¿Qué nos dejó el 8 de marzo?

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En el Día Internacional de la Mujer, se conmemora la lucha por la cual hemos transitado las mujeres para el reconocimiento de nuestros derechos. Es un día que te invita a reflexionar, debatir y denunciar los problema actuales a los que nos enfrentamos diariamente. Justamente, mí 8 de marzo lo conmemore de esa forma: reflexionado.

Les comparto mis reflexiones entorno al Día Internacional de la Mujer:

En primer lugar, la frase: “feliz día de la mujer”. ¿Por qué me debería sentir feliz?. Me pregunté, insistentemente. De verdad, todavía no comprendo por qué debo sentirme feliz, es pleno 2017 y aún tenemos que marchar/luchar/exigir derechos. Otra frase, que me retumbó fue: “feliz día  a ti mujer, por ser esposa, madre, hija, hermana.” En serio, ¿siempre tenemos que ser objeto de alguien más?. Al parecer, por el contenido de esos mensajes, las mujeres siempre “funcionamos” para otra persona.

En segundo lugar, es evidente la desinformación que existe respecto a las verdaderas razones por las cuales se conmemora el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. De nuevo, la sociedad invisibiliza la causas reales y la disfraza de romanticismo barato.

El Día Internacional de la Mujer nació por diversos acontecimientos históricos. Por un lado, la huelga de trabajadoras 1857 en Nueva York; el trágico incendio en la fábrica Triangle Shirtwaist en 1911, en donde murieron más de 140 mujeres; la defensa y exigencia constante de mejores condiciones laborales.  Por el otro, la movilización de las sufragistas por los derechos político-electorales.[1]




El 8 de marzo se instauró como un día para conmemorar la lucha feminista. Recordamos a todas las mujeres que han defendido y luchado por los derechos que en la actualidad nosotras gozamos. Es un día, dedicado a generar espacios para la manifestación de nuestras ideas. ¿Qué derechos nos faltan revindicar?. Repensar cuáles son los problemas que nos aquejan hoy en día (obstáculos reales).

De lo anterior, parte mi tercera reflexión: ¿Cuáles son las pugnas que tenemos que continuar? Es cierto, en el ámbito jurídico hemos ganando terreno, en la ley se goza de igualdad ante el hombre, pero ¿poder ejercitar nuestros derechos en verdaderas condiciones de igualdad?.

La desigualdad de género no esta plasmada en el texto jurídico, la desigualdad de género esta plasmada en la realidad social. Los problemas de género no se encuentran en la ley, se encuentran impregnados en las construcciones sociales, en los papeles que nos obligan a desarrollar <<por ser mujeres>>. Nuestros derechos reconocidos constitucional e internacionalmente, en la práctica son inaccesible y poco efectivos. Seguimos condicionadas por nuestro género.

Creo innecesario poner cifras, 45% mujeres actualmente sufren o han sufrido violencia (desde niñas); 5 mujeres mueren a diario (sólo por ser mujeres); en Nuevo León se activó la alerta contra la violencia de género; también persisten cuestiones en el ámbito laboral, en donde las mujeres seguimos ganando menos; o el no reconocido trabajo de cuidado que nos “tocó” realizar.

La violencia y desigualdad de género persisten, las brechas sociales persisten. No me cansare de decirlo. La lucha continua y no únicamente por el reconocimiento de nuestros derechos, sino también por el libre acceso de ellos. Hasta que no exista desigualdad en todos sus ámbitos y expresiones.

Mi última reflexión, es la que más me ha pesado en todo el día. El miedo de algunos hombres por el empoderamiento de las mujeres (reconozco a los que se unen a la lucha). Es increíble, escuchar a hombres “sedientos de supuesta igualdad” inconformados por el Día Internacional de la Mujer.

Estas son algunas de sus frases que me tocaron presenciar: “quieren igualdad, tener un día especial, no es ser iguales”;por qué no existe un Día Internacional del Hombre” (sí existe); “las mujeres ya están igual que los hombres, no necesitan más derechos”; “al rato la balanza se va a invertir las mujeres van a querer tener el poder”. Los mismos argumentos infundados que año tras año nos toca escuchar.




La última frase fue la que me causó más impacto. Los hombres tiene miedo de perder su poder. Las aportaciones de muchos, consistentes en críticas destructivas y mal informadas, pareciera como si estuvieran intimidados por el feminismo. Pienso, que mucha de esa crítica solamente detona un desconocimiento total de lo qué realmente es el feminismo.

Afecta gravemente  al movimiento que muchas personas no están abiertas al debate, y su argumentación sobre las condiciones actuales de las mujeres, esta basada únicamente en su contexto (obviamente privilegiado). Considero, que debemos de trabajar en conjunto para la construcción sólida de ideas igualitarias.

Debemos reflexionar sobre nuestras construcciones sociales, la prácticas comunes que realizamos y las razones por las cuáles las implementamos. Reflexionar sobre la violencia en todos sus contextos y formas. Nuestro parámetro de medición no puede ser nuestra propia realidad, no es suficiente. Tenemos que empezar abrir el diálogo, creando espacios donde todas las personas quepamos.

Para finalizar, me gustaría cerrar con una frase de Chimamanda Ngozi Adichie:

“Algunas personas preguntan: ¿Por qué la palabra feminista? ¿Por qué no sólo dices que crees en los derechos humanos, o algo así? Porque sería deshonesto. El feminismo es, por supuesto, parte de los derechos humanos en general, pero elegir la vaga expresión derechos humanos sería negar que existe un problema de género específico. Sería una forma de pretender que no fueron las mujeres la que, durante siglos, han sido excluidas. Seria como negar que el problema de género tiene como blanco a la mujeres”

[1] Les recomiendo leer la columna “Felicitar a las mujeres en su “su día” de Regina Larrea Maccise. Considero que su contenido sigue vigente. Disponible en: http://redaccion.nexos.com.mx/?p=4676

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”

 

 

¿Protestar con desnudos está de más?

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La pasada semana vivimos un choque idealista sumamente relevante cuando un colectivo de mujeres argentinas decidieron manifestarse pacíficamente por la hipersexualización del cuerpo femenino desnudando sus torsos.

