoy, de forma inmediata y excesivamente sencilla, todos podemos acceder a casi cualquier canción, película, pintura, fotografía, etcétera y realizar modificaciones a ellos tampoco es muy complicado.

Esta simplificación en el acceso al trabajo de otros, de ninguna manera significa que los derechos de autor hayan dejado de ser violados; incluso los memes que llevas en tu celular vulneran derechos de terceros. Que muy pocos hayan mostrado interés en iniciar acciones legales en contra del uso, modificación y difusión no autorizadas de sus trabajos, es algo muy diferente.

Quienes elaboran las campañas políticas y participan en su difusión, están también inmersos en este nuevo contexto cultural y por ello, cada vez es más común ver que los políticos no sólo hagan uso de obras ajenas sin contar con el debido permiso de los titulares de derechos, sino que a veces hasta se atrevan a alterarlas, o bien, que utilicen la imagen de cualquier figura pública para los fines que consideren convenientes.




Porque este acceso simplificado, no sólo permite que los trabajos de otros sean utilizados para hacer chistes o bromas, sino que muchas veces se usan también para difundir mensajes ideológicos.

Lo anterior, no es un acto exclusivo de la clase política. Precisamente esta semana Matt Furie, creador de “Pepe la Rana” decidió dejar de dibujarla (la asesinó dentro del comic) porque ésta comenzó a ser utilizada por grupos de extrema derecha y supremacía blanca en Estados Unidos, sin que el autor tuviese control alguno y sin que parezca haber explicación aparente de dicha circunstancia

Controlar a los ciudadanos en internet y el uso que hacen de los trabajos artísticos de alguien más, no ha sido una labor sencilla. Podría decirse que sigue siendo uno de los principales retos actuales, al grado en que se ha generado modelos de protección a los derechos de autor muy diferentes como Creative Commons.

Sin embargo, creo que más allá de los ciudadanos comunes, es relevante señalar que resulta absurdo que quienes aspiran a legislar o a formar parte de la administración pública, no tengan conocimiento ni respeto por los derechos de terceros. Inmensa ironía que nos inviten a confiar en ellos para garantizar el estado de derecho, auxiliándose precisamente con violaciones de derechos.

No ignoro que existen asuntos mucho más graves y delicados en el proceder de los políticos en campaña pero no por ello deberíamos ignorar esta vergonzosa contradicción.

Entonces sugiero algo muy sencillo: Denuncia a los candidatos que hagan este tipo de payasadas, vía Twitter o cualquier otro medio que tengas al alcance para contactar a los titulares de derechos, tal y como se ha hecho en otros países. Después de todo, si los políticos nos van a hostigar por meses con sus espantosos trabajos mal hechos y robados, nosotros podemos hostigarles haciéndoles pagar las consecuencias de ello.

Aunque haya asuntos más urgentes en la agenda, en este sí puedes intentar hacer algo sin necesidad de un gran esfuerzo.

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”

 

Mereces lo que sueñas

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Hoy todos se burlan de las libretas de la esposa de Javier Duarte, sin embargo, la práctica de anotar compulsivamente un deseo buscando obtener una respuesta  del universo o de cualquier otra fuerza invisible y misteriosamente servil, es bastante común.

Libros, documentales, cursos, retiros, conferencias y un largo etcétera, nos ofrecen rutas mágicas, absurdas y exprés para alcanzar nuestras metas o sueños. No son pocos los patrones que han transmitido estas ideas a sus trabajadores creyendo que les están haciendo un bien.

En la búsqueda de concretar nuestros objetivos, hay múltiples factores que no dependen de nosotros y lidiar con esa incertidumbre es tan incómodo que la esperanza llana y simple no logra calmarnos; si no aprendemos a vivir con esas dudas, la desesperación nos puede hacer recurrir a las estupideces más grandes y ejemplos, tristemente, hay muchísimos.




Pero más allá de creer en absurdos, estas prácticas nos pueden llegar a convencer de que lo que tenemos es merecido, de que fue puesto frente a nosotros como una “señal” de alguna enigmática energía profundamente interesada en nuestros caprichos.

Asimismo, consideremos que el ser humano tiende a justificar sus conductas, por más espantosas que sean. Pensemos en Jorge Videla muriendo convencido de que su dictadura no cometió excesos y mantuvo el orden, situación idéntica a la de Francisco Franco o similar a la de Gustavo Díaz Ordaz, quien dijo sentirse orgulloso de lo ocurrido en Tlatelolco en 1968.

Combinemos las ideas de los dos párrafos anteriores:

El cinismo sea quizá la forma en que estas personas sobreviven a sus propias atrocidades y las ideas mágicas se presentan como una herramienta invaluable para ello.

Tal vez entonces, la familia Duarte crea que su abundancia es consecuencia de haber escrito sus deseos en un pedazo de papel y no de conductas ilícitas.

Que las quimioterapias falsas fueron en realidad una oportunidad cósmica para obtener ganancias a costa de niños enfermos de cáncer. Que las empresas fantasmas eran estrategias místicas para concretar las respuestas del universo. Que la desaparición de periodistas fue simplemente la eliminación de obstáculos siderales que se entrometían de forma incómoda con el gran plan de materializar los antojos del entonces gobernador.




Porque todo lo repugnante se puede justificar si se parte de una óptica desvergonzada y fantasiosa.

