Han transcurrido casi dos años desde que fue descubierta la famosa “casa blanca”, inmueble situado en Lomas de Chapultepec en el DF con escrituras a nombre la primera dama, Angélica Rivera; desde ese acontecimiento se han encontrado nuevos casos que revelan aquella nefasta complicidad entre la empresa Grupo HIGA, con el ejecutivo y compañía.
Sea con Videgaray y su casa en Malinalco (supuestamente pagada con obras de arte que el Secretario de Hacienda aún no se ha dignado a revelar), o con la otra “casa blanca” perteneciente al Secretario de Gobernación, Osorio Chong, el conflicto de intereses entre la empresa de Juan Armando Hinojosa Cantú y el poder ejecutivo raya en el máximo cinismo.
Verdaderamente, el hecho de fungir como la constructora de las casas de la primera dama, del Secretario de Hacienda y del Secretario de Gobernación, es, sin lugar a dudas, una burla hacia el pueblo de México.
Ahora bien, remontándonos a lo ocurrido con Angélica Rivera y el inmueble que, supuestamente adquirió gracias a las millonarias remuneraciones que le otorgó la empresa TELEVISA por su trabajo como actriz, parece ser que no es la única propiedad que esta posee gracias a “su sueldo”. Recientemente, se ha descubierto, que Rivera es también propietaria de un departamento de lujo ubicado en Miami, valuado en dos millones de dólares.
¿Nuevamente el Grupo HIGA relució como la empresa facilitadora de tal empresa? Esta vez, no fue requerida dicha compañía para defender a capa y espada el estandarte del conflicto de intereses, sino que fue ahora la empresa, Grupo Pierdant, el que se encargó de ondear dicho estandarte.
Ahora bien, la historia no termina aquí: no solo se sabe que la persona moral, Grupo Pierdant, se encuentra compitiendo para conseguir concesiones en diversos puertos de México, sino que también, la hasta ahora, actriz mejor pagada de todo México parece haberle surgido la vocación por mantener una relación aún más directa con las empresas; esto, al encontrarse su departamento bajo el nombre de la empresa UNIT 304 OTO, INC.
Si bien era un cinismo colosal lo suscitado con la casa blanca, este nuevo escándalo resulta aún más deplorable: una cosa es adquirir un inmueble a nombre propio y no poder corroborar el origen de los recursos monetarios con los que se adquirió dicha propiedad, pero otra cosa es el, no solo no poder declarar la procedencia de dichos recursos, sino que utilizar el nombre de una empresa como dueño en vez de a nombre propio.
No comprendo cómo llegará el gobierno a justificar dicho suceso, ni tampoco como la gente permanecerá inmóvil después de lo ocurrido, pues me resulta inaudito que, después de tantas humillaciones y engaños, siguiéramos en el silencio y aceptáramos esta clase de situaciones que no son más que una traición a cada uno de los mexicanos.
Finalmente, no merecemos este tipo de gobierno experto en engañar y encubrir, en corromper y en saquear y realizar tratos bajo el agua con empresas que son parte de este compadrazgo. ¿Cómo cambiarlo? Preguntarán algunos. Pues bien, el cambio consistirá en que todos salgamos a las calles, a exigir y luchar (de forma no-violenta) por ese México que merecemos.
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