La protesta pacífica murió aún antes de nacer puesto que al anunciarse la convocatoria fue cuestión de segundos en lo que distintos grupos, masculinos en este caso, lanzaron amenazas a la integridad de las chicas que asistieran al movimiento. Y esto no fue todo, ya que ese mismo día muchas fueron tocadas, golpeadas, hubo casos de hombres exponiéndose sexualmente a las mujeres a manera de burla e insultándoles usando connotaciones sexuales en manera peyorativa.




“¡No han entendido que si no nos defendemos nosotras no nos defiende nadie!” Anunció una de las chicas justificando haber golpeado al atacante de una de sus compatriotas.

Aun cuando es sin duda lamentable lo anterior, nos da oportunidad de ahondar un poco sobre lo que pasa. Al corto tiempo se escucharon comentarios como “No apruebo que se les haya molestado pero me parece que es una protesta muy agresiva desnudarse” pero, ¿lo es?

En cuestiones estrictamente personales, dudé más de una vez que yo atendería a una protesta de ese carácter, pero ¿por qué?

No es por los niños que pudieran ver mis pezones (una de las razones más nulas que escuché en las redes). Tampoco es porque le quita seriedad a la protesta que me muestre sin blusa, (igualmente, mala razón). Me causó una impresión terrible darme cuenta que justamente la única razón que me venía a la mente era “No quiero que me ataquen”.

Fue ahí donde entendí la naturaleza del desnudo. Porque sinceramente no importa si me muestro o no, aún vestida camino a diario con la presión de ser acosada en las calles de mi ciudad mientras trabajo, mientras voy a mi escuela o mientras simplemente existo.

¿Por qué tengo que estar en constante miedo a pasar por una calle oscura o a estacionar mi carro en un lugar lleno de hombres cuando voy sola? Y aquí llega la parte realmente relevante de este texto ¡¿Por qué mi cuerpo da carta abierta a ser insultado sin razón alguna más que existir?! Entendí que lo que ofende hoy por hoy no son mis pezones, es mi cuerpo. Soy yo.




Me asusta saber que al hablar del tema con algunos de mis amigos hombres me preguntaron cosas como “¿Realmente te ha pasado que te griten o toquen en la calle?” No contesté. Dejé que las mujeres a mí alrededor escucharan y reaccionaran solo para saber que no era la única que casi a diario es hostigada en las calles sin razón.

Y pasó. Mis amigas me voltearon a ver con ojos de sorpresa ante la pregunta que parecía hasta broma. Ellos auténticamente no sabían. No entendían el fenómeno pues jamás lo habían vivido.

Existen momentos donde las manifestaciones subversivas no generan el impacto que se necesita.

Invito a todos a darle una segunda pensada al propósito del desnudo. ¿No es justamente que necesitamos entender el por qué nos ofenden tanto los pezones? Porque a mí me ofende más pensar en mis hermanas muertas que ver un par de pechos protestando por un ideal social.

Solidaridad con mis compañeras y compañeros de causa.

#Tetazo #Argentina

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¿Quién les dijo que nos podían matar?

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Paola, Alessa, Itzel, Laura, Krizana, Tania, Alma, Dulce, y por lo menos una mujer transexual cada tres días es asesinada. Algunas murieron por impacto de bala, otras por asfixia, tortura y/ o violación, golpes, entre otras maneras atroces de terminar con la vida de una persona.

Sus muertes han sido documentadas o investigadas por diferentes periodistas, activistas, y organizaciones civiles, pero hasta el momento no han sido investigadas y sancionadas por alguna autoridad.

Juan Pablo Proal en su libro “Vivir en el cuerpo equivocado” cuenta la historia de Laura una mujer transexual dedicada al sexoservicio, la cual una noche estaba en espera de un cliente y en ese momento la rodearon dos coches. Desde el interior de los automóviles, unos jóvenes le dispararon dardos, otros se bajaron con tubos y la golpearon, la dejaron tan destrozada que, en sus propias palabras: “su cuerpo siente cuando un hombre le hará daño”.

Historias como estas las encontramos día a día: mujeres transexuales golpeadas, torturadas, denigradas, exhibidas y sobre todo asesinadas.

El Informe de Crímenes de Odio por Homofobia en México (un concepto en construcción) 1995-2008 elaborado por Rodrigo Parrni y Alejandro Brito, señala por lo menos 80 homicidios cometidos en contra de personas transexuales en todo el país.

De Igual forma, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en su informe “Violencia en Contra de la Comunidad LGBTI”, manifestó que la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) de México, expresó su preocupación respecto a las cifras y la naturaleza cada vez más violenta de los delitos por prejuicio contra las personas LGBTI.

 




La organización de la sociedad civil Letra S Sida, Cultura y Vida Cotidiana A.C., ha pronunciado en diversas ocasiones que en México se tiene registro por lo menos de 1,218 asesinatos cometidos en contra de la comunidad LGBTI. En el mismo sentido, el documento “Crímenes de Mujeres Trans en México: Invisibilidad = Impunidad” realizado por el Centro de Apoyo de las Identidades Trans expresa que la cifra haciende a 164 asesinatos de mujeres transexuales entre los años de 2007 y 2012, teniendo tendencia de ir a la alta.

En las últimas semanas se han visualizado los asesinatos de mujeres transexuales en el país, tan sólo un pequeño sector de la sociedad se ha llenado de indignación y conmoción, otro un poco más grande solo ha mostrado su constante indiferencia.

En lo personal yo sólo he podido externar mi impotencia, por vivir en un país en donde se mata la diferencia. En un país donde se están matando mujeres, y la sociedad no exige justicia.

 




Hace algunos meses comencé a despertar una gran inquietud sobre los crímenes cometidos por razones de género. Me cuestionaba ¿Si asesinan a una mujer transexual será feminicidio? Desate criticas y debates, la mayoría se oponía a mi cuestionamiento, y sobre todo me refutaban la cifras de mujeres transexuales que son asesinadas. Porque para algunas personas “las cifras no son suficientes” para considerar que existe un problema real. ¿Qué será más real que la muerte? Me preguntaba yo.

