L.M. Oliveira acaba de publicar una nueva novela, su tercera: Por la noche blanca (ediciones B), en la que narra la historia de Otelo, un joven de 19 años que embaraza a su novia y toda su vida cambia; se convierte en conductor de Uber y un accidente lo empuja a adentrarse en el mundo de la droga de la Ciudad de México.
Una aparente solución resulta en una complicación, y cuando todo termina queda la pregunta: ¿Es un nuevo principio una buena noticia?
¿Cómo surge en la elaboración de la novela el personaje de Otelo y cómo se relaciona con el estilo narrativo?
Otelo es un personaje muy inocente, lo cual me funciona para contar la historia como la quiero contar, me inspiré en muchos jóvenes de 19 años que creen que se pueden comer el mundo con dos mordidas y resulta que el mundo es un poco más complicado. Lo primero que pensé para hacer esta novela fue el título, se iba a llamar Über Coca, inspirado en el libro de Freud y entonces pensé que necesitaba a un chofer de Uber que vendiera cocaína. ¿Cómo se liga esto con el ritmo? Otelo es un muchacho al que le gusta el reggaeton, el rap y por eso decidí escribir toda la novela escuchando reggaeton. No es ningún logro, hay muchísimas personas que lo escuchan todo el día, pero tampoco es lo que más me gusta hacer. Creo que parte de la cadencia se metió en la prosa, lo cual me gusta.
La novela refleja muy bien las distinciones y distancias que existen entre las diferentes clases sociales del país, de la capital, en este caso. Pero también refleja que todas las clases sociales están relacionadas hoy en día, de alguna u otra forma con el crimen.
Desgraciadamente vivimos en una sociedad muy estratificada, eso lo trato de reflejar. Y si bien estamos divididos, compartimos varias cosas, entre esas por supuesto, el vínculo con el crimen. Son vínculos distintos, siempre se dice que los de arriba roban y nadie les hace nada y los de abajo se roban un sándwich y los meten seis años a la cárcel. Todos tenemos vínculos, ya sea mediante la corrupción o porque asaltan o son asaltados. Además, como vivimos en un país tan violento y tan lleno de crimen, me parece que es muy difícil que alguien pueda vivir aquí sin estar relacionado con él.
Leer esta novela, Por la noche blanca puede dar a entender que el destino es inevitable. ¿Existe algo como el destino o todo es un efecto dominó derivado de nuestras propias decisiones y acciones?
Yo, obviamente, no creo en el destino. El destino es casi un Dios, es un Dios. Sin embargo, mi personaje sí y está convencido que se pueden romper todas las reglas excepto la regla de que el destino marca tu vida. Pese a que yo no estoy nada de acuerdo con eso, tuve que hacer a un personaje que crea en el destino. Obviamente hay cosas que determinan o influyen en nuestra vida: tu lugar de nacimiento, quiénes son tus padres, cómo son tus vecinos, qué estudias – si es que estudias – o si tienes un accidente y pierdes una pierna. Por supuesto que hay fatalidades y bondades en la vida que influyen en la forma en la que nos desarrollamos, pero también creo que todos los seres humanos tenemos la posibilidad de escoger, obviamente no todo, pero siempre hay la posibilidad de escoger si vamos a ir por un camino o por el otro. Por más que parezca que todos los eventos nos empujan a un lugar, hay personas que van y otras que no. No somos salmones subiendo por la corriente, aunque a veces parece.
Una de las muchas reflexiones de Otelo es: “Además, si los sueños no están apartados de la realidad, ¿de verdad son sueños? Nel, soñar se trata de querer lo irreal. La mediocridad es inversamente proporcional a la distancia que tus sueños tienen de la realidad: a menor distancia, más mediocre”. ¿Qué motiva a Otelo a ser optimista ante tanta adversidad?
Es su forma de ser. Yo creo que es la inocencia; muchas veces se piensa que es muy difícil ser un soñador y no ser ingenuo. Yo no estoy seguro si eso es una regla definitiva: que para ser soñador o idealista tienes que ser ingenuo, quizá la mejor combinación humana para tener carácter es ser un soñador pese a todo el pesimismo que se carga. No sé si es posible, me imagino que sería una de las alternativas más constructivas. Por otro lado, sí creo que entre más inocencia, más fácil es ser idealista o soñador, entre más jóvenes, quieren cosas que seguramente son inalcanzables para su circunstancia, quieren volar más alto de lo que las circunstancias lo permiten. Yo no estoy diciendo que no lo hagan, al contrario, pero sí me parece, que como dice Otelo, la mediocridad se mide entre la distancia que tienen tus sueños y la realidad.
Ninguna de las mujeres en la novela tienen nombre propio, Otelo siempre se refiera a ellas a través de apodos, pero tienen un papel importante en el origen de la historia y de todas las situaciones que se van presentando. ¿Cómo describes el rol de las mujeres, específicamente de la Barbie y de Mi vieja, la esposa de Otelo?