Las libretas no hacen sino mostrarnos los alcances de estas conductas inútiles, disparatadas y nacidas del pensamiento mágico: aprovecho las oportunidades, sean cuáles sean y merezco lo que tengo, haya llegado cómo haya llegado.

No arrebato, el universo me regala.

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Recuperemos Nuevo León

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Nuevo León siempre fue un estado de trabajo. El de la fundidora y la cervecería. Donde surgieron grandes empresas como FEMSA y CEMEX o instituciones tan loables como el ITESM. Su gente era emprendedora y leal. Nuestras calles eran pacíficas y todas las familias se conocían. No por nada nos decíamos primos entre nosotros.

 




Cuando eras niño ¿Tuviste miedo alguna vez de caminar a solas rumbo la tienda a las 8 de la noche? ¿Vendiste limonada en la cochera de tu casa sin mayor riesgo que el de un fracaso económico?

Secuestros, extorsiones, cuerpos en la calle, muertos en los puentes, miedo a salir de tu casa. Eso era algo inimaginable ¿En qué nos convertimos? ¿Por qué dejamos que nos arrebataran a nuestro estado de las manos?

Cuando la corrupta policía atrapa a los criminales ¿podrías decir de qué familias provienen esos sujetos? ¿Es casualidad que a menudo no sean regiomontanos?

Los centroamericanos que están por las calles sin papeles ¿vienen a trabajar o a pedir limosna? ¿Por qué han sido sorprendidos cometiendo delitos?

¿No sientes miedo cuando ves camionetas con placas de determinadas entidades federativas?
¿No te molesta que los policías liberen a los criminales? ¿No serían más fácil si todos estuviésemos armados? ¿Por qué existen los derechos humanos para los que rompen la ley? ¿Por qué los delincuentes andan de llorones y no los pueden ni tocar? ¿No sería justo y hasta útil que se les intimidara para sacarles información?

El mundo está al revés.

Estamos hartos de la clase política que salta de un puesto a otro y vota en los congresos sin pensar en el beneficio de la ciudadanía ¿por qué? Porque los políticos sirven a su partido antes que a nosotros.

Los neoloneses somos gente de trabajo, somos gente honesta, nunca nos hemos dejado de nada ni de nadie ¿qué estamos esperando? hagamos de Nuevo León un gran Estado nuevamente.

Esa última frase te habrá dado una pista de a dónde me estoy dirigiendo pues lo que intento decirte es que si toda esa retórica barata llena de lugares comunes, conjeturas hechas sin el menor tiempo de reflexión y sentimentalismos de lo más elementales te parecieron atractivos, no puede sorprenderte que Donald Trump ganara la presidencia, por el contrario, me atrevo a decir que muy probablemente tú habrías votado por él.

Porque el truco de enaltecer a los locales y desdeñar “al otro”, al externo y después sugerir que todo tiempo pasado fue mejor, haciéndote sentir indignado por haber sufrido el despojo de una supuesta grandeza por un, también supuesto otro, puede enamorar a cualquier sector de la ciudadanía inconforme que no muestre interés en enterarse ni mucho involucrarse en la circunstancias de algo que exceda su esfera personal.

 




El discurso está repleto de falacias. Por Ejemplo: Todos pueden corroborar que Nuevo León era un estado ejemplar en lo que respecta a la industria pero ¿podemos establecer un nexo comprobable entre la disminución de la seguridad y la llegada de personas de otras entidades federativas?

Intente realizar el mismo ejercicio de comprobación en las demás aseveraciones contenidas en la primera parte de este texto por la que, de antemano, ofrezco una disculpa.

Eso es lo peligroso: no hace falta fundar porque no nos los exigirán, sólo hay que intentar convencer. Disfracemos nuestras deficientes conclusiones de “sentido común” o bajo frases como “Todos sabemos” o “Es bien sabido”.

Mezclar datos ciertos de comprobación sencilla con datos falsos de comprobación compleja y apelar a las emociones del auditorio, es y ha sido una estrategia efectiva, mucho más en tiempos de insatisfacción y el discurso del inicio, como el de Trump contiene datos innegables combinados con afirmaciones agresivas que no están sustentadas pero que fácilmente pueden convencer.

 




Es cierto que nuestra situación es diferente a la de Estados Unidos pero ello no significa que no estemos a merced de un artero seductor que nos conmueva y nos prometa recuperar algo que presumimos perdido.

Porque mientras no comprendamos nuestra realidad a fondo y nos refugiemos en frases como: “Todos son lo mismo, todos roban”, “Hay que pensar en uno mismo, en los suyos y ya”, “Los que verdaderamente mandan son otros”, “Está todo arreglado” y un largo etcétera, podremos parecer tan saturados de información que llegamos al hastío, cuando la realidad es que sólo estamos repitiendo frases que no entendemos pero nos permiten disfrazar nuestro desinterés e ignorancia.

Y es esa ignorancia la que nos coloca en una posición sumamente vulnerable. Pueden despojarnos de derechos, hacerse más poderosos y cometer múltiples atrocidades mientras nosotros creemos que lo hacen por nuestro bien, que son “daños colaterales”, que son sacrificios, actos en esencia malos que se llevan a cabo para garantizar un supuesto bien mayor.

Si no conocemos nuestro sistema político, las funciones de nuestros representantes, la razón de ser nuestros derechos y las limitantes del Estado, estamos bajando los brazos.

