Trapitos al Sol

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Nos encontramos inmersos en campañas electorales, las promesas de las candidatas y candidatos sobran e irónicamente siguen siendo las mismas de siempre que nomás no cumplen. Más seguridad, más empleos, menos corrupción y otros más y menos que terminan sobrando. 

La realidad es que no hay una sola propuesta concreta e integral para atacar de frente y de manera transparente uno de los peores males que nos sigue afectando, la corrupción. En gran medida es porque quienes buscan representarnos y ostentar poder no conocen o deciden ignorar el andamiaje jurídico e institucional que ya existe. Prometen transparencia cuando ninguno de sus partidos es transparente, incluso ellos y ellas mismas siguen con las mismas prácticas de opacidad de siempre. 

Las propuestas se quedan en un mar de preguntas sin responder. ¿Cómo van a luchar contra la corrupción si la Auditoría y Contraloría le responden a los mismos? ¿Cómo aseguran transparencia si no liberan sus declaraciones patrimoniales, de intereses y bancarias? ¿Cómo se impulsa la participación ciudadana cuando ni siquiera se han acercado a sus vecinos con presupuestos participativos? ¿Cómo prometen justicia si ni siquiera hay denuncias en la Fiscalía Especializada en el Combate a la Corrupción?

La corrupción es un monstruo de mil cabezas, no se da solamente mediante la mordida al tránsito o policía, sino que se da en prácticamente todos los procesos gubernamentales. Y de la mano se identifica que entre más procesos y más burocracia, más fácil se da la corrupción. Esto ha llevado a que en nuestro estado y país sea más fácil seguir alimentando este monstruo que buscar hacer las cosas bien. 

Las consecuencias de la corrupción son claras, y lo podemos ver con la tragedia del metro de Ciudad de México. A pesar de señalamientos, denuncias, supuestos mantenimientos, nada de esto fue suficiente para que el sistema actuara. Esto lo vemos reflejando en Nuevo León con el mismo Sistema Estatal Anticorrupción (SEA). El SEA que supuestamente está diseñado para combatir esta problemática es una maraña burocrática e institucional donde se repiten los mismos vicios, falta de coordinación, falta de acuerdos y sobretodo falta de voluntad política para que haya una estrategia real para una lucha frontal contra la corrupción. 

Ante esta realidad es inevitable que cualquier persona se sienta abrumada y rebasada ante un gobierno que no opera y no busca justicia. Es por esto que desde el colectivo El Futuro Florece decidimos decir “No Más”. Estamos hartos de que los mismos intereses políticos y económicos prevalezcan ante los intereses de las vecinas y vecinos. El reto no es menor y ya no podemos seguir posponiendo una sacudida a nuestro sistema de gobierno. 

Desde la Bancada Metropolitana decimos “hasta aquí” y proponemos una ruta clara para enfrentar la corrupción en Nuevo León. Estas propuestas no surgen de un día para otro, son años de experiencia, proyectos, diagnósticos y datos que se han analizado y trabajado para saber qué tenemos que hacer y cómo hay que lograrlo, siempre de la mano de expertos y de las vecinas y vecinos de nuestra comunidad.  

  • Gobierno Abierto y Electrónico – asegurar una transición del aparato gubernamental y los trámites gubernamentales hacia plataformas electrónicas donde se tenga una claridad total de los documentos, requisitos y tiempos de cada trámite.
  • Sistema Estatal Anticorrupción que sí opere – una coordinación real entre las instituciones vinculadas al SEA, donde sean los intereses de las vecinas y vecinos lo que prevalezca y no los intereses partidistas asegurando una autonomía real de la Auditoría, Fiscalía, Contraloría y COTAI. 
  • Tecnología – Utilizar herramientas tecnológicas como Blockchain e Inteligencia Artificial. La primera para entrega de licencias, permisos, presupuesto y permisos. La segunda para cruzar la información de los 3 de 3 de funcionarios con la totalidad de las licitaciones de municipios y estado, a fin de prevenir, investigar y sancionar cualquier acto de corrupción. 
  • Presupuesto Abierto y Participativo – Transparencia total del gasto e ingreso de los municipios y el gobierno estatal, donde se conozca el origen y fin de cada centavo de nuestros impuestos. Esto de la mano de herramientas reales de participación e involucramiento vecinal, asegurando que las prioridades y proyectos propuestos se hagan realidad. 

La Bancada Metropolitana tiene como único objetivo enfrentar los retos y problemas que por años se han ignorado. No estamos dispuestos a seguir este camino de opacidad, corrupción, compadrazgo e ineficiencia. 

Pero nada de esto será realidad si se quedan los mismos de siempre, urge una representación real, fresca y separada de los partidos políticos. Necesitamos una nueva generación de políticos que sí saquen los Trapitos al Sol. 

Kristian Macías es profesor universitario y desarrolla proyectos de política pública. Actualmente es Candidato Independiente a Diputado Local por el Distrito 4 de Nuevo León. 

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La farsa de los segundos pisos

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Ya pasamos el primer tercio de las campañas en Nuevo León y las y los candidatos andan con todo. Dimes y diretes diarios, señalamientos de corrupción, compadrazgos y falta de resultados que se señalan entre ellos. ¿Y las propuestas?, nos preguntamos la mayoría. Las campañas electorales siguen dando mucho que desear, especialmente las de la gubernatura. Está claro que seguimos en la pésima práctica de escoger a la persona menos “peor” para que gobierne nuestra entidad. Y eso lo vemos también en las propuestas y soluciones que plantean. De todas las ocurrencias para “arreglar” los problemas de nuestra ciudad, sin duda la peor es la de los segundos pisos. 