Algunos días leí a Estefanía Vela Barba en El Universal, su columna titulado “¿Qué será suficiente?” en la cual terminó con una frase que a mi parecer fue excelente: “Tenemos que demostrar que esto nos importa. Que nada justifica un feminicidio” refiriéndose al asesinato de Paola.

Ahora me cuestiono ¿Por qué razón vivo en ese país donde matar es justificado? ¿A caso es correcto marchar para denegar y limitar derechos? ¿Cuándo será el día que nos indignaremos por la violencia y la muerte de todo ser humano? Tenemos que dejar de justificar lo injustificable.

Al final todo se traduce en conductas sociales “normales”. Las tasa tan elevada de violencia de género, no es más que la reproducción de una sociedad intolerante y machista.

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¿Por qué está mal decir #AllLivesMatter?

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La homofobia [1] , la transfobia y la bifobia son expresiones del miedo a lo diverso. En su nivel más tenue, invisibilizan a las personas queer por medio del lenguaje heteronormativo y de la “neutralidad” [2] ante las situaciones de injusticia que viven. En su nivel moderado, violentan psicológicamente a estas personas, realizando campañas de odio, negándoles derechos, señalándoles y humillándoles. En su nivel más peligroso, les violentan sexual y físicamente o les asesinan.

El 12 de junio del presente año fueron asesinadas 49 personas, en su mayoría homosexuales, y resultaron heridas otras 53 más, también en su mayoría homosexuales, en el Pulse, un bar gay en Orlando, Florida, Estados Unidos, a manos de Omar Mateen, un estadounidense de 29 años de edad. El asesino murió en un enfrentamiento con la policía local ese mismo día.

La tragedia del Pulse dio pie a muchas reacciones homofóbicas, transfóbicas y bifóbicas a lo largo y ancho del globo. Sin embargo, en este texto me referiré exclusivamente a la homofobia.

Los comentarios homofóbicos variaron de lo más violento a lo más o menos moderado. Un ejemplo de comentario excesivamente violento fue el discurso del pastor Roger Jimenez, de una iglesia bautista en Orlando, en el que expresó que la muerte de “50 pedófilos y pervertidos” no era una tragedia, sino algo “genial” y “positivo para la sociedad” [3].

Ejemplos de comentarios moderados son los múltiples tweets que surgieron para condenar los hechos, pero al mismo tiempo negar los derechos de los gays y las lesbianas (decir que no deben contraer matrimonio, adoptar, donar sangre y/o besarse o tomarse de la mano en público).

Sin embargo, se ha demostrado que el amor y la solidaridad vencen al odio y a la violencia homofóbica, ya que hubo mucho apoyo para la comunidad homosexual, el cual se vio materializado en redes sociales a través del hashtag #GayLivesMatter [4].

Pero las personas homofóbicas no pudieron guardarse su homofobia y resurgió [5] el hashtag #AllLivesMatter, utilizado ahora como respuesta al #GayLivesMatter (como si fuera necesario aclarar que las vidas de todas las personas son importantes o como si alguien hubiese dicho lo contrario).

El que se recalque que las vidas de las personas homosexuales son importantes no significa que se piense que las vidas de las personas cis y heterosexuales no lo son. Simplemente significa que se reprueba la homofobia que propaga la idea de que las vidas de homosexuales, en específico, no son importantes.

Aunque se trate de homofobia leve o moderada, el discurso de fondo es el mismo que el de la homofobia más grave: las vidas de homosexuales no valen lo mismo que las vidas de heterosexuales. Esta última les mata y aquéllas dos se burlan y niegan sus derechos, pero todas son violentas.

El #AllLivesMatter conlleva un discurso ignorante y homofóbico. ¿Por qué? Porque la clásica frase “por ser seres humanos somos igual de importantes” lo único que hace es dejar la situación injusta igualmente injusta, ya que no visibiliza las desventajas y los abusos de los que la comunidad homosexual es víctima.

Todo movimiento por la igualdad (como el abolicionismo, el feminismo, etcétera), debe de tomar la bandera del grupo oprimido y sus luchas particulares con la injusticia para lograr la igualdad de dicho grupo oprimido respecto del grupo privilegiado correspondiente.

Así, debemos visibilizar a las personas homosexuales en específico, puesto que vivimos en un sistema patriarcal y heteronormativo que los invisibiliza por default. Visibilizarles y apoyarles es necesario para que puedan posicionarse en un plano de igualdad respecto de las personas cis y heterosexuales.

Hacer esto no significa de ningún modo que se piense que las personas cis y heterosexuales no son importantes o son menos importantes que las personas homosexuales, pero no hacerlo (y utilizar el #AllLivesMatter) es invisibilizarles y, por ende, es un acto homofóbico [6].

La cultura, la religión, el lenguaje, las leyes, la sociedad y las familias repiten constantemente que todas las vidas importan. El problema es que en la práctica no funciona así: institucionalmente, históricamente, culturalmente y socialmente las vidas de las personas homosexuales son minusvaloradas.

El #AllLivesMatter es una forma de silenciar a quienes protestan por ello. Así como en su momento se utilizó para callar a las personas que promovieron el #BlackLivesMatter, ahora se utiliza para contrarrestar el #GayLivesMatter. Pero lo que hacen es lo mismo: callar a quienes señalan un problema social, ignorar este y hacer nada por resolverlo.

Es un hecho que las personas homosexuales son asesinadas, violentadas, ignoradas y humilladas sistemáticamente, por lo que es importante recalcar su situación injusta (el #GayLivesMatter es una forma digital de protestar).

La verdad es que el #AllLivesMatter lo que propaga es el mensaje #My(Privileged)LifeMatters, porque lo único que hace es ignorar y silenciar a quienes protestan por la homofobia en el mundo sin hacer algo por resolver dicho problema, viendo así únicamente por sí mismas y sin estar conscientes de sus propios privilegios como personas cis y heterosexuales.

En resumen, obviamente el #GayLivesMatter no significa que solamente las vidas de personas homosexuales importan y que las de personas heterosexuales no; significa que las vidas de homosexuales también importan. Lamentablemente, es necesario decirlo, puesto que vivimos bajo el yugo de un sistema patriarcal, heteronormativo y homofóbico.