México es un país sumamente insatisfecho, con hambruna, pobreza, desempleo, impunidad, corrupción, analfabetismo y un fuerte desinterés. Me atrevo a decir que en cada rubro que mencioné superamos a EEUU. Nosotros ya hemos caído victimas del populismo y la demagogia que por “fortuna” ha sido utilizada por sujetos menos macabros.

Sin embargo, creo que la mesa está servida para cualquier persona déspota, ignorante, prepotente, narcisista, envalentonada que logre enamorarnos y eso me preocupa mucho más que lo que pueda hacer el déspota, ignorante, prepotente, narcisista y envalentonado Donald Trump.

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El tonto

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Una noche, el presidente Adolfo Ruíz Cortines conducía a alta velocidad y fue detenido por un oficial de tránsito. Al ser obligado a descender de su vehículo, gritó indignado: “Óigame, al presidente no se le para en la calle” a lo que la primera dama, aún adentro del auto, agregó: “Tampoco en la cama”.

El anterior es uno de tantos chistes que se hicieron sobre Don Adolfo, la mayoría de ellos relacionados con su supuesta edad avanzada (asumió la presidencia pocos días antes de cumplir 63 años).

Sintetizar la gestión o incluso la persona del presidente con base en acontecimientos, características físicas o declaraciones desafortunadas, ha sido una tradición tan grande en nuestro país, al grado en que se dice que alguna vez Gustavo Díaz Ordaz, casi resignado llegó a decir: “A mí me hacían chistes por feo pero a Luis Echeverría se los hacen por pendejo”.

Enrique Peña Nieto se creó él sólo su imagen de tonto desde el día en que, siendo candidato presidencial, no pudo mencionar ni siquiera los títulos de los tres libros que marcaron su vida; en palabras de Carlos Fuentes, la respuesta de Peña fue “una demostración pública de ignorancia”, además de evidenciar una nula capacidad de improvisación.

Desde aquel diciembre de 2011 y tal vez maldecido por haber sufrido el desliz en tiempos de redes sociales, Peña Nieto ha sido retratado hasta el día de hoy como un idiota. Cada error de dicción que comete o imprecisión terminológica, han contribuido a la hoguera de su escarnio.

A contrarrestar esta imagen no han ayudado ni su gestión presidencial ni sus estrategias mediáticas, decidiendo utilizar falsos usuarios de twitter (los llamados “peñabots”) o apareciendo en la portada de la revista “Rolling Stone México” en el año 2014, junto a la frase: “¿Tonto? Ni tanto”, misma que constituye una deprimente aceptación de que es visto como tal y un desesperado e infructuoso intento por cambiar esta percepción.

Los chistes son incontables y se repiten hasta el tedio y la pérdida total de gracia; incluso los sosos y simplones chistes de Ninel Conde se han “plagiado” y adaptado a versión Peña Nieto.

Aquellos auditorios que carecen de interés político y padecen pereza intelectual, no han formado su postura respecto al presidente con base en las reformas polémicas, los escándalos de corrupción o en la inexistente evolución en materias de economía y seguridad sino en títulos de noticias, memes y videos compilatorios de sus errores y, por supuesto, en ese microcosmos no puede caber ninguno de sus aciertos, es más, siquiera mencionar la posibilidad de que éstos existen genera enojo y la inmediata sospecha de que quien lo sugiere es un vendido; el tiro seguro es llamarle imbécil y una vergüenza.

Y en ese contexto, el plagio del que hoy se le acusa cobra mayor relevancia por poner en entredicho, otra vez, su capacidad intelectual que por la falta ética que éste implicaría, en caso de ser cierto el señalamiento. Dicho plagio bien podría ser explicado desde el descuido, tanto suyo como del asesor de tesis así como en la ausencia de rigor académico, en una deficiente formación investigativa y por supuesto, en una conducta anti-ética.

En su defensa, habrá quienes señalen que dicha práctica lamentablemente es generalizada o podrían criticar el cinismo de autores señalados en el pasado por el mismo acto que hoy se escandalizan y condenan al presidente. Quizá también insistirán en una posible animadversión personal de Carmen Aristegui hacia él o incluso criticarán la expectativa que la periodista creó respecto a la noticia del plagio.

Sin embargo, ninguno de esos argumentos ni mucho menos la declaración de Aurelio Nuño, Secretario de Educación, señalando que “hay asuntos más importantes” logran ocultar que, sin importar la veracidad de la acusación, la noticia ha contribuido a esa imagen de torpe e ignorante que Peña lleva padeciendo durante casi un lustro.

La ridiculización y la sátira han acompañado a la política a lo largo de casi toda la historia del México independiente, con mayor o menor grado de censura; desde las caricaturas del siglo del siglo XIX en periódicos como “El Ahuizote” (recabadas brillantemente por Rafael Barajas en su libro “El País del Ahuizote”), los chistes de “Cuatezón” sobre Álvaro Obregón, los comediantes de carpa como “Palillo” (apresado múltiples veces), hasta llegar a tiempos más recientes con las parodias televisivas o teatrales y por supuesto, los actuales memes.

Esto último me parece relevante ya que Peña Nieto ha sido el primer presidente cuya gestión inició y terminará siendo vigilada y comentada por las redes sociales, una época en la que el chiste no depende de un comediante o caricaturista sino que fácilmente puede ser creada por ti o por mí, algo que sin duda constituye una realidad muy distinta a la de sus antecesores y a la que no se pudo ni supo adaptar; un caso de obligado análisis para los asesores de campañas y marketing político en el futuro.

