Siete días

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Algo curioso de la política estadounidense, es que las campañas a la presidencia duran demasiado. El presidente que busca reelección está básicamente 3 años y medio en campaña, y cualquier otro candidato debe recorrer en promedio un año y medio, desde que anuncia sus intenciones de competir, hasta el día de la elección general.

Y ya sólo faltan 7 días. De hoy en una semana estaremos siendo bombardeados (aún más) de información referente a lo que suceda en las urnas del vecino del norte. Los antecedentes no se los tengo que contar, porque ustedes ya los saben. Donald Trump y Michael Pence defienden sus cargos contra Joseph Biden y Kamala Harris. Hay quienes creen que Trump y Pence ganarán de nuevo sin mayores problemas, aunque los números indiquen lo contrario. Repasemos:

El modelo estadístico FiveThirtyEight (que es en el que yo personalmente más confío) le da un 87% de probabilidad de victoria a Joe Biden. Le da ventaja en estados clave con Pennsylvania, Florida y Carolina del Norte, así como empate técnico en Iowa y Georgia. También le da ventaja a los demócratas para mantener la Casa de Representantes y recuperar el control del Senado. Realmente todos los medios confiables (en serio, todos) le dan ventaja a Biden. Algunos más que otros pero el exvicepresidente aventaja en todos.

Otro modelo que reviso todos los días es el de The Economist. Este le da a Joe Biden un 96% de probabilidad de ganar el Colegio Electoral, y un 99.5% de probabilidad de ganar el voto popular. 

Cabe recordar que en Estados Unidos no te sirve de nada ganar el voto popular si no se gana el Colegio Electoral. 

Este sistema reparte “electores” entre todos los estados de la Unión, según el número de representantes que se tengan ante el Congreso. Por ejemplo, si Alabama tiene 7 representantes y 2 senadores, le corresponden 9 votos electorales. Y así con todos los demás. La cantidad de representantes se determina a través del censo que el gobierno realiza cada década, para asegurar que los estados tengan representaciones que se ajusten a la cantidad de gente que vive en esos estados. 

Volviendo al tema, ya sé lo que estás pensando. “Pero es que Hillary Clinton igual aventajaba a Donald Trump y mira como terminó todo”. Y sí, tienes razón. Y de hecho aún con esta desventaja Trump tiene reales posibilidades de ganar, pero te voy a contar por qué esta vez es diferente.

Primero, el promedio de ventaja que Hillary tenía sobre Trump en las encuestas era de 3 o 4 puntos, es decir, dentro del margen de error que las casas encuestadoras advierten. Al día de hoy, Joe Biden tiene 9 puntos de ventaja sobre Trump, en ocasiones sacando hasta doble dígito. Esto ya esta fuera del margen de cualquier error estadístico.

Segundo, en 2016 Hillary era quien recibía las críticas de la situación en la que se encontraba Estados Unidos, porque era la candidata del partido en el poder. Este año, el responsable es Donald Trump, y su aprobación no goza de números que lo puedan hacer sentir tranquilo respecto a su reelección.

Tercero, desde el año pasado los expertos del tema comentaban que mientras la economía estuviera bien, Trump ganaría sin problema. Con la llegada de la pandemia, la economía estadounidense colapsó. Si bien el virus no es culpa de Trump, quedó a deber con su respuesta y su última carta fuerte se desvaneció.

Cuarto, la situación social en Estados Unidos es delicada. La injusticia racial y otros grandes problemas impulsan a aquellos que normalmente no votan, a participar. De hecho, la cantidad de gente que está votando con anticipación es 10 veces mayor a la de 2016.

En pocas palabras, es muy, muy probable que 2021 comience con un nuevo inquilino en la Casa Blanca. Pero tampoco es imposible que Trump gane. Por ejemplo, por más mal que se vea en los números, sólo le bastaría ganar Florida, Pennsylvania y Wisconsin (además de todos los estados en los que mantiene ventaja) para así voltear la tendencia y quedarse con la presidencia. Difícil, sí, imposible, para nada.

Es muy interesante observar cómo se maneja la política estadounidense. No hace falta mencionar las implicaciones que los resultados del 3 de noviembre tendrán para nuestro país. Te invito a mantenerte al tanto, y si tienes alguna pregunta, no dudes en mandarme mensaje. 

Rompe Estados Unidos récords de voto anticipado

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Estados Unidos ha roto récords este año en cuanto al volumen de votos por anticipado que se han emitido, con más de 35 millones, a dos semanas de las elecciones presidenciales.