Por lo anterior, decir #AllLivesMatter es ignorar el problema de la homofobia que mata… E ignorar un problema es equivalente a ser parte de él.

[1] No digo lesbofobia también porque la lesbofobia es un subtipo de la homofobia, ya que las mujeres lesbianas también son homosexuales, al igual que los hombres gay.

[2] “Si eres neutral en situaciones de injusticia, haz elegido el lado del opresor.” – Desmond Tutu, al recibir Premio Nobel de la Paz, 1984.

[3] Huffington Post. Preacher gives shockingly repulsive sermon: “Orlando is a little safer”. 2016. Disponible en línea: <http://www.huffingtonpost.com/entry/baptist-preacher-praises-orlando-shooting-says-city-is-safer_us_5762b0f3e4b0df4d586f5d37?>.

[4] En el idioma inglés, la palabra “gay” se utiliza para referirse tanto a los gays como a las lesbianas.

[5] El hashtag #AllLivesMatter se creó originalmente para “combatir” el #BlackLivesMatter.

[6] Una analogía es el #NotAllMen como respuesta al feminismo que visibiliza la violencia de género, los estereotipos y los micromachismos que violentan a las mujeres.

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CULTURA DE LA VIOLACIÓN

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Ha conmocionado al mundo el caso reciente de una menor que fue víctima de una violación colectiva en Brasil, presuntamente a manos de 12 hombres mayores de edad.

“¿Qué traías puesto?”, “¿qué hacías allí de noche?” y “¿estabas borracha?”: son preguntas que suelen hacerse a las víctimas de violencia sexual y son una expresión de la cultura de la violación.

Este es un término que surgió en los años 70 en Estados Unidos gracias a las feministas de la segunda ola que tomaron esta como una de sus luchas principales.

Se trata de un sistema compuesto por actitudes, conductas y estructuras que normalizan el delito de violación: justificándolo, culpando a la víctima y no sancionando al agresor.

No tomarse en serio las acusaciones de violación e inflar los números de denuncias falsas son actitudes propias de esta cultura, la cual se alimenta de la tolerancia social al delito.

No tomarse en serio las acusaciones de violación e inflar los números de denuncias falsas son actitudes propias de esta cultura, la cual se alimenta de la tolerancia social al delito.

El Primer Diagnóstico sobre la Atención de la Violencia Sexual en México, publicado por la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) en marzo pasado, muestra las cifras de los casos de violencia sexual que se han dado entre 2010 y 2015.

Este diagnóstico expone que se han dado 3 millones de casos de violencia sexual en ese periodo, incluyendo el 94 por ciento de cifra negra que calculó la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública en 2014, lo que equivale a 600 mil casos por año y a mil 644 casos por día.

Además, se demuestra que en México el 81 por ciento de las víctimas son mujeres y el 90.5 por ciento de los agresores son hombres.

Está el caso de Enrique Capitaine, hombre mayor de edad acusado de pederastia por presuntamente violar a una menor, junto con otros tres, hace más de un año en Veracruz. Fue detenido hace tres semanas.

De 2011 a lo que va de 2016, se han dado en Nuevo León 26 mil 911 incidentes por violación, de acuerdo a los datos del Semáforo Delictivo e incluyendo la cifra negra estimada de 91 por ciento. Esto equivale a 5 mil 78 casos por año y a 14 casos por día.

Estas cifras no son de una tarea de matemáticas: representan a personas reales. A finales de mayo, El Norte dio a conocer el caso de una mujer que sufrió en Monterrey un intento de violación por parte de un presunto taxista y que, al intentar defenderse, fue acuchillada.

Si esto no es cultura de la violación, yo no sé qué lo es. Si de verdad no está normalizada la violación, ¿por qué hay tanta impunidad y la cifra negra es tan alta?

Como dice la activista Jaclyn Friedman, la verdad es que se aborrece la idea del violador (el estereotipo del monstruo que abusa de las niñas), pero no se desprecia a los violadores reales: al tío, al amigo, a la pareja… En México, en el 59.8 por ciento de los casos la víctima conoce a su violador, de acuerdo al diagnóstico mencionado.

La violación es silenciada por las propias víctimas por vergüenza, debido a que vivimos en una sociedad machista que cosifica a las mujeres y revictimiza a las sobrevivientes. Esta vergüenza es la principal aliada de los violadores.

La violación es silenciada por las propias víctimas por vergüenza, debido a que vivimos en una sociedad machista que cosifica a las mujeres y revictimiza a las sobrevivientes. Esta vergüenza es la principal aliada de los violadores.

Las mujeres tenemos derecho a tomar, a usar faldas cortas y a ir a fiestas. Y los hombres no tienen derecho a violarnos. Sin embargo, la víctima es a quien la sociedad suele culpar de la agresión.

Allí tenemos el caso de Brock Turner, estudiante de Stanford condenado por violar a una mujer que visitaba el campus: la víctima fue culpada por haber consumido alcohol y el violador sólo obtuvo seis meses de prisión (con posibilidad de libertad condicional).

Es muy cómodo negar la existencia de la cultura de la violación, porque la sociedad prefiere pensar que esto no sucede: si se denuncia, la víctima miente o exagera. Es más fácil voltear al otro lado, pero la realidad es que en México sólo se consigna al 1 por ciento de los agresores, según el diagnóstico de la CEAV.

Ignorar la realidad implica permitir que los violadores sigan violando y que las víctimas sigan sufriendo en silencio.

La cultura de la violación existe: es real y es un gravísimo problema que debemos combatir.

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mariasantosv.blogspot.mx

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Sangrando invisibilidad, normalidad e impunidad

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La semana pasada se registró uno de los hechos más indignantes e inhumanos en Brasil, la violación colectiva de una menor de 16 años a manos de 33 hombres. Este hecho logró movilizar a una parte de la sociedad brasileña ya que, la manera en que se dio a la luz la noticia fue a través de un video que se divulgó por las redes sociales. Este acontecimiento por sí solo es indignante, sin embargo lo que desata es aún más indignante; la cultura de la violación.