El plagio más que decepcionar o indignar, para muchos es un motivo más para cuestionar la capacidad intelectual del mandatario y seguirle ridiculizando, tal vez un golpe casi mortal a su ya tan lastimada imagen.

Peña asumió la presidencia siendo visto como un tonto y todo parece indicar que no le queda tiempo ya para dejar la presidencia sin ese estigma.

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Vacunar no es cuestión de creencias

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Guanábana, bicarbonato de sodio, pensamiento positivo, alimentos orgánicos, acupuntura, dietas paleolíticas. Múltiples alternativas han sido invocadas como sustitutas a la medicina tradicional, la cual, a decir de los conspiratistas, ha sido secuestrada por una industria farmacéutica con comportamientos indolentes, carniceros y mafiosos.

Desde quienes negaron la existencia de la influenza en 2009, hasta Jaime Maussan publicando un vídeo en el que se asegura que el cáncer es un hongo curable con bicarbonato, sin olvidar a las celebridades de Hollywood que se posicionan en contra de las vacunas o, por supuesto, a quienes hicieron de la venta de remedios alternativos su sustento económico, la medicina es retratada como la ciencia más fraudulenta de la historia, un engaño que consiste en lucrar con la enfermedad en lugar de buscar la cura.

Al mismo tiempo, los remedios alternativos han logrado convencer a múltiples personas alrededor del planeta. Quizá por ser naturales, ancestrales o por no contribuir al lucro de la industria farmacéutica (pero sí a la industrial alternativa), lo cierto es que, con un burdo maniqueísmo, se presenta a lo oriental, antiguo y natural como el opuesto correcto respecto a lo occidental, moderno y capitalista.

…los remedios alternativos han logrado convencer a múltiples personas alrededor del planeta. Quizá por ser naturales, ancestrales o por no contribuir al lucro de la industria farmacéutica (pero sí a la industrial alternativa), lo cierto es que, con un burdo maniqueísmo, se presenta a lo oriental, antiguo y natural como el opuesto correcto respecto a lo occidental, moderno y capitalista.

De pronto, hay quienes aseguran que las plantas son mejores remedios por no estar procesadas. Desconocen, sin embargo, que quien receta plantas en ocasiones ignora el principio activo que proporciona la solución buscada y por lo tanto no se estandariza la concentración de éste ni mucho menos realiza una separación de moléculas lo que tiene como consecuencia que consumir una planta resulte en estar consumiendo cosas que tu cuerpo no necesita, sin dejar de lado que constitución de las plantas puede variar drásticamente de acuerdo a las condiciones en que haya sido cultivada: una planta en el Congo puede no presentar las concentraciones que una plantada en Campeche.

Por su parte, los medicamentos, aunque no son infalibles, se basan en estudios clínicos y no sólo en observación simple. Sólo deben recetarse de acuerdo a variables que el médico necesita conocer, tales como tus síntomas, edad, género, resultado anhelado, etcétera.

¿Por qué ocurre esto? Los factores involucrados son muchos. La dificultad de los pacientes de lidiar con la desesperanza, la promesa de resultados milagrosos por parte de los remedios alternativos, el trato a veces frío de los profesionales de la medicina en comparación con la calidez y mayor cercanía que brindan algunos alternativos o casos lamentables como el del despreciable Martin Shkreli, dueño de los laboratorios Daraprim al comprar un medicamento para tratar el SIDA y aumentar exageradamente su precio.

Aunque considero que quienes lucran con la ignorancia o la desesperación deberían de ser sancionados, también creo que las personas adultas son libres de elegir el tratamiento que quieran, tenga o no sustento científico.

Sin embargo, en relación con los menores de edad, estos movimientos han tenido consecuencias muy lamentables. Recientemente, un bebé canadiense de 19 meses falleció de meningitis debido a que sus padres, David y Collet Stephan, no creían en las vacunas. Asimismo, los rebrotes de enfermedades como la tos ferina, el sarampión, paperas, difteria, varicela, rubéola y hasta polio, reflejados en un deprimente mapa publicado por la Council on Foreign Relations, inevitablemente nos hacen cuestionar a este tipo de movimientos.

…en relación con los menores de edad, estos movimientos han tenido consecuencias muy lamentables. Recientemente, un bebé canadiense de 19 meses falleció de meningitis debido a que sus padres, David y Collet Stephan, no creían en las vacunas.

Ya en 2012, la Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina, en una interesante sentencia, obligó a unos padres a vacunar a su hijo. Dentro de los argumentos expuestos, señaló que “La vacunación no alcanza sólo al individuo que la recibe, sino que excede dicho ámbito personal para incidir directamente en la salud pública, siendo uno de sus objetivos primordiales el de reducir y/o erradicar los contagios en la población”, anteriormente, la Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires había indicado que: “Cuando colisionan y no se pueden armonizar los derechos de los niños con los de los adultos, deben priorizarse los primeros” y respecto a la patria potestad concluyó: “El límite a la libertad parental en lo que atañe al cuidado de la salud de sus vástagos es su propio beneficio. No exponer a los hijos a sufrir daños que la ciencia ha logrado prevenir. La patria potestad se otorga únicamente para cumplir los deberes que la misma impone”.

