La Revolución Peatonal

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Un grupo de colectivos anda diciendo que hay que movernos a pie en la ciudad. Pero, ¡cómo!, si aquí en Monterrey nos movemos en carro, siempre nos hemos movido en carro. A pie es imposible y en camión nos lleva todo el día. Además, para mí no es problema, pues tengo auto… o, ¿sí? ¿Será que en algo me afecta no tener otras opciones para moverme en la ciudad? ¿Qué tal contaminación, tiempos de traslado, colisiones, embotellamientos, el riesgo que corro de ser atropellado al andar en la calle? Es más, ¿qué tal si ni siquiera tuviera qué trasladarme tanto a largas distancias? ¿Qué tal si la mayor parte de lo que necesito se encontrara a una distancia caminable?

Tal es el planteamiento de la Liga Peatonal (ligapeatonal.org), conformada por 35 miembros activos y 13 colectivos nacionales —hoy extendiéndose a otras partes de América Latina— que se reunieron en CDMX del 4 al 8 de mayo en el #3CongresoPeatonal e impulsan desde múltiples frentes una Revolución Peatonal, es decir, un movimiento de espacios públicos que pone a los peatones en el centro del escenario principal, que es la calle.

Y vendría bien aquí preguntarnos, ¿somos todos peatones? La respuesta es sí y no. Todos caminamos en algún momento del día, unos más, unos menos, cierto, pero hay quienes no tienen otra opción. Entonces, ¿a quiénes pesan más las condiciones poco óptimas —por decir lo menos— para caminar en la ciudad? Desafortunadamente, a la población de menor estrato socioeconómico, que son también quienes más mueren en la vialidad. Pero no sólo a ellos.

…¿somos todos peatones? La respuesta es sí y no. Todos caminamos en algún momento del día, unos más, unos menos, cierto, pero hay quienes no tienen otra opción. Entonces, ¿a quiénes pesan más las condiciones poco óptimas —por decir lo menos— para caminar en la ciudad? Desafortunadamente, a la población de menor estrato socioeconómico, que son también quienes más mueren en la vialidad.

Nuestras ciudades están diseñadas pensando en gente en pleno uso de sus capacidades motoras —y a veces hasta malabaristas—. Niño/as, anciano/as y personas con cualquier tipo de discapacidad no entran en escena. Las vialidades no son seguras para ello/as. Rutas peatonales obstruidas por autos, anuncios, postes de luz que obligan a quienes transitan a bajar a la calle, y resultan en situaciones alarmantes como el que las colisiones viales sean la principal causa de muerte en niños de 5 a 9 años de edad y la segunda en jóvenes entre 10 y 19 —esto es choques y atropellamientos— en Nuevo León. Personas con discapacidad simplemente no gozan de su derecho a transitar libremente por la ciudad. Están imposibilitadas.

Aquí compartimos un problema con toda América Latina: nuestras ciudades han crecido con muy poca o nula planeación y en este crecimiento, se han llenado de asentamientos informales —y no tan informales— a los que no se les dota de la infraestructura necesaria para hacerlos espacios seguros para la movilidad y bien conectados para el transporte de mayor distancia.

Nuestras ciudades están diseñadas pensando en gente en pleno uso de sus capacidades motoras —y a veces hasta malabaristas—. Niño/as, anciano/as y personas con cualquier tipo de discapacidad no entran en escena. Las vialidades no son seguras para ello/as.

El Índice de Prosperidad Urbana de ONU Hábitat señala cinco ejes para evaluar la calidad de un espacio público: infraestructura, productividad, calidad de vida, equidad e inclusión social, sustentabilidad ambiental y gestión de riesgo. La planeación urbana habría de estar enfocada en estos cinco ejes. ¿Dónde estamos en Monterrey?

¿Cómo transformamos una ciudad dispersa en una ciudad caminable, una ciudad que habiendo crecido una vez en población, lo hizo 2.5 en extensión territorial? Nos encontramos ante la necesidad de repensar los espacios que utilizamos habitualmente; de crear un balance entre donde vivimos y a dónde nos movemos. Es pensar en las opciones que dichos espacios nos ofrecen y pueden ofrecer: comercios, alimentos, servicios, esparcimiento…

Y podemos hacerlo también desde el espacio que habitamos: darle vida a nuestra ciudad. Hacer uso de nuestras calles, parques y plazas, invita a la gente. Así ganamos espacios para el uso de las personas. Creamos momentos y situaciones que generan encuentro y convivencia, y derivan en vínculos y cohesión social. Recordemos que nuestra mera presencia altera, transforma y construye la ciudad. El rumbo lo damos nosotro/as.

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”

Superman y otras hierbas

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No. No se trata del mundialmente reconocido y fortachón súper héroe. Hoy se trata lisa y llanamente de drogas.

El narcotráfico es una de las industrias que mueve más dinero, y para ello se sirve de redes que se conectan a través de todo el globo terráqueo. Redes de las que forman parte desde políticos poderosos, empresarios, fuerzas policiales, ejércitos, hasta mujeres y niños que ofician de mulas. También han llegado a cooptar a muchos organismos que se encargan, en teoría de acabar con ellos; como ha quedado más que claro tras los repetidos hechos de corrupción en los que se ha visto involucrada a la DEA (Drug Enforcement Administration).

Las redes de narcotráfico ya no implican solamente la venta o el tráfico. Su accionar se ha ido complejizando, y por qué no, profesionalizando. Obtención de insumos, fabricación, distribución y venta; son sólo algunas de las partes de este intrincado proceso que lleva la droga cada rincón del mundo.

Las redes de narcotráfico ya no implican solamente la venta o el tráfico. Su accionar se ha ido complejizando, y por qué no, profesionalizando. Obtención de insumos, fabricación, distribución y venta; son sólo algunas de las partes de este intrincado proceso…

Según el Informe Mundial sobre la Drogas 2014 de la ONU, los laboratorios de droga se las rebuscan cada vez más para no ser impedidos. Es así como ante el reforzamiento mundial de la fiscalización de precursores (sustancias que son necesarias para sintetizar las drogas, como por ejemplo la efedrina) ahora forman parte de un intrincado proceso para la obtención de ellos. De esta manera se sirven de los países con sistemas de fiscalización débiles, como por ejemplo a través del establecimiento de empresas ficticias para ocultar importaciones ilegales. También utilizan preparados farmacéuticos (en particular los que contienen efedrina y seudoefedrina) y buscan nuevos precursores no sujetos a fiscalización, incluidos varios preprecursores de fácil conversión en los precursores necesarios.

Otro de los eslabones principales de las redes de narcotráfico es, lamentablemente, la política. Este involucramiento se puede dar desde la negligencia o cobro de sobornos, hasta el cumplimiento de un rol activo facilitando la adquisición de los precursores o el ingreso o egreso de la droga a través de las fronteras.

