Sin protesta no hay democracia

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La protesta social pacífica es un derecho constitucional y sobre todo, un mecanismo de desahogo para la ciudadanía ante los agravios y malos resultados de los gobiernos que sirve para exigir reivindicaciones sociales.




Estamos a favor de la protesta social siempre y cuando esta sea legal y pacífica. No obstante, los actos vandálicos, agresiones a los trabajadores de los medios, y daños al patrimonio público y privado, (ocasionados por unos cuentos) ocurridos el 5 de enero de este año intentaron opacar la significativa movilización de miles de nuevoleonenses que se concentraron en la macroplaza. Por ello, el gobierno central afirmó adelantar una investigación judicial para dar con los responsables de actos vandálicos.

El día 25 de febrero, Nuevo León se enteró de que estaban giradas órdenes de aprehensión contra dos activistas que participaron en la protesta del pasado 5 de enero, se les acusa de incitación a la violencia y daños al patrimonio público y privado.

Cabe recordar que los hechos derivaron en el marco de una serie de errores que iniciaron con la ausencia y luego con la inacción de la policía, la ausencia de observadores de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, entre otros.

Lo anterior llama la atención por tratarse de una magna investigación que dio con los presuntos responsables tan solo 22 días después de los hechos (documentos mostrados por los afectados muestran que las órdenes judiciales fueron fechadas el 27 de enero).

Desconocemos si se ha garantizado el debido proceso a los ciudadanos involucrados en estos incidentes, la autoridad tiene la obligación de hacerlo y ellos el derecho de reclamarlo.

Hacemos un llamado para que así como se actúa de forma expedita para unos casos, se actúe para otros. Es preciso recordar que para la resolución del Cobijagate, el Ejecutivo de Nuevo León tardó 216 días y por si fuera poco, se desconoce el resolutivo final de este acto de daño al erario, debido a que fue reservado por la Contraloría.




Asimismo, esperamos que las investigaciones y/o sanciones que se deriven del caso de Nepotismo en la Procuraduría Estatal, procedan de manera pronta y oportuna.

Rotundo NO a la criminalización de la protesta social pacifica,

Sin protesta no hay democracia.

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SE CONSTITUYE NODO DE WIKIPOLÍTICA NUEVO LEÓN

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La plataforma nacional Wikipolítica ha llegado a Nuevo León con la constitución del grupo denominado “nodo en incubación”, que buscará generar un espacio para todas las personas en el que puedan participar y construir proyectos de participación e incidencia en el ámbito público.

Wikipolítica es un esfuerzo de muchas personas por devolver a sí mismas el protagonismo de la política, privilegiando las ideas y el discurso como fundamentos de la democracia real que queremos para México.

El término Wiki, se utiliza hoy en día como sufijo de plataformas o conceptos que buscan transmitir una idea de horizontalidad y apertura. Esto tiene su origen en la palabra hawaiana WikiWiki que significa informal, sin protocolos, pero también alude a la idea de veloz y sin trabas.




Esta plataforma tiene presencia nacional a través de nodos formales en la Ciudad de México, Jalisco y Baja California Sur, así como nodos en incubación en Chihuahua, Puebla, Quintana Roo, Yucatán y San Luis Potosí. El rostro más conocido de Wikipolítica es Pedro Kumamoto, quien logró la hazaña de ganar la Diputación del Distrito 10 de Jalisco, con cabecera en Zapopan, a través de una candidatura independiente.

En Wikipolítica, todos los nodos tratan de insertarse en este proceso para transformarlo y construir una vía alterna, en la que lo institucional y lo cívico convivan siguiendo los siguientes principios:

  •  Democracia real: todas las acciones, ideas, propuestas, problemas y liderazgos de la organización se deliberan y se deciden colectivamente.
  •  Respeto a los Derechos Humanos: todas las ideas y acciones de Wikipolítica van en línea con el respeto a la Carta Internacional de Derechos Humanos.
  • Construcción colectiva: todas las acciones y propuestas de Wikipolítica pasan por un proceso en el que todos los miembros de la organización pueden criticar, aportar y discutir.
  • Localismo: nos enfocamos en el desarrollo de proyectos y la discusión de ideas basadas principalmente en los territorios locales, y planteamos rutas de acción desde la vía institucional y la no institucional.




Wikipolítica es un esfuerzo joven en muchos sentidos, que tiene la oportunidad de florecer de la mano de quienes, desde sus propias redes quieran modificar la infraestructura de cómo participamos, de cómo generamos conocimiento y de cómo conquistamos mayor libertad política.

Wikipolítica es la libertad de poder hacer política en red, para atacar en conjunto los problemas de la vida en común. Ahora en Nuevo León, Wikipolítica buscará generar agenda pública a través de dinámicas y proyectos desde la ciudadanía para generar soluciones a problemas que vivimos cotidianamente en nuestro estado.

En el nodo en incubación de Wikipolítica Nuevo León participan liderazgos de distintas organizaciones de la sociedad civil como Ganemos Monterrey, Alianza Cívica Nuevo León, Evolución Mexicana, Praxis Santa Catarina, San Nicolás en Común, Orgullo Juvenil, entre otras.

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El Talón de Aquiles: EL RETROCESO DEL PROGRESO

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El 23 de junio de 2016, el 52% de los británicos votaron a favor de la salida del Reino Unido de la Unión Europea. El 3 de octubre, 50.21% de los votantes en un referéndum, seis millones y medio de colombianos, se opusieron a un acuerdo de paz. El 8 de noviembre, Hillary Clinton obtuvo más de dos millones y medio de sufragios que Donald Trump (voto popular), quien sin embargo ganó los votos electorales.