Nuestro Monterrey ha sido pésimamente diseñado por parte de nuestras autoridades. Este no es un mal reciente. Desde hace varias décadas hemos visto cómo la “movilidad” se enfoca en la vialidad de vehículos privados, con un simple objetivo, entre más rápido llegue a mi destino, mejor. Esto ha llevado a un sinfín de malas prácticas e infraestructura donde los que salimos perdiendo somos todas las personas. 

Es muy sencillo identificar cómo nuestra ciudad fue diseñada para los carros y no para nosotras, las personas. Sobran las avenidas de alta velocidad en donde no hay un solo cruce peatonal e incluso se les señala como inadaptados sociales a quienes se aventuran en bici o en otro medio de transporte por no hacer caso o “respetar” a los vehículos. Estas son las mismas avenidas en las que semana tras semana se reportan atropellos y accidentes, incluso ha habido tráileres que caen encima de personas, casi siempre con consecuencias fatales para las personas involucradas. 

Vemos también la aberración de los puentes “peatonales”, que, en realidad, son anti peatonales. La lógica es que el carro siempre es prioridad y las personas deben caminar el triple de distancia para cruzar la calle, arriesgando diariamente su vida (en 2019 y 2020 el 41% de los fallecimientos en accidentes viales son de peatones). Hay que sumarle a estos puentes el guiño de las empresas publicitarias que, en su afán de contar con más espacios de contaminación visual, están dispuestas a seguir construyendo estos bodrios de movilidad. 

Por último, tenemos la joya de la corona: los pasos a desnivel. No conozco otra ciudad en el país que tenga más jorobas que Monterrey. Incluso los alcaldes los siguen inaugurando como si fueran la respuesta a los problemas de tráfico que día a día sufrimos. Pero son exactamente lo contrario, lo que presentan como solución es la raíz de nuestros problemas. 

En este entramado de malas decisiones urbanas y viales, los candidatos salen a proponer “soluciones” con bombo y platillo. ¡Segundos pisos para todos los cochistas! Las ocurrencias no pueden ir más lejos, ya que es cuestión de hacer una investigación rápida para saber que no son pocas las ciudades que se dieron cuenta de sus errores históricos con estas obras. Chicago, Nueva York, Tokio, París y muchas otras ciudades han optado por retomar esos espacios y hacerlos parques y espacios de convivencia y esparcimiento. 

La manera más fácil de explicarlo es con el concepto de Demanda Inducida. Lo que ha sucedido en Nuevo León no es algo desconocido, al contrario ha sido muy estudiado. El gobierno ha ofertado en el mercado de movilidad carriles, carriles y más carriles para los vehículos privados. Esto deja en claro que el presupuesto para obras de movilidad se dedique casi en su totalidad a vehículos privados y haya dejado de lado la inversión en transporte público y en movilidad integral por décadas. 

“¡Haz un paso desnivel aquí donde hay tráfico, pon un puente anti peatonal acá para que pasen más rápido los carros y, ahora, haz un segundo nivel para que quepan más carros en la misma superficie! Estas son el tipo de decisiones del gobierno del estado y de los municipios del área metropolitana, soluciones poco sostenibles que favorecen, una vez más, a los vehículos.  

Esto ha provocado que históricamente las vecinas y vecinos de la ciudad “opten” o se vean en la necesidad de comprar un vehículo para poder moverse rápidamente. El gobierno está manejando la demanda de movilidad para que se adquieran vehículos. Cada día son más las personas que siguen utilizando su vehículo como principal medio de transporte. A pesar de esto, la mayoría de las y los regios se mueven en transporte público y sufren las mismas consecuencias del tráfico que el resto de sus vecinos que sí tienen coche. 

Lo que se requiere es retomar la superficie de nuestra ciudad que ha sido cooptada por los vehículos privados. Retomarla para espacios públicos y sobretodo para una movilidad integral. Urge cambiar el sentido de la inversión hacia alternativas de movilidad, nos urgen ciclovías, nos urgen más líneas de metrobús, nos urgen políticas donde las personas sean la prioridad. 

Las soluciones ahí están, ahora cada una de nosotras, las personas, tenemos que analizar qué tipo de ciudad queremos construir. ¿Queremos un Monterrey con tráfico, contaminado y sin espacios para las personas, o un Monterrey donde moverte no te cueste, donde puedas respirar aire limpio y, sobretodo, donde las personas podamos crecer con nuestras familias en comunidad? ¡Construyamos el Monterrey que queremos!

Kristian Macías es profesor universitario y desarrolla proyectos de política pública. Actualmente es Candidato Independiente a Diputado Local por el Distrito 4 de Nuevo León. 

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El agua nuestra de cada día

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Esta semana se conmemoró el “Día Mundial del Agua”. No fueron pocas las voces que salieron a repetir las campañas de cuidado, reuso y no desperdicio de este recurso. Pero a pesar de todos conocer o estar conscientes de su importancia, esto no se traslada a las decisiones que día a día tomamos para asegurar que estos objetivos sean una realidad. 

Prácticamente toda la humanidad (90%) se encuentra al menos a 10 kilómetros de alguna fuente superficial de agua. Día a día la usamos para nuestras actividades, lavando ropa, regando las plantas, para bañarnos, para cocinar y para muchas otras cosas. Es un recurso esencial para nuestra supervivencia, el cuerpo humano no tolera más de 3 días sin agua. Y también es un recurso indispensable para gran parte de las industrias y sectores económicos.  