Catorce días antes de la fecha oficial en la que se dará a conocer al ganador entre Trump y Biden, ya se ha alcanzado el 70% del volumen total de votos por anticipado que se emitieron en los comicios de 2016, según un análisis publicado este martes por The Washington Post.

Más de 35 millones de estadounidenses ya se han manifestado en las boletas electorales -en medio de una creciente preocupación en torno a problemas con la votación por correo-, conforme a lo descrito por el independiente Proyecto de las Elecciones en EU.

Hace cuatro años, en las mismas fechas, de acuerdo con el mismo ente, menos de 6 millones de personas habían votado ya.

– Un cuarto de los votantes de 2016 –

Las papeletas que se han emitido por adelantado hasta el momento suponen, además, el 25% de los 136 millones de votos que se contabilizaron en total durante las elecciones del 2016, cuando Trump se impuso ante la demócrata Hillary Clinton.

Debido a que los simpatizantes registrados del Partido Demócrata han votado en mayor proporción que los republicanos en estados que proporcionan información sobre las preferencias electorales, como Florida, Carolina del Norte y Pensilvania, los partidarios de Biden se han mostrado esperanzados.

Conjuntamente, gran parte de quienes han votado por adelantado han sido mujeres y gente afroamericana, dos perfiles que -según datos regionales revistados por el Post- tienden a respaldar al partido azul.

No obstante, la campaña del Presidente Trump ha asegurado que sus seguidores prefieren votar el día de las elecciones. Estos votantes, de igual forma, han manifestado que prefieren ejercer su voto en persona que por correo.

Pese a que el 53% de quienes han votado por anticipado a lo largo de una veintena de entidades son demócratas y sólo el 25% republicanos, la diferencia se estrecha cuando se presta atención a quienes han ejercido el derecho en persona: 43% demócratas y 36% republicanos, de acuerdo con el Proyecto de las Elecciones.

– La complejidad del voto por correo –

A causa de la pandemia de Covid-19, las posibilidad de votar por correo se han ampliado este año; doce de los estados de la Unión Americana -entre ellos entidades claves como Arizona y Ohio- envían automáticamente solicitudes de votos postal a los hogares de cada uno de los electores registrados, mientras que otros diez mandan directamente las papeletas.

Sin embargo, en algunos estados, como Pennsylvania y Michigan, también considerados como demarcaciones bisagra, está prohibido empezar a procesar los votos emitidos por adelantado hasta el día de las elecciones. Esta situación podría generar un probable retraso en el recuenta de las papeletas.

En casi de que dichos votos acaben por inclinar dichas entidades en favor de Biden momentos después de que se estimara que iban a engrosar la columna de Trump, muchos observadores han expresado su temor por la posibilidad de que el Mandatario no reconozca el resultado, un escenario extremo que podría derivar en una crisis constitucional.

Igualmente, la entrega de cartas y paquetes por correo también ha provocado preocupación en al menos diez entidades clave, en las que el servicio de paquetería de primera clase ha ido un 7.8% más lento que a principios del año, conforme a datos del Servicio Postal que también fueron analizados por TWP.

Estos retrasos se deben en parte a los recortes que los dirigentes del Servicio Postal nominados por Trump empezaron a implementar este verano, aunque finalmente dieron marcha atrás ante la fuerte polémica generada en el país.

Las perturbaciones al interior del Servicio Postal podrían tener un impacto decisivo, ya que en estados bisagra como Michigan, Wisconsin y Georgia no se aceptarán papeletas que lleguen después del 3 de noviembre, aun si su sello postal data de una fecha previa. Mientras tanto, en lugares como Carolina del Norte no se tramitarán votos recibidos después del día 6.

(Fuente: EFE)

#ElTalónDeAquiles: “Se abre el telón: el Trump-tico”

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Cuando Hillary Clinton manifestó en 2016 que la mitad de los seguidores de Trump eran “deplorables”, refería a un segmento poblacional “racista, sexista, homofóbico, xenofóbico, y islamofóbico”, que votó más por reacción que por acción. Se trataba de un “voto pre-moderno” contrario a los ideales de tolerancia, internacionalismo y cosmopolitismo tan promovido por el pensamiento progresista contemporáneo. Se trata del mismo voto que pidió sacar a Inglaterra de la Unión Europea, que rechazó el acuerdo de paz en Colombia, que eligió a Trump, y que hoy apoya en Costa Rica a Juan Diego Castro. Es un voto antisistema que muchos ven irracional, motivado por el odio, la ignorancia, y por el hartazgo ante las élites políticas tradicionales.