Presentar un texto argumentando que en este 2016 triunfaron el temor y la ignorancia es insuficiente, pues opinólogos y futurólogos ya se me adelantaron. Procedo entonces a desarrollar dos factores que dan profundidad a esa tesis: la incapacidad ciudadana a alimentar un régimen que requiere de participación de calidad, y una desconexión indulgente de las fuerzas políticas que deberían defender las conquistas sociales logradas durante la segunda mitad del Siglo XX, explican por qué estamos como estamos.

La democracia representativa: víctima del capitalismo (casi) salvaje

Soy el producto de un mundo socialdemócrata que la revolución neoconservadora de los años 1980 destruyó. Se me enseñó que cada derecho conlleva una responsabilidad, que es adeudo del ciudadano informarse y contribuir al debate, y que el interés colectivo pasa por encima del individual. No me considero “socialista”, mucho menos “comunista”, pero sin duda soy “izquierdista”.

 




Se me convenció que el principal rol del Estado es la moderación política: al redistribuir la riqueza y fortalecer la clase media, el Estado evita las derivas extremistas tanto de izquierda (revolución bolchevique) como de derecha (nazismo), que se alimentan de pobreza e ignorancia. La democracia solo funciona en donde la clase media, urbana, y educada, es fuerte. La educación es antídoto a la manipulación y demagogia.

Una de las primeras víctimas del neoliberalismo fue la educación. La obsesión por controlar el déficit fiscal y la nefasta idea que el sector privado siempre es mejor que el público, evaporaron presupuestos, debilitaron servicios, y alentaron privatizaciones.

La educación privada nunca ha sido reconocida por inculcar valores de solidaridad social; y la pública, aunque quisiera, no tuvo condiciones. Se crearon así brechas entre los que pudieron pagar una educación de calidad, y los que no.

Los resultados están a la vista: a los ciudadanos de hoy no les interesa lo público, ya sea porque no le dan importancia (creen que no la tiene), o debido al exceso de trabajo – la pauperización del mercado laboral también es una realidad – que no permite una participación política activa de calidad.

A este escenario agréguesele la explosión en importancia de internet, de las redes sociales, y la consolidación de una cultura en donde el límite entre espectáculo y realidad se borraron. Hoy, no se sabe qué información es real e irreal. Los “trolls” desinforman, distorsionan, y divulgan falsedades adrede a quienes no saben, y no quieren aprender a distinguir, como decía la canción, “entre besos y raíces”. Hoy, la política es espectáculo, el ciudadano espectador, y el votante consumidor.

Las marchas de salvación de la patria y de dignidad nacional organizadas por el uribismo contra un acuerdo de paz en Colombia, son ejemplo de ello. De nada sirvió defender uno de los acuerdos de paz más ambiciosos y sofisticados que se hayan firmado, que contaba con el apoyo unánime de la comunidad internacional.

Pudo más la desinformación. También eso explica el éxito de las campañas de los líderes aislacionistas del Reino Unido y de Trump, cuya sorpresa ante sus propias victorias apenas superó las evidentes muestras de la falta de preparación para las mismas. La cohesión social del consenso keynesianismo fue rota hace tiempo. Hoy, las consecuencias son evidentes.

Brechas y condescendencias

Claro, el neoliberalismo no es culpable de todo. La izquierda también lo es. Primero, dejamos de ser izquierda. Nos derechizamos. Nuestro supuesto proyecto inclusivo no lo fue tanto: siempre excluimos a religiosos y otros grupos que no dudamos en llamar “fundamentalistas”.

Si el Partido Demócrata hubiera defendido al proletariado blanco rural arruinado por la deslocalización empresarial fruto de la globalización, hubiera probablemente mantenido su apoyo. Pero la izquierda de Clinton, antiaborto y pro-gay (alienándose así el voto religioso y conservador) se convirtió además en la primera línea de defensa del libre comercio, con lo cual perdió el voto de los trabajadores. Segundo, existe en la izquierda una tendencia a la condescendencia.

Muchos nos vemos como una especie de vanguardia liberadora cuya misión es guiar a los alienados hacia el “progreso”. La educación, ese instrumento que extirpó nuestra ignorancia, nos da esa responsabilidad social, que constituye nuestra mejor muestra de consciencia y solidaridad.

Ser de izquierda es un privilegio de burgueses, y muchos de los votos “racistas, xenofóbicos, y sexistas” que vimos en 2016 son reacción a ese complejo de superioridad. ¿Cómo apoyar el aislacionismo en un mundo globalizado? ¿Cómo no entender que la paz es mejor que la guerra? Al ser parte de la “izquierda caviar”, nos hemos desconectado de las inquietudes del ciudadano común. Nos cuesta imaginar que haya gente que no piense como nosotros.

Los triunfos populistas de 2016 no nos gustan porque no se amoldan a la idea de progreso que nosotros, izquierdistas, hemos construido. Es casi patético constatar los fallidos esfuerzos del Presidente colombiano, Juan Manuel Santos, para explicar, con complejos tecnicismos, sin duda correctos pero también aburridos, el acuerdo de paz, mientras Uribe ejecutaba una retórica simple, sin duda simplista aunque apasionada, que tergiversó lo acordado y le dio la victoria.

Y cuando el elector nos dijo que éramos nosotros los que no habíamos entendido su grado de frustración, los frustrados fuimos nosotros ante mayorías que se atrevieron a no compartir nuestra opinión portadora de valores progresistas dignas del siglo XXI.

Los resultados en el Reino Unido, en Colombia, y en Estados Unidos no son antidemocráticos porque son el fruto de lógicas democráticas, pero ponen en entredicho la construcción del ideal democrático de centro-izquierda, basado en el respeto, la tolerancia, y el reconocimiento de la diversidad, y en la defensa de minorías.

 




Las mujeres, que rara vez han sido minoría, también cuentan en esa visión, que ahora vemos en peligro en un mundo en donde las mayorías progresistas brillan por su inexistencia. En Estados Unidos, un tercio de los ciudadanos es incapaz de nombrar uno de los tres poderes de gobierno.