Pero a pesar de su importancia en prácticamente todos los sentidos de nuestras vidas, su valor es intangible. El pasado lunes 23 de marzo fui invitado a participar en un panel organizado por Servicios de Agua y Drenaje de Monterrey y el Colegio de Ingenieros Civiles de Nuevo León, reflexionando sobre un cuestionamiento muy concreto “¿Cuál es el valor del agua?”. Sin embargo, no hay respuesta directa ni sencilla. 

Depende, respuesta favorita de nosotros los economistas, si le preguntas a la industria de la metalurgia, si le preguntas a la industria agropecuaria o si le preguntas a una vecina o vecino. En la industria, el agua es un elemento esencial para los procesos de producción, especialmente en la industria agropecuaria. Sin agua no hay agricultura, no hay ganado, no hay ropa, no hay coca-cola, no hay cheve. 

Pero a pesar de ser algo tan esencial su valor no se refleja en el mercado. 98% del agua que se gasta en una Coca-Cola es para hacer botellas de plástico de un solo uso. Para darnos una idea de lo invaluable que es el agua, hagamos un ejercicio de costos: En una tienda, 1 litro de agua cuesta $7.40, 1 litro de cerveza cuesta lo equivalente a 74 litros de agua, o sea $547.60; 1 kilo de queso cuesta lo equivalente a 5,060 litros de agua, es decir, $4,144.00; 1 kilo de carne cuesta lo equivalente a 15 mil litros de agua, lo que se traduce a $111,000.00.

No sólo estamos utilizando cada vez más agua para satisfacer las demandas del creciente mercado local y global. La dieta de fast food y carne que tenemos exige cada vez más consumo de agua para su producción y nos está costando nuestro recurso más preciado. 

Esto es insostenible porque, contrario a lo que se cree, el agua no es ilimitada. En Nuevo León contamos con agua las 24 horas del día y los 7 días de la semana desde hace 21 años. Esto ha llevado a que demos por hecho que el agua siempre estará ahí, pero esta realidad está a punto de cambiar si no hacemos algo al respecto. 

Para entender el problema hay que entender cómo llega el agua a nuestros hogares. Tenemos fuentes subterráneas (con nuestros acuíferos naturales) y superficiales (las 3 principales presas de Nuevo León). Para nuestro uso diario obtenemos mitad y mitad de estas dos fuentes, subterránea y superficial. Dicho de otra manera, los acuíferos son nuestro ahorro (tardan miles de años en su formación) y la fuente superficial es nuestro flujo de efectivo (que se rellena con las lluvias). 

Actualmente llevamos un déficit, es decir, no es suficiente el agua que ingresa por fuentes superficiales, por lo que hemos estado tomando cada vez más de fuentes subterráneas. Nuestra generación se quedará sin ahorro si no hacemos ajustes urgentes en el valor del agua en los procesos industriales de producción y en nuestros hábitos de consumo. A esto hay que sumarle que, debido a la Crisis Climática, el flujo de efectivo es cada vez más variable e incierto. En pocos años, vamos a quebrar.

Las soluciones no son sencillas. Por un lado, es necesario fortalecer la eficiencia operativa de Agua y Drenaje y contar con un Plan Hídrico que asegure el acceso al agua a todas las personas, ya que desde 2010 esto es un derecho de todas las personas. Además, se debe trabajar en conjunto con las empresas para establecer límites claros en su uso, reducir su desperdicio y, sobretodo, que se pague el costo real de su uso en la industria. Es prioritario que se regule los diversos usos productivos del agua y se deje de cargar al consumidor la responsabilidad que deben tener las empresas. 

Como consumidores, nos toca hacer el uso más eficiente posible de este recurso. Consumimos diariamente 230 litros de agua aproximadamente, por lo que es necesario reducir el consumo: disminuir el tiempo en la regadera, reutilizar el agua de la lavadora (filtrando suavizantes y otros químicos), hacer sistemas de riego más eficientes (algo que es muy sencillo con materiales que tenemos en casa). Es urgente cambiar nuestros hábitos de consumo. Revisemos qué estamos comiendo para buscar cambiar esos alimentos por alternativas. En lugar de comer 5 días carne roja, busquemos reducirlo 1 ó 2 días. 

Estas decisiones, aunque parezcan sencillas, son una medida necesaria para empezar a darle la vuelta a lo que parece una crisis inevitable. Recuerda que cada gota cuenta para nuestra comunidad y para nuestras siguientes generaciones. 

Kristian Macías es profesor universitario y desarrolla proyectos de política pública. Actualmente es Candidato Independiente a Diputado Local por el Distrito 4 de Nuevo León. 

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La línea 3: el mal gobierno y el transporte público

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La semana pasada se estrenó la Línea 3 del metro que atraviesa Monterrey y San Nicolás. Una obra que ejemplifica lo peor de nuestros gobiernos en todos sus niveles. La culminación del metro es el monumento del mal gobierno de Nuevo León. 

La historia del metro en Nuevo León comienza en 1987 con la construcción de la primera línea. Se construyó entre 1988 y 1991, terminando en 3 años la obra cuya operación continúa hoy en día. Al concluir la construcción de la Línea 1, se diseñó un Plan Maestro con el objetivo de trazar una ruta clara de cómo se debía expandir la red de metro en el área metropolitana de Monterrey para asegurar una cobertura para la mayoría de la población. De acuerdo con el Plan, se extendió la red con una segunda línea que se construyó en dos etapas, la primera de 1993 a 1994 y la segunda del 2005 al 2008. Fue en estos años cuando el Plan se aventó por la borda y se empezaron a hacer obras basadas en intereses distintos a los de la ciudadanía.  