Los argumentos son interesantes, debido a que la patria potestad no es absoluta y aunque existe una libertad de los padres para elegir la forma de educar a sus hijos, el acceso a la salud no es discutible ni por creencias religiosas o posturas personales.

Negar el acceso a la salud por aversión a soluciones respaldadas por el método científico, es un acto ciertamente negligente y las consecuencias de ello no sólo pueden afectar gravemente a los menores en cuestión sino a la población en general. El tema no es de fe o de elegir creer sino de evidencia.

La pregunta obligatoria es si debemos establecer sanciones para quienes nieguen este acceso y cuáles deben ser esas sanciones.

La vacunación obligatoria, sanciones económicas o incluso la pérdida de la patria potestad.

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No se quejen, les encanta

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Siempre he creído que el último recurso para los comediantes sin talento es “jotear”. Si no provocan risa, para “salvar” su show únicamente necesitan ponerse una peluca, una estola, hablar afeminados y repartir besos entre los asistentes. El homosexual es retratado como un pervertido insaciable que desesperadamente busca a cualquier ser del género masculino, no importa quién ni cómo sea. Necesita que le “hagan el favor” porque es un enfermo sexual al que le gusta ser penetrado y todo ser con gusto por ello es percibido como indigno y despreciable, sea hombre o mujer.

Y es que al mismo tiempo, las mujeres con gusto por el sexo son deleznadas y vistas como unas maniáticas a las que no hay que guardarles el mínimo respeto. Quizá sirvan únicamente como un entrenamiento antes de que nosotros encontremos a esa mujer virginal que merezca nuestra devoción y entrega. Esas percepciones naturalmente restringen la libertad sexual, llevando a muchos homosexuales a tener severas crisis de auto aceptación y a algunas mujeres a sentirse “usadas” después de un contacto sexual que no derivó en una relación formal o a exigir compromiso después de éste aún en casos en que no lo quieren realmente; “Que no piensen que soy una zorra más”.

El problema es que no son pocos quienes recurren a cuestionar la calidad moral de las víctimas o su orientación sexual y estos aspectos son completamente irrelevantes pues incluso si se tratase de una persona que se prostituye o que padeciera hipersexualidad (ninfomanía en mujeres, satiriasis en hombres) si éstas no están de acuerdo con el acto sexual, se tratará de una violación. Así de simple.

Paradójicamente, al tiempo que buscamos penetrar para saciar nuestras necesidades sexuales, despreciamos a quienes nos ofrecen saciarlas. Al receptáculo hay que encontrarlo y después desecharlo pues lo penetrado carece de honorabilidad. Tal vez por eso un hombre heterosexual violado es percibido como algo cómico mientras que para que consideremos que una mujer ha sido violada debe tratarse de alguien completamente inocente y pura; la violación no parece tener sentido en hombres homosexuales o en mujeres promiscuas porque a final de cuentas “les encanta” ¿de qué se quejan?.

Cuando se trata de nalgadas, “canasteos” o arrimones, para muchos parece exagerado hablar de agresión sexual pues estas conductas siempre han sido vistas como algo rutinario y casi cultural; sea quizá esa normalización de la agresión la que cause desconcierto en los propios agresores cuando de pronto son señalados por algo que siempre se les dijo que era inofensivo. Por ello, que unos sujetos suban a un automóvil a una mujer para manosearla, tal vez sea para algunos una simple cuestión anecdótica, un juego que se salió un poco de control, mientras que si se afirma que uno de ellos la violó, primero exigen que se prueba que la tipa era tan “santa” como dice ser.

Es cierto que sobre el caso de “Los Porkys” y los demás videos de violaciones que se han filtrado, sólo conocemos las versiones mediáticas. ¿Deben haber cuestionamientos sobre estos casos? Sólo serían admisibles aquellos que partieran de la presunción de inocencia y exigiendo a las autoridades que hagan un trabajo adecuado para analizar el material probatorio a fin de determinar si hubo agresiones sexuales y si existió consentimiento en el acto sexual. El problema es que no son pocos quienes recurren a cuestionar la calidad moral de las víctimas o su orientación sexual y estos aspectos son completamente irrelevantes pues incluso si se tratase de una persona que se prostituye o que padeciera hipersexualidad (ninfomanía en mujeres, satiriasis en hombres) si éstas no están de acuerdo con el acto sexual, se tratará de una violación. Así de simple.

Cuando se trata de nalgadas, “canasteos” o arrimones, para muchos parece exagerado hablar de agresión sexual pues estas conductas siempre han sido vistas como algo rutinario y casi cultural; sea quizá esa normalización de la agresión la que cause desconcierto en los propios agresores cuando de pronto son señalados por algo que siempre se les dijo que era inofensivo.

A la excesiva complicación que representa probar la existencia de consentimiento se suma el desinterés o el miedo a denunciar por parte de las víctimas sin olvidar la falta de eficiencia de las autoridades; el debate sobre los presuntos casos de violación salió de donde nunca debió salir y llegó a nuestras casas únicamente por la indiferencia del poder judicial. La ineptitud de las autoridades y el miedo al escarnio social han dejado libres a múltiples delincuentes y han originado que los activistas más radicales hayan llegado al espantoso desatino de sugerir la eliminación del principio de presunción de inocencia en casos de violación o a solicitar la aplicación de penas corporales con tintes de barbarie. Aun sin apoyar estas medidas e incluso repudiándolas, no parece muy extraño que se invoquen cuando suele no haber ninguna consecuencia negativa para quienes llevan a cabo actos tan abominables y tan a menudo.