¿Cómo darle poder a tantos ignorantes? Filósofos como Platón y John Stuart Mill ya han propuesto ideas para limitar los efectos políticos perniciosos de la inopia popular. Es aquí, precisamente aquí, en donde se abre la puerta al autoritarismo de izquierda, tan peligroso como el de derecha.

Conclusión: tengo miedo

Queda todavía mucho por analizar. Se debe aceptar que esta racha victoriosa populista de derecha no se alimenta solo del temor e ignorancia: una buena proporción de la clase media, individuos con ingresos anuales de USD 100,000 o más, votaron por Trump, así como lo hicieron 42% de las mujeres y 29% de los latinos (más de los que votaron por Romney). Además, 43% de sus votantes tienen título universitario.

El retroceso del progreso ha causado una profunda división social: los treinta millones de personas votaron en el Brexit (la tasa de participación casi alcanza 72%), dividieron al Reino Unido entre Inglaterra y Gales (favorables a salir de la Unión Europea) y Escocia e Irlanda del norte (a favor de la permanencia).

Colombia, como Estados Unidos, es un país dividido, como lo muestra el proceso que actualmente se desarrolla para aprobar una nueva versión del acuerdo de paz (que sigue generando oposición). Tercero, las mayorías silenciosas pesan fuerte. El abstencionismo debe ser estudiado con mayor detalle.

 




En 2016, los intolerantes afirmaron su voz, por tanto tiempo irrespetada y ridiculizada. Basta de hablar de integración, de paz, de cambio climático, de musulmanes, y de comunidades sexualmente diversas: es hora de ocuparse de la gente “normal” con problemas reales. A partir de 2016, el fenómeno es mundial.

En Francia, los analistas monitorean con atención el apoyo a Marine Le Pen y al Frente Nacional. En Costa Rica, gárrulos oportunistas como Otto Guevara se atreven a reivindicar el discurso incendiario de Trump. Ya se propuso estudiar la abolición del beneficio de la nacionalidad costarricense a los hijos de nicaragüenses nacidos en Costa Rica. Veamos si se le ocurre construir un muro entre Costa Rica y Nicaragua.

El retroceso del progreso se alimentó por una derecha neoliberal que cercenó el consenso keynesiano, pero también por una “izquierda champagne” que en un inicio se quiso oponer, pero que terminó pactando con el capitalismo de la post-Guerra fría.

Ayer fueron los que vemos como “fundamentalistas reaccionarios” los que temieron la llegada a la Casa Blanca, de lo que vieron como un presidente negro, musulmán, que ni siquiera había nacido en Estados Unidos. Hoy, somos nosotros, izquierda y centro-izquierda, los que tememos la llegada a esa misma Casa Blanca de lo que vemos como un populista ignorante, irresponsable, e imprevisible. ¿Ignorancia versus prepotencia?

Fernando A. Chinchilla
San José (Costa Rica), diciembre de 2016

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Llueve sobre mojado: Elecciones a dirección de FACDYC

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Hoy es un día triste para la vida democrática de la Facultad de Derecho y Criminología de la UANL; ante los diversos intentos por parte de estudiantes para lograr un proceso más transparente, más participativo y orientado hacia el desarrollo de una cultura cívica, la respuesta institucional es invariablemente, una negativa a fomentar lo mencionado.

Sea con la propuesta de crear la figura de observador electoral (presente en la legislación electoral local y federal), o bien con la iniciativa a crear un debate entre candidatos a dirección con el fin de informar al alumnado (caso que fue aprobado, pero ignorado por tres de los cuatro candidatos, los cuales no se presentaron), un número de estudiantes utilizan todo recurso disponible a su alcance con tal de lograr una democracia real.

Y es que, tristemente, en la institución de la que han surgido importantes figuras públicas, se ha engendrado un ambiente similar al de las elecciones locales y federales a las que estamos acostumbrados; una propaganda excesiva de los candidatos (que solo sirve para producir contaminación visual), una falta de atención por parte de los candidatos hacia la construcción de diálogos distintos al molde tradicional (debate, por ejemplo), así como un evidente incumplimiento de la mesa directiva en cuanto a mantenerse imparciales en periodo de elecciones (pues apoyaron abiertamente a un candidato a dirección), muestran los mismos vicios (o incluso peores) que hoy someten a nuestra democracia.

Resulta triste la concepción de estos escenarios, en una facultad en la que se enseña derecho, en la que ante todo, debe imperar la justicia y los valores democráticos, los cuales hoy se puede ver, han quedado mancillados por la politiquería y la falta de respeto a los mismos votantes y a la voluntad de la mayoría (en el caso del apoyo incondicional y evidente de la mesa directiva hacia la candidata, María Antonia de la O Cavazos).

 




Ahora bien, al observar los distintos ejes que han sido rechazados, tanto por tres de los cuatro los candidatos (en el caso del debate), como por las instituciones, entendiéndose por estas la mesa directiva y la Honorable Comisión de Vigilancia Electoral, es necesario preguntarse: ¿Qué es lo que falta a los sujetos e instituciones que se han mostrado, con sus acciones, en contra de una progresividad democrática?

Lo primero que habría de mencionar, es la concepción de una cultura democrática, y lo que esta implica. Al comprender y comprometerse a llevar verdaderamente el estandarte de la democracia por parte de las instituciones, y de los aspirantes a cargos de representación (dirección de la facultad, en este caso), los ejercicios de debate, junto a otros de similar naturaleza, deberían ser alentados, y no al contrario.

Asimismo, al comprender la importancia de alentar la cultura democrática junto a los valores que esta conlleva, la voluntad por parte de las instituciones de mantenerse imparciales habría de llevarlos a que, en lugar de inclinarse hacia un individuo en particular, fomenten el voto y la participación estudiantil.