En 2013 inicia la construcción de la Línea 3 con la promesa de que para agosto del 2015 se entregaría la obra. Pasaron 8 años para que esto fuera realidad: atrasos por falta de financiamiento, errores en la adquisición de equipo y material y una mala administración del proyecto convirtieron la obra en el monumento a la ineficiencia gubernamental. Lo peor es que ya inaugurada, el flujo de usuarios, el sistema de boletaje (tarjeta MIA) y la publicidad de su apertura han sido errores que siguen sumando a la incapacidad del Ejecutivo estatal. 

Año tras año hemos sido testigos de la construcción de pasos a desnivel, viaductos elevados y obras monstruosas que aseguran que haya un flujo vehicular continuo. A pesar de estas inversiones millonarias en todos los municipios de la zona metropolitana, la solución ha quedado muy corta. El tráfico cada día está peor, los accidentes siguen en aumento, las muertes por atropellamiento y la falta de infraestructura ciclista y peatonal se han dejado en el olvido. Todo para beneficiar a los vehículos privados. 

Si bien se realizó un esfuerzo importante en el desarrollo del metrobús mediante la Ecovía, su diseño, implementación y operación han dejado mucho que desear. De nuevo los intereses de quienes toman las decisiones han sido más importantes que las necesidades de los usuarios. Tenemos un sistema cooptado por un grupo de “transportistas” que lo último que hacen es cuidar del bienestar de los usuarios y proveer un buen servicio. Los dimes y diretes entre el gobernador, los transportistas y las agencias responsables de este sistema llevan años sin encontrar una solución. Esto sale a la luz cada vez que hay una amenaza de aumento de tarifa al transporte. 

El Plan Maestro fue ignorado por Natividad, Medina y el Bronco, así como por las legislaturas de todos estos años. El PRI y el PAN son los principales responsables del fracaso de la movilidad en nuestra ciudad, la segunda más grande del país. A falta de alternativas para transportarse, la mayoría de las vecinas y vecinos se han visto obligados a moverse en camión o adquirir un vehículo privado. 

Hoy vivimos en una cultura cochista, donde el 99% de la inversión en movilidad se dedica a vehículos privados, mientras más de la mitad de la población se traslada utilizando el transporte público. Las administraciones anteriores han dejado en claro que no sólo no hay interés en impulsar un Sistema Integral de Transporte, sino que el coche es la única opción de transporte para ellos. 

Esto es insostenible y tiene que cambiar. No podemos seguir sin rumbo claro, no podemos seguir ignorando la crisis de movilidad en la que vivimos, no podemos seguir respirando el aire contaminado. La solución no es sencilla y debe ser de raíz. Debemos dar un giro de 180° a la inversión en infraestructura para transporte. 

Tenemos que retomar los planes previamente desarrollados, adecuarlos a la realidad del Monterrey de hoy en día y tener un plan de implementación bien definido. Hace falta desarrollar propuestas basadas en las necesidades de los usuarios, análisis costo-beneficio para identificar el transporte más efectivo y eficiente (metro elevado o subterráneo, metrobús con carril exclusivo, transporte de diesel o electricidad, etc.), infraestructura para alternativas de transportación y asegurar el financiamiento necesario para su cumplimiento. 

La movilidad es un derecho y es nuestra responsabilidad hacerlo valer. Por nosotros, nuestras vecinas y vecinos, y por las generaciones regias que vienen, tenemos que construir el Monterrey que queremos. 

Kristian Macías es profesor universitario y consultor en políticas públicas. Actualmente es candidato independiente a diputado local del distrito 4 en Monterrey.

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La auditoría de las buenas intenciones

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Esta semana la transparencia fue la piedra en el zapato de AMLO. Gracias a la aún existente pero endeble autonomía de la Auditoría Superior de la Federación se entregó el análisis de la cuenta pública y sus resultados no cayeron bien en el ejecutivo federal. No se pueden negar los señalamientos claros que hace la ASF a la falta de medición, evaluación, seguimiento, transparencia y control en todos los proyectos prioritarios de la 4T. La Auditoría lo confirma, los proyectos de infraestructura y los programas sociales prioritarios de AMLO presentan un alto riesgo de no ser rentables, son opacos, están mal diseñados  y se empezaron a implementar antes de contar con todos los estudios y permisos, todo esto de 2019. 

Empecemos con los programas sociales de López Obrador. Como sabemos se están dando apoyos directos a jóvenes, madres solteras, adultos mayores y otros grupos sociales. Entre Jóvenes Construyendo el Futuro, becas, pensiones y apoyos a los servidores de la nación, el ejecutivo federal no ha logrado realizar las políticas públicas como se debe, con metodología, evaluación y mejora continua. El CONEVAL mantiene su postura que si bien las intenciones y objetivos de los programas sociales son adecuados, su implementación es causa de preocupación. Los resultados no son los esperados, no se está asegurando la inclusión laboral de los jóvenes y no son pocos los casos donde los proveedores de las supuestas capacitaciones son inexistentes. También vemos que no hay vinculación de políticas de género para las mujeres. No hay espacios adecuados para fomentar la educación en los niños, niñas y adolescentes. No hay quien cuide y apoye a los adultos mayores. Lo que sí sucede es que hasta los fallecidos están recibiendo la beca de acuerdo a la Auditoría. Incluso hay jóvenes que dobletean beca y se señala un posible daño al erario por 50 millones de pesos. En resumen, hay un ejército de Servidores de la Nación que no saben cómo implementar los Programas Integrales de Bienestar. 

