Pan y circo: Cómo se manipula a las masas

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Bien se sabe de los artilugios que en la antigüedad empleaban o aprovechaban los gobiernos para mantener controlada a la población; casos que se remontan a la antigua Roma, donde se incurría al entretenimiento a través de peleas entre gladiadores, muestran claramente lo ancestral que resulta utilizar al elemento previo, y a los respectivos empleadores del mismo, para conservar a los ciudadanos ocupados y alejados de los asuntos que les conciernen directamente (dicho de otra forma, los asuntos políticos). La trascendencia de dichas maniobras ha sido tal, que en la época moderna han podido observarse estas mismas en nuestro país.

Ahora bien, cabe resaltar que, si bien los elementos repetitivos e hiperbólicos de tales recursos empleados por algunos medios de comunicación, logran aumentar considerablemente las posibilidades de distanciar (más de lo que ya esta) al mexicano de los asuntos públicos de la nación, estos no deben encuadrarse de forma absoluta en las infames “cortinas de humo”, o más recientemente “cajas chinas”.

Hay que ser realistas: no siempre es el gobierno el responsable de utilizar estos mismos recursos para el cometido mencionado anteriormente, si no que en diversas ocasiones aquellos llegan a ser el producto de tener unos medios con una ínfima calidad que han visto en programas y noticias que no cultivan el intelecto, la forma perfecta de mantener sus niveles de rating.

… casos que se remontan a la antigua Roma, donde se incurría al entretenimiento a través de peleas entre gladiadores, muestran claramente lo ancestral que resulta utilizar al elemento previo, y a los respectivos empleadores del mismo, para conservar a los ciudadanos ocupados y alejados de los asuntos que les conciernen directamente…

NO OBSTANTE, esto no quiere decir que los servidores públicos no tomen ventaja, por ejemplo, de la programación pobre y repetitiva en los canales principales de la televisión, para así poder realizar libremente sus prácticas habituales consistentes en engañar a los votantes, traicionarlos y saquear las arcas de la nación.

Asimismo, ejemplos no muy distantes del presente sobran; de los casos actuales, cabe mencionar a aquel famoso “romance”, entre el nuevamente capturado Joaquín “El chapo” Guzmán, y Kate del Castillo, el cual ocupó semanas al aire de los noticieros de las televisoras principales, y dentro de aquellas semanas, una conversación filtrada de whatssapp donde incluso se contaba con intérpretes que dramáticamente leían cada uno de los supuestos mensajes enviados por parte de la “aparente pareja”.

Definitivamente, tal dramatización de los supuestos hechos no solo resulta en una pérdida de espacio informativo que pudo ser ocupado en asuntos de mayor relevancia, sino que también insultan y degradan la inteligencia del mexicano. Tristemente, el mencionado caso no es el primero que se presencia. Es, igualmente destacable el suceso ocurrido hace un par de años, que ganó los reflectores mediáticos por más de un mes: el caso Paulette.

…esto no quiere decir que los servidores públicos no tomen ventaja, por ejemplo, de la programación pobre y repetitiva en los canales principales de la televisión, para así poder realizar libremente sus prácticas habituales consistentes en engañar a los votantes, traicionarlos y saquear las arcas de la nación.

Tocando el tema asiduamente por los presentadores de noticias en horarios estelares, dicho suceso despertaba diversas preguntas: Siendo México, un país catalogado como uno donde se violan constantemente los derechos humanos, donde hay un considerable número de desaparecidos y de fallecidos producto del narcotráfico ¿Por qué hubo tanto empeño, por parte de los noticieros, en un solo caso, siendo que hay miles de ellos en todo el país? ¿Por qué no se le dedicó (y se le dedica) la misma cobertura a los demás aún desaparecidos de México?