A la desidia y la corrupción se le suman las políticas públicas débiles o ineficientes, fronteras sin vigilar, falta de transparencia, desidia, abandono; y por supuesto, en América Latina, la más que clásica distribución desigual de las riquezas. Estos factores hacen un país más permeable a la instalación y propagación del narcotráfico.

Otro de los eslabones principales de las redes de narcotráfico es, lamentablemente, la política. Este involucramiento se puede dar desde la negligencia o cobro de sobornos, hasta el cumplimiento de un rol activo facilitando la adquisición de los precursores o el ingreso o egreso de la droga a través de las fronteras.

Además de la conocida marihuana, y las drogas más comunes, últimamente el debate público se ha enfocado en las drogas de diseño, más precisamente pastillas como la mediatizada “Superman”. Tanto la Superman como las Love, Luna o NBOMe, son drogas que son habitualmente consumidas en fiestas electrónicas. Más precisamente Superman fue la responsable de la muerte de cinco jóvenes que asistieron a la edición argentina de la fiesta electrónica Time Warp. Otros cinco quedaron en terapia intensiva y difícilmente se logren recuperar por completo.

Este hecho abrió la puerta a una serie de debates que se centraron básicamente en: ¿La culpa es del chancho o de quién lo alimenta? ¿Los culpables fueron los narcotraficantes por no proveer un buen producto o de los consumidores por no tomar más recaudos a la hora de consumir sustancias?, ¿O tal vez fue su culpa por drogarse?

Es hora de tomarse esta discusión con mayor seriedad para poder comenzar a reflexionar sobre la complejidad del tema.

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“El Talón de Aquiles” # 9: Radiografía de un Laberinto

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Por primera vez en cuatro años y medio le tomé el pulso al aparato burocrático mexicano. Voy directo al grano. He aquí mis dos conclusiones luego de esta modesta pero intensa experiencia: (1) la presunción de culpabilidad lleva a la culpabilidad y (2) el desordenado cambio para generar eficacia termina generando más desorden. Afortunadamente, lo último que se pierde es la esperanza. Veamos en detalle estas observaciones.

La presunción de culpabilidad lleva… ¡a la culpabilidad!

El Talón de Aquiles de la burocracia mexicana se resume de la siguiente forma: todo ciudadano es fundamentalmente culpable hasta que demuestre lo contrario. A sabiendas de lo odioso que son las comparaciones, me permitiré señalar que en Canadá, país que conozco bien, no solo se parte de la idea contraria, es decir que el ciudadano es inocente hasta que muestre lo contrario, sino que existe además en ese país una cultura positiva de servicio público, en donde el empleado público considera un privilegio – sí, leyó bien: un privilegio – servir a sus semejantes. Sabe el servidor, además, que es su responsabilidad hacer bien su trabajo, pues su sueldo proviene del esfuerzo colectivo generado por los impuestos. La historia es bien diferente en México: muchos de los servidores públicos tienen poco de “servidores”. O mejor dicho, no sirven para nada, tanto literal como figurativamente. He calculado que en el mejor de los casos, se necesita ir a una dependencia pública al menos dos veces: la primera para saber por qué no se pudo hacer el trámite esa primera vez y la segunda para hacerlo. Eso es así, si tiene suerte o si es meticuloso con los requisitos. Porque no es nada extraño perderse en la tramitología burocrática.

He calculado que en el mejor de los casos, se necesita ir a una dependencia pública al menos dos veces: la primera para saber por qué no se pudo hacer el trámite esa primera vez y la segunda para hacerlo.

Recientemente, tuve que ir dos veces a un segundo piso, esperar 45 días hábiles, pasar al primer piso de la misma dependencia para cotejar todo de nuevo, cumplir con nuevos requisitos y sacar copias, para nada. Presenté cinco veces los originales hasta que un día me dijeron que debían verificar que los originales fueran… originales. Ese día decidí tomar vacaciones de la burocracia. ¿Por qué hay tanta informalidad en México? Basado en estas experiencias, propongo dos formas de responder a esta pregunta. La cultura del “no se puede” produce tal pérdida de tiempo y de energía, que muchos deciden, si pueden, no hacer nada (aun cuando preferirían estar en regla). Pero cuando los trámites son indispensables, la carrera de desconfianza alcanza tales proporciones que los controles burocráticos cruzados improbables e inverosímiles terminan atizando la creatividad ciudadana a límites inimaginables. Sería mejor cotejar los documentos una o dos veces, confiar en el trabajo de los colegas y acompañar al ciudadano a alcanzar su objetivo, que por cierto es cumplir con las normas legales que el mismo Estado le impone. Pero eso es imposible: en México somos culpables ante el empleado público y ante tal laberinto, terminamos siendo culpables de verdad, ya sea por inacción o por invención.

Sin un cambio integral y ordenado, las reformas a favor de la eficacia crean… ¡más ineficacia!

En principio, la informatización y puesta en línea de los servicios públicos deberían aligerar la tramitología y acercar el Estado al ciudadano. Eso es cierto si se respetan dos principios. Primero, internet complementa, no sustituye, la oferta de servicios. Si se ponen los formularios en línea pero se retiran de la oficina, los que no tienen acceso a internet no podrán realizar su trámite, aunque se presenten en la oficina y tengan todos sus documentos, pues primero deberán “ir a Internet” para imprimir sus formularios. Esto es así en un país en donde personas van a papelerías a solicitar que les envíen un email. Lo he visto: por MXP 10 (USD 0.80) el cliente dicta su mensaje como en los tiempos de los jefes, las secretarias y las máquinas de escribir. Un gobierno en línea, tal y como se implementa en México, crea entonces una odiosa discriminación entre ciudadanos conectados y desconectados. Se inventa además un paso adicional en el triatlón burocrático.

Si se ponen los formularios en línea pero se retiran de la oficina, los que no tienen acceso a internet no podrán realizar su trámite, aunque se presenten en la oficina y tengan todos sus documentos, pues primero deberán “ir a Internet” para imprimir sus formularios.

El segundo requisito para que una reforma informática genere los resultados esperados, tiene que ver con la eficacia y transparencia en el manejo de la información. Si los trámites son digitalizados y “subidos” a Internet, pero no se rediseñan las páginas para que la información sea fácilmente accesible, entonces este cambio produce más ineficacia: el ciudadano, por más conectado que esté, terminará frustrado por no encontrar la información. Tal vez habrá intentado obtener respuesta telefónica, pero al no obtener éxito, probablemente deberá presentarse en la oficina para que le expliquen en donde encontrar la información… en Internet. Si tiene suerte, es decir si el funcionario conoce la respuesta, deberá ir a buscar un acceso a internet para imprimir, llenar el requisito y entonces volver a presentarse, ahora sí, con los papeles, en la oficina. Y si no tiene suerte, ya sea porque le tocó uno de esos empleados que exigen fotocopias redondas o porque interactuó con uno que intentó ayudar pero no sabía–en México existe también un serio problema de formación de empleados, tanto en empresas privadas como en el sector público– pues habrá, ahí sí, que implorar a la virgencita de Guadalupe, para que por lo menos no se “caiga el sistema”. Es decir, ser un ciudadano conectado no es suficiente.

