CULTURA DE LA VIOLACIÓN

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Ha conmocionado al mundo el caso reciente de una menor que fue víctima de una violación colectiva en Brasil, presuntamente a manos de 12 hombres mayores de edad.

“¿Qué traías puesto?”, “¿qué hacías allí de noche?” y “¿estabas borracha?”: son preguntas que suelen hacerse a las víctimas de violencia sexual y son una expresión de la cultura de la violación.

Este es un término que surgió en los años 70 en Estados Unidos gracias a las feministas de la segunda ola que tomaron esta como una de sus luchas principales.

Se trata de un sistema compuesto por actitudes, conductas y estructuras que normalizan el delito de violación: justificándolo, culpando a la víctima y no sancionando al agresor.

No tomarse en serio las acusaciones de violación e inflar los números de denuncias falsas son actitudes propias de esta cultura, la cual se alimenta de la tolerancia social al delito.

No tomarse en serio las acusaciones de violación e inflar los números de denuncias falsas son actitudes propias de esta cultura, la cual se alimenta de la tolerancia social al delito.

El Primer Diagnóstico sobre la Atención de la Violencia Sexual en México, publicado por la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) en marzo pasado, muestra las cifras de los casos de violencia sexual que se han dado entre 2010 y 2015.

Este diagnóstico expone que se han dado 3 millones de casos de violencia sexual en ese periodo, incluyendo el 94 por ciento de cifra negra que calculó la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública en 2014, lo que equivale a 600 mil casos por año y a mil 644 casos por día.

Además, se demuestra que en México el 81 por ciento de las víctimas son mujeres y el 90.5 por ciento de los agresores son hombres.

Está el caso de Enrique Capitaine, hombre mayor de edad acusado de pederastia por presuntamente violar a una menor, junto con otros tres, hace más de un año en Veracruz. Fue detenido hace tres semanas.

De 2011 a lo que va de 2016, se han dado en Nuevo León 26 mil 911 incidentes por violación, de acuerdo a los datos del Semáforo Delictivo e incluyendo la cifra negra estimada de 91 por ciento. Esto equivale a 5 mil 78 casos por año y a 14 casos por día.

Estas cifras no son de una tarea de matemáticas: representan a personas reales. A finales de mayo, El Norte dio a conocer el caso de una mujer que sufrió en Monterrey un intento de violación por parte de un presunto taxista y que, al intentar defenderse, fue acuchillada.

Si esto no es cultura de la violación, yo no sé qué lo es. Si de verdad no está normalizada la violación, ¿por qué hay tanta impunidad y la cifra negra es tan alta?

Como dice la activista Jaclyn Friedman, la verdad es que se aborrece la idea del violador (el estereotipo del monstruo que abusa de las niñas), pero no se desprecia a los violadores reales: al tío, al amigo, a la pareja… En México, en el 59.8 por ciento de los casos la víctima conoce a su violador, de acuerdo al diagnóstico mencionado.

La violación es silenciada por las propias víctimas por vergüenza, debido a que vivimos en una sociedad machista que cosifica a las mujeres y revictimiza a las sobrevivientes. Esta vergüenza es la principal aliada de los violadores.

La violación es silenciada por las propias víctimas por vergüenza, debido a que vivimos en una sociedad machista que cosifica a las mujeres y revictimiza a las sobrevivientes. Esta vergüenza es la principal aliada de los violadores.

Las mujeres tenemos derecho a tomar, a usar faldas cortas y a ir a fiestas. Y los hombres no tienen derecho a violarnos. Sin embargo, la víctima es a quien la sociedad suele culpar de la agresión.

Allí tenemos el caso de Brock Turner, estudiante de Stanford condenado por violar a una mujer que visitaba el campus: la víctima fue culpada por haber consumido alcohol y el violador sólo obtuvo seis meses de prisión (con posibilidad de libertad condicional).

Es muy cómodo negar la existencia de la cultura de la violación, porque la sociedad prefiere pensar que esto no sucede: si se denuncia, la víctima miente o exagera. Es más fácil voltear al otro lado, pero la realidad es que en México sólo se consigna al 1 por ciento de los agresores, según el diagnóstico de la CEAV.

Ignorar la realidad implica permitir que los violadores sigan violando y que las víctimas sigan sufriendo en silencio.

La cultura de la violación existe: es real y es un gravísimo problema que debemos combatir.