El término nace en 1970 con la segunda ola del feminismo, diversos académicos la definen como una serie de creencias que provocan o fomentan la violencia de los hombres contra las mujeres, provocando la normalización de éstas acciones. De acuerdo a Chris O’Sullivan, el sexismo es una pieza fundamental en la cultura de la violación, ya que, los actos de sexismo se emplean comúnmente para validar y racionalizar las prácticas misóginas. Por ejemplo, los chistes sexistas pueden fomentar un desprecio del bienestar de la mujer, o una víctima de violación podría ser culpada, alegando que lo “estaba buscando” por la forma en que se vestía o actuaba. ¿Es posible que el término se haya empleado desde 1970 y siga siendo vigente? Nos convertimos en el ejemplo perfecto a implementar en las investigaciones de éstos académicos.

…los chistes sexistas pueden fomentar un desprecio del bienestar de la mujer, o una víctima de violación podría ser culpada, alegando que lo “estaba buscando” por la forma en que se vestía o actuaba. ¿Es posible que el término se haya empleado desde 1970 y siga siendo vigente? Nos convertimos en el ejemplo perfecto a implementar en las investigaciones de éstos académicos.

Vivimos en sociedades donde la violación es permitida y normalizada. En México, Brasil y el resto de América Latina se responsabiliza a la propia víctima sobre la violación. En Brasil tan sólo el 35% de los casos de violencia sexual son notificados a las autoridades, muchas refieren el sentimiento de culpa y vergüenza como los motivos primordiales para no denunciar. Es de sorprenderse el porcentaje y es que, una de las preguntas que se hizo en el interrogatorio a la joven fue “¿acostumbras practicar sexo en grupo?”. ¿Por qué esa pregunta era necesaria? ¿Importa acaso cuál o cómo lleva su vida sexual? Fue violencia sexual y nada lo justifica.

Las cifras en México no son menos alarmantes y es que de acuerdo al INEGI, sólo 1 de cada 3 mujeres comenta con sus familiares la experiencia; menos de 2 de cada 10 busca apoyo en alguna institución pública y el 8% acude a las procuradurías estatales de justicia. De este porcentaje, 3 de cada 4 interpone una denuncia. Éstas cifras solo comprueban lo arraigado que está la cultura de la violación además de la impunidad que existe únicamente en México o Brasil, sino en América Latina.

¿Por qué tomó tanta atención mediática el caso de la adolescente brasileña? No sólo por la brutalidad e impunidad que quedaron en evidencia, sino porque provocó que se visibilizara esta cultura. Brasil de acuerdo al “Informe Anual de Seguridad Pública de Brasil” en el 2014 registró 47.000 violaciones cada año, una cada 11 minutos. El 15% de las violaciones en el país son colectivas, hasta en un 40% de los casos se involucran drogas para someter a la victima y para hacerlo más alarmante, el 71% de los casos las víctimas tienen menos de 18 años.

Vivimos en sociedades donde la violación es permitida y normalizada. En México, Brasil y el resto de América Latina se responsabiliza a la propia víctima sobre la violación. En Brasil tan sólo el 35% de los casos de violencia sexual son notificados a las autoridades, muchas refieren el sentimiento de culpa y vergüenza como los motivos primordiales para no denunciar.

En México de acuerdo a el Comité de Violencia Sexual de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) entre 2010 y 2015 registró 3 millones de casos de violencia sexual, 600 mil casos por año. El estudio demuestra que el 90% de las víctimas de violencia sexual son mujeres, 4 de cada 10 víctimas son menores de 15 años, 9 de cada 10 agresiones son cometidas por hombres y el 60% de las agresiones suceden en el hogar de las víctimas.

Esta violencia se caracteriza por su invisibilidad, normalidad y su impunidad. Pero como sociedad, ¿nos identificamos con estas características?, ¿Por qué seguimos permitiendo actos sexistas, misóginos y de violencia?, ¿Nos merecemos eso?, ¿Hasta cuándo vamos a detener tanta violencia? Visibilicemos nuestros privilegios, hagamos anormal la cultura de violación y busquemos que se castigue cualquier acto de violencia. Dejemos de minimizarla. Porque sigo buscando un México en el que las calles, las noches, las fiestas, las esquinas obscuras y los vestidos cortos me pertenezcan sin miedo. Donde ser “sola” sea sinónimo de seguridad.

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#VIVASLASQUEREMOS

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Hace un par de días se suscitó uno de los eventos que sentará precedentes en la lucha por la dignificación de la mujer en todo su esplendor; cientos de mujeres salieron a las calles en todo el país bajo el lema de “vivas las queremos” tendencia que siguió en redes sociales con el hashtag #MiPrimerAcoso donde las mujeres enunciaron los sucesos más negros que les hicieron vivir hombres sin un gramo de cerebro y corazón, hecho plausible porque gran parte de la impunidad en este tipo de violencia se debe a la falta de denuncia por miedo o falta de confianza en nuestras autoridades.

Lo que me sigue preocupando es la poca participación de los hombres en esta lucha, que considero es de todos, porque dignificar a la mujer es dignificar también a tu mamá, hermana, novia, esposa, amiga e incluso a ti mismo. Tampoco creo que los agresores representen un gran porcentaje del género masculino, más bien pienso que son pocos los que cometen los abusos en ocasiones repetidas y constantes.

En una época de mujeres brillantes, capaces y dispuestas a trabajar por sacar este país adelante debería ser un honor- como para mí lo es- el tenerlas en este equipo que busca regresar a México todo lo que ha perdido.

Me alegra en demasía vivir en la época donde las mujeres no solo se saben capaces de realizar cualquier actividad que anteriormente era considerada “para hombres”; me entusiasma que no solo exijan equiparar sus derechos en un ambiente igualitario cada una por su parte, si no que ahora lo hacen unidas y en un solo equipo.

Para poder convivir en la era de las mujeres y si como hombre no planeas participar activamente en apoyo a esta lucha, me gustaría que al menos tuvieras la amabilidad de leer el “Manual básico para no entorpecer” el esfuerzo:

1.- Las mujeres no se visten para nosotros los hombres y mucho menos lo hacen para provocarnos; ellas, como nosotros, se visten para sentirse cómodas y agusto consigo mismas.