Además de los tres partidos que han ganado las elecciones en el pasado – Liberación Nacional (PLN), Unidad Social Cristiana (PUSC), y Acción Ciudadana (PAC), se presentan 16 agrupaciones más al proceso electoral costarricense de 2018. Dejo por fuera aquí al Movimiento Libertario (ML) y al partido Republicano Nacional (RN); al ser rezagos de la derecha tradicional, fueron ya estudiados en la primera entrega de esta serie de artículos. Tampoco incluyo al Partido Renovación Costarricense (PRC), que a pesar de tener representación legislativa (2014-18), se disolvió en mayo de 2017. En fin, dejo también por fuera al PAC, al Frente Amplio, y a otros grupos, que, al ser parte de la izquierda, serán abordados en mi última entrega de esta trilogía. 

De los partidos minoritarios que tienen hoy representación legislativa, los partidos Restauración Nacional (PREN), y la Alianza Democrática Cristiana (ADC) forman parte del llamado “Bloque Cristiano”. Basado en un raciocinio puritano, estas agrupaciones defienden posiciones en contra de la fertilización in vitro, de la unión de parejas del mismo sexo (en cualquiera de sus formas), y buscan endurecer la legislación sobre el aborto. Por la flagrante contradicción con los principios del “Estado de Derecho”, nunca he entendido cómo es posible que todavía se acepte en Costa Rica partidos políticos religiosos. El establecimiento de un Estado laico es una de las deudas históricas de los forjadores de la patria. Pero este es tema de otro artículo. Por suerte, el peso electoral de estos partidos es insignificante.

Sin embargo, un nuevo actor, el Partido Integración Nacional (PIN), puede convertir la pesadilla estadounidense en una realidad tica. Su candidato a la presidencia, Juan Diego Castro, un abogado cuyas raíces se sitúan en la oligarquía cafetalera, es conocido por haber roto agujas de peaje (al negarse a detenerse), por haber sido acusado de violencia doméstica en contra de su madre, y por haber sido mencionado en la investigación de los Panama Papers. Con un estilo excéntrico e irreverente, Castro ha logrado crecer de un 6% en las intenciones de voto (agosto) a un 15% (noviembre). Los datos, provenientes de encuestas del Centro de Investigación y Estudios Políticos de la Universidad de Costa Rica, lo ubicaban en noviembre de 2017 en empate, a la cabeza, con el candidato del PLN. Cualquier parecido a la disyuntiva entre escoger entre el “payaso Trump” y la “crooked Hillary”, es mera coincidencia. Claro, el PLN no es opción.

Se equivocan aquellos que indican que Juan Diego Castro es una distracción para solapar al “verdadero enemigo”, el PLN. Por su discurso antisistema, su capacidad a capitalizar en la exasperación popular, sus dotes para convertir a la política en un espectáculo de mal gusto, su verborrea sin medida, y su excéntrica irracionalidad con sabor populista, Castro es un peligro para la institucionalidad de Costa Rica. En el amanecer de la larga noche neoliberal, comenzamos apenas a ver las secuelas de la desmejora en los sistemas educativos de las últimas décadas. Castro es reflejo de nuestra sociedad: “¡Démosle un merecido a esos politicuchos que nos han gobernado desde hace años! Luego nos preocupamos por las consecuencias”. ¡Qué grave error es pensar así! En este mundo de redes sociales, en donde la política es espectáculo y lo superficial puede más que lo sustantivo, lo que Clinton llamó despectiva (y erróneamente) “los deplorables”, muchos de los cuales no son más que la gente común, unieron sus voces en contra de un sistema disfuncional que dejó de responder a sus expectativas desde hace tiempo. Se trata, hasta cierto punto, de una versión postmoderna de la dictadura del proletariado.

Fernando A. Chinchilla

Cholula (México), diciembre de 2017

Gobierno de Trump indagará nexos Clinton-Rusia

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Monterrey(24 de julio 2017).- Donald Trump, presidente de Estados Unidos, cuestiono a los comités del Congreso y al Fiscal General, Jeff Sessions, el porque no investigan loa lazos que aseguran que hay entre Hillary Clinton y El Gobierno de Rusia.

Tras publicar en su cuenta de Twitter que se defenderá de la investigación que están haciendo varios comités del congreso, esto para averiguar si la campaña del multimillonario en alianza con el Gobierno de Rusia influyeron en el resultado de os comicios y dañar a Hillary Clinton.

Trump aprovechó también para arremeter en contra de Jeff Sessions, ya que en la semana pasada lo criticó durante una entrevista para The New York Times por su decisión de deslindarse de las investigaciones en el Departamento de Justicia con la trama rusa.