Tales interrogantes, aunadas a la incapacidad del gobierno para responder de manera fehaciente y efectiva a los problemas que encara la nación, así como la todavía pobre y vergonzosa programación que se aprecia por parte de las principales televisoras, nos dejan clara una cosa: o exigimos y luchamos por tener el gobierno que merecemos, o continuamos en este círculo vicioso, hasta que este llegue a las generaciones venideras.

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”

LA POBREZA A MUCHA HONRA

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En los últimos reportes de la OCDE la cantidad de personas en condiciones de pobreza o extrema pobreza ascendía a más de 60 millones, prácticamente uno de cada dos mexicanos vive en estas condiciones. Además, México ocupa el deshonroso lugar #2 entre los países más desiguales de Latinoamérica.

A muchos estas cifras ya les parecen “normales”, para la clase alta y media alta de la población mexicana representa un daño colateral inevitable a causa de tener una economía tan endeble y para nuestros políticos es la dictadura perfecta porque la pobreza es asegurarse votos a cambio de miserias.

Pero, ¿qué piensan los pobres de esta situación?: En México se corre y canta la frase “Pobre, pero a mucha honra” y para muchos de los que la padecen representa un sinónimo de humildad, de esfuerzo, de orgullo e incluso de naturalidad.

…¿qué piensan los pobres de esta situación?: En México se corre y canta la frase “Pobre, pero a mucha honra” y para muchos de los que la padecen representa un sinónimo de humildad, de esfuerzo, de orgullo e incluso de naturalidad.

Estamos repletos de televisión basura que mediante su teatro estelar (las telenovelas) retratan la esperanza de nacer y morir felices a pesar de sus condiciones, lo proyectan como una condición divina e incluso despiertan esperanzas mal fundadas en la suerte de “algún día la cenicienta encontrará a un hombre rico que se enamorará y le propondrá matrimonio” y con ello se acaba la pobreza.

En el cine se han ofertado en cartelera películas muy populares como “Nosotros los nobles” o recientemente “¿Qué culpa tiene el niño?” que entre risas siguen concibiendo a la pobreza como una condición de honra y orgullo.

Lo cierto es que la pobreza en México es una de las principales causas de corrupción, delincuencia, desigualdad social y retroceso educativo y para nada puede ser tomada como una condición honrosa en un país con tanto capital humano, con perfectas condiciones geográficas y con la esencia del trabajo duro en nuestras venas.

…la pobreza en México es una de las principales causas de corrupción, delincuencia, desigualdad social y retroceso educativo y para nada puede ser tomada como una condición honrosa en un país con tanto capital humano, con perfectas condiciones geográficas y con la esencia del trabajo duro en nuestras venas.

Vaya, no critico en lo absoluto la esencia de vivir al máximo con lo que tienes, pero mientras la conversación de pobreza no cambie, nuestros grandes problemas se irán acrecentando hasta llegar al colapso.

La condición de pobreza debe representar la necesidad de crear y aprovechar oportunidades, de trabajar duro, de capacitarse y preparase, de buscar aumentar mi calidad de vida y la de mi familia. La conversación debe girar en torno a un país donde aún cuando la mitad nacen en condiciones de pobreza, se encuentra en construcción para salir de ella. El trabajo de gobierno, del sector privado, de la academia y de la misma sociedad debe estar encaminado en disminuir la pobreza, crear oportunidades y establecer las condiciones necesarias de crecimiento y desarrollo.

Que a partir de hoy el “pobre pero honrado” se transforme en “próspero en construcción” porque si nuestra única esperanza de crecimiento y de eliminación de la pobreza es un gobierno perfecto y honesto, millones seguirán naciendo y muriendo en condiciones deplorables.

Nadie tiene la culpa.

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”

¿Qué pasa con nuestros medios?

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Leyendo las portadas de algunos diarios y procurando buscar objetividad en algunos de los comentarios que se publican en las páginas de Internet de los portales noticiosos, no es posible evitar sentirse contrariado sobre lo que realmente los medios hoy en día nos quieren comunicar. Claramente no todas las noticias están diseñadas para todo el público (aunque debería), pero lo que sí es digno de darse cuenta es que cada vez más la ficción y la realidad poco a poco se comienzan a sumar.