Si los trámites son digitalizados y “subidos” a Internet, pero no se rediseñan las páginas para que la información sea fácilmente accesible, entonces este cambio produce más ineficacia: el ciudadano, por más conectado que esté, terminará frustrado por no encontrar la información.

El problema es tan serio, que se ha generado un mercado informal que vive a la sombra de esta ineficacia. Alrededor de las dependencias públicas hay papelerías en donde, por MXP 20.00, se pueden sacar citas por internet (cuando se pide este requisito para poder ser atendido), bajar formularios (que nadie logra encontrar por sí mismos). En estos negocios, el personal de fotocopiadora aconseja a su clientela cómo sobrevivir a esta deriva burocrática: no ponga el recibo a la derecha porque se lo rechazan: póngalo a la izquierda. Hágalo al revés, porque al derecho no se lo van a aceptar. Y también existen los “filólogos”. Me refiero aquí, por supuesto, a los especialistas en hacer las interminables filas a las que la administración nos tiene acostumbrados, y que aquellos que tienen un trabajo no se pueden dar el lujo de hacer. ¿Cómo explicar a un Jefe que se lleva días haciendo la misma fila para hacer el mismo trámite, sin resultado alguno? Es mejor pagarle a alguien para que se pelee por uno y que luego regrese con el trámite completo.

Conclusión: no todo está perdido (al menos hay esperanza)

Debo ser justo: en este laberinto burocrático, también me he topado con servidores públicos que sí son serviciales. Admiro, lo acepto, las leyes que obligan a contratar personal con capacidades diferentes. Y, a nivel organizacional, existen algunas islas de eficiencia dentro del mar de ineficiencia.

…en este laberinto burocrático, también me he topado con servidores públicos que sí son serviciales. Admiro, lo acepto, las leyes que obligan a contratar personal con capacidades diferentes. Y, a nivel organizacional, existen algunas islas de eficiencia dentro del mar de ineficiencia.

Existen programas de calidad que funcionan, por lo que algunas sedes se esfuerzan constantemente por ocupar los primeros puestos en atención al cliente. Otras oficinas funcionan con estándares de primer mundo, exigiendo la menor cantidad posible de papeles y simplificando al máximo el acceso a formularios en Internet. El Estado no es solo una colección de frustraciones e ineficiencias. Sin embargo, me queda un sabor amargo, pues mi argumento es más profundo y tiene que ver con la sociedad en la que queremos vivir: ¿Por qué debemos suponer que nos quieren engañar en vez de partir del supuesto que podemos ser solidarios? ¿Por qué vivir en una sociedad de desconfianza cuando podemos hacerlo en una sociedad basada en la confianza? Si en Canadá se puede, de seguro que en cualquier otro país latinoamericano también se debe poder. No. No es idealismo. Se trata de exigir, de reclamar los servicios a los que tenemos derecho, en los estándares de calidad que merecemos, y de no ser castigados por ello.

Fernando A. Chinchilla
Ciudad de México (México), mayo de 2016

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Congreso CEEAD de Educación Jurídica 2016

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¿Cómo dejar de tener esperanza en la consolidación del Estado de Derecho en México y en América Latina cuando hay tantas personas e instituciones interesadas por la enseñanza y el aprendizaje del derecho?

La semana pasada, el Centro de Estudios sobre la Enseñanza y el Aprendizaje del Derecho (CEEAD) llevó a cabo en Monterrey el Congreso de Educación Jurídica 2016. En él participaron el CIDE, la Facultad Libre de Derecho de Monterrey, el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, el ITAM, el Tecnológico de Monterrey, la Universidad Autónoma de Coahuila, la UANL, la UDEM, la IBERO Ciudad de México, la Universidad Metropolitana de Monterrey y la U-ERRE.

La sola reunión de Instituciones Educativas públicas y privadas en un ambiente colaborativo es de por sí un triunfo del equipo que lidera Luis Fernando Pérez Hurtado. Un aspecto positivo más del Congreso fue la participación de profesoras y profesores de Derecho de todo el país, así como de países como Argentina, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, España, Estados Unidos de América y Francia. La organización y los formatos para el trabajo en equipo resultaron también muy bien pensados y óptimamente ejecutados.

La semana pasada, el Centro de Estudios sobre la Enseñanza y el Aprendizaje del Derecho (CEEAD) llevó a cabo en Monterrey el Congreso de Educación Jurídica 2016.

No obstante, lo fundamental resultaron las temáticas expuestas y discutidas durante los cuatro días que duró el Congreso. Las áreas temáticas fueron tan importantes como modelos e innovaciones curriculares para la licenciatura, desarrollo de competencias docentes, el impacto de la tecnología en la educación jurídica, así como ética jurídica y responsabilidad profesional. Si bien todas las mesas y foros dejaron una huella esperanzadora en las personas que participamos en el Congreso, es la ética jurídica y la responsabilidad profesional el tema que mejor cristaliza, creo, la función de las escuelas de Derecho, de sus docentes y, sobre todo, de los abogados y las abogadas que se forman en ellas.

A riesgo de simplificar, intento sintetizar la teoría del profesor argentino Martin Böhmer (UBA/UDESA):

Los abogados y las abogadas cumplen una función política en el sistema de justicia de los Estados Constitucionales Democráticos de Derecho. Esto es así, porque son eslabón indispensable para llegar a los esquemas de impartición de justicia y, en ese sentido, su preparación técnica y su estructura ética hace posible que se conviertan en traductores e igualadores. Traducen para sus clientes sus derechos y posibilidades de triunfo, pero también traducen para los juzgadores las pretensiones de las partes. Para representar y defender correcta y éticamente a sus clientes, abogadas y abogados deben ser iguales entre sí. Todo lo cual permite que jueces y juezas tomen la mejor decisión posible, bajo los argumentos más razonables.

Los abogados y las abogadas cumplen una función política en el sistema de justicia de los Estados Constitucionales Democráticos de Derecho. Esto es así, porque son eslabón indispensable para llegar a los esquemas de impartición de justicia y, en ese sentido, su preparación técnica y su estructura ética hace posible que se conviertan en traductores e igualadores.

Como puede apreciarse, esta función no solamente requiere entrenamiento técnico, sino también estructura ética y responsabilidad profesional. En este sentido, las escuelas de Derecho, independientemente de su mercado y de su tamaño, deben contribuir a la formación de juristas con preparación, pero conscientes de su papel en una democracia constitucional.

El riesgo de no asumir individual y colectivamente estas responsabilidades es la deslegitimación de la justicia, la desconfianza y, en el extremo, la “justicia” por propia mano. En México sabemos de esto. En efecto, en nivel de confianza, los jueces mexicanos están reprobados (ENCUP 2012); además, entre 1988 y 2014 ha habido en nuestro país 366 linchamientos (http://www.elcotidianoenlinea.com.mx/pdf/18706.pdf).