“¿Por que los comités y los investigadores, y por supuesto nuestro acosado Fiscal General, no están investigando los deshonestos crímenes de Hillary y sus relaciones con Rusia?”, publicó Trump en su cuenta de twitter.

Trump considera que la investigación Rusa es solo una excusa de los demócratas para justificar su inesperada derrota en las elecciones de noviembre, cuando los republicanos se hicieron con la Casa Blanca, consiguiendo así mantenerse con el Control del Congreso.

 

 

Trump y Putin tuvieron una segunda reunión en el G-20 que no fue informada.

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Después de un reunión de dos horas y media en la cumbre del G-20 a principios de Julio con su homologo ruso Vladimir Putin, el Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, tuvo una conversación informal con éste durante una hora el mismo día.

La segunda cita surgió de forma aparentemente casual. Durante el convite nocturno, Trump tenía como compañeros de mesa al primer ministro japonés, Shinzo Abe, y a la esposa del presidente argentino. Transcurrida una hora, les dejó y, según The Washington Post,  se fue a sentar junto a Putin. Entre ambos sólo permaneció el intérprete del líder ruso.

De acuerdo con su versión, Trump dejo su asiento al otro lado de la mesa para ocupar una silla junto a Putin. Este encuentro subraya el modo en que Trump estuvo ansioso durante toda la cumbre ansioso por forjar una amistad con Putin.

Al momento la única versión de la reunión en los dos mandatarios es la proporcionada por el funcionario estadounidense, inclusive  los periodistas que acompañaron a la comitiva de la Casa Blanca no fueron informados.

Esta segunda reunión fue confirmada por un alto funcionario de la Administración de Trump, fue repostada por primera vez por Ian Bremmer, presidente del Grupo Euroasia con sede en Nueva York, en una entrevista por televisión.

Bremmer aseguró que la reunión duro cerca de una hora.

Las críticas ante esta opacidad no se han hecho esperar. Para muchos, confirma que entre Trump y Putin se ha establecido un nexo excepcional que el presidente quiere conservar a toda costa. En las últimas semanas, ha mantenido la misma actitud pese a que ha trascendido que su propio hijo mayor se reunió en plena campaña con supuestos emisarios del Kremlin para recibir información tóxica contra Clinton. Ahora, el descubrimiento de esta segunda reunión ahonda las sospechas.

#MartesDeGrilla: La Post-Verdad. Época electoral.

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Los políticos salen a prometer todo con tal de asegurar el tan ansiado voto del ciudadano. Nos prometen la luna y las estrellas para endulzarnos el oído, aunque parte de nosotros ya no crea en sus promesas. Hemos pasado de ser una sociedad que se creía las mentiras de los políticos, a una que les permite mentir aun sabiendo que lo que nos dicen no es verdad.

El economista lo llamó como la “post-verdad”, es decir, que hacen afirmaciones que tienen forma y se sienten como verdad, pero no tienen fondo. En los años recientes dicha “post-verdad” ha sido utilizada cada vez con mayor frecuencia.

Los impulsores del Brexit llamaban a salir del tratado porque existía una amenaza “real” de invasión turca en la Unión Europea (tras la inminente entrada de Turquía). Mentían también con la supuesta cifra que le costaba al Reino Unido permanecer en la UE de casi 500 millones de euros a la semana (Afirmación que ellos mismos después desmintieron).

Donald Trump ha sido otro de los que utilizó la “post-verdad” a su favor. En su campaña afirmaba que Obama no era estadounidense y que también era el creador del Estado Islámico. Decía que Hillary es la mujer más corrupta del mundo, y además una asesina, a quien perseguiría y arrestaría una vez entrando en el poder. También decía que acabaría con ISIS en quince minutos y mentía al decir que construiría un muro completamente financiado por México.

Y aquí no nos quedamos tan atrás. Andrés Manuel promete acabar con la corrupción en el primer segundo en que tome protesta como presidente constitucional, y lo hará fácilmente porque únicamente basta con su ejemplo para que ya no haya más corrupción en el país. También dice que cree en las instituciones, pero no en las existentes. Ah, y admite que aceptara el resultado de la elección presidencial, sea cual sea. Vaya usted a creerle.

La “post-verdad” es esa donde la gente escucha y asimila, pero no cree. Esa donde existe una oculta permisividad que aprueba, pero no concede. Una aceptación sumisa de que todo es parte del espectáculo de las campañas políticas.

Así las cosas. Si no nos vemos, pues nos escribimos.