El Tren Maya sufrió otro descalabro que se suma a la ausencia de estudios, la falta de consulta con la población indígena, además de la opacidad en la adjudicación de contratos. Fonatur, responsable del proyecto, rechazó los señalamientos de la ASF pero aún no presenta pruebas que demuestren sus dichos. Mientras, está claro que se desconoce el destino de 156 millones de pesos, no se tomó en cuenta a más de la mitad de la población indigena y no se analizó el impacto social del proyecto. El objetivo sigue siendo una realidad económica que hay que cambiar en el sureste del país. Pero las buenas intenciones no han sido suficiente para una implementación correcta. 

La refinería Dos Bocas en su natal Tabasco también sufre del mismo diagnóstico. Iniciaron las obras sin contar con los permisos ambientales correspondientes y se desconocía de los riesgos de inundación y erosión del terreno de la obra. Una vez que tuvieron los estudios, la administración no hizo por buscar mitigar el impacto de la refinería al medio ambiente. A esto le sumamos 75 millones de pesos de los cuales no se conoce a fondo su destino.

Para cerrar con broche de oro, el nuevo aeropuerto de Santa Lucía, o Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles no tiene un análisis de viabilidad del proyecto, por lo que se desconoce si el proyecto es rentable. Esto se determina ya que es necesario “un gran rediseño del espacio aéreo y cambios en los procesos de tráfico comercial”. La Auditoría también identificó obstáculos cercanos al aeropuerto y cómo el terreno podría afectar sus operaciones. Estas conclusiones se dan gracias a la información proporcionada por la misma SEDENA. Aun así, no es toda la verdad, ya que argumentan causas de seguridad nacional para mantener la opacidad de la obra y sus contrataciones. 

Estamos en una administración llena de buenas intenciones. Apoyos directos para enfrentar el golpe económico a quienes han sido más afectados, soberanía energética para protección de nuestro futuro, desarrollo económico en zonas del país históricamente ignoradas e infraestructura para seguir siendo centro de atracción turística internacional. Pero de intenciones no está hecha la realidad. La implementación en todos los programas y proyectos deja mucho que desear y no se vislumbra que esto se resuelva en el corto plazo. 

Que no se nos olvide que de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno. 

Ya chole con la opacidad y la falta de justicia en la 4T

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Estas últimas semanas se han dado muchos movimientos en el tema de procuración de justicia y combate a la corrupción. Lo bueno sería que estas decisiones fueran a favor de la imparcialidad, el apartidismo y con miras a sancionar y restaurar los daños cometidos al patrimonio de todos los mexicanos. Pero no, la realidad es otra. 

En varias ocasiones, el Presidente ha utilizado su discurso en la mañanera con miras a colgarse medallas de una justicia real. Pero lo que vemos es justo lo contrario, una justicia como la de siempre en México: Salvador Cienfuegos, Rosario Robles, Alonso Ancira y Emilio Lozoya son los principales nombres que demuestran esta justicia de cuates, la que por décadas se ha aplicado en nuestro país. 

Unos días, López Obrador sale a cantar justicia en sus mañaneras. Otros, dice que la Fiscalía General de la República es autónoma y no le corresponden a él las investigaciones. Se mantiene fiel a su costumbre, aceptando los aplausos de quienes lo apoyan y rechazando los reclamos de quienes cuestionan estas decisiones. 

Perdones, exoneraciones, no ejercicio de la acción penal, archivo temporal, y muchas otras terminologías legales han sido utilizadas para defender estas decisiones. Que la investigación del FBI no era nada, que no pasa nada con la evidencia perdida en el caso Lozoya, que Robles está dispuesta a colaborar y poner dedos, y un sinfín de etcéteras. 

Lo que no podemos negar es que la justicia sigue ligada al poder del Ejecutivo. La construcción de una Fiscalía General autónoma se dio sólo en la ley, pero no en la práctica. Sobran los casos donde las decisiones del Presidente pueden hacer la diferencia, pero la realidad es otra. Ahora habrá un candidato a gobernador señalado por violaciones y abuso sexual. Hay un hermano incómodo que desapareció de los medios. Y una Secretaría de la Función Pública que actúa al servicio del Presidente y no por la transparencia que se merecen las y los mexicanos.

A esto le sumamos la opacidad y la falta de rendición de cuentas. Un caso nos resume perfectamente este comportamiento: Odebrecht. Sigue sin haber transparencia en las investigaciones, son pocos los culpables y menos aún las sanciones impuestas. Un caso que provocó renuncias presidenciales y crisis políticas en Latinoamérica, no provocó siquiera una abolladura al poder de la corrupción en México. 

Por último vemos un claro aumento en las adjudicaciones directas, donde los beneficiados siguen siendo los mismos que en sexenios anteriores. Esto ha empeorado en la crisis de salud y económica que vivimos. Con el argumento de la obtención urgente de material de protección y productos sanitarios para enfrentar la pandemia, se dejó de lado la transparencia en las compras. Millones de pesos que no sabemos a dónde se fueron ni si las empresas que se llevaron esas adjudicaciones cumplieron con los términos, si hubo o no conflicto de intereses o si vendieron sus productos a un precio justo de mercado. 

La justicia en este país sigue igual. La promesa de un cambio quedó en eso: en palabras al aire. Promesas, como tantas que hacen los políticos elección tras elección. En su discurso prometía ser distinto, que no sería cómplice de los mismos grupos de poder y nos hizo creer que la justicia llegaría a México. Y aquí seguimos esperando. 

Kristian Macías es profesor universitario y consultor en políticas públicas. Actualmente es aspirante a candidato independiente por el distrito local 4 con sede en Monterrey.

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Los chapulines y su Congreso

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Se acerca la época electoral y empiezan a darse los saltos de los chapulines legislativos. La mayoría de los diputados locales ya saltaron o están a punto de buscar su nuevo puesto. Algunos, sin resultados tangibles, buscan una reelección. Otros tantos buscan alcaldías alineadas a los intereses de los partidos que representan. Otros más, de plano, se cambian de partido. Todos con el mismo objetivo: obtener un hueso a costa de nuestros impuestos.

