El primer debate entre la candidata demócrata, Hillary Clinton, y el candidato republicano, Donald Trump, dejó entre ver algunas de las fortalezas y debilidades que ambos personajes tienen.
Mientras que Trump sigue demostrando un nulo conocimiento de cómo se maneja la política exterior en su país y mantiene un discurso lleno de contradicciones; Clinton no logra despegarse de la imagen del típico político, que hoy en día ha perdido bastante credibilidad en diversos segmentos de la sociedad estadounidense. Estos puntos negativos de ambos candidatos fueron los que estuvieron sobresaliendo a lo largo de la discusión.
Desde el comienzo del debate, el candidato republicano mantuvo un discurso en contra de la clase política al culparlos de haber negociado tratados de libre comercio, como el NAFTA o actualmente el TPP, que según Trump, solamente han dañado a la economía estadounidense y afectado principalmente a la clase trabajadora. Es evidente con esta declaración que su objetivo continúa siendo el segmento de la población que es económicamente más vulnerable. A su vez, al culpar este tipo de acuerdos como los responsables de los males económicos, trata de caracterizar a los enemigos a vencer, que en este caso son México y China. Esto solamente demuestra la necesidad de crear enemigos artificiales que fomenten un cierto temor y su vez unión entre la población, algo ya muy típico en la política estadounidense.
En el caso de Hillary Clinton, se pudo observar cómo su discurso iba totalmente dirigido a la clase media de Estados Unidos y a los jóvenes que han tenido el privilegio de gozar de una educación. A diferencia de su contrincante, ella considera que los males económicos están dentro del país al tener un sistema de recaudación de impuestos donde los más beneficiados pueden evadirlos fácilmente. Este mismo argumento lo utilizó en contra de Trump, al culparlo de generar su riqueza por medio de la evasión fiscal.
Por otra parte, la candidata demócrata logró proyectar de manera satisfactoria su experiencia política y congruencia en su discurso, algo que su contendiente carece. Además, de haber manejado correctamente el tema controversial de los correos electrónicos durante su periodo como Secretaria de Estado, aceptando total responsabilidad.
No obstante, Clinton tiene un gran reto por hacer: crear empatía con una parte de los votantes que hasta ahora Trump ha acaparado. Este segmento de la población no necesariamente busca un candidato con una gran carrera política puesto que estos últimos han sido incapaces de atender problemas, como el racismo, la falta de oportunidades, la inseguridad, etc. Es aquí donde el candidato republicano ha tenido éxito proyectándose como un outsider en la política y manteniendo su imagen como empresario “exitoso”.
Con este primer debate, se pudo ver cómo ambos candidatos se han mantenido con el mismo discurso que han llevado durante toda su campaña. Hillary Clinton, sigue sacándole ventaja a su gran trayectoria política y aprovechando las incongruencias de su oponente. Mientras que Donald Trump busca sacarle provecho a la constante polémica que genera y a los sentimientos irracionales de los votantes, como el miedo y el enojo.
Por lo tanto, es muy probable que las encuestas electorales sigan manteniéndose sin grandes cambios, lo que no quiere decir que ya haya un ganador definido.
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