 




Igualmente, a través de dicha voluntad de mantener un ambiente realmente democrático en las votaciones, los grupos que se constituyen al momento de convocarse elecciones, en este caso la Comisión de Vigilancia Electoral, habrían de legislar a favor de la iniciativa del estudiantado, para crear figuras como la de Observador Electoral, y no incurrir en excusas de no poseer facultades para ello (Cuando en realidad el Reglamento Universitario no les da facultad alguna).

Con un compromiso real por incentivar unas elecciones democráticas, transparentes e incentivadoras de la participación más allá del voto, es que la Facultad de Derecho y Criminología podría dar a las elecciones locales y federales, un verdadero ejemplo de apego a lo que es justo y ético, y no del circo y la parcialidad que hoy da.

Lamentablemente, hoy es un día triste para aquellos alumnos que deseaban una democracia real. Esperamos que las próximas elecciones pueda darse un escenario diferente, donde imperen los valores y no la falta de voluntad, la cartera de los candidatos y la parcialidad total de los órganos de representación estudiantil.

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Votó el Enojo

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Una vez más fuimos testigos de que las urnas fueron visitadas por votantes disgustados con la clase política tradicional y deseosos de ver un cambio radical en el status quo del gobierno. Sucedió con El Bronco, el Brexit y ahora con Donald Trump por nombrar sólo tres ejemplos. En lo personal creo que dos grandes temas se desprenden de estos hechos.

El primero es que la democracia quizá no funciona, siendo un sistema fallido que permite que gente sin conocimientos y movilizados por el sentimiento y no por la razón lleven al poder hasta al más incompetente.

 




Segundo, que la gente en todo el mundo está harta de sus gobernantes, que en algunos casos representan la corrupción del poder y el dinero y el abuso de funciones, en todos los niveles y en diferentes alcances.

Atribuyamos la culpa a los millenials, a los rebeldes, a los insurrectos. No importa, los ciudadanos están exigiendo un cambio a los gobernantes y su manera de gobernar. Tal vez es que el sistema de gobernanza debe renovarse y escuchar más de cerca las necesidades de un electorado cada vez más involucrado en las decisiones del sector público y sobre todo cada vez más críticos, con conocimiento o desde la ignorancia, de los resultados de dichas decisiones.

Sin importar si es Nuevo León, la Unión Europea o el país más poderoso del mundo, los gobernados mandan un mensaje que diverge del tradicionalismo y el conservadurismo, al cual sería necio no hacer caso. Como en los negocios, no importa qué tan bueno es el producto sino qué tanto lo compra la gente, de esta forma, más allá de estar de acuerdo con los votantes o de darles la razón, la clase política debe hacer caso a lo que la gente demanda.

También es prudente resaltar que comúnmente el ciudadano pide a sus gobernantes la probidad y virtud que él mismo no tiene. Como ciudadanos exigimos que los funcionarios públicos sean cuasi perfectos cuando nosotros mismos somos partícipes de la corrupción al dar mordida a un policía; del abuso cuando construimos una casa sin uso de suelo; de evasión cuando hacemos lo imposible por no pagar nuestros impuestos; y un sin número de casos más donde somos muy buenos para exigir pero malos para cumplir con nuestras obligaciones.

Toda proporción guardada y bajo el contexto adecuado, pero todos somos partes de la decadencia o avance de nuestro entorno.

Lo he mencionado antes y lo reafirmo ahora, la clase política debe reinventarse, los servidores públicos debemos prestar mayor atención a la coyuntura actual y transformar la forma de ejercer el gobierno de un municipio, de un estado y sobre todo de un país.

El futuro del orden mundial dependerá de la capacidad de entrelazamiento de gobierno, sector privado y ciudadanos; de la cercanía de las necesidades de la gente y de las posibilidades de los gobiernos; y de la participación del empresario en la infraestructura pública.

 




Todo esto tomando como premisa que el crecimiento y desarrollo económicos son la directriz del estado de derecho y la principal variable del bienestar social. Sin embargo, tal vez lo anterior puede ser logrado con un sistema electoral distinto a la democracia. Como ejemplo, a pesar de que muchos resultarán ofendidos, el crecimiento económico de México en la época de Porfirio Díaz fue inaudita.

La modernización social y de infraestructura lograda en su mandato hizo que nuestro país se transformará de una nación rural a una con ciudades industriales con servicios públicos y trabajo para todos.

La democracia permite que un gobernante llegue al poder con tan sólo 30% de los votos del electorado, tal y como sucedió en 2012 con el triunfo de Enrique Peña Nieto, cuya aprobación es cada vez menor. Si bien en 2015 las elecciones de Nuevo León dieron el triunfo a Jaime Rodríguez con 50% de los votos, a un año de su paralizada gobernanza la gente se empieza a dar cuenta, afortunadamente, de la inmensa incompetencia de su administración.

Ahora con Donald Trump como Presidente, no sólo Estados Unidos, sino el mundo entero está a la espera de sus acciones y de los efectos que su victoria traerá. El futuro inmediato de la economía y política mundiales depende, para bien y para mal, de lo que suceda en el país americano. ¿Le damos al President Trump el beneficio de la duda?

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TIEMPOS DE REFLEXIÓN SOBRE LA DEMOCRACIA

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La salida de la Unión Europea por parte del Reino Unido vía referéndum popular, el rechazo del acuerdo de paz con las FARC propuesto al pueblo colombiano mediante plebiscito, y ahora la elección popular del candidato por el Partido Republicano, Donald J. Trump, como Presidente de los Estados Unidos de América. ¿Difícil año para la democracia en el mundo?