2.- No te sorprendas por ver a una mujer al mando, en la obra, manejando un taxi o ganando más que tú porque es discriminación, igual de repugnante.

Lo que me sigue preocupando es la poca participación de los hombres en esta lucha, que considero es de todos, porque dignificar a la mujer es dignificar también a tu mamá, hermana, novia, esposa, amiga e incluso a ti mismo.

3.- Evita tus “piropos mexicanos” que lejos de ser agradables y parte de nuestra cultura, terminan siendo vergonzosos e incómodos.

4.- Las niñas pueden jugar con carritos y los niños con muñecas que eso no te asuste. Mejor preocúpate por darle los valores necesarios para que no dañen al prójimo y respeten la diversidad.

5.- La mujer no es un objeto sexual, deja de mirarla como si así fuera porque el enfermo entonces eres tú.

En una época de mujeres brillantes, capaces y dispuestas a trabajar por sacar este país adelante debería ser un honor- como para mí lo es- el tenerlas en este equipo que busca regresar a México todo lo que ha perdido. ¡Gracias, mujeres!, su lucha es nuestra lucha.

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Carta a una mexicana

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Estimada mexicana:

La pluma ha decidido escribir las siguientes líneas como muestra de admiración a tu espíritu luchador. Porque ser mexicana hoy en día significa convertirse verdaderamente en una guerrera que debe pelear en distintos frentes. Hablo del combate que día a día libras en los senderos de la cotidianidad: la batalla contra la desigualdad histórica de los sexos. Quizá la fuerza motora de esta carta también provenga del hartazgo de la doble moral que con vehemencia azota a nuestra sociedad.

Porque cuando una sociedad reduce a la mujer a sólo ser pulcra y pura, y que al tiempo condena de indecentes y mancebas a quienes no lo son (aun siendo éstas conductas deseadas en los rincones de todo hombre), no queda opción más que unirse a la lucha de transformación. Pareciera que conforme avanzan las manecillas del Tiempo, como un horizonte en lontananza, la moral distorsionada, se aleja conforme se persigue.

Todo esto tiene sustento, por supuesto, en convencionalismos arcaicos y poco racionales. Toda la percepción de tu género, mexicana, debe ser erradicada desde los adentros de uno mismo. Considero que los mexicanos somos los responsables de crear esa imagen divina, pulcra, y pura de la mujer. Por ello, considero que somos nosotros también quienes debemos destruirla. Esta carta es una declaración de mi lucha para ello. Escrita con cierta literatura para no prescindir del poder de la estética, espero mueva a algún otro mexicano, y te dé consuelo a ti mexicana, de que no eres la única. Sí hay quienes cargamos el estigma de una sociedad discriminatoria y superficial; sí hay quienes acariciamos las cicatrices del Tiempo como una herida permanente en la piel mexica que quisiéramos borrar.

Porque cuando una sociedad reduce a la mujer a sólo ser pulcra y pura, y que al tiempo condena de indecentes y mancebas a quienes no lo son (aun siendo éstas conductas deseadas en los rincones de todo hombre), no queda opción más que unirse a la lucha de transformación.

Estigmas que permean los cuerpos normativos del país, limitando libertades, coartando derechos, propiciando inseguridad. Cicatrices que obligan a la mujer a seguir un curso ordinario y monótono en su vida. Como si por decreto del destino, la mujer no pudiese ser tan libre como el hombre; vivir en soledad (qué es a veces la mejor compañía); disfrutar de su sexualidad abiertamente; vestir tantas (o tan pocas) prendas como desee; expresarse con tosquedad. A ti mexicana, te digo: ten la seguridad para no envejecer por decreto. Sólo el río debe seguir sus cursos y solo el ocaso debe repetir los ciclos. Los humanos somos partidarios de una libertad absoluta, aún y cuando ciertas conductas obliguen a descreer de ella.

No abandones las esperanzas de un país mejor por los tragos insulsos de los crímenes mexicanos. Ser parte de México no significa ser parte de ellos, sino ser parte de sus múltiples facetas que ensalzan la beldad de nuestra historia y tradiciones, a la par de reflejar nuestro espíritu enigmático de lucha. Después de todo, somos el ombligo de la luna; los versos de Octavio (y quizás algunos de Borges); los miles años de migración de Aztlán hasta el Águila; somos Tenochtitlán. Somos el abrazo maternal de la Malinche, no el pecado de Cortes. Somos mestizaje, no anclajes en mares dormidos.

No eres migrante en vuelo, sino las alas de un Ave que no aterriza. No eres una costilla de Adán, pues no eres despojo orgánico, ni musa divina, eres tu propia creación, divina por sí sola. Ensalzo así tus cualidades, mexicana, para que no desistas de tu lucha. Para que no observes los defectos de nuestro México, sino sus virtudes.

Y tú, mexicana, eres parte de ello. No eres el ego erguido en curules doradas, sino la esperanza radiante en las esquinas. No eres setenta pesos diarios, sino el cimiento de tres centenarios de constante lucha. No eres el alarido previo al asfalto tintado escarlata, sino el grito de un cura. No eres migrante en vuelo, sino las alas de un Ave que no aterriza. No eres una costilla de Adán, pues no eres despojo orgánico, ni musa divina, eres tu propia creación, divina por sí sola. Ensalzo así tus cualidades, mexicana, para que no desistas de tu lucha. Para que no observes los defectos de nuestro México, sino sus virtudes. Para que no dejes de luchar contra la violencia de género que trasciende a mucho más que eso. Espero que México se convierta en tus ideales…espero que ser mexicana, sea ser mexicano.

Y es que en realidad, estés percatada de ello o no, querida mexicana, traspasas una simple lucha de género. Englobas un conjunto de ideales tan necesarios para tu país, que no dan tregua más que aplaudir tú noble y necesaria encomienda: un país libre de todo perjuicio. Comprendo que no se trata de exigir derechos, sino de moldear el mundo. Tu voz inconforme no es solo eco de la injusticia mexicana, sino un verdadero rayo luminoso de esperanza. Por ello, expreso mi solidaridad desde mi trinchera.