Debemos exigir enérgicamente una eficiente persecución del delito y un perfeccionamiento en los métodos probatorios pero lo que nos toca a nosotros es entender realmente la violación y no juzgarla como una ridiculez o una consecuencia lógica de ningún tipo de comportamiento o estilo de vida. Nadie nunca debe ser forzado a llevar a cabo un acto sexual y quien sufra estas circunstancias, jamás deberá sufrir menosprecio sino recibir apoyo. Que “les encante” o no ser penetrados, es completamente irrelevante.

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Un Estado más poderoso

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Paulette no fue asesinada, murió al pie de su cama y nadie se percató de que estuvo ahí atorada durante varios días. La muerte de Ernestina Ascencio Rosario no fue consecuencia de haber sido violada y golpeada por los militares sino de una gastritis crónica. En 2001,“El Chapo” escapó dentro de un carrito de lavandería.

Las versiones oficiales mexicanas suelen generar escepticismo.

El video de Florence Cassez siendo arrestada junto a una banda de secuestradores resultó ser un montaje filmado un día después de su captura. Osvaldo Aguilar Martínez no murió después de un enfrentamiento a balazos en la calle sino que miembros de la Policía Federal ingresaron a su domicilio y lo asesinaron.

El proceder de las autoridades mexicanas no es precisamente de fiar.

Los anteriores son, tristemente, muy pocos ejemplos del deficiente sistema de justicia de nuestro país y de la escasa credibilidad de la que goza. Algunos olvidan que ese es el mismo sistema al que hoy le exigen ser más enérgico y no perder el tiempo en los derechos de los criminales ni en “tecnicismos” como el debido proceso.

El sistema judicial exige una depuración desde hace décadas, profesionalización de los cuerpos de investigación para dejar atrás los “tehuacanazos” y las torpezas que finalmente son las que “dejan libres” a los presuntos criminales…

Yo reconozco que el descontento social ante las recientes determinaciones del poder judicial local es perfectamente entendible. Nuestro país ocupa el segundo lugar mundial en impunidad de acuerdo al Índice Global de Impunidad México (UDALP) mientras que Nuevo León es uno de los 13 estados de la república que más la sufre.

Sin embargo, contrario a lo expresado por algunas personas e incluso editorialistas, yo creo firmemente que la solución no está en solicitar medidas justicieras que impliquen reducir los derechos de los gobernados y aumentar el poder de las autoridades.

Y es que tanto la constitución como las leyes deben ser entendidas precisamente como un límite al poder. Idea que proviene desde la Magna Carta de 1215 firmada después de que unos barones apresaran a Juan I para exigirle el respeto de ciertos derechos , creando así el más antiguo documento que inicia en el mundo el proceso de formación de las constituciones y el más importante precedente de limitación al poder absoluto.

El poder absoluto no es deseable y mucho menos para un sistema con un historial como el nuestro. Me parece también que los medios de comunicación han sido torpes y omisos al informar a la comunidad. Por ejemplo, la semana pasada, un presunto ladrón fue vinculado a proceso sin prisión preventiva y sujeto a medidas cautelares que implican no acercarse a la casa donde fue sorprendido y presentarse cada semana al juzgado para firmar. Esto de ninguna manera implica que haya sido exonerado sino que se encuentra en espera de sentencia.

Todo esto en concordancia con el artículo 19 constitucional. Sin embrago, la información difundida es que ha quedado libre por “tecnicismos”, expresión que se ha repetido recientemente sobre todo en relación al debido proceso.

… si se malentiende la problemática y se buscan reducir los derechos de los gobernados, se colectarán aplausos en el corto plazo pero se habrá retrocedido de forman deprimente y nos aproximaremos peligrosamente a vivir bajo un Estado despótico.

Seamos claros: el debido proceso no es un simple “tecnicismo”, una laguna o un pretexto para liberar a quien no debería ser liberado. Mucho menos consiste en un mimo o una sobreprotección a los presuntos criminales.

El debido proceso, en muy resumidas cuentas, pretende otorgar tanto al indiciado como a la sociedad, la certeza de que se cuentan con suficientes elementos para procesar a alguien y, si así corresponde, condenarle.

¿Cómo habría de considerarse garantizada la seguridad de la sociedad si no se tiene certeza de que los condenados son, en efecto, los verdaderos culpables de los actos que les han sido imputados?, ¿De qué nos serviría que los presenten responsables si no se consta que lo son?, ¿Qué límites encontraría el Estado para procesar a quien se le antoje si no tuviese que circunscribirse a ciertas normas y principios?

La fundación RENACE, hace casi una década publicó un documental llamado “El Túnel” en dónde de forma muy deprimente se evidenciaban las constantes injusticias cometidas a personas que terminaron en prisión. Falta de pruebas, negativa de acceso a abogados, torturas, cárcel a personas por el simple hecho de ser indígenas con el objetivo de que los policías cobren cuotas de efectividad e incluso condenas sin juicio previo, son sólo algunos de los horrores que se denuncian.

Reducir los derechos en todo caso sólo agravaría nuestros problemas y empoderaría a un Estado que ha demostrado ser deficiente en la administración de justicia a pesar de, supuestamente, encontrarse obligado a someterse a la ley.