Este tipo de decisiones, que no han sido ni populares ni bien recibidas por los sectores intelectuales de las poblaciones respectivas de sus países (y diría yo, no solo en sus países, sino en el resto del mundo), han traído severos cuestionamientos a esta forma de gobierno, cuyos orígenes se remontan a la antigua Atenas.

Pareciera ser que después de más 2,500 años de historia y progreso, aún no ha terminado de comprenderse la naturaleza y características inherentes al sistema político más utilizado del mundo.

Es por todos conocido que la democracia parte de una premisa fundamental: La igualdad, misma que en los últimos 100 años ha alcanzado tal importancia que además de ser un concepto ineludible al hablar de cualquier tipo de justicia, incluso se ha reconocido como un derecho humano, inherente a la propia dignidad de las personas.

 




Errónea resultaría la apreciación de esta sola parte del rompecabezas, pues existe otra característica, mucho menos popular y muchas veces difícil de digerir (como en estos casos), que le es inherente al sistema griego: La solidaridad.

La democracia obliga a quienes no fueron mayoría al momento de manifestar su voluntad en una decisión (por ejemplo, una elección popular) a someterse y sujetarse a lo decidido por quienes conformaron la mayoría, sin importar si la decisión cumple con los estándares mínimos aceptables de racionalidad, moralidad e inteligencia.

 




Podrán pensar muchos en que lo anterior le da la razón a los críticos de esta forma de gobierno, pero se equivocan. La solidaridad democrática, antes de constituir una falla, representa una fortaleza porque nos obliga a todos los integrantes de una sociedad a crecer juntos en conciencia, sensibilidad y educación. Impide que un sector de la población más consciente que el resto se aisle del resto de la sociedad y avance por sí solo, pues lo obliga a compartir su progreso intelectual.

Los líderes políticos del Reino Unido, el Presidente de Colombia y el Presidente de Estados Unidos, todos le fallaron a su sociedad. Les faltó trabajar en la educación de la gente, les faltó trabajar en su sensibilización, y les faltó mucha inteligencia a ellos mismos por no anticipar estos resultados.

La democracia sigue siendo la mejor forma de gobierno en el mundo, y el día de ayer, por tercera vez este año, nos mandó un fuerte mensaje a todos. ¿Ya iremos a responder, o hasta cuándo?

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La crítica, la confrontación de ideas y la democracia

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“En una democracia es necesario que la gente aprenda a soportar que ofendan sus sentimientos”

-Bertrand Russell

A raíz de los recientes posicionamientos en contra de las pretendidas reformas al artículo cuarto respecto al matrimonio igualitario, se ha observado una postura, por parte de diversos colectivos, la cual establece que “debe respetarse su manifestación de ideas”, al momento de criticarse esta misma. De esta forma, ante tal situación resulta inevitable recordar algo que, no se ha llevado a cabo desde hace tiempo en nuestro país: la crítica y la confrontación de ideas.

Y es que un sano ejercicio de la libertad de expresión, el cual va de la mano con una democracia real, implica una discusión de ideas, implica además una confrontación por parte de las mismas; por esto mismo, resulta propiamente pobre el terminar, ante una opinión distinta a la que se sostiene, el recurrir al “respeto”, para terminar con dicha discrepancia.

Es necesario recalcar que, respetar las posiciones contrarias en torno a un tema determinado (cualesquiera que sea), no quiere decir que uno deba quedarse callado, sino que el respeto debe referirse más, hacia una valoración de la dignidad de la persona que emite su postura; de esta manera, habría de entenderse el respeto a los posicionamientos opuestos como el no coartar el derecho del otro, ni menoscabar su persona.

Mientras esto prevalezca, no se tendría problema en llevar una discusión, con el fin de desarrollar y enriquecer al intelecto humano, pues más ganamos cada uno de nosotros con una confrontación de ideas distintas, a con un pensamiento uniforme.




Por lo tanto, si queremos conseguir un sentido progresivo de la libertad de expresión, así como de la democracia, es necesaria la creación de más espacios para los debates de cualquier tipo de ideas (religiosas, políticas, sociales), con el fin de generar un intercambio de concepciones sobre distintos tópicos, así como la creación de proyectos ligados al llegar a un punto medio de parte de los participantes en dichas intervenciones.

Igualmente, ante dicha propuesta se implica un avance en el sentido de la tolerancia, entendiéndose esta, como una valoración la cual no impida el ejercicio de la libertad de expresión, ni impida el ver al ser humano como lo que realmente es: un ser que merece un trato digno, sin importar su etnia, ideas, orientación sexual o religión.

Asimismo, el progreso en la libertad de expresión, implica algo que no ha llegado a ver en su totalidad el país: una crítica autentica, hacia el gobierno en turno. Esto, se entendería como el tener todos los medios disponibles (televisivos, de radio, etc) para poder establecer una crítica (también, por qué no, una sátira) real hacia los poderes de la unión, sin temor a ser censurado.




Finalmente, al considerar esta libertad de expresarse, de criticar y de confrontar, se podrán ver materializados los frutos de este derecho, lo cual se traduce a la concepción de una democracia más sana, más congruente, en la que no solo se respete la libertad para explayarse del otro, sino que se consagre el ciudadano a aquella máxima (equivocadamente atribuida a Voltaire) de la autora Evelyn Beatrice Hall: “No estaré de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo”.

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Mírame y no me toques

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“Es la sensación que sentimos de que, como Consejo Ciudadano, podemos hacer muy poco” comentó Graciella Fulvi al anunciar ante los medios la renuncia de al menos 6 de los 7 contralores ciudadanos (Rogelio Sada, Malaquías Aguirre, Lourdes López, Graciella Fulvi, Sandra Garza y Paula Villalpando).

La renuncia se deriva, entre algunas cosas, por el famoso #cobijagate y la poca respuesta que el gobierno habría tenido contra la falta administrativa. El órgano fue creado con el objetivo de sumar esfuerzos, al supuestamente vigilar y corregir, junto con la administración estatal, los esfuerzos en la lucha diaria contra la corrupción.