Antes de despedirme, quisiera que disculparas a estas líneas y que concedas el perdón a su humilde interprete. Cierta hipocresía las permean y empapan cual rocío al jardín. Hipocresía que emana de arrabales extraños y ajenos: son los estigmas sociales que formaron al humilde autor. Por ello advierto, mexicana, que debes crear en las letras, siempre tan mágicas y coherentes (cual talismanes, como diría nuestro Octavio) y no en su autor -tan plagado de congojas y defectos.

Sostengo que el cambio siempre ha residido en el lenguaje (oral y escrito). ¿Que no derivan de ahí las percepciones? Por ello, aunque deseo que las letras que te escribo sirvan de aliento, espero que el Tiempo las convierta en patéticas y absurdas. Sólo así sabré que habrán borrado nuestras cicatrices.

Atentamente,
Un mexicano.

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”

#24A: Por un domingo de acción y reflexión feminista.

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Este domingo 24 de abril se llevará a cabo la marcha “Vivas nos queremos” una movilización contra las violencias machistas. Es una iniciativa de organizaciones de la sociedad civil y feministas mexicanas que se realizará en más de 40 ciudades de México, te invito a que este domingo te unas a esta manifestación nacional. En Monterrey la cita es a las 4:30 pm en la Macroplaza (En la fuente de Neptuno).

Atrévete a escuchar las historias y las demandas de las mujeres víctimas de la violencia, intenta comprender su sufrimiento y su dolor. Creo que no hay otra formar para llegar a la compresión de este problema más que involucrándote y acercándote a este movimiento. Te comparto algunas razones por las que considero que todos deberíamos estar presentes en la marcha este domingo.

1- El número de feminicidos y casos de violencia de género en México son alarmantes. De acuerdo con el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF), en nuestro país hay un promedio de 7 mujeres asesinadas al día. Mientras que el 50% de la población tenga menos oportunidades de desarrollo y mayor riesgo a ser víctima de la violencia, difícilmente alcanzaremos un desarrollo sostenible en nuestro país.

2- El machismo no es un gen con el que se nace y no es un mal social irremediable, la violencia de género puede y debe erradicarse. Dejemos de justificar el machismo y definir que así “somos los mexicanos”, “que es nuestra cultura” o “es muy difícil cambiar”. El machismo es una serie de ideas, creencias, actitudes y prácticas sociales aprendidas, el cambio está en cada persona.

3- La realidad es que nadie está exento de la violencia ni hombres ni mujeres. Si no has sido víctima de violencia asume tu privilegio y comprende que hay muchas personas que han vivido y viven una realidad muy distinta a la tuya. Tu posición no tiene por qué limitar tu activismo en el tema o callar tu voz.

Dejemos de justificar el machismo y definir que así “somos los mexicanos”, “que es nuestra cultura” o “es muy difícil cambiar”. El machismo es una serie de ideas, creencias, actitudes y prácticas sociales aprendidas, el cambio está en cada persona.

4- Necesitamos que más personas se sumen a denunciar la violencia de género. Las víctimas no suelen denunciar, sino vivir en silencio y cargar con su dolor por diversas razones. Si crees que no te corresponde denunciar estás equivocado, si sólo a las víctimas les correspondiera alzar la voz probablemente nadie estaría hablando de la violencia de género.

5- Es momento de abandonar el mito de que la lucha en contra de la violencia hacia las mujeres (y la lucha por la igualdad de género) es una lucha únicamente de mujeres, de víctimas de la violencia o de feministas y por lo tanto no te corresponde hacer nada. Al contrario, necesitamos que tanto mujeres como hombres, de todos los sectores sociales, edad, género se sumen a esta lucha. ¡ÚNETE!

Necesitamos que más personas se sumen a denunciar la violencia de género. Las víctimas no suelen denunciar, sino vivir en silencio y cargar con su dolor por diversas razones. Si crees que no te corresponde denunciar estás equivocado…

6- La violencia contra las mujeres se da en diversas formas no sólo es física, puede ser psicológica, sexual, simbólica, económica y patrimonial. Se puede manifestar en diferentes ámbitos como: el domestico, institucional, laboral y/o mediático. Debido a las diversas formas de violencia y los distintos espacios en los que se manifiesta la violencia, es probable que tu también la hayas perpetrado sin darte cuenta (al reforzar un estereotipo, encasillar a una mujer en un rol, discriminar por género o identificar a la mujer como un objeto sexual).

7- Todos tenemos una madre, abuela, amiga, maestra, compañera de trabajo, hermana o conocida que valoramos y que no nos gustaría que fuera víctima de la violencia.

Quizá estos siete puntos no han sido suficientes para convencerte y todavía no encuentres una razón por la que debas marchar el domingo y sumarte a este movimiento; pero te pido que recuerdes que no son necesarias tantas razones ni explicaciones. Las mujeres por el simple hecho de ser personas tienen derecho a vivir una vida libre de violencia y todos debemos contribuir a que esto sea una realidad.

#YoVoy24Amty

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Vagones Exclusivos para Mujeres en el Metro de Monterrey: ¿Una medida de prevención, o simple segregación?

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El acoso sexual en México es una realidad crítica. Nacionalmente, “63 de cada 100 mujeres de 15 años y más han padecido algún incidente de violencia ya sea en el ámbito público o privado.” (Amnistía Internacional, 2015). La Procuraduría General de la República, reportó que en el 2012 se realizaron alrededor de 14,000 denuncias por violación ante los Ministerios Públicos. Sin embargo, Pablo Navarrete, de INMUJERES (2013) afirma que solo 1 de cada 9 delitos de violación, son revelados antes las autoridades.

Fue apenas en el 2007 cuando el gobierno mexicano publicó la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (reformada por última vez en el 2015). Fue hasta ese año cuando se reconoció el acoso sexual como una forma de violencia que forma parte de la vida laboral y docente de los mexicanos; en la mayoría de los casos, las víctimas son las mujeres.