Buenos para seguir en el “servicio” público, pero malos para servirle al público. Las principales problemáticas de la ciudad y de nuestro estado siguen sin resolverse. Nos dejan una ley de movilidad incompleta que no propone infraestructura ni planes integrales para que el peatón sea la prioridad en una zona metropolitana, la cual está cada vez más congestionada y sin alternativas de movilidad.

Vivimos con una creciente inseguridad de la cual el poder legislativo se ha desentendido. Los homicidios dolosos, los feminicidios y la violencia familiar siguen en aumento. No hay seguimiento a una carrera profesional de los policías, ni una mejora operativa de los y las agentes de seguridad municipales como primeros respondientes. Y ni hablemos de la asignación presupuestal a estrategias integrales de prevención, que esto aún no es prioridad de nuestros representantes.

Tampoco hay resolución en la implementación del Sistema Estatal Anticorrupción, proceso que se ha convertido en un circo de señalamientos. Todos fuimos testigos de las acusaciones entre un Congreso parsimonioso y funcionarios que no asumen el nivel ni la responsabilidad de su encargo. Mientras, seguimos con auditorías a medias tintas, licitaciones opacas y una falta clara de transparencia y rendición de cuentas a nivel estatal y municipal. 

A todo esto hay que sumar la falta de respuestas a la creciente contaminación de nuestra ciudad. No sólo se le dio rienda suelta a las industrias y empresas contaminantes, sino que no hay presión por parte de nuestros representantes para contar con un órgano que sancione e impulse políticas de aire limpio y reducción de contaminantes. 

Estos serios problemas, y tantos más, llevan años sin respuestas profundas por parte del Congreso local. Sumémosle una justicia cívica que aún no opera, un sistema tributario que no atiende la informalidad y la falta de inclusión, una falta de paridad en la elección de funcionarios, jueces y magistrados, y una política basada en los intereses de los partidos. 

Muchos exdiputados y exdiputadas saldrán a pedir de nuevo el voto. Repitiendo las mismas actitudes de aparecerse cada elección y dejar a las vecinas y vecinos en el olvido otros tres años. Saldrán a decir que cuentan con la experiencia, dejando de lado su falta de resultados. Saldrán a presumir que han buscado atender problemáticas, cuando su “respuesta” es otro parche más al mismo sistema quebrado de representación. Este sistema donde una de las principales responsabilidades, la administración y auditoría de nuestros recursos, lleva décadas siendo ignorada. 

Hemos visto de primera mano que las vecinas y vecinos de nuestra ciudad no conocen a sus diputados y diputadas. La respuesta es sencilla, se deben a los partidos. ¿A quien le rinden cuentas? ¿Por quién votan? ¿A nombre de quién discuten? Todo es para y por los partidos, realidad evidente ante su falta de soluciones. 

Es momento de un Congreso que sí represente a las vecinas y vecinos de nuestra entidad. Un Congreso que entregue resultados tangibles, que nuestro presupuesto se enfoque en resolver los problemas de nuestras comunidades. Un congreso con diputados que se deban a las colonias y a su gente, no a los mismos partidos de siempre. 

Kristian Macías es profesor universitario y especialista en seguridad, justicia y políticas públicas. 

Página: www.kristianmacias.com

Podcast: https://open.spotify.com/show/5nqhB8OTYOj5fwe9RKxNBl?si=VOEzSUaSS8GWjUXX3vVSpQ

Prevención, la respuesta a la inseguridad

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El INEGI compartió los resultados de la Encuesta Nacional de Seguridad Urbana (ENSU). Los resultados en percepción de seguridad muestran lo que se vive día a día en la calle de nuestra ciudad: una creciente inseguridad. La estrategia de la administración actual ha fallado. 

Al recorrer las calles del Distrito 4 me he dado cuenta de que el reclamo principal es la inseguridad, los robos, asaltos y hasta asesinatos. La Francisco Naranjo, 10 de marzo, Garza Nieto, Industrial, Independencia, Centro y Mitras siguen sufriendo la falta de estrategias integrales que aseguren una vida digna. 

Este reclamo tiene eco con las estadísticas de procuración de justicia de la Fiscalía de Nuevo León, las cuales muestran que, si bien la incidencia delictiva en Monterrey ha bajado un 13%, los delitos de alto impacto y aquellos que dañan el tejido social se han incrementado. Los casos de abuso sexual, violación, violencia familiar, robo, homicidio y narcomenudeo aumentaron en promedio un 30% del 2017 a la fecha.

La estrategia actual se ha enfocado en la reacción, es decir, una vez que ocurre el delito se le da atención. Este enfoque evidentemente ha rebasado a la actual administración. Se ha invertido una cantidad histórica en patrullas, policías, equipamiento y armamento, pero los resultados son mínimos. Urge cambiar de enfoque. Más balas no nos han dado más seguridad. 

El tener la oportunidad de participar en la propuesta de diseño de las unidades de prevención municipales, me ha permitido constatar que es necesario que la estrategia prioritaria se enfoque ahora en la prevención. 

La prevención es sólo el primer paso para asegurar un sistema de seguridad que sí funcione para todos. Después de capacitar a más de 1,300 policías estatales y municipales en derechos humanos y en protocolos de primer respondiente, sé de primera mano que las estrategias de prevención se deben complementar con la profesionalización policial. Es necesaria una carrera policial que sí opere y un sistema de evaluación y seguimiento operativo, así como contar con los perfiles adecuados para la atención a víctimas y realizar actividades de investigación y coordinación con la Fiscalía para el esclarecimiento de los hechos. 