Este comentario contrasta con lo dicho por Nora Elia Cantú, contralora general del gobierno independiente, cuando el pasado 02 de marzo comentó en la toma de protesta de este mismo consejo que “el aparato burocrático es grande y su participación va a ser muy valiosa”.




¿Valiosa? Al parecer lo habrá sido para efectos de opinión pública porque ellos solo están para “ver, no revisar” según dijo Jaime Rodríguez. Mírame y no me toques diría Joan Manuel Serrat. Pero desgraciadamente es cierto lo dicho por el Bronco. La ley lo respalda. Legalmente no tienen ningún poder para actuar e incidir, y es aquí donde entra lo irreverente de la situación. Tener a gente de tanto prestigio y talento, solo para aparentar participación, pero vetando su injerencia, es no solo absurdo sino un desperdicio de tiempo para cualquiera.

Pero no quiero enfrascarme en hecho mencionado, sino en la reflexión de la efectividad de los modelos de participación ciudadana, los cuales deben dejar de ser simples observadores y convertirse en una especie de juez que puede y debe incidir en el día a día de la administración gubernamental.

Hoy se habla de los contralores ciudadanos, de revocación de mandato, de consultas ciudadanas, de democracia participativa, pero si estas herramientas no van acompañadas de un poder factico para transformar, de poco nos servirán para mejorar al país. La bandera ciudadana no debe de ser de dientes para afuera, sino la columna vertebral de cualquier gobierno.

Y es que, si la política se la dejamos a los de siempre, se hará política para los de siempre.




POSDATA: Alarmante los resultados del referendo en Colombia del domingo pasado. Los ciudadanos salieron a las calles a votar y rechazar, por mínima diferencia, los acuerdos de paz con las guerrillas de las FARC. La democracia en manos de la desinformación puede ser muy dañina. Más amor por favor.

Si no nos vemos, pues nos escribimos.

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LA PARADOJA DE LA TOLERANCIA

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Más que un insulto, se trató de una mirada condescendiente que mezcló pobreza, raza, e ignorancia. En una cena en casa, uno de los invitados se refirió despectivamente hacia los africanos. El comentario no duró cinco segundos, pero fue suficiente para que decidiera, en ese momento, que esa persona no volvería, pues no abalaría ni aprobaría, ni siendo ni dejando ser, el racismo en cualquiera de sus formas.

La decisión la tomé allá por 2002, y me hizo descubrir lo que luego llamé la “Paradoja de la Tolerancia”: la mejor forma de contribuir a la construcción de un mundo más tolerante, es denunciando pública y enérgicamente a los intolerantes, entre ellos, por supuesto, a los racistas.

Que no se malentienda: mi lucha es por un mundo más tolerante, y si existiera otra forma de contribuir activamente a ese ideal, la promovería. Hoy, retomo este tema en el contexto de la discusión sobre la familia diversa en México, y lo hago en dos partes: primero recuerdo algunos de los hechos que han acontecido recientemente al respecto; luego, golpeo en el Talón de Aquiles del movimiento.  

Los hechos

El 17 de mayo de 2016, el Presidente de México, Enrique Peña Nieto, propuso una iniciativa federal conocida como de “matrimonio sin discriminación”. La misma busca modificar el primer párrafo del artículo 4 de la constitución, para garantizar que cualquier persona mayor de 18 años, residente en México, pueda casarse sin ser discriminada por cuestiones étnicas, de género, de discapacidad, por su condición social, su salud, su religión, o sus preferencias sexuales, entre otros.

También propuso un decreto para reformar el Código Civil Federal para asegurar el “matrimonio igualitario”. Algo de Pink Washing Político – estrategia marketing que consiste en mostrarse gay-friendly para ganar simpatía ante la opinión pública y desviar así la atención sobre otros problemas – hay en las iniciativas, pero igual, existen criterios jurídicos que obligan al gobierno a moverse en esa dirección.

 Por un lado, es innegable que existe discriminación entre los gays residentes en los estados en donde sí se reconoce el matrimonio igualitario (Campeche, Chihuahua, Coahuila de Zaragoza, Ciudad de México, Colima, Estado de México, Jalisco, Michoacán, Morelos, Nayarit, y Quintana Roo), y en los que no.

México es una federación, y cada Estado posee un código civil que regula la cuestión del matrimonio. Pero el acceso a los derechos no puede ni debe variar en función del Estado de residencia. ¿Qué sucede con las parejas legalmente casadas en un Estado que se mudan a uno en donde su matrimonio no es válido?

Por el otro, la Resolución de Jurisprudencia 43 2015 de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (12/06/2015) señala que no es idóneo, en términos constitucionales, defender que la finalidad del matrimonio es la procreación.

Es entonces imposible vincular los requisitos del mismo a las preferencias sexuales, pues se excluyen injustificadamente del acceso al matrimonio (con ello se discrimina) a los gays. En los principios de igualdad ante la ley de las que se inspiran las sociedades modernas, la discriminación basada en la orientación sexual está prohibida.

Por lo tanto, ningún juez en México, incluso en un Estado en donde no se permite el matrimonio igualitario, puede negar ese derecho. En ambos casos, la acción del gobierno federal es pertinente y necesaria, y la misma deberá ser discutida en el congreso mexicano en un futuro cercano.

Ahora bien, a fines de agosto de 2016, la “Coordinadora Nacional Pro Familia” anunció que el movimiento mexicano contra el matrimonio gay, aglutinaba 250,000 firmas. Se advierte que la inclusión de la “ideología” de género en la educación de los niños y adolescentes, y la inclusión de México en la lista de países que desean promover esa “ideología” a nivel mundial, genera problemas.