Dimes y Diretes: “Pugnas en el PAN”

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Las pugnas dentro de los partidos políticos no son nuevas. Todos los partidos tienen grupos internos que se pelean por los huesos, digo puestos. Pero es raro ver que un partido saque a la luz estos problemas y desacuerdos internos.




Este fue el caso el día de ayer con el Partido Acción Nacional (PAN). El ex presidente Felipe Calderón, tal vez después de echarse unos buenos tragos, se puso a darle retweet a mensajes en contra de Ricardo Anaya, actual dirigente nacional del partido albiazul.

Desde hace varios meses se viene hablando sobre esta pugna interna en el partido. Margarita Zavala ve a Anaya como una seria amenaza para sus aspiraciones presidenciales en el 2018. Además, la historia que salió la semana pasada de un supuesto pacto entre Enrique “Henry Monster” Peña Nieto y Ricardo Anaya, pone en una posición débil a la ex primera dama.

Por otro lado, la derrota de Hillary Clinton en las elecciones de Estados Unidos, fue un golpe duro para la pre, pre, pre, campaña de Zavala, algo que ha tenido en jaque al equipo de Margarita, pues ven que se les están yendo las posibilidades de ser candidata o ganar en el 2018.




Los ataques del ex presidente Calderón, fueron por donde le han tratado de llegar desde hace meses a Anaya, su “promoción personal”. En uno, Calderón llama indirectamente a que los panistas renueven su registro con el fin de evitar que Anaya siga manipulando al partido para beneficio personal.

En otro, Calderón cuestiona, igual indirectamente, que Anaya siga haciéndose promoción personal en los spots del PAN.

Que esta pugna interna salga a la luz debe de preocupar a los panistas rumbo al 2018. Mostrar desunión e incluso desunir al partido internamente nunca les ha beneficiado, no olvidemos que fue así como perdieron la elección en Nuevo León.

Desde mi punto de vista la mejor opción del PAN es irse por Anaya, Margarita tiene muchos puntos débiles donde sus adversarios le estarán pegando. Una de las más contundentes es la guerra contra el narcotráfico de su esposo, y la otra su falta de experiencia en como administradora pública.

Panistas, pongan su casa en orden, sino en el 2018 se los cargará AMLO.

¡Ahí Se Leen!

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”

 

El Talón de Aquiles: EL RETROCESO DEL PROGRESO

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El 23 de junio de 2016, el 52% de los británicos votaron a favor de la salida del Reino Unido de la Unión Europea. El 3 de octubre, 50.21% de los votantes en un referéndum, seis millones y medio de colombianos, se opusieron a un acuerdo de paz. El 8 de noviembre, Hillary Clinton obtuvo más de dos millones y medio de sufragios que Donald Trump (voto popular), quien sin embargo ganó los votos electorales.

Presentar un texto argumentando que en este 2016 triunfaron el temor y la ignorancia es insuficiente, pues opinólogos y futurólogos ya se me adelantaron. Procedo entonces a desarrollar dos factores que dan profundidad a esa tesis: la incapacidad ciudadana a alimentar un régimen que requiere de participación de calidad, y una desconexión indulgente de las fuerzas políticas que deberían defender las conquistas sociales logradas durante la segunda mitad del Siglo XX, explican por qué estamos como estamos.

La democracia representativa: víctima del capitalismo (casi) salvaje

Soy el producto de un mundo socialdemócrata que la revolución neoconservadora de los años 1980 destruyó. Se me enseñó que cada derecho conlleva una responsabilidad, que es adeudo del ciudadano informarse y contribuir al debate, y que el interés colectivo pasa por encima del individual. No me considero “socialista”, mucho menos “comunista”, pero sin duda soy “izquierdista”.

 




Se me convenció que el principal rol del Estado es la moderación política: al redistribuir la riqueza y fortalecer la clase media, el Estado evita las derivas extremistas tanto de izquierda (revolución bolchevique) como de derecha (nazismo), que se alimentan de pobreza e ignorancia. La democracia solo funciona en donde la clase media, urbana, y educada, es fuerte. La educación es antídoto a la manipulación y demagogia.

Una de las primeras víctimas del neoliberalismo fue la educación. La obsesión por controlar el déficit fiscal y la nefasta idea que el sector privado siempre es mejor que el público, evaporaron presupuestos, debilitaron servicios, y alentaron privatizaciones.

La educación privada nunca ha sido reconocida por inculcar valores de solidaridad social; y la pública, aunque quisiera, no tuvo condiciones. Se crearon así brechas entre los que pudieron pagar una educación de calidad, y los que no.