¿Cómo habría de considerarse garantizada la seguridad de la sociedad si no se tiene certeza de que los condenados son, en efecto, los verdaderos culpables de los actos que les han sido imputados?, ¿De qué nos serviría que los presenten responsables si no se consta que lo son?…

El sistema judicial exige una depuración desde hace décadas, profesionalización de los cuerpos de investigación para dejar atrás los “tehuacanazos” y las torpezas que finalmente son las que “dejan libres” a los presuntos criminales; transparencia en los procesos que no dé pie a que exista corrupción que permita a culpables sobornar o a inocentes terminar presos, en resumidas cuentas, un trabajo arduo que no será breve ni sencillo y ese es precisamente el mayor riesgo: si se malentiende la problemática y se buscan reducir los derechos de los gobernados, se colectarán aplausos en el corto plazo pero se habrá retrocedido de forman deprimente y nos aproximaremos peligrosamente a vivir bajo un Estado despótico.

Nunca olvidemos que el problema no son nuestros derechos sino la ineptitud e ineficacia del Estado.

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”

El Payaso Trump

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Trump está cerca de convertirse en candidato republicano. Ya hemos sido testigos de su prepotencia, ridiculez y sobre todo de su postura agresiva respecto a la inmigración.

Lo que me resulta más deprimente de su discurso xenófobo es que no es original ni exclusivo.

Que los inmigrantes sin papeles no pagan impuestos, que aumentan los índices delictivos o que roban oportunidades de trabajo a los estadounidenses, son ideas que han sido expresadas mucho antes de su candidatura. Baste un rato de ocio en YouTube para consultar lo manifestado por periodistas como Ann Coulter o Bill O’Reily u organizaciones extremistas como los Minutemen, los neo confederados y el Ku Klux Klan.

Donald abraza estas ideas sin la menor precaución. No importa si eso lo lleva a repetir frases de Benito Mussolini en Twitter o a decidir que el muro entre nuestro país y el suyo tendrá tres metros más únicamente porque Vicente Fox lo ofendió. Lo importante es mostrarse valiente, firme y decidido. El ridículo no parece preocuparle ni afectarle.

Y es que si uno busca en internet los motivos de apoyo manifestados por sus simpatizantes, el más repetido es que, para ellos, Trump no tiene miedo de decir lo que muchos otros piensan. Incluso hay quienes dicen compartir parcialmente su posición y estar en desacuerdo con sus formas pero apoyarlo por ser el más osado y fuerte. Los moderados facilitando el empoderamiento de los radicales.

Parece ser que a los ojos de muchos, Trump tiene el valor necesario para resolver los problemas y la disposición que a los demás les hace falta.

Pensar que los problemas complejos tienen soluciones sencillas y creer que la valentía es la virtud de mayor importancia en un gobernante, son sólo algunos de los lugares comunes y pensamientos simplificadores o hasta románticos que a menudo habitan en la mente del electorado.

Aquí en México, Vicente Fox fingía ser ranchero, hablaba de tepocatas, víboras prietas y alimañas, sin olvidar que juró sacar a patadas al PRI del poder; la ridiculez en su discurso no ahuyentó a quienes, reconociéndola, creían que a pesar de ello era la única opción viable para lograr un cambio necesario. La agenda del panista no incluía al odio ni al racismo por lo que era completamente inofensiva si se le compara con la del pre candidato republicano.

La simplificación excesiva resta relevancia a las payasadas, las convierte en anecdóticas o hasta en muestras de arrojo y actitud, no en indicadores de la incapacidad del candidato o de su falta de seriedad. Ante eso, las compilaciones de sus tonterías, incongruencias y estupideces, tienen poco efecto.

A Donald Trump lo percibo como un idiota exitoso, una clase de personas a las que su éxito en determinada área los lleva a asumir que dominan todas las demás a pesar de ignorarlas profundamente.

Desdeñan el conocimiento que no les sea útil para sus causas y consideran por ejemplo a la historia, la biología o al arte, como temas irrelevantes o destinados a los bohemios.

Pero ¿cómo son percibidos los exitosos? Los simpatizantes de Trump también han mencionado que si siendo presidente maneja el país como a sus empresas, las cosas irán bien; por si el reduccionismo y la simplificación excesiva no eran suficientes, realizar una equivalencia ingenua entre una nación y una empresa resulta increíblemente absurdo pero tristemente efectivo. Ojalá Cuauhtémoc Blanco castigue a los delincuentes como a los defensas y al portero de Bélgica en 1998.

Trump aspirará a la presidencia en la medida en que la gente siga creyendo que la solución a los problemas de su nación es tan simple como la sugiere el candidato, que sus agallas son señal de determinación y que la ridiculez es consecuencia de honestidad y falta de miedo.

Estados Unidos necesita mucho más que aun idiota exitoso y bravucón, su ignorancia y prepotencia no son parte del show sino preocupantes muestras de su torpeza. Desgraciada e irónicamente lo peor que podría hacerse en este momento es tomar a broma a este payaso.

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La columna que no quieren que leas

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television

López Obrador dice que no quieren que se escuche su voz, que lo quieren borrar. Irónicamente, lo menciona en un spot publicitario que aparece varias veces al día en radio y televisión.