Marcial Padilla, Director de la Asociación Conciencia y Participación, señaló que “la ideología de género es una forma de oponerse a la biología, donde el género de una persona se describe como un hombre o una mujer, sin embargo, con la nueva ideología se establece que los seres humanos son una entidad psíquica y pensante”.

Indica el movimiento que la sociedad debe saber que el gobierno federal planea entregar a niños en adopción a parejas del mismo sexo, incorporar el divorcio exprés, eliminar los exámenes prenupciales, y permitir el cambio legal de sexo a cualquier ciudadano.

Los que defendieron las manifestaciones adujeron que no se trataba de una actitud homofóbica, sino que defendían el derecho de los padres a educar a sus hijos y a incidir sobre el contenido de los libros de texto educativos. Al fin y al cabo, México es una democracia; el respeto a la diversidad, que tanto defienden los gays, debe ser una actitud que va en ambas direcciones, pues existe libertad de pensamiento.  

El pensamiento

Antes de continuar, desearía aclarar que “género” no es una ideología, sino un campo de estudios interdisciplinario académico-científico, compuesto por diversas corrientes teóricas, en donde se incluye, en efecto, estudios LGBT y, a veces, la sexualidad, pero en donde también se desarrollan estudios feministas y sobre masculinidad. No se necesita un PhD. para saber esto: esta definición viene de Wikipedia y la obtuve googleando “teoría de género”.

Existe, además, una serie de resoluciones internacionales y de documentos para proteger a la comunidad LGBT, porque se le vulneran una serie de derechos humanos, entre los que se encuentra, precisamente, la discriminación en relación al acceso de servicios básicos como la vivienda y la asistencia sanitaria. Cualquier intento del Gobierno Federal por cambiar el artículo cuarto de la constitución, para adecuarlo a las normas internacionales en la materia, no es mera coincidencia, como se verá más adelante.

A nivel internacional, se acepta hoy que la orientación sexual forma parte de la dignidad de la persona. De hecho, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos indica que se trata de una parte fundamental de la vida privada de las personas, y la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha sostenido que la misma forma también parte del concepto de libertad y del derecho de auto-determinación individual.

Los Principios de Yogyakarta (Indonesia, 2007), que buscan facilitar la aplicación de la legislación internacional de derechos humanos en relación con la orientación sexual y la identidad de género, indican, en su principio # 24, que “toda persona tiene el derecho a formar una familia, con independencia de su orientación sexual o identidad de género, y responsabiliza al Estado para crear el contexto normativo que lo permita.

El derecho a la igualdad y a la no discriminación están consagrados en la Declaración Universal de Derechos Humanos, en la Carta de Naciones Unidas, y en los tratados internacionales en la materia.

Es decir, sabíamos que la tierra es redonda y que somos nosotros los que damos la vuelta alrededor del sol. Ahora, nos enteramos que existen diversas configuraciones familiares, que existen derechos internacionales (que México, por cierto, ha firmado), y que los Estados deben actuar para proteger.  

Claro, con un poco de perspicacia, se podría señalar que el famoso artículo 4 no aborda la cuestión del “matrimonio”, y aunque sí hace referencia a la “familia”, en ningún lado se indica que el mismo debe ser obligatoriamente entre hombre y mujer. Entonces, si se desean defender los derechos de los heterosexuales, habría que cambiar la constitución para que restrinja claramente este derecho. El asunto, precisamente, es que no se puede restringir el acceso a la familia. Sería inconstitucional.

También se podría señalar que al ser el matrimonio un concepto religioso, se debería poder preservar la integridad de la institución. Es decir, la unión entre personas del mismo sexo podría llamarse “Unión Civil” o cualquier otra analogía. Al fin y al cabo, si se pide respeto: ¿Por qué no darlo? ¿Y qué más da si se le cambia el nombre con tal que elimine la discriminación?

Ahora bien, el susodicho artículo 4 indica que todos tienen derecho, además de la salud, a un medio ambiente sano, al agua potable, a la cultura, a vivienda digna y decorosa, y a una alimentación sana, a decidir sobre el número y ritmo de los hijos. Confiere también al Estado la labor de cumplir con el principio de interés superior de la niñez (los derechos de los niños pasan primero). Y este es el meollo del asunto. No es una cuestión religiosa: es una cuestión de educación.  

Como el matrimonio está a la base de la familia, la cual es el entorno de la niñez, entonces si se desea proteger la infancia, se debe evitar que las uniones entre personas del mismo sexo sean consideradas “familia”, para lo cual se debe impedir el matrimonio igualitario. Como los mismos manifestantes lo dicen, no se trata de discriminar a parejas gays, sino de proteger el derecho de los padres a educar a sus hijos.

Claro, no hay discriminación, solo preocupación: no vaya a ser que “se les pegue” esa “condición”, que se “vayan a confundir” por tener ese tipo de “modelos”, o que vayan a ser víctima de acoso en las escuelas (porque claro, la sociedad va a continuar siendo igual de intolerante). Pero no es discriminación. Y aquí es en donde el argumento cae por su propio peso.

Este movimiento lo que intenta es preservar el “derecho” de esos padres para educar a sus hijos de forma tal que no sean gays. O a evitar que haya “mal suertudos”, infantes dados en adopción, que podrían caer en ambientes gays. Tal vez no todos lo ven así, pero sospecho que muchos sí adhieren implícitamente a esta idea.

En el momento en que se defiende la idea que los gays no nacen, sino que se hacen, se asumen posturas homofóbicas en donde sí se discrimina. Un homosexual, no es, digamos, como un gordo, el cual, en la gran mayoría de los casos, no nace, sino que se hace (excepción hecha a casos de tiroides o de metabolismos lentos).