Los resultados están a la vista: a los ciudadanos de hoy no les interesa lo público, ya sea porque no le dan importancia (creen que no la tiene), o debido al exceso de trabajo – la pauperización del mercado laboral también es una realidad – que no permite una participación política activa de calidad.

A este escenario agréguesele la explosión en importancia de internet, de las redes sociales, y la consolidación de una cultura en donde el límite entre espectáculo y realidad se borraron. Hoy, no se sabe qué información es real e irreal. Los “trolls” desinforman, distorsionan, y divulgan falsedades adrede a quienes no saben, y no quieren aprender a distinguir, como decía la canción, “entre besos y raíces”. Hoy, la política es espectáculo, el ciudadano espectador, y el votante consumidor.

Las marchas de salvación de la patria y de dignidad nacional organizadas por el uribismo contra un acuerdo de paz en Colombia, son ejemplo de ello. De nada sirvió defender uno de los acuerdos de paz más ambiciosos y sofisticados que se hayan firmado, que contaba con el apoyo unánime de la comunidad internacional.

Pudo más la desinformación. También eso explica el éxito de las campañas de los líderes aislacionistas del Reino Unido y de Trump, cuya sorpresa ante sus propias victorias apenas superó las evidentes muestras de la falta de preparación para las mismas. La cohesión social del consenso keynesianismo fue rota hace tiempo. Hoy, las consecuencias son evidentes.

Brechas y condescendencias

Claro, el neoliberalismo no es culpable de todo. La izquierda también lo es. Primero, dejamos de ser izquierda. Nos derechizamos. Nuestro supuesto proyecto inclusivo no lo fue tanto: siempre excluimos a religiosos y otros grupos que no dudamos en llamar “fundamentalistas”.

Si el Partido Demócrata hubiera defendido al proletariado blanco rural arruinado por la deslocalización empresarial fruto de la globalización, hubiera probablemente mantenido su apoyo. Pero la izquierda de Clinton, antiaborto y pro-gay (alienándose así el voto religioso y conservador) se convirtió además en la primera línea de defensa del libre comercio, con lo cual perdió el voto de los trabajadores. Segundo, existe en la izquierda una tendencia a la condescendencia.

Muchos nos vemos como una especie de vanguardia liberadora cuya misión es guiar a los alienados hacia el “progreso”. La educación, ese instrumento que extirpó nuestra ignorancia, nos da esa responsabilidad social, que constituye nuestra mejor muestra de consciencia y solidaridad.

Ser de izquierda es un privilegio de burgueses, y muchos de los votos “racistas, xenofóbicos, y sexistas” que vimos en 2016 son reacción a ese complejo de superioridad. ¿Cómo apoyar el aislacionismo en un mundo globalizado? ¿Cómo no entender que la paz es mejor que la guerra? Al ser parte de la “izquierda caviar”, nos hemos desconectado de las inquietudes del ciudadano común. Nos cuesta imaginar que haya gente que no piense como nosotros.

Los triunfos populistas de 2016 no nos gustan porque no se amoldan a la idea de progreso que nosotros, izquierdistas, hemos construido. Es casi patético constatar los fallidos esfuerzos del Presidente colombiano, Juan Manuel Santos, para explicar, con complejos tecnicismos, sin duda correctos pero también aburridos, el acuerdo de paz, mientras Uribe ejecutaba una retórica simple, sin duda simplista aunque apasionada, que tergiversó lo acordado y le dio la victoria.

Y cuando el elector nos dijo que éramos nosotros los que no habíamos entendido su grado de frustración, los frustrados fuimos nosotros ante mayorías que se atrevieron a no compartir nuestra opinión portadora de valores progresistas dignas del siglo XXI.

Los resultados en el Reino Unido, en Colombia, y en Estados Unidos no son antidemocráticos porque son el fruto de lógicas democráticas, pero ponen en entredicho la construcción del ideal democrático de centro-izquierda, basado en el respeto, la tolerancia, y el reconocimiento de la diversidad, y en la defensa de minorías.

 




Las mujeres, que rara vez han sido minoría, también cuentan en esa visión, que ahora vemos en peligro en un mundo en donde las mayorías progresistas brillan por su inexistencia. En Estados Unidos, un tercio de los ciudadanos es incapaz de nombrar uno de los tres poderes de gobierno.

¿Cómo darle poder a tantos ignorantes? Filósofos como Platón y John Stuart Mill ya han propuesto ideas para limitar los efectos políticos perniciosos de la inopia popular. Es aquí, precisamente aquí, en donde se abre la puerta al autoritarismo de izquierda, tan peligroso como el de derecha.

