El Payaso Trump

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Trump está cerca de convertirse en candidato republicano. Ya hemos sido testigos de su prepotencia, ridiculez y sobre todo de su postura agresiva respecto a la inmigración.

Lo que me resulta más deprimente de su discurso xenófobo es que no es original ni exclusivo.

Que los inmigrantes sin papeles no pagan impuestos, que aumentan los índices delictivos o que roban oportunidades de trabajo a los estadounidenses, son ideas que han sido expresadas mucho antes de su candidatura. Baste un rato de ocio en YouTube para consultar lo manifestado por periodistas como Ann Coulter o Bill O’Reily u organizaciones extremistas como los Minutemen, los neo confederados y el Ku Klux Klan.

Donald abraza estas ideas sin la menor precaución. No importa si eso lo lleva a repetir frases de Benito Mussolini en Twitter o a decidir que el muro entre nuestro país y el suyo tendrá tres metros más únicamente porque Vicente Fox lo ofendió. Lo importante es mostrarse valiente, firme y decidido. El ridículo no parece preocuparle ni afectarle.

Y es que si uno busca en internet los motivos de apoyo manifestados por sus simpatizantes, el más repetido es que, para ellos, Trump no tiene miedo de decir lo que muchos otros piensan. Incluso hay quienes dicen compartir parcialmente su posición y estar en desacuerdo con sus formas pero apoyarlo por ser el más osado y fuerte. Los moderados facilitando el empoderamiento de los radicales.

Parece ser que a los ojos de muchos, Trump tiene el valor necesario para resolver los problemas y la disposición que a los demás les hace falta.

Pensar que los problemas complejos tienen soluciones sencillas y creer que la valentía es la virtud de mayor importancia en un gobernante, son sólo algunos de los lugares comunes y pensamientos simplificadores o hasta románticos que a menudo habitan en la mente del electorado.

Aquí en México, Vicente Fox fingía ser ranchero, hablaba de tepocatas, víboras prietas y alimañas, sin olvidar que juró sacar a patadas al PRI del poder; la ridiculez en su discurso no ahuyentó a quienes, reconociéndola, creían que a pesar de ello era la única opción viable para lograr un cambio necesario. La agenda del panista no incluía al odio ni al racismo por lo que era completamente inofensiva si se le compara con la del pre candidato republicano.

La simplificación excesiva resta relevancia a las payasadas, las convierte en anecdóticas o hasta en muestras de arrojo y actitud, no en indicadores de la incapacidad del candidato o de su falta de seriedad. Ante eso, las compilaciones de sus tonterías, incongruencias y estupideces, tienen poco efecto.

A Donald Trump lo percibo como un idiota exitoso, una clase de personas a las que su éxito en determinada área los lleva a asumir que dominan todas las demás a pesar de ignorarlas profundamente.

Desdeñan el conocimiento que no les sea útil para sus causas y consideran por ejemplo a la historia, la biología o al arte, como temas irrelevantes o destinados a los bohemios.

Pero ¿cómo son percibidos los exitosos? Los simpatizantes de Trump también han mencionado que si siendo presidente maneja el país como a sus empresas, las cosas irán bien; por si el reduccionismo y la simplificación excesiva no eran suficientes, realizar una equivalencia ingenua entre una nación y una empresa resulta increíblemente absurdo pero tristemente efectivo. Ojalá Cuauhtémoc Blanco castigue a los delincuentes como a los defensas y al portero de Bélgica en 1998.

Trump aspirará a la presidencia en la medida en que la gente siga creyendo que la solución a los problemas de su nación es tan simple como la sugiere el candidato, que sus agallas son señal de determinación y que la ridiculez es consecuencia de honestidad y falta de miedo.

Estados Unidos necesita mucho más que aun idiota exitoso y bravucón, su ignorancia y prepotencia no son parte del show sino preocupantes muestras de su torpeza. Desgraciada e irónicamente lo peor que podría hacerse en este momento es tomar a broma a este payaso.

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