Panamá de papel

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Como bien es sabido, la información que se ha filtrado de la empresa Mossack Fonseca (firma de abogados) ha causado que el mundo se vuelque contra las personas que aparecen y están ligadas con documentos de distintas sociedades offshore donde, según se presume, hay muchas que están relacionadas con el enriquecimiento ilícito y, por qué no, el lavado de dinero, la evasión fiscal y otros tantos más delitos que tienen que ver con el dinero per se.

Según información primaria obtenida, se filtraron alrededor de 11,5 millones de documentos que contienen información de este tipo de sociedades que, básicamente, lo que hacen es que operan de una forma distinta pues no tienen una actividad económica. El principal referente que se tiene sobre un tema como estos podría ser el de WikiLeaks y todo lo que derivó en el caso de Edward Snowden. Pues ahora, si se quisiera comparar un hecho con el otro, de antemano tendríamos que fascinarnos de la cantidad de información que hay: mil 500 veces más que la vez anterior.

La información que se ha filtrado … ha causado que el mundo se vuelque contra las personas que aparecen y están ligadas con documentos de distintas sociedades offshore donde, según se presume, hay muchas que están relacionadas con el enriquecimiento ilícito y, por qué no, el lavado de dinero, la evasión fiscal y otros tantos más delitos que tienen que ver con el dinero per se.

Considero que está de más mencionar que hay muchas personalidades, políticos, empresarios y deportistas que aparecen involucrados en este escándalo, pero lo que sí es importante mencionar es que los Panama Papers ya han cobrado al menos una víctima de renombre: el Primer Ministro islandés, Sigmundur David Gunnlaugsson ha dimitido de su cargo tras haber aparecido en diversas ocasiones en documentos que le vinculan con la contratación de deudas por más de 3.6 millones de euros de los bancos que quebraron durante la crisis económica mundial de 2008-2009. En nuestro país, uno de los casos más sonados es del de Grupo Higa, quien también aparece en estos documentos y que es muy conocido por los acontecimientos de la Casa Blanca del Presidente Enrique Peña Nieto y su esposa, Angélica Rivera.

No obstante, existe una reflexión interesante cuando se hace un poco más de investigación sobre el tema. Dentro de los hallazgos a compartir, por ejemplo, es preciso decir que este tipo de sociedades no son necesariamente actos ilegales ni tampoco representan necesariamente una vulneración a la ley del país en cuestión