Este año se cumplen 65 años desde que las mujeres ejercieron el derecho a votar en México por primera vez. Si bien fue un paso importante en México, fuimos de las últimas naciones latinoamericanas en lograrlo. Desde entonces los avances en equidad de derechos para las mujeres en el resto del ámbito público ha dado mucho que desear.
Uno de los ejemplos más claros lo acabamos de vivir con lo sucedido en el Congreso de Nuevo León esta semana. Después de que varios colectivos presionamos por casi mes y medio a l@s diputad@s para que aprobaran una Paridad Total en diversas leyes, el mandato constitucional no se cumplió.
El asunto de la paridad cobra relevancia por la desigualdad y discriminación que día a día viven las mujeres en los sectores público y privado. El objetivo de la reforma, que ya está aprobada a nivel federal y era cuestión de homologar con la legislación estatal, era asegurar piso parejo y acceso a las mujeres a puestos de relevancia en el Poder Judicial, la Comisión Estatal Electoral, así como otras instituciones. También buscaba proteger con mayor amplitud a las mujeres en temas de violencia de género en el ambiente político y electoral. Todo esto quedó a medias.
Hay quienes defienden a l@s diputad@s diciendo que se logró un primer avance y que después habrá una segunda vuelta de las reformas, pero lo importante era aprobarlas previo al 9 de julio para que pudieran aplicar en las elecciones del 2021. Dicho de otra manera los partidos en Nuevo León, principalmente el PAN y PRI, vuelven a proteger sus intereses sobre los de la ciudadanía con miras a una elección.
Lo sucedido es muy similar a lo vivido en 2017, cuando los partidos viendo la aproximación de la elección del 2018 pasaron al vapor reformas electorales y constitucionales para proteger sus intereses. En ese momento se inventaron listas de plurinominales y golpearon un sistema democrático probado y funcional en Nuevo León, el de los mejores perdedores. Es así como posicionaron a sus alfiles en esta lista de dos a fin de asegurar que sus liderazgos estuvieran en el Congreso, independientemente de si la ciudadanía los votó o no. O mejor dicho a pesar de que la ciudadanía no los votara.
Seguimos sin entender los beneficios sociales, económicos y políticos de promover la inclusión y apertura de las estructuras gubernamentales a toda la ciudadanía. Casos de éxito sobran en donde la perspectiva de las líderes han logrado cambiar el enfoque del ejecutivo para atender a los más necesitados. Nueva Zelanda, Finlandia, Escocia, Alemania, son sólo algunas de las naciones que se han visto ampliamente beneficiadas por contar con mujeres que han roto los paradigmas de la política tradicional y han impulsado a sus países a un bienestar social real. También vemos liderazgos jóvenes en el ámbito legislativo de diversos países. Mujeres que han hecho de las reuniones de comisiones y audiencias públicas, eventos previamente ignorados, momentos en los que parece haber una mayor rendición de cuentas y una verdadera voz de la ciudadanía.
En estos países encontramos que argumentos económicos sobran, las mujeres han logrado impulsar a las empresas con mayores rendimientos, han logrado impulsar el desarrollo de sus países y un crecimiento económico sostenido y no inflacionario, han logrado proteger a las minorías discriminadas y asegurar un piso parejo en el mercado para su desarrollo. Todas estas políticas públicas han sido enfocadas en la sociedad y no en los intereses de unos cuantos. Eso es lo que tenemos que romper.
Si bien vemos que a nivel internacional se están cerrando las brechas de género y en México se han logrado avances importantes con la aprobación de derechos progresivos de las mujeres y legislación de paridad para asegurar una representación política, aún hay mucho camino por recorrer. Urge apretar el paso, si seguimos votando por los mismos partidos seguiremos teniendo la misma lentitud en reformas trascendentes para que “se hagan en dos vueltas”, la misma discriminación donde la paridad es una “lucha de mujeres” y la misma desigualdad de oportunidades y espacios de representación que se disfraza de “meritocracia”. Si queremos un mejor Congreso hay que votar por es@s candidat@s que no están con los mismos de siempre y que van a impulsar la construcción de un piso parejo para tod@s.
Para más información escucha el episodio de “La lucha por la paridad de género” de Kristian con K en Spotify