Conclusión: tengo miedo

Queda todavía mucho por analizar. Se debe aceptar que esta racha victoriosa populista de derecha no se alimenta solo del temor e ignorancia: una buena proporción de la clase media, individuos con ingresos anuales de USD 100,000 o más, votaron por Trump, así como lo hicieron 42% de las mujeres y 29% de los latinos (más de los que votaron por Romney). Además, 43% de sus votantes tienen título universitario.

El retroceso del progreso ha causado una profunda división social: los treinta millones de personas votaron en el Brexit (la tasa de participación casi alcanza 72%), dividieron al Reino Unido entre Inglaterra y Gales (favorables a salir de la Unión Europea) y Escocia e Irlanda del norte (a favor de la permanencia).

Colombia, como Estados Unidos, es un país dividido, como lo muestra el proceso que actualmente se desarrolla para aprobar una nueva versión del acuerdo de paz (que sigue generando oposición). Tercero, las mayorías silenciosas pesan fuerte. El abstencionismo debe ser estudiado con mayor detalle.

 




En 2016, los intolerantes afirmaron su voz, por tanto tiempo irrespetada y ridiculizada. Basta de hablar de integración, de paz, de cambio climático, de musulmanes, y de comunidades sexualmente diversas: es hora de ocuparse de la gente “normal” con problemas reales. A partir de 2016, el fenómeno es mundial.

En Francia, los analistas monitorean con atención el apoyo a Marine Le Pen y al Frente Nacional. En Costa Rica, gárrulos oportunistas como Otto Guevara se atreven a reivindicar el discurso incendiario de Trump. Ya se propuso estudiar la abolición del beneficio de la nacionalidad costarricense a los hijos de nicaragüenses nacidos en Costa Rica. Veamos si se le ocurre construir un muro entre Costa Rica y Nicaragua.

El retroceso del progreso se alimentó por una derecha neoliberal que cercenó el consenso keynesiano, pero también por una “izquierda champagne” que en un inicio se quiso oponer, pero que terminó pactando con el capitalismo de la post-Guerra fría.

Ayer fueron los que vemos como “fundamentalistas reaccionarios” los que temieron la llegada a la Casa Blanca, de lo que vieron como un presidente negro, musulmán, que ni siquiera había nacido en Estados Unidos. Hoy, somos nosotros, izquierda y centro-izquierda, los que tememos la llegada a esa misma Casa Blanca de lo que vemos como un populista ignorante, irresponsable, e imprevisible. ¿Ignorancia versus prepotencia?

Fernando A. Chinchilla
San José (Costa Rica), diciembre de 2016

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”

Falsedad Rumbo al 2018

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En los días posteriores a las elecciones en los Estados Unidos y la sorprendente victoria de Donald J. Trump. Los estadounidenses comenzaron a apuntar dedos de quien había sido el culpable de la llegada de un personaje misógino, racista y xenófobo a la Casa Blanca.

En el campo de la candidata demócrata, Hillary Clinton, se le echo la culpa a la FBI, misma que dos semanas antes reabrió las investigaciones en el caso de los correos electrónicos perdidos.

 




Los ciudadanos estadounidenses optaron por otra ruta, culpar a Google y Facebook por permitir la difusión de noticias falsas en sus redes. La respuesta de los dos gigantes del internet, fue que ahora en adelante van a combatir las páginas que sean descubiertas difundiendo información falsa en sus redes, sin especificar como lo harían.

Aunque consideró que hubo otros factores que llevaron a la sorpresiva derrota de Clinton, el tema de la difusión de noticias falsas en las redes sociales y su influencia en el resultado de la elección es algo que llama mi atención.

De hecho, el tema de desinformación en redes sociales y la velocidad con la que se difunde, lleva meses en mi radar. Esto debido a lo que veo día con día en grupos de Facebook y hasta páginas que hacen llamarse “serias”.

Lo sorprendente del caso, es que las notas falsas se mueven con regularidad en grupos que son a fines de MORENA. Los titulares son amarillistas: “Hijo de Peña Nieto sale del closet”, “Video inédito de la Gaviota teniendo relaciones”, “Expulsan a niña que corrijo a Nuño”, y “Asesinan a joven que interrumpió a Mancera”. Una vez que uno entra a la página, se pide que le des “Me Gusta” a la fanpage en Facebook para poder ver el artículo.