No es mentira que existió una terrible campaña de miedo y ridiculización en contra de AMLO en años anteriores, reconocida incluso por autoridades electorales. Tampoco lo es que él no se ha ayudado mucho a sí mismo con sus decisiones posteriores a la controvertida elección de 2006.

Sin embargo, existiendo un historial de medios de comunicación en su contra, su discurso sigue haciendo énfasis en la mafia del poder y los intereses ocultos que maquiavélicamente manejan a México auxiliados por el “cuarto poder”.

Lamentablemente, sí existen en nuestro país privilegios para ciertos grupos, una inmensa desigualdad social y una corrupción reinante; hay muchos temas que afectan nuestra vida diaria sobre los que no conocemos la realidad y es natural que queramos saber, al menos, las causas.

¿Por qué estas ideas siguen teniendo cierta efectividad? Porque, lamentablemente, sí existen en nuestro país privilegios para ciertos grupos, una inmensa desigualdad social y una corrupción reinante; hay muchos temas que afectan nuestra vida diaria sobre los que no conocemos la realidad y es natural que queramos saber, al menos, las causas.

Quizá por eso los amantes de hacer videos con fotografías de políticos y música dramática (muy comúnmente el tema de “Requiem for a dream”), o a escribir notas relacionadas con teorías conspirativas, utilizan títulos como: “Lo que no quieren que sepas”, “Difunde antes de que sea removido por el gobierno”, etcétera.

Es muy difícil conocer la verdad, tal vez la única alternativa sea leer tantas fuentes como sea posible para formar una hipótesis propia o más fácil: creer que leímos o vimos lo que no quieren que sepamos.

Y es que, lamentablemente, también es cierto que los medios de información han sido omisos o hasta inquisidores en no pocas ocasiones.

Como ejemplo, Luis Mandoki denominó “Televisión golpista” a los medios de comunicación que después del asesinato de Paco Stanley, enfocaron todas sus energías en atacar al entonces jefe de Gobierno de la ciudad de México, Cuauhtémoc Cárdenas. Incluso, la televisora Tv Azteca llevó helicópteros a sobrevolar las oficinas del Ministerio Público para “vigilar su trabajo”.

Los que padecemos una memoria poco selectiva, recordamos a Jorge Garralda al borde de las lágrimas manifestando su indignación y responsabilizando directamente al gobernante o a Ricardo Salinas Pliego, presidente de TV Azteca, exigiendo la renuncia de Cárdenas.

En nuestro caso, la televisión regiomontana suele presentar los mismos vicios pero de una manera más burda. Los sesgos informativos de nuestros medios alcanzan temas tan triviales como el fútbol, y los asuntos políticos no escapan de ello ni cambian mucho su forma de operar.

María Julia Lafuente o Héctor Benavides haciendo una campaña negativa en contra de Rodríguez Calderón durante las elecciones pasadas, hasta el grado de hacer un auténtico berrinche cuando fueron mostrados los resultados que lo declaraban ganador, son ejemplo de la clase informadores que tenemos. “Mañana será otro día”, dijo la conductora.

En concordancia con el modo de operar descrito, la semana pasada, el conductor Gregorio Martínez, emitió un enérgico y “valiente” comunicado en contra de Jaime Rodríguez Calderón, actual gobernador, en virtud del motín acontecido en el penal de Topo Chico.

Sin esclarecer todavía los hechos ni definir estrategias, el gobernador dedicó un par de minutos para contestarle directamente al comunicador, una decisión que me pareció innecesaria y un desatino.

Puedo entender que dedique una oportuna respuesta a los medios sesgados, pero no que la priorice respecto a la información a la comunidad.

Y es que los eventos de Topo Chico evidenciaron la existencia de presos privilegiados que gozan de lujos que van desde acuarios, saunas, comidas exóticas, sistemas de aire acondicionado, visitas de prostitutas y televisión satelital y la de otra clase de presos que padecen el infierno de pagar cuotas de supervivencia. La posibilidad de comer o la garantía de no ser torturado o asesinado, cuesta y cuesta caro.

Estas circunstancias no sólo son padecidas por quienes han sido condenados por cometer delitos graves, sino por los presos en general, incluso los que “roban barbacoa” para alimentar a su familia.

Los sucesos nos hacen preguntarnos por qué existe para algunos la completa libertad para seguir extorsionando, lesionando, torturando, violando o asesinando y para qué sirve encarcelarlos si pueden seguir cometiendo las atrocidades que quieran.

Los sucesos nos hacen preguntarnos por qué existe para algunos la completa libertad para seguir extorsionando, lesionando, torturando, violando o asesinando y para qué sirve encarcelarlos si pueden seguir cometiendo las atrocidades que quieran.

A este evento habría que sumarle las deficiencias en la integración de averiguaciones previas y las violaciones al debido proceso que terminan inevitablemente encarcelando inocentes en unos casos o liberando a culpables en otros, dicho sea de paso, con condenas mediáticas a los jueces o a los derechos humanos sin enfocarse en los verdaderos responsables: los policías ministeriales.

Los eventos y la situación requieren de estrategias precisas y la comunidad demanda respuestas.

Es completamente injusto considerar a Rodríguez Calderón como responsable de un sistema penal que lleva décadas siendo deficiente me parece adecuado solicitarle que en el futro no caiga en el juego de los medios de comunicación ni pierda energía acusando guerras sucia. Ya habrá tiempo para responderles, lo prioritario debe ser comenzar a trabajar en depurar una situación podrida y deprimente.

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