En resumen, la abogacía no es una profesión liberal. Tiene una función esencial en las Democracias Constitucionales. Por tanto, las escuelas de Derecho cuentan también con una responsabilidad mayúscula: Hacer posible un entrenamiento técnico igual para todo estudiante de Derecho, independientemente del poder económico o político, y corresponsabilizarse del comportamiento ético y profesional de sus egresados, a fin de que puedan ser fieles traductores e igualadores de sus clientes, es decir, para que en verdad sean agentes democráticos de pacificación social.

Esto, y muchos temás más, discutimos y aprendimos en el Congreso CEEAD de Educación Jurídica 2016.

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Rousseau tenía razón

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Uno de los grandes problemas que aqueja a América Latina es el de la falta de vivienda. Millones de familias sufren por la ausencia de políticas públicas de desarrollo y asistencia habitacional y, en consecuencia, terminan padeciendo situaciones desesperantes.

Suertudos somos quienes jamás nos ha faltado un techo por las noches o una cama caliente en invierno. Como siempre supo ser en nuestros queridos países, los suertudos son minoría. La emergencia habitacional está frente a nuestros ojos día a día, cuando vamos trabajar y nos cruzamos con un hombre que duerme junto a sus hijos bajo un árbol en una plaza o, cuando las villas de emergencia que circundan las grandes ciudades crecen a ritmos estrepitosos.

Quizás en algún momento deberíamos plantearnos como ciudadanos, como sociedad, ¿En qué nos equivocamos? ¿Qué hicimos mal como para que unos pequeños metros de concreto valgan sumas irrisorias?

Aunque funcionarios públicos crean que cercando y vallando las plazas se acabará este problema, la realidad es que se requieren políticas públicas mucho más profundas y que, idealmente, se piensen con plazos mayores que hasta las próximas elecciones. ¿Qué latinoamericano no ha escuchado más de una vez esas curiosas historias donde políticos o punteros locales prometen viviendas a familias carenciadas antes de las elecciones y luego milagrosamente lo olvidan? Tal vez pierdan las llaves, nunca lo sabremos.

La solución a todos estos males es algo que pocos tienen, muchos desean y una gran mayoría alquila, ella es la propiedad. Según el diccionario de la Real Academia Española la palabra “propiedad” hace referencia al “derecho o facultad de poseer alguien algo y poder disponer de ello dentro de los límites legales”. Ahora, ¿cómo y por qué existe este “derecho”?

Quizás en algún momento deberíamos plantearnos como ciudadanos, como sociedad, ¿En qué nos equivocamos? ¿Qué hicimos mal como para que unos pequeños metros de concreto valgan sumas irrisorias?

La emergencia habitacional está frente a nuestros ojos día a día, cuando vamos trabajar y nos cruzamos con un hombre que duerme junto a sus hijos bajo un árbol en una plaza o, cuando las villas de emergencia que circundan las grandes ciudades crecen a ritmos estrepitosos.

En Argentina el sueldo mínimo de un trabajador asciende a 500 dólares por mes y el valor de mercado de un departamento en la Capital Federal en la provincia de Buenos Aires, para una familia tipo con dos habitaciones y en los barrios más accesibles, asciende a 110.000 dólares…

No hay que ser muy bueno con las matemáticas como para darse cuenta que estamos frente a un problema.

Pero el problema data de tiempos inmemoriales, desde el momento en que alguien decidió apropiarse de un pedazo de tierra y reclamarlo para sí. Por eso creo que no se equivocó Jean-Jacques Rousseau cuando allá por 1755 escribió en el Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres que: “El primero a quien habiendo cercado un terreno, se le ocurrió decir ‘esto es mío’, y encontró gente tan simple como para creerle fue el verdadero fundador de la sociedad civil”.

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EL TALON DE AQUILES: “EL MANIFIESTO DE PAZ SOSTENIBLE (PRIMERA PARTE)”

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El lunes 14 de marzo de 2016 fundamos, en la ciudad de Monterrey, una organización no gubernamental, sin fines de lucro, cuyo nombre oficial es “Laboratorio Transnacional Paz Sostenible”. La ONG, laboratorio de investigación (Think Tank), Grupo de Defensa (Advocacy Group), y Asociación Profesional a la vez, se caracteriza por ser una iniciativa independiente, interinstitucional y multidisciplinaria, de investigación especializada en violencia colectiva y paz. En esta primera parte del “Manifiesto” de la organización, y teniendo como meta explicar los alcances del proyecto, haré hincapié en sus objetivos generales y específicos, la justificación para su existencia, y su aporte a la teoría y praxis en la resolución de conflictos.

Primero pienso, pero luego existo. El objetivo de “Paz Sostenible” es producir y divulgar conocimiento científico (académico) y aplicado (consultorías) para mejorar la gobernanza local, nacional e internacional, favoreciendo así la consolidación de la paz. Para ello, esperamos, por un lado, producir investigación científica en temas relacionados a la paz, inscribiendo nuestra reflexión en las tendencias en los estudios comparados, internacionales, y de otros saberes de las ciencias sociales. Favorecemos el intercambio entre expertos para alimentar la innovación teórica y práctica que originen enfoques multidisciplinarios. Por otro lado, deseamos desarrollar esfuerzos en investigación aplicada, es decir en consultorías a clientes públicos y privados, no solo para generar los recursos que nos permitirán crecer, sino también para incidir en el “mundo real”. Uno de los retos de nuestra generación es ejecutar ideas que cambien el mundo en el que vivimos: diagnósticos ya tenemos de sobra; lo que hace falta es actuar, y hacerlo bien. Por ello, otra de las metas de este Laboratorio es crear convergencias interinstitucionales para que universidades, sociedad civil (empresa privada, ONGs), y el Estado, cooperen más en los temas que nos interesan, e intervengan mejor para lograr una paz sostenible. El Laboratorio nace libre de amarras institucionales y mentales; no tenemos miedo a innovar, sabemos como hacerlo, y no tenemos límites institucionales que nos lo impida.

El objetivo de “Paz Sostenible” es producir y divulgar conocimiento científico (académico) y aplicado (consultorías) para mejorar la gobernanza local, nacional e internacional, favoreciendo así la consolidación de la paz.

Para cumplir con estos objetivos, es primordial desarrollar dos componentes. Primero, debemos tener un programa de publicaciones dinámico y flexible el cual incluya boletines informativos (Newsletters), revistas de divulgación destinadas al público en general, y revistas académicas indexadas a los índices especializados. Dicha diversidad va acorde con las áreas de interés y el tipo de conocimiento que nos interesa desarrollar. También deben nuestros investigadores titulares y asistentes de investigación publicar en nuestro nombre. Segundo, es primordial desarrollar un componente prescriptivo, es decir, esperamos denunciar y tomar posiciones públicas sobre los temas que nos competen, sobre todo en lo que a derechos humanos, la paz, y/o la democracia se refiere. No nos escudaremos con la “neutralidad científica” para justificar ideologías asépticas o para rehuir valores a los que adherimos y que dan sentido a nuestra reflexión. ¿Para qué pensar sin existir?

