El agua nuestra de cada día

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Esta semana se conmemoró el “Día Mundial del Agua”. No fueron pocas las voces que salieron a repetir las campañas de cuidado, reuso y no desperdicio de este recurso. Pero a pesar de todos conocer o estar conscientes de su importancia, esto no se traslada a las decisiones que día a día tomamos para asegurar que estos objetivos sean una realidad. 

Prácticamente toda la humanidad (90%) se encuentra al menos a 10 kilómetros de alguna fuente superficial de agua. Día a día la usamos para nuestras actividades, lavando ropa, regando las plantas, para bañarnos, para cocinar y para muchas otras cosas. Es un recurso esencial para nuestra supervivencia, el cuerpo humano no tolera más de 3 días sin agua. Y también es un recurso indispensable para gran parte de las industrias y sectores económicos.  

Pero a pesar de su importancia en prácticamente todos los sentidos de nuestras vidas, su valor es intangible. El pasado lunes 23 de marzo fui invitado a participar en un panel organizado por Servicios de Agua y Drenaje de Monterrey y el Colegio de Ingenieros Civiles de Nuevo León, reflexionando sobre un cuestionamiento muy concreto “¿Cuál es el valor del agua?”. Sin embargo, no hay respuesta directa ni sencilla. 

Depende, respuesta favorita de nosotros los economistas, si le preguntas a la industria de la metalurgia, si le preguntas a la industria agropecuaria o si le preguntas a una vecina o vecino. En la industria, el agua es un elemento esencial para los procesos de producción, especialmente en la industria agropecuaria. Sin agua no hay agricultura, no hay ganado, no hay ropa, no hay coca-cola, no hay cheve. 

Pero a pesar de ser algo tan esencial su valor no se refleja en el mercado. 98% del agua que se gasta en una Coca-Cola es para hacer botellas de plástico de un solo uso. Para darnos una idea de lo invaluable que es el agua, hagamos un ejercicio de costos: En una tienda, 1 litro de agua cuesta $7.40, 1 litro de cerveza cuesta lo equivalente a 74 litros de agua, o sea $547.60; 1 kilo de queso cuesta lo equivalente a 5,060 litros de agua, es decir, $4,144.00; 1 kilo de carne cuesta lo equivalente a 15 mil litros de agua, lo que se traduce a $111,000.00.

No sólo estamos utilizando cada vez más agua para satisfacer las demandas del creciente mercado local y global. La dieta de fast food y carne que tenemos exige cada vez más consumo de agua para su producción y nos está costando nuestro recurso más preciado. 

Esto es insostenible porque, contrario a lo que se cree, el agua no es ilimitada. En Nuevo León contamos con agua las 24 horas del día y los 7 días de la semana desde hace 21 años. Esto ha llevado a que demos por hecho que el agua siempre estará ahí, pero esta realidad está a punto de cambiar si no hacemos algo al respecto. 

Para entender el problema hay que entender cómo llega el agua a nuestros hogares. Tenemos fuentes subterráneas (con nuestros acuíferos naturales) y superficiales (las 3 principales presas de Nuevo León). Para nuestro uso diario obtenemos mitad y mitad de estas dos fuentes, subterránea y superficial. Dicho de otra manera, los acuíferos son nuestro ahorro (tardan miles de años en su formación) y la fuente superficial es nuestro flujo de efectivo (que se rellena con las lluvias). 

Actualmente llevamos un déficit, es decir, no es suficiente el agua que ingresa por fuentes superficiales, por lo que hemos estado tomando cada vez más de fuentes subterráneas. Nuestra generación se quedará sin ahorro si no hacemos ajustes urgentes en el valor del agua en los procesos industriales de producción y en nuestros hábitos de consumo. A esto hay que sumarle que, debido a la Crisis Climática, el flujo de efectivo es cada vez más variable e incierto. En pocos años, vamos a quebrar.

Las soluciones no son sencillas. Por un lado, es necesario fortalecer la eficiencia operativa de Agua y Drenaje y contar con un Plan Hídrico que asegure el acceso al agua a todas las personas, ya que desde 2010 esto es un derecho de todas las personas. Además, se debe trabajar en conjunto con las empresas para establecer límites claros en su uso, reducir su desperdicio y, sobretodo, que se pague el costo real de su uso en la industria. Es prioritario que se regule los diversos usos productivos del agua y se deje de cargar al consumidor la responsabilidad que deben tener las empresas. 

Como consumidores, nos toca hacer el uso más eficiente posible de este recurso. Consumimos diariamente 230 litros de agua aproximadamente, por lo que es necesario reducir el consumo: disminuir el tiempo en la regadera, reutilizar el agua de la lavadora (filtrando suavizantes y otros químicos), hacer sistemas de riego más eficientes (algo que es muy sencillo con materiales que tenemos en casa). Es urgente cambiar nuestros hábitos de consumo. Revisemos qué estamos comiendo para buscar cambiar esos alimentos por alternativas. En lugar de comer 5 días carne roja, busquemos reducirlo 1 ó 2 días. 

Estas decisiones, aunque parezcan sencillas, son una medida necesaria para empezar a darle la vuelta a lo que parece una crisis inevitable. Recuerda que cada gota cuenta para nuestra comunidad y para nuestras siguientes generaciones. 

Kristian Macías es profesor universitario y desarrolla proyectos de política pública. Actualmente es Candidato Independiente a Diputado Local por el Distrito 4 de Nuevo León. 

www.kristianmacias.com