Un gay nace y, si se le respeta su derecho de auto-determinación y a su privacidad, vivirá su vida gay, bien gay, aunque haya sido educado en un ambiente heterosexual. Lo contrario también es cierto: así como lo heterosexual no es contagioso, lo homosexual tampoco lo es.  

Conclusión: me declaro en contra de la ideología de la gordura

Quisiera yo que esta columna fuera una pérdida de tiempo, que no sirviera para nada. Pero no es así. Todavía falta mucha educación, aunque la paradoja de la intolerancia no nos deja mucho espacio para caminar hacia atrás. Señalo que me declaro en contra del matrimonio entre las personas obesas. No es natural tener sobrepeso. La ciencia es clara sobre cuál es el índice de grasa corporal “normal” y saludable.

Además, y sin tomar en cuenta el “bullying” al que pueden ser expuestos en las escuelas los niños de condición redonda, todos sabemos que por comer chatarra se contraen enfermedades crónicas incurables, como la diabetes. ¿No castiga así “Dios” la gula? El objetivo primero de la alimentación es nuestra supervivencia.

 

 

Comamos entonces sencillito, en las proporciones recomendadas. Y no nos hagamos de la vista gorda: en varias partes de la Biblia se intuye que la gordura es pecado. Para muestra varios ejemplos: bebedores y comelones empobrecerán; el hijo glotón es vergüenza de su padre; no debemos permitir que nuestros apetitos nos controlen; y la habilidad de decir “no”, el “auto-dominio”, es uno de los frutos del Espíritu.

¿Quién ha visto a un Jesús regordete? Nadie, porque nuestro Cristo es flaco. Así lo quiso nuestro Señor. Y como él también quiere que seamos a su imagen y semejanza, entonces todos debemos ser delgados. Imagínese la degeneración de un mundo en donde infantes, inocentes criaturas, se contagien de la gordura de sus padres.

La paradoja de la intolerancia me lleva hoy a ponerle un alto a los eufemismos, y a llamar las cosas como son. Tolerar la homofobia escondida detrás de la defensa de la “diversidad del pensamiento” es dar un paso atrás. La “ideología de género” que tanto incomoda, es la misma que censura la ablación de clítoris (por razones culturales o religiosas) en Asia y África.

Comencemos a defender los relativismos culturales, y perderemos entonces los avances universales que hemos alcanzando durante el siglo XX, y que diferencian el mundo moderno de otras etapas de la historia humana. Hoy, debemos denunciar la intolerancia para parar su progreso. Por cierto, se me olvidaba aclarar: no soy “gordofóbico”: no tengo nada en contra de los gorditos.

De hecho, tengo varios amigos y amigas con ese estilo de vida (o “condición”). Los quiero mucho, (no los promuevo, pero) los tolero e, incluso, los respeto. ¿O ahora resulta que no puedo ejercer mi “derecho humano” a no estar de acuerdo con la “ideología” de la gordura?    

Fernando A. Chinchilla
Ciudad de México, octubre de 2016

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”

2017: Democracia costosa

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Hace dos semanas el nuevo Secretario de Hacienda, Antonio Meade, entregó a la Cámara de Diputados el Presupuesto Federal 2017. Ahora si el 2016 pintó negro para el país, el 2017 es un severo retroceso para México. La mayoría de las dependencias sufrirán duros recortes y por esto mismo programas sociales y de ayuda tendrán que ser cancelados o suspendidos ya que no hay dinero para mantenerlos. Pero no todos fueron víctimas de estos recortes.

La Secretaría de Educación que tuvo un presupuesto en el 2016 de $303 mmdp sufrirá una reducción y tendrá $265 mmpd, una disminución del 12.54%. Mientras atanto la Secretaría de Salud obtuvo en el 2016 $132 mmdp y el 2017 recibirá $121 mmdp, una reducción del 8.33%.

Pero los partidos políticos son otra historia, ellos para el 2017 tendrán un aumento en sus presupuestos, mismos que resumo a continuación:

pfederal

Así es estimado lector, mientras que dependencias que le responden a la gente, que ayudan a los ciudadanos, en teoría, como lo son la Secretaría de Salud y la Secretaría de Educación Pública, tienen que amarrarse el cinturón, los partidos políticos hacen todo lo contrario y se aumentan sus presupuestos para poder financiar sus actividades diarias y campañas políticas.

Este aumento viene en un momento muy extraño, ya que a diferencia del 2015 y 2016 donde hubo elecciones en más de cinco entidades federativas. En el 2017 sólo cuatro estados tendrán elecciones, de los cuales solo tres tienen elecciones a gubernatura, y sólo uno elegirá ayuntamientos, diputaciones, regidurías y gubernatura. Entonces, ¿por qué el aumento?

mapa

Nuevamente los partidos políticos nos dan una lección, pero a la mala, la lección es que la democracia en México nos cuesta mucho y en el 2017 nos costará más. Mucha gente está siendo engañada con la cantaleta que, si los partidos no tienen este presupuesto público, probablemente consigan dinero por de la delincuencia organizada y/o el miedo irracional de muchos, por los empresarios.

Esto es falso, puesto que ya sucede en la actualidad y tenemos dinero que proviene de lugares oscuros y claro de empresarios que terminan en las campañas políticas de muchos candidatos.

Lo repito, es hora de que la democracia cambie en México, que tú como ciudadano tengas el poder de desde día uno elegir con quien se va tu dinero, que candidato se merece tus $20 pesos, $50 pesos, $500 pesos o $100,000 pesos.

No que como en la actualidad, mantenemos a partidos políticos que son negocios familiares y que cumpliendo con el mínimo de votos seguiremos financiando sin que nos den resultados.

Te invito a firmar la siguiente petición, que tiene ya algunos meses, y pongamos fin al financiamiento público de los partidos:
https://www.change.org/p/abajo-al-financiamiento-público-de-los-partidos-pol%C3%ADticos