Lo importante no es el qué, sino el por qué. Hace poco menos de dos años, escribía en el marco de otro proyecto, que existía efervescencia en el campo de la resolución de conflictos, en el estudio de las causas, dinámicas y efectos de la violencia colectiva, y en su prevención, gestión, transformación, y resolución. En efecto, maestrías, doctorados, y especializaciones en temas como la asistencia humanitaria, el nacionalismo, las identidades y los estudios sobre la paz, aumentaban sin cesar, al tiempo que nuevas ONGs, laboratorios de investigación independientes o autónomos, se multiplicaban. Eso era cierto en el 2014, y lo sigue siendo hoy. ¿Entonces por qué saturar con un Laboratorio más? Para responder a esta pregunta, es necesario considerar tres elementos.

…es primordial desarrollar un componente prescriptivo … esperamos denunciar y tomar posiciones públicas sobre los temas que nos competen, sobre todo en lo que a derechos humanos, la paz, y/o la democracia se refiere. No nos escudaremos con la “neutralidad científica” para justificar ideologías asépticas o para rehuir valores a los que adherimos y que dan sentido a nuestra reflexión.

Primero, sigue siendo necesario, ahora más que nunca, apoyar la generación de perspectivas multidisciplinarias y transnacionales. La necesidad de la multidisciplinariedad es un llamado que siempre tendrá acogida, porque está de moda argumentar que la complejidad de los problemas actuales requieren de soluciones holísticas, y porque nadie se opone a la virtud, al menos públicamente. ¿Quién defendería a plena luz del día la idea que es malo que profesionales de diversos horizontes cooperen? Pero del dicho al hecho hay mucho trecho, y los enfoques multidisciplinarios no son tan fáciles de encontrar, por razones cuya explicación va más allá de los propósitos de este texto. Eso sí, me interesa resaltar que no hay que subestimar esta contribución ni el esfuerzo que tomará concretizarla.

Segundo, es vital acercar a los sectores académicos, gubernamentales, y de la sociedad civil nacional e internacional para generar mayor coordinación (lo que se conoce usualmente con el nombre de “Gobernanza”). Y esto tampoco será fácil. No es poco común que desde la academia se vea con cierta condescendencia a algunos políticos (a veces considerados “corruptos” y/o “incapaces”), y que la sociedad civil crea que los universitarios viven en una torre de marfil, aislados de la realidad. También el gobierno puede ver a las universidades y a la sociedad civil como actores políticos–enemigos o aliados–con sus propios intereses. Además, afiliaciones partidarias atraviesan de lo nacional a lo local (el gobierno nacional es aliado u oponente de gobiernos locales, dependiendo de la configuración de los partidos en el poder), y administrativos que dirigen centros de educación superior, y que no entienden la palabra “academia”, pueden ver en otras universidades no puntos de coincidencia, sino amenazas de competencia. En síntesis, crear convergencias interinstitucionales no es tarea fácil en ninguno de los sectores con los que trabajaremos.

Tercero, debemos producir simultáneamente una reflexión imparcial, integral, y balanceada, lo cual tampoco será fácil. El Laboratorio es diverso pues creemos que la riqueza está en diferentes formas de pensar. Forjar entonces una visión consensuada, o al menos mayoritaria, será una labor ardua pero necesaria. No solo nuestro rol social depende de ello sino también nuestra credibilidad. Con la diplomacia y el respeto que nuestros interlocutores se merecen, tendremos la claridad mental y la ética profesional que nos comprometen con nuestros principios, y la disposición para defender nuestros valores con los recursos intelectuales que tenemos a nuestra disposición.

El Laboratorio Transnacional Paz Sostenible explora entonces temas relacionados a la paz viendo la integralidad del fenómeno y relacionándolo con (pero sin limitarlo a) las interacciones intra e interestatales. La paz es un fenómeno que puede y debe ser estudiado desde una perspectiva transnacional.

Nuestra contribución. En América Latina, a pesar de doscientos años de experiencias revolucionarias, contra-revolucionarias, de perniciosos autoritarismos (de izquierda y de derecha), de procesos de pacificación inéditos, de retóricos apoyos a los derechos humanos, y de despliegues multilaterales de mantenimiento de paz, siguen siendo escasos los estudios en resolución de conflicto. África sigue cautivando el interés de más analistas (si bien el Cercano Oriente y el Sur de Asia siguen llamando poderosamente la atención). La reflexión teórica en nuestra región escasea, y aun menos frecuente es la resultante de la experiencia práctica. Mientras tanto, países como Honduras y Guatemala siguen dando signos alarmantes de degradación de capacidades estatales. Subsisten además dependencias crónicas a la presencia externa (Haití). Aunque se vislumbra una salida al conflicto armado colombiano, el mismo sigue activo. Y las organizaciones criminales siguen extendiendo sus tentáculos a lo largo de la región, manteniéndose como actores transnacionales de primer orden.

Paz Sostenible ofrece una contribución innovadora y original. El Laboratorio está llamado a ser un puente que une, con proyectos puntuales, a académicos, sociedad civil, y gobiernos, interesados en estudiar y actuar en temas de paz. El ámbito de acción es entonces local, regional, nacional, e internacional. Se trata además de un proyecto–y esto no lo había desarrollado–que también propone una asociación profesional “tradicional”. Es decir, aceptamos membresías (pronto publicaremos las reglas de adhesión), esperamos organizar congresos, y vamos a cumplir con las típicas funciones que normalmente ejecuta una asociación profesional. Finalmente, se trata de una iniciativa que, al no tener límite geográfico, es libre de desarrollar perspectivas comparadas que saquen a relucir diferencias y similitudes de diversos casos, o internacionales, centradas en la interdependencia de los problemas del mundo globalizado de hoy. Es cierto, por estar basados en México, nos interesaremos más, al menos en este punto de arranque, en América Latina. Pero eso no sucederá en perjuicio de otras regiones o de oportunidades de crecimiento institucional generadas en la ruta. Al fin y al cabo, nuestro enfoque es “transnacional”.

El Laboratorio es diverso pues creemos que la riqueza está en diferentes formas de pensar. Forjar entonces una visión consensuada… será una labor ardua pero necesaria. No solo nuestro rol social depende de ello sino también nuestra credibilidad.