Mi vieja, la vieja de Otelo, es la que lo lleva al encierro, el pequeño infierno que es la casa donde están sus suegros y las hermanas. Lo lleva no porque quiera, sino porque se embaraza y se casan y tienen que tratar de empezar la vida bajo esas circunstancias. En este caso, ella marca el principio de la historia. La Barbie hace la primera ruptura muy importante porque le abre una puerta a Otelo que quizá es una puerta falsa y claro que es un personaje importante. Ahora, ¿por qué no tienen nombre las mujeres? Obviamente Otelo no se da cuenta y no tiene ninguna reflexión al respecto, pero yo como el creador de este personaje decidí que es una forma de reflejar una de las características que tiene la sociedad mexicana que es invisibilizar a las mujeres en tanto que individuos, es decir, las mujeres están ahí pero no las consideramos individuos, esa es una parte de nuestra sociedad que es terrible. No quiero decir que es una forma de denunciarlo, es un reflejo.
Me llamó la atención las notas periodísticas que incluyes sobre el caos que se genera dentro de la novela porque ayuda a entender el escape de Otelo, pero también muestra que la prensa puede distorsionar información y presentar los hechos de una forma equivocada.
La nota de prensa que aparece en la novela, que es inventada, muestra la justificación de la huida de Otelo, ¿en qué sentido? Si bien en la primera parte empieza a descubrir este mundo que apesta, nunca estamos seguros como lectores si de verdad existe ese peligro o no, en realidad eso podría ser mera paranoia de Otelo. La presentación de un texto periodístico parece que confirma sus sospechas, pero el texto está elaborado de tal manera que cuenta la verdad que hemos estado viendo pero no toda la verdad, incluso le inventan cosas que él sabe que no hizo y eso está ahí para evidenciar que tampoco podemos creer que todo lo que se lee en la prensa es la verdad.
Una de las partes que considero muy importante de la novela dice:”De pronto, a la derecha, apareció el estadio de futbol del Puebla. Antes, desde la carretera era posible ver sus tribunas vacías, alguna vez pasé por ahí con mi padre y me lo hizo notar. Ver que lo remodelaron me puso melancólico, no sólo porque las cosas cambian y uno sigue como si nada. Sino porque ese cambio en el mundo era un pedazo más de mi padre que desaparecía. Mi padre estaba en esa vista de los asientos vacíos. Ahora ya no estaba”. Tal vez aquí sí se pueda refutar a Otelo, ya que la pérdida, los cambios, le pueden estar diciendo que él ya no es el mismo.
Otelo está tratando de ver cómo hay objetos, estadios, ropa circunstancias, que, si entramos en contacto con ellos tiempo después, nos remiten a un pedazo de nuestra vida y nos hacen recordar quién llevaba puesto ese saco, o cómo era esa casa o cómo era ese estadio, o a qué olía esa cocina. En cambio, si todas esas cosas desaparecen, no va a haber nada que haga evocar esas memorias, nada que las traiga de vuelta y por lo tanto cuando se pierden esos objetos, estamos perdiendo un pedazo de nuestra vida.
Definitivamente tu estilo como narrador de novelas es muy distinto al que muestras en tus ensayos y trabajos filosóficos, pero no deja de estar relacionada la filosofía en tus historias. Da la impresión que hay mucha filosofía en lugares que nunca imaginamos, una filosofía callejera que tiene algo importante que decir en México.
No es lo mismo escribir ensayos que novelas y eso yo lo tengo muy claro, no podría pretender que mis novelas fueran ensayos o que mis ensayos fueran novelas, aunque a veces meto pedazos de ficción. Yo no pretendo jamás dejar de ser quien soy y las cosas que me preocupan, que me obsesionan son vistas a través de la filosofía y cuando tengo que hablar a partir de mis personajes siempre se cuela algo de esa reflexión filosófica. El único problema que me toca enfrentar es que sea creíble, que cuando lo lean puedan creer que todo lo que estoy escribiendo es una reflexión de un muchacho de 19 años y no que estoy yo como Unamuno en Niebla hablando detrás. Y no me molesta Niebla, me encanta esa novela, pero yo tomo distancia. Y bueno, yo creo que la filosofía también está en lo cotidiano, desde la ética, que es la más práctica de las ramas de la filosofía hasta preguntas epistemológicas o metafísicas.
La historia de Otelo acaba por demostrar que todo final es un nuevo comienzo, ¿no?
Sí. Yo no sé si eso es esperanzador o deprimente porque a veces parece el eterno retorno. El otro día le decía a Jaime Mesa que si bien los relojes de cuarzo o incluso los de manecillas son más precisos para dar las horas, los relojes de arena son más precisos para describir cómo es la vida. No hay vuelta. La arena cae y termina de caer. Hay que pensar en el tiempo como esto que se cae y no vuelve. No está claro que un nuevo principio sea una buena noticia.