Sin desprestigiar la calidad de los noticieros locales –que creo que no es la primera vez que la gente se da cuenta de que es paupérrima–, me parece realmente válido establecer que en nuestro país no hay una forma adecuada de informar a los ciudadanos, pues la constante mezcla entre los contenidos de ficción y las notas importantes provoca que aquello que debería de tener importancia, desafortunadamente ya no la tiene.

A juicio de un servidor, lo que sucede es que no existe un legítimo interés por la información y las cadenas lo saben. Hoy, e insisto, la idea de capitalismo salvaje –donde lo único que importa es ‘vender la nota’– se ha convertido en el modus operandi de las agencias de noticias.

Retomando un poco el argumento de la película de Birdman, una de las ideas más poderosas que encuentro en el filme es justo en la escena cuando el protagonista sale por las calles en ropa interior y de inmediato todo mundo le reconoce, le piden fotos y hasta videos aparecen en las redes sociales. Además de esta escena, la conversación de nuestro protagonista con su hija acerca de la importancia del Twitter le da todavía más un toque de significancia al argumento: hoy, la diferencia entre lo que es importante y no está dividido por una línea muy delgada. Y lo mismo sucede con las noticias y los artículos periodísticos.

Por ejemplo, y sin afán de demeritar, me parece poco congruente que en el portal web del periódico El Norte aparezca mucho más arriba una nota sobre un desfile literario en el municipio de San Pedro que la nota donde se habla acerca del costo que tendrán los daños ocasionados por el reciente terremoto en Ecuador de 7.8 grados en escala de Richter. O que el diario ‘El País’ anteponga informar sobre que Trump dijo “7-Eleven” en lugar de “9-11” sobre las inundaciones que están costando mucho dinero y han generado tanto caos en Texas.

¿Qué es lo que pasa? A juicio de un servidor, lo que sucede es que no existe un legítimo interés por la información y las cadenas lo saben. Hoy, e insisto, la idea de capitalismo salvaje –donde lo único que importa es ‘vender la nota’– se ha convertido en el modus operandi de las agencias de noticias. Hoy, el chicharroneo, el amarillismo, el sensacionalismo, y la polémica barata son formas en las que los medios buscan llamar nuestra atención y desafortunadamente lo logran.

…me parece realmente válido establecer que en nuestro país no hay una forma adecuada de informar a los ciudadanos, pues la constante mezcla entre los contenidos de ficción y las notas importantes provoca que aquello que debería de tener importancia, desafortunadamente ya no la tiene.

¿Por qué, por ejemplo, no nos enteramos de las actividades que estuvo realizando la presidenta surcoreana en nuestro país y nos rasgamos las vestiduras cuando oímos acerca del caso de KIA Motors en nuestra ciudad? La respuesta: porque no es vendido como sensación. ¿Y por qué no es así? Porque no existe un análisis pertinente de las problemáticas y no se despierta el interés ni ante lo evidente.

Me gustaría saber, por ejemplo, qué es lo que ha sucedido con los apoyos que se habían proyectado para que TVNL se convirtiera en una cadena competitiva para la televisión local; o me encantaría saber cuáles son los planes que se tienen para que poco a poco vaya desapareciendo la telebasura en los televisores regiomontanos. Ojo, no estoy en contra del entretenimiento ni mucho menos, pero sí es importante hacer la distinción entre lo que debe llevar seriedad y lo que puede ser menos rígido.

Si tan sólo El Deforma publicara más notas de ‘Increíble pero Cierto’, estoy seguro de que coexistir con tantas problemáticas que tiene el mundo sería mucho más llevadero. Como diría Galileo: ‘…y sin embargo, se mueve”.

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”