Epílogo (preliminar). Así, desearía terminar esta primera parte del Manifiesto de Paz Sostenible refiriéndome a la noción de “transnacionalismo”: un fenómeno es “transnacional” cuando, aunque suceda en espacios nacionales, trasciende las fronteras, se extiende entre varias naciones (y no necesariamente Estados), y obedece a una lógica que va más allá de lo que sucede entre las fronteras nacionales y por encima de ellas. Hay pues una diferencia entre lo transnacional, lo nacional, lo internacional, y lo supranacional. El Laboratorio Transnacional Paz Sostenible explora entonces temas relacionados a la paz viendo la integralidad del fenómeno y relacionándolo con (pero sin limitarlo a) las interacciones intra e interestatales. La paz es un fenómeno que puede y debe ser estudiado desde una perspectiva transnacional. Doy gracias, en orden alfabético, a Karina Flores, Oscar Flores, Fernando Jiménez, y Magda Robles, por aceptar aventurarse conmigo en este proyecto. También deseo reconocer el “interés desinteresado” de Alejandra Buitrón y Juan Cortés, nuestros asistentes de investigación, ambos estudiantes de la Universidad de Monterrey (UDEM), en darnos una mano para lanzar el Laboratorio.

No queda más que enrollarse las mangas y empezar a trabajar. Seamos más que expertos en construcción de paz; seamos constructores de paz. Mayor información sobre el laboratorio es accesible en nuestro sitio web y por la página Facebook. Es posible también escribirnos a: info@pazsostenible.org

Fernando A. Chinchilla
Ciudad de México (México), abril de 2016

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”

Lo que no se dice de KIA: Complemento a Inspector Político

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La Ley puede ser modificada mediante reformas, adiciones, derogaciones o abrogaciones, entre otras figuras jurídicas, para adecuar la legislación a la realidad presente y a los cambios que sufre nuestro entorno. La propuesta del Ejecutivo de reformar una Ley es enviada al Congreso para su discusión y en su caso aprobación, resultando en una Ley 2.0 que sustituye a la anterior.
Lo anterior sólo como antecedente de que tratándose de un proyecto tan basto como el de KIA es lógico y plausible reformar leyes para poder atraer mayores beneficios a una entidad o municipio.

Por otra parte, es obvio que para una empresa automotriz del tamaño de KIA la decisión de dónde realizará una nueva planta armadora que producirá más de 300,000 unidades al año será dónde se encuentre el mejor postor. Así son los negocios. Nuevo León “compitió” contra otros lugares para lograr la inversión y es lógico que KIA evaluara económica y financieramente dicho proyecto, partiendo de dónde habrá menores costos y mayores rendimientos.

La presencia de KIA en suelo regio traerá un aumento en el PIB estatal y una fuerte derrama económica, así como grandes flujos comerciales de bienes y servicios. A cambio de una inversión de más de 2,500 millones de dólares (entre KIA y proveedores), la generación 3,000 empleos directos y 7,000 indirectos…

Una inversión de la magnitud de KIA en nuestro estado nos posiciona a nivel global en el sector de armadoras automotrices y nos separa del resto de los estados improductivos del país. El hecho de que Nuevo León haya sido escogido por la empresa surcoreana es muestra de la solidez económica y del liderazgo de la sultana del norte no sólo en México sino en otros lugares de América Latina.

Sin embargo, no es responsable que por querer legitimarse ante su electorado el Gobernador Rodríguez quiera tumbar un proyecto que traerá enormes beneficios a Nuevo León. ¿Por qué nadie habla del gran conflicto de interés que representa que Fernando Turner, siendo dueño de una empresa de autopartes, sea Secretario de Desarrollo Económico y principal funcionario en el tema KIA? ¿Quién realmente ha cuantificado el costo de los incentivos tontamente satanizados y lo ha comparado con el beneficio de este proyecto?

La propuesta del Ejecutivo de reformar una Ley es enviada al Congreso para su discusión y en su caso aprobación, resultando en una Ley 2.0 que sustituye a la anterior … es lógico y plausible reformar leyes para poder atraer mayores beneficios a una entidad o municipio.

La presencia de KIA en suelo regio traerá un aumento en el PIB estatal y una fuerte derrama económica, así como grandes flujos comerciales de bienes y servicios. A cambio de una inversión de más de 2,500 millones de dólares (entre KIA y proveedores), la generación 3,000 empleos directos y 7,000 indirectos, desarrollo económico en una zona hasta hace poco rural, posicionamiento global ante otras armadoras de autos, bien vale la pena los incentivos otorgados a la empresa surcoreana. ¿Quién no quisiera que Nuevo León sea visto mundialmente como el líder en plantas automotrices?

Hay que saber diferenciar lo político de lo económico, y separar la agenda política del gobierno independiente de los resultados palpables que la armadora dará al estado. La también automotriz Hyundai y la sueca IKEA ya dijeron adiós a Nuevo León gracias al torpe manejo de la actual administración. Es una irresponsabilidad categórica que por caer en enredos políticos se pierda la confianza de inversionistas internacionales.

El proyecto de inversión de KIA logrado por el Gobierno de Rodrigo Medina representa un sólido avance para el desarrollo económico de Nuevo León.

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¿Hombre o mujer? Sociedad y Humanidad

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Hace unos días se conmemoró el Día Internacional de la Mujer (8 de marzo), fecha en la que se recuerdan los constantes esfuerzos que la humanidad ha realizado para que las mujeres vivan en una sociedad más justa, equitativa y con mejores condiciones que les permitan desenvolverse con total tranquilidad y justicia tanto en el ámbito laboral, como en el personal y económico.

La concepción que tenemos respecto a las mujeres claramente ha variado con el paso de los años. Si consideramos que los griegos tenían conceptualizadas a las mujeres como ‘hombres mal formados’ y lo contrastamos con la idea que se tiene hoy en día, evidentemente hay una distancia muy grande entre ambas. Sin embargo, si damos un recorrido por la historia de la humanidad sólo es hasta la época contemporánea cuando finalmente nos encontramos con ligeros tintes de balance, equidad y justicia en las sociedades y la cultura occidental; vaya, la que en México estamos acostumbrados a seguir. Es claro que existen comunidades matriarcales en el mundo pero las que imperan siguen siendo las estructuras comandadas por los hombres.

El Día Internacional de la Mujer, debe servirnos, para de una vez por todas entender que somos ambos –hombres y mujeres– quienes tenemos la responsabilidad de dirigir nuestras vidas y que, nuevamente, nuestra biología no debe ser pretexto para intentar minimizar las acciones de unos u otros

De acuerdo con información de la Deutsche Welle, actualmente en el mundo sólo hay alrededor de 17 mujeres que ostentan un cargo como Presidenta o Jefa de Estado de los 193 posibles que hay de acuerdo a las Naciones Unidas. Es decir, y haciendo una asunción un poco generalista, solamente el 10% del mundo está representado por mujeres. Afortunadamente, para nosotros las mujeres poco a poco han ido escalando en la toma de decisiones y la sociedad misma ve con aprecio el que existan iniciativas que fomenten la igualdad de oportunidades y la equidad de género. Un ejemplo que es bastante tangible es la Ley de Paridad en nuestro Congreso, que aunque ha sido bastante cuestionada y tiene algunos pormenores que son discutibles, es un buen intento para avanzar y tener una proyección en el mundo sobre la sensibilidad que existe en el país con respecto al tema.