¿Y por qué son las mujeres las víctimas? Antes de caer en la errónea idea de que los hombres tienen un “apetito” sexual mayor que el de las mujeres, y que por eso llegan a tener estas actitudes hacia las mismas, hay que pensar un poco más en la cultura de nuestro país. El mismo sitio web de la Secretaria de Comunicaciones y Transportes (2014) establece que el acoso sexual puede ser la “expresión de una cultura en la que se han normalizado la violencia y discriminación sustentada en los estereotipos y roles de género, y en la existencia de roles desiguales de poder entre mujeres y hombres.”

¿Hasta que punto podremos sentirnos seguras en nuestra ciudad? Existen varias medidas que pueden disminuir los casos de violencia en contra de las mujeres… Una de estas medidas, que ya fue aplicada por la Ciudad de México, así como ciudades en Brasil, Egipto, India y Japón, es la implementación de transporte público exclusivo para mujeres.

La idea de que está en nuestra “naturaleza” seguir ciertos patrones sexuales (dominación masculina y subordinación femenina), el acoso sexual es más bien una construcción social que nace de la libre práctica del machismo en nuestro país, sin repercusión alguna de parte de nuestras autoridades, o de nuestra misma comunidad.

Ahora bien, existen diferentes esferas privadas y públicas en las que se puede dar el acoso sexual, como el hogar, el trabajo, la escuela, el transporte público y en las calles de la ciudad. Edith Flores Pérez (2014), de la Universidad Autónoma Metropolitana, escribe un artículo académico para la Revista “Ángulo Recto”, sobre lo que significa ser mujer en la Ciudad de México. Entre los muchos relatos que ella nos comparte, se leen historias de vulnerabilidad, riesgo e inseguridad de parte de todo tipo de mujeres, sin importar edad, ocupación, o apariencia física: la mayoría de ellas han pasado por una situación de acoso, o conocen alguna otra mujer a la que le ha pasado.

¿Hasta que punto podremos sentirnos seguras en nuestra ciudad? Existen varias medidas que pueden disminuir los casos de violencia en contra de las mujeres, específicamente el acosos sexual en la esfera pública. Una de estas medidas, que ya fue aplicada por la Ciudad de México, así como ciudades en Brasil, Egipto, India y Japón, es la implementación de transporte público exclusivo para mujeres. Existen diferentes argumentos a favor de esta medida, así como existen en contra.

…es cierto que la medida de restringir a las mujeres a ciertos espacios para que eviten situaciones de acoso sexual puede parecer superficial. Sin embargo, no me parece justo que en el tiempo que toma cambiar la mentalidad machista que se observa en la mayoría de la sociedad mexicana, las mujeres tengan que seguir soportando estas manifestaciones de violencia, sin ninguna medida preventiva o correctiva.

Al realizar encuestas generales sobre que tan seguras las mujeres se sienten, o se podrían sentir, con transportación exclusiva para mujeres, se encontraron resultados positivos. De una muestra de 6,300 mujeres encuestadas por Thompson Reuters Foundation y YouGov en el 2014 (Adler et al, 2015), en 15 diferentes grandes capitales en el mundo (400 mujeres por ciudad aproximadamente), se reportó que 7 de cada 10 mujeres afirmaron que se sentirían mas seguras en trenes y autobuses exclusivos para mujeres.

Sin embargo, también existen los argumentos en contra de dicha implementación. Algunas de las culturas más progresistas en cuánto a la equidad de género, piensan que esta medida es otro tipo de discriminación sexual, y la verdadera medida con la que las mujeres podrán viajar seguras por la ciudad, se basa en la educación y el respeto humano (Adler et al, 2015).

El … sitio web de la Secretaria de Comunicaciones y Transportes (2014) establece que el acoso sexual puede ser la “expresión de una cultura en la que se han normalizado la violencia y discriminación sustentada en los estereotipos y roles de género, y en la existencia de roles desiguales de poder entre mujeres y hombres.”

Esto es lo que yo opino al respecto: es cierto que la medida de restringir a las mujeres a ciertos espacios para que eviten situaciones de acoso sexual puede parecer superficial. Sin embargo, no me parece justo que en el tiempo que toma cambiar la mentalidad machista que se observa en la mayoría de la sociedad mexicana, las mujeres tengan que seguir soportando estas manifestaciones de violencia, sin ninguna medida preventiva o correctiva.

Mi equipo y yo, quienes proponemos la implementación de vagones exclusivos para mujeres en el Metro de Monterrey, no pensamos que esto sea lo único por hacer por nuestra comunidad. Crear espacios así, si bien de forma práctica podrían disminuir los incidentes de acoso sexual contra la mujer, también pueden utilizarse para promover la equidad de género, la libre denuncia y el resto a los derechos humanos fundamentales.

…nosotros queremos preguntarle a la comunidad: ¿son necesarios los vagones exclusivos para mujeres en el Metro de Monterrey? Nuestra propuesta es que si se deben de implementar estos vagones, pero también queremos tomar en cuenta la opinión de los demás regiomontanos. Contesta nuestra encuesta aquí.

Monterrey aun no tiene la magnitud que tiene la Ciudad de México en cuánto a población y necesidad de transporte público. Sin embargo, tampoco hay que dejar que lleguemos a la magnitud de casos de violencia contra la mujer. Algunos podrían argumentar que en nuestra ciudad no se dan tantos casos como en la capital. Sin embargo, yo quisiera saber…¿Cuántos casos serán suficientes? ¿Cuántas más mujeres tendrán que sufrir un abuso para que se tome en serio esta problemática? La prevención puede ser la clave para Monterrey.

Es por eso que, nosotros queremos preguntarle a la comunidad: ¿son necesarios los vagones exclusivos para mujeres en el Metro de Monterrey? Nuestra propuesta es que si se deben de implementar estos vagones, pero también queremos tomar en cuenta la opinión de los demás regiomontanos. Contesta nuestra encuesta aquí y compártenos lo que piensas.

COLABORACIÓN TAMBIÉN POR: ALEJANDRA MONCADA, MARIANA RINCÓN Y GUILLERMO GONZÁLEZ.

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”