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mariasantosv.blogspot.mx

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”

Sangrando invisibilidad, normalidad e impunidad

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La semana pasada se registró uno de los hechos más indignantes e inhumanos en Brasil, la violación colectiva de una menor de 16 años a manos de 33 hombres. Este hecho logró movilizar a una parte de la sociedad brasileña ya que, la manera en que se dio a la luz la noticia fue a través de un video que se divulgó por las redes sociales. Este acontecimiento por sí solo es indignante, sin embargo lo que desata es aún más indignante; la cultura de la violación.

El término nace en 1970 con la segunda ola del feminismo, diversos académicos la definen como una serie de creencias que provocan o fomentan la violencia de los hombres contra las mujeres, provocando la normalización de éstas acciones. De acuerdo a Chris O’Sullivan, el sexismo es una pieza fundamental en la cultura de la violación, ya que, los actos de sexismo se emplean comúnmente para validar y racionalizar las prácticas misóginas. Por ejemplo, los chistes sexistas pueden fomentar un desprecio del bienestar de la mujer, o una víctima de violación podría ser culpada, alegando que lo “estaba buscando” por la forma en que se vestía o actuaba. ¿Es posible que el término se haya empleado desde 1970 y siga siendo vigente? Nos convertimos en el ejemplo perfecto a implementar en las investigaciones de éstos académicos.

…los chistes sexistas pueden fomentar un desprecio del bienestar de la mujer, o una víctima de violación podría ser culpada, alegando que lo “estaba buscando” por la forma en que se vestía o actuaba. ¿Es posible que el término se haya empleado desde 1970 y siga siendo vigente? Nos convertimos en el ejemplo perfecto a implementar en las investigaciones de éstos académicos.

Vivimos en sociedades donde la violación es permitida y normalizada. En México, Brasil y el resto de América Latina se responsabiliza a la propia víctima sobre la violación. En Brasil tan sólo el 35% de los casos de violencia sexual son notificados a las autoridades, muchas refieren el sentimiento de culpa y vergüenza como los motivos primordiales para no denunciar. Es de sorprenderse el porcentaje y es que, una de las preguntas que se hizo en el interrogatorio a la joven fue “¿acostumbras practicar sexo en grupo?”. ¿Por qué esa pregunta era necesaria? ¿Importa acaso cuál o cómo lleva su vida sexual? Fue violencia sexual y nada lo justifica.

Las cifras en México no son menos alarmantes y es que de acuerdo al INEGI, sólo 1 de cada 3 mujeres comenta con sus familiares la experiencia; menos de 2 de cada 10 busca apoyo en alguna institución pública y el 8% acude a las procuradurías estatales de justicia. De este porcentaje, 3 de cada 4 interpone una denuncia. Éstas cifras solo comprueban lo arraigado que está la cultura de la violación además de la impunidad que existe únicamente en México o Brasil, sino en América Latina.

¿Por qué tomó tanta atención mediática el caso de la adolescente brasileña? No sólo por la brutalidad e impunidad que quedaron en evidencia, sino porque provocó que se visibilizara esta cultura. Brasil de acuerdo al “Informe Anual de Seguridad Pública de Brasil” en el 2014 registró 47.000 violaciones cada año, una cada 11 minutos. El 15% de las violaciones en el país son colectivas, hasta en un 40% de los casos se involucran drogas para someter a la victima y para hacerlo más alarmante, el 71% de los casos las víctimas tienen menos de 18 años.

Vivimos en sociedades donde la violación es permitida y normalizada. En México, Brasil y el resto de América Latina se responsabiliza a la propia víctima sobre la violación. En Brasil tan sólo el 35% de los casos de violencia sexual son notificados a las autoridades, muchas refieren el sentimiento de culpa y vergüenza como los motivos primordiales para no denunciar.

En México de acuerdo a el Comité de Violencia Sexual de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) entre 2010 y 2015 registró 3 millones de casos de violencia sexual, 600 mil casos por año. El estudio demuestra que el 90% de las víctimas de violencia sexual son mujeres, 4 de cada 10 víctimas son menores de 15 años, 9 de cada 10 agresiones son cometidas por hombres y el 60% de las agresiones suceden en el hogar de las víctimas.

Esta violencia se caracteriza por su invisibilidad, normalidad y su impunidad. Pero como sociedad, ¿nos identificamos con estas características?, ¿Por qué seguimos permitiendo actos sexistas, misóginos y de violencia?, ¿Nos merecemos eso?, ¿Hasta cuándo vamos a detener tanta violencia? Visibilicemos nuestros privilegios, hagamos anormal la cultura de violación y busquemos que se castigue cualquier acto de violencia. Dejemos de minimizarla. Porque sigo buscando un México en el que las calles, las noches, las fiestas, las esquinas obscuras y los vestidos cortos me pertenezcan sin miedo. Donde ser “sola” sea sinónimo de seguridad.

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”