A pesar de que en América Latina aún se mantiene fuertemente el estigma de la cultura del machismo, es plausible decir que la situación se ha ido revirtiendo de a poco. Grupos como Las Madres de la Plaza de Mayo de Argentina o Las Patronas en México, son vivos ejemplos de la importancia que tienen las mujeres en nuestra sociedad; pues gracias a las iniciativas que trabajan, la colectividad escucha los reclamos de la sociedad misma. De igual manera, figuras como la de Frida Khalo también son alicientes de la proyección y relevancia que tiene la mujer más allá del rol tradicional con el que se le ha querido identificar a lo largo de la historia.

De acuerdo con información de la Deutsche Welle, actualmente en el mundo sólo hay alrededor de 17 mujeres que ostentan un cargo como Presidenta o Jefa de Estado de los 193 posibles que hay de acuerdo a las Naciones Unidas

¿Qué hubiera sido de Inglaterra sin el thatcherismo? ¿Cómo podríamos entender los derechos de los niños sin la experiencia de Malala Yousafzai? ¿Habría tenido el mismo éxito la campaña ‘He for She’ si hubiera sido dirigida por un hombre? No dudo que los proyectos, las ideas y los programas hubieran trascendido, ni tampoco que hubieran surgido nuevos, pero definitivamente ese folclor y toque que le da el ser dirigido por una mujer marca un poco la diferencia.

Este y todos los 8 de marzo de la historia deben servirnos como momentos de reflexión para concientizarnos cada vez más que para la sociedad es más dañino intentar prescindir de un aproximadamente 50% de la población mundial solamente porque biológicamente somos diferentes. El Día Internacional de la Mujer, debe servirnos, para de una vez por todas entender que somos ambos –hombres y mujeres– quienes tenemos la responsabilidad de dirigir nuestras vidas y que, nuevamente, nuestra biología no debe ser pretexto para intentar minimizar las acciones de unos u otros. El 8 de marzo nos sirve para recordar la constante lucha que la humanidad ha realizado para dar a las mujeres el lugar que les corresponde.

…si la humanidad busca que exista armonía entre las personas, debe haber armonía entre los hombres y las mujeres

Como George R.R. Martin, famoso escritor estadounidense, mayormente reconocido por obras como “Game of Thrones”, dijo en una entrevista cuando le preguntaron acerca de cómo le era posible escribir tan bien los personajes de las mujeres, la respuesta, me parece, es de lo que precisamente el Día de la Mujer trata: “Bueno, yo siempre he considerado que las mujeres son personas”.

Esta idea, por simple que parezca, es la verdadera esencia del tan criticado feminismo y la equidad de género, así como los hombres son personas, las mujeres también lo son; y si la humanidad busca que exista armonía entre las personas, debe haber armonía entre los hombres y las mujeres. Todas aquellas ideas las cuales plantean que los hombres y las mujeres tienen capacidades distintas (fuera de las biológicas, claro está), muy probablemente se encuentran sesgadas por algún tipo de pensamiento o ideología que nubla la visión correcta sobre lo que juntos, como humanidad y sociedad, debemos alcanzar.

El día en el que los hombres y las mujeres ya no se identifiquen como ‘hombre’ o ‘mujer’, sino como personas; ese día la sociedad habrá dado un salto tan grande que no habrá forma de que se pueda dar un paso hacia atrás.

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El Talón de Aquiles: “Somos Más Parecidos de lo que Quisiéramos Creer”

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Cada vez que inicié mi curso de “Sociedad y Cultura de África”, señalé dos elementos primordiales para eliminar estereotipos, sin lo cual no tiene sentido emprender estudios africanos: primero, desde una óptica comparada, debemos aceptar que es más lo que nos une que lo que nos separa; segundo, ni América Latina está “tan adelantada” con respecto a África, ni África está “tan atrasada” con respecto a América Latina. Veamos algunos indicadores que comprueban estos argumentos.

Ni América Latina está “tan adelantada” con respecto a África, ni África está “tan atrasada” con respecto a América Latina.

Somos más parecidos de lo que quisiéramos creer.

A finales de enero de 2016, Transparencia Internacional publicó su Índice de corrupción 2015. Más allá del hecho de que ningún país africano o latinoamericano se encuentra entre los diez primeros lugares, dos elementos llamaron mi atención. Por un lado, si bien es cierto que seis de las 12 últimas posiciones son ocupadas por países africanos (Guinea-Bissau, Libia, Angola, Sudan del Sur, Sudan, y Somalia), en dos posiciones sobresalen países de las Américas (Haití y Venezuela). Por el otro, el primer país de América Latina que aparece en la lista, Uruguay, lo hace en el lugar 21, no tan por adelante del primer país africano, Botsuana, que se ubica en lugar 28; de hecho, Costa Rica y Cabo Verde comparten la posición 40, Republica Dominicana y Somalia la 103, Argentina, Costa de Marfil, Ecuador, y Togo la 107, y Honduras, Malawi, Mauritania, y Mozambique la 112. Ruanda (44) y Namibia (45) están por delante de Cuba (56), El Salvador (72) y Panamá (72), y México aparece al mismo nivel que Mali (lugar 95), debajo de Liberia (83), Túnez (76), y Burkina Faso (76), así como de Argelia, Egipto y Marruecos (88).

Los cinco países más violentos del mundo son todos latinoamericanos, cuatro de los cuales se encuentran en Centroamérica.

Para aquellos que dudan de la solidez de la comparación, veamos indicadores de violencia, más concretamente de asesinatos. Hasta el 2012, América Latina era la región del mundo con mayor número de muertes por homicidio y armas de fuego. Los datos varían frecuentemente, en una especie de competencia malsana para saber cual es el país más mortífero, pero según diversos informes de homicidios de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUUD), Honduras, con una tasa de homicidios de 91,4 por cada 100,000 habitantes, fue el país más violento del mundo en 2011; sigue Venezuela, con tasas en los últimos años rondando 53/100,000 habitantes y, en general, al menos en 2013 siguen Belice (44,7), Jamaica y El Salvador (41.2), así como Guatemala (39,9). Nótese que los cinco países más violentos del mundo son todos latinoamericanos, cuatro de los cuales se encuentran en Centroamérica. El primer país africano en esta lista es Zambia (38), en la novena posición; sigue Uganda (36.3) en la 11, Malaui (36) en la 12, Lesoto (35.3) en la 13, Sudáfrica (31.8) en la 14, y República del Congo (30.8) en la 15. Cierto, la totalidad de los países del “Top 20” de la inseguridad mundial son latinoamericanos o africanos; de hecho, hay que esperar hasta la posición 34 para encontrar a Kirguistán (20.1), de Asia Central. Pero aún en ese marco, quiero recalcar que Brasil (26.5) es más inseguro que países “inestables” o gobernados por Estados “débiles” o “fallidos” como Sudán (24.2) y República Democrática del Congo (RDC: 21.7). Además, existe menos probabilidad de ser asesinado en Sierra Leona (14,9), Mauritania (14,7), Zimbabue (14,3), Gabón (13,8), Liberia (10,1), Senegal (8,7), o Madagascar (8,1), que en México (15,5). Nunca entendí por qué algunos latinos piensan que ir a África es aventurero, pues lo contrario es más exacto: para venir a América Latina, un africano requiere aventurarse.