Tenemos que desarrollar una estrategia de seguridad basada en la prevención de la violencia y el delito. Esto se logra a través de estrategias conjuntas en el ámbito laboral, educativo, psicológico y social.

  • En lo laboral se deben realizar convenios con empresas para vincular a las y los jóvenes con oportunidades de desarrollo profesional y económico.
  • En lo educativo se debe implementar una cultura de prevención y de no violencia desde los niveles básicos y fortalecer el desarrollo de habilidades en adolescentes y adultos con cursos técnicos y de oficio para su crecimiento personal y económico.
  • Se deben detectar tempranamente comportamientos antisociales en las familias y jóvenes para tener un acompañamiento psicológico y lograr atender estas alertas. 
  • En lo social tenemos que construir comunidad: escuela, gobierno, empresa y sociedad. Hay que revivir los centros comunitarios para que se vuelvan el núcleo de desarrollo comunitario, familiar y social. 

Cambiemos la ilusión de seguridad por la realidad de una ciudad segura. 

Kristian Macías es aspirante a candidato independiente por el distrito 4 local en Monterrey.

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Covid-19: La tormenta perfecta

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Este fin de semana nos golpeó Hanna una tormenta más que año tras año golpean a nuestra ciudad, la naturaleza siempre pone a prueba nuestra capacidad de adaptación. Pero aparte estamos viviendo una tormenta que rara vez nos manda la naturaleza. Una tormenta que ha golpeado fuertemente al mundo, pero especialmente a México. La pandemia ha puesto al sistema de salud mexicano de rodillas, no hay infraestructura, médicos, enfermeras, camas, o inversión suficiente para enfrentar esta tormenta con más seguridad y herramientas.

El porcentaje de ocupación sigue en aumento superando ya el 70% en Nuevo León. Los contagios y las muertes diarias siguen en aumento y lo peor es que la ignorancia y las teorías conspiracionistas también siguen en aumento. Seguimos avanzando hacia un pico de la pandemia que se asemeja cada vez más a un camino tortuoso donde no podemos ver su fin y no se vislumbra la luz al final del túnel. 

La pandemia vino a golpear fuertemente a los mexicanos. No sólo es la falta de preparación y el abandono que el sector salud ha sufrido en los últimos años por la corrupción, la falta de profesionalización, los hospitales que son elefantes blancos con todo y equipo abandonado. También porque México sufre de epidemias que han empeorado esta pandemia.

México es el país número uno en consumo de refresco a nivel mundial, hay un consumo de 163 litros de refresco al año, 40% más que el segundo lugar, EEUU. Esto no es casualidad, la principal fabricante a nivel global ha cumplido su objetivo de esclavizarnos al consumo de su veneno embotellado que provocan la muerte de 24 mil mexicanos al año. 

A esto hay que sumarle la comida chatarra que día a día nos empacamos. El bajo valor nutricional de nuestra base alimentaria ha llevado a que seamos una sociedad obesa, de poca actividad y con alto consumo de bebidas azucaradas y alimentos con exceso de grasa y colesterol. Es alarmante ver que 75.2% de mexicanos sufren de sobrepeso (39.1%) y obesidad (36.1%), 10.3% sufre de diabetes y 18.4% sufre de hipertensión. 

Para hacer la cosa más grave, en Monterrey respiramos el peor aire de Latinoamérica, con alta concentración de PM2.5 y PM10 provocado por el alto flujo vehicular y la industria. En el centro de nuestra ciudad tenemos fábricas que llevan contaminando siglos y no hemos hecho nada para protegernos y para proteger a nuestras familias y vecinos. Pasan los años y la contaminación nos sigue matando. Son alrededor de 14,600 muertes al año que se podrían prevenir en nuestra ciudad si hiciéramos algo al respecto.

A todo esto hay que sumar la falta de apoyo económico en estos momentos críticos. El gobierno con un pobre argumento de austeridad sigue permitiendo que los mexicanos no cuenten con dinero de emergencia para estos momentos donde muchos han perdido su trabajo, otros a sus familiares y otros más la vida. 

Así estamos el día de hoy, en la tormenta perfecta. Mucha de la responsabilidad de esta situación recae en la falta de políticas integrales de alimentación, ejercicio, movilidad e industria. Donde los grupos marginados social y económicamente son quienes más sufren de todas estas enfermedades y sus consecuencias en la pandemia son mortales.  Sólo 14% de las muertes de Covid-19 no tiene comorbilidad conocida, dicho de otra manera tener diabetes, obesidad, hipertensión u otras enfermedades respiratorias aumenta fuertemente el riesgo de morir en la pandemia. Años de beber, comer y respirar veneno nos ha hecho la víctima perfecta. 

Pero vamos a salir de esta tormenta y tenemos que tener claros los principios y convicciones del nuevo México que hay que construir. Un México que ya avanza en algunos temas como un etiquetado más claro y con mejores regulaciones de comida altamente calórica y bebidas altamente azucaradas. Ahora es necesario seguir trabajando en la construcción de ciudades que nos ayuden a combatir la contaminación, la obesidad y las enfermedades respiratorias y cardiovasculares. 

Ahora nos toca construir un Monterrey libre de empresas contaminantes en la zona metropolitana, que van desde la refinería y las pedreras hasta las acereras y cementeras. Tenemos que construir un Monterrey con transporte eléctrico masivo y ciclovías que eliminen la contaminación vehicular y que sean las personas la prioridad en el espacio público. Construir un Monterrey con áreas verdes públicas, bien administradas y que no sean salón de eventos donde sólo unos cuantos salen beneficiados. 