El problema es que, como los titulares son llamativos, la gente comparte sin verificar la fuente, sin saber qué es lo que dice el artículo y claro sin verificar si la información ha sido replicada por algún medio serio. Todo esto, lleva a que la desinformación siga fluyendo por las redes sociales y la nota falsa, por alguna razón se vuelve verdadera, algo que nos debe de preocupar.

Así como esta información falsa influyó en los comicios electorales de Estados Unidos, es muy probable que México se enfrente al mismo problema. Increíblemente los seguidores del partido que se queja de los bots, la desinformación de los medios y lo tendenciosos que son estos, comenten los mismos errores.

Según información que ha llegado a este medio, MORENA opera alrededor de 51 páginas en Facebook que se encargan de difundir información falsa a más de 6 millones de personas.

También cuentan con 10 mil bots en Facebook que tienen el mismo objetivo, difundir notas falsas de “medios” como: Nacion 21, Bomba 24, Efecto 24, Noti 21, Cuando 24, entre muchas otras más. Otro objetivo que tienen estos 10 mil bots, es estar reventando conversaciones en la sección de comentarios y defender a capa y espada a Andrés Manuel López Obrador.

 




López Obrador, niega que él tenga un parecido a Donald Trump, ha dicho que quienes lo comparan con el Presidente electo de Estados Unidos están manejados por Carlos Salinas de Gortari, su obsesión.

Lo irónico es que probablemente el candidato al 2018 llegue a la Presidencia utilizando las mismas herramientas, que el candidato republicano, uso para llegar la Casa Blanca en el 2017. Es justo y necesario que Google, Facebook y Twitter actúen contra sitios que tienen el objetivo de desinformar y manipular la opinión pública con falsedades.

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”

 

 

Hillary no perdió por mujer

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El pasado 8 de noviembre se llevaron a cabo las elecciones presidenciales en los Estados Unidos. Contra todo pronóstico, Donald Trump consiguió la victoria al asegurar los 270 votos electorales.

Pero muchos todavía no entendemos qué fue lo que pasó. Cómo es que Hillary Clinton —claramente superior en elocuencia y propuestas durante la contienda— fue opacada por un hombre que ofendió a diestra y siniestra para llegar a la cima.

Clinton contaba con un apoyo sin precedentes por parte de los medios de comunicación; publicaciones como The New York Times y The Washington Post se declararon abiertamente a su favor, así como un sinnúmero de celebridades. Aún más relevante fue el contar con el respaldo de su ex adversario, Bernie Sanders, y de varios políticos republicanos que le dieron la espalda a Trump. Con todo esto de su lado, volvemos a la misma pregunta: ¿qué ¡”#$% pasó?

 




Uno de los argumentos es que Estados Unidos no está listo para tener a una mujer como presidenta (aunque recordemos que Hillary sí ganó el voto popular). Siguiendo esta lógica, al haber una elección entre un hombre y una mujer, el electorado se inclinará por el hombre, aunque la mujer tenga años de experiencia, y el hombre sea un novato, demagogo, misógino y racista. Este argumento resuena con muchas mujeres que, independientemente de sus profesiones, han visto ascender a puestos más altos a hombres con menos preparación.

Aunque seguramente el que Hillary sea mujer fue un factor determinante para muchos de los votantes, no podemos ignorar otro elemento importantísimo que entró en juego: el ser un político de siempre.

 




Gran parte del descontento tuvo que ver con la forma en que se financiaron las campañas. Hillary fue criticada por recibir dinero de las grandes corporaciones y bancos —una práctica bastante común, pero que pone en riesgo la imparcialidad de futuras decisiones—, mientras que Sanders demostró que esto era innecesario, llegando hasta donde lo hizo a través de donaciones ciudadanas. Independientemente de sus ideas, Trump financió su propia campaña presidencial.

Sanders lo expresó de manera muy asertiva en una de sus publicaciones de Facebook, diciendo que Trump aprovechó la ira de una clase media fastidiada por la economía, la política y los medios del sistema. Ese hartazgo generalizado fue muy claro cuando los partidarios de Sanders se rehusaron a apoyar la campaña de Clinton, y optaron por abstenerse o apoyar a Gary Johnson o Jill Stein.

Lo que pasó fue una verdadera tragedia: ganó la estridencia, el espectáculo, el insulto, la víscera… Pero el error no es de quienes se abstuvieron, o votaron por un tercer partido: el error es del partido demócrata —no por haberle apostado a una mujer como candidata— sino por haberle apostado a una política de siempre. El fraccionamiento del voto ha dejado muy claro que sus métodos deben cambiar. Por ahora queda trabajar para salvaguardar los avances de los últimos 8 años, y pensar mejor su estrategia hacia el 2020.

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