Siempre me impresionó lo mucho que saben los africanos sobre América Latina, por lo que me avergüenza lo poco que sabemos sobre África. Tal vez por ello, me cuesta tolerar la condescendencia fruto de la ignorancia.

Ni tan adelantados, ni tan atrasados.

A mediados de enero de 2016, el Fondo Monetario Internacional (FMI) revisó a la baja las proyecciones de crecimiento mundial para el 2016-17, situándolas entre un 3,4% y un 3,6% del Producto Interno Bruto (PIB). En América Latina, las previsiones son modestas: primero, se vaticina una contracción del PIB agregado de 0.3% en 2016; luego, un crecimiento de 1.6% en 2017. Pero para África, se pronostica una (modesta) continuación de la expansión económica. Claro, siempre se podrá indicar que es más fácil crecer cuando no hay nada: el 20.7% de crecimiento del PIB que se espera en Sudán del Sur en el 2016 se puede explicar de esa forma; pero lo mismo podría aplicar a Haití, la economía más pobre del hemisferio occidental, que sigue sufriendo las secuelas del terremoto de 2010, y cuyas previsiones de crecimiento son, según la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), de apenas un 2.5%. Por supuesto, no todo son buenas noticias en África; existen también países que se alejan del promedio, como Guinea Ecuatorial y Sierra Leone, que experimentaron contracciones económicas de -15,3% y -12,8% en 2015. Pero América Latina tampoco es ajena a estos casos: Venezuela sufrió una contracción del PIB de 4,2% en 2015 según el Banco Mundial, y el FMI augura una caída del -18% entre el 2015 y 2016, asistida por una inflación de 720% en 2016. Siempre me impresionó lo mucho que saben los africanos sobre América Latina, por lo que me avergüenza lo poco que sabemos sobre África. Tal vez por ello, me cuesta tolerar la condescendencia fruto de la ignorancia. Basado en estimados para 2014, observamos que Etiopía (10,3%), RDC (9,2%), Costa de Marfil (7,9%), y Mozambique (7,4%), tuvieron todos crecimientos del PIB mejores que República Dominicana, primer país de nuestra región que aparece en en listado del FMI (posición 17, con un crecimiento de 7,3%). Entre esta isla y Panamá, el siguiente país latinoamericano en aparecer (6,20%), están Mali (7,2%), Sierra Leone (7,1%), Tanzania (7%), Chad, Mauritania, Níger, y Ruanda (6,9%), República del Congo (6,8%) y Nigeria (6,3%)..

Ahora, para los que desconfían del PIB por ser un indicador reductor y distorsionador, veamos dos datos adicionales: el coeficiente GINI, que mide desigualdades en la distribución del ingreso (0 es una distribución perfecta de la riqueza y 100 es una distribución perfectamente desigual), y el Índice de Desarrollo Humano (IDH) de Naciones Unidas. Las cifras sobre la desigualdad son muy incompletas, por lo que es difícil elaborar un panorama global. Los datos del Banco Mundial del 2011, sin embargo, permiten contrastar el coeficiente Gini de Brasil (53,1), Chile (50,8), Colombia (54,2), Guatemala (52,4), Honduras (57,4), Panamá (51,8), y Paraguay (52,6), todos por arriba de 50, con el de Chad (43,3), Benín (43,4), Republica del Congo (40,2), RDC (42,1), Senegal (40.3) y Togo (46), todos debajo de 50. Ocho países latinoamericanos mostraron índices menores a 50, pero ninguno por debajo de 40: Argentina (43,6), Bolivia (46,3) Costa Rica (48,6), Ecuador (46,2), El Salvador (42,4), Perú (45,5), República Dominicana (47,4), y Uruguay (43.4). En cuanto al IDH, es posible que sí hallemos alguna diferencia entre las regiones, al menos si nos basamos en los datos de 2014. Dos países latinoamericanos, Argentina y Chile, se clasifican entre los 49 países con un “Muy Alto IDH”; ningún país africano integra este grupo; además, 19 países de América Latina y el Caribe se encuentran en el segundo grupo, el de “Alto IDH”; solo tres países africanos – Argelia (83), Libia (94), y Túnez (95) – están presentes. Además, de los 39 países que integran el grupo de “IDH Medio”, 12, es decir, 30,7%, son africanos: Botsuana (106), Egipto (108), Gabón (110), Sudáfrica (116), Cabo Verde (122), Marruecos (126), Namibia (126), Congo (136), Guinea Ecuatorial (138), Zambia (139), Ghana (140) y Santo Tomé y Príncipe (143). Esos son los mejores ejemplos de África, los cuales contrastan con los siete países de las Américas que, al estar incluidos en este grupo, muestran un rezago con relación al resto: Paraguay (112), El Salvador (116), Bolivia (119), Guyana (124), Nicaragua (125), Guatemala (128), y Honduras (131). En fin, forman parte del grupo de 32 países con “Bajo IDH”, 23 casos africanos (71,8%); en cuanto a nuestra región, solo Haití (lugar 163) se encuentra en esta categoría.

Somos más parecidos de lo que quisiéramos creer, y ojalá que la aceptación de esta evidencia permita revivir nuestra curiosidad y nuestras ansias de aprender de un continente que tiene mucho que ofrecer.

Consideraciones finales.

La discusión podría ser más enriquecedora si nos damos a la tarea de definir los conceptos aquí propuestos para elaborar esta comparación. Por ahora, sin embargo, recordaré que Transparencia Internacional no mide “corrupción” sino “percepciones de corrupción”, que la violencia puede tomar múltiples formas – el homicidio no es más que una de ellas –, que el PIB no mide el progreso y es insuficiente para determinar grados de desarrollo o subdesarrollo, y que el IDH pretende medir algo tan complejo como la “riqueza” de las vidas humanas. En ese marco, si bien América Latina lleva un camino recorrido en materia de desarrollo humano, en términos de las percepciones de corrupción de nuestras élites políticas, de la inseguridad en nuestras calles, de las perspectivas a corto y mediano plazo de crecimiento económico, y de las desigualdades socioeconómicas, no solo no somos tan diferentes a África, sino que en algunos casos, varios de los países africanos lucen mejores indicadores que los nuestros. En definitiva, somos más parecidos de lo que quisiéramos creer, y ojalá que la aceptación de esta evidencia permita revivir nuestra curiosidad y nuestras ansias de aprender de un continente que tiene mucho que ofrecer. Tal vez así podamos, viendo nuestro reflejo en ese espejo africano, aprender mucho más sobre nosotros mismos.

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