Nuestra pasividad e ignorancia nos esta matando, es momento de volver a ser regios de acción, de soluciones y de apoyo al vecino. Ser como los regios que enfrentaron huracanes e inundaciones, los regios afrontaron malos gobiernos con participación ciudadana. Seamos los regios que aprendan de las tormentas de nuestros antepasados para vivir de manera sustentable con la naturaleza. Los regios que construiremos una ciudad del siglo XXI. 

Sigue informándote acerca de la “Crisis Climática” en el podcast de Kristian con K en Spotify: https://open.spotify.com/episode/7xvmVJnOCQ1dWDL3TUYR9P

 

Los Programas Sociales de AMLO

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Uno de los temas que el presidente López Obrador siempre promovió y defendió es la justicia social, especialmente para los grupos más marginados. Una marginación derivada de factores sociales y económicos como la corrupción, la falta de rendición de cuentas y transparencia, la discriminación, los excesos del mercado, el abandono del campo y de los grupos sociales que viven fuera de las zonas urbanas. Problemáticas complejas con muchas propuestas, estudios, y dinámicas económicas y sociales que entender. Pero para AMLO la solución siempre fue muy simple, por el bien de todos, primero los pobres. 

Muchas de las estrategias y políticas de López Obrador tienen un enfoque social y había certidumbre de lo que se iba a hacer. Pero a la hora de la verdad vimos que el objetivo final es tan ambiguo que nunca se logró aterrizar en políticas públicas y estrategias que logren un cambio real en la manera de hacer política.

Son 17 los programas sociales prioritarios del gobierno de López Obrador, siendo estos la insignia de su presidencia, de la mano con sus megaproyectos. Los programas principales son: Jóvenes Construyendo el Futuro, Sembrando Vida, Universidades Benito Juárez, Pensiones a Adultos Mayores, Madres Solteras y discapacitados, y apoyos al campo mediante créditos, fertilizantes y otros insumos productivos. Más allá de meternos en el debate ideológico, vale más la pena analizar su operación a fin de descubrir si realmente pueden hacer un cambio. 

La Ley General de Desarrollo Social establece que el CONEVAL tiene la obligación de evaluar todos los programas sociales que el gobierno quiera implementar. El 6 de julio pasado se publicó esa primera evaluación que se limitó al diseño de los 17 programas prioritarios. El Consejo compartió las principales fallas y recomendaciones para cada uno de los programas y los hallazgos nos deben de preocupar. 

La situación es crítica, se identifican fallas en puntos esenciales de todos los programas. En Jóvenes Construyendo el Futuro, que entrega $3,748 mensuales, no hay metodología, personal o mecanismos que ayuden a saber si su capacitación laboral es efectiva. En Sembrando Vida, que entrega $5 mil mensuales e insumos para crecer y plantar árboles, el principal convenio es con 12 viveros militares quienes fallaron a su meta de producción, de 100 millones sólo entregaron 37 millones. En el programa sólo 7% de los árboles plantados sobrevivieron, de 575 millones totales sólo se logró plantar 80 millones. En las Universidades Benito Juárez no hay claridad de la ubicación donde se van a construir ni metodología para establecerlo. Tampoco se cuenta con la certificación necesaria para tener validez oficial (RVOE) por parte de la SEP. En las pensiones vemos un rechazo generalizado a las recomendaciones del CONEVAL. En las pensiones para discapacitados no se sabe si el apoyo es para discapacidad temporal o permanente. En los apoyos a madres solteras, que sustituyeron a las guarderías, no hay un registro claro de beneficiarias, e incluso afirma la 4T que las madres no son beneficiarias, sino son las niñas y niños.    

No hay análisis en el diseño de las políticas. La planeación y ejecución da mucho que desear: no se tienen objetivos aterrizados, la población objetivo no está identificada, no hay metas claras o indicadores que midan su cumplimiento, el padrón de beneficiarios está incompleto o tiene fallas en su registro, y no hay procedimientos de capacitación, contratación y evaluación claros. 

Lo más preocupante es que los 11 principales programas suman más de 132 mil millones de pesos. Esto es casi el doble de lo asignado de recursos federales a Nuevo León en 2020 (76 mil mdp). Y estos programas aún no cuentan con Reglas de Operación claras que establezcan por ley las herramientas, procesos y métodos que aseguren el uso correcto de los recursos y una medición de su efectividad. 

La respuesta de las secretarías y responsables de estos programas a la evaluación del CONEVAL fue más ideológica que técnica. Hay una crítica de la 4T a la medición de los programas, su ineficacia para impedir el desorden de la administración pública, el abuso en la gestión de recursos que pertenecen al pueblo de México y el desborde de la corrupción, dice la respuesta institucional. Y en la misma línea mantienen su argumentación donde señalan que el Consejo no entiende el objetivo social real de los programas, o que la operación de programas sociales ya es distinta, por lo que no deben ser medidos por los mismos instrumentos de evaluación de siempre.

Lo que sí es una certeza es que los programas cuentan con más buenas intenciones que estructura, planeación y evaluación. El rechazo al uso de metodología y ciencia para la medición y mejora continua muestra el rechazo a la experiencia y al uso de datos para la política pública. Así seguimos en una mentalidad de abrazos y no balazos, sin saber qué significan los abrazos, un primero los pobres, sin saber qué es eso primero. No olvidemos que de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno. 

Mantente informado con el podcast de Kristian con K en Spotify: https://open.spotify.com/show/5nqhB8OTYOj5fwe9RKxNBl?si=4y7kaf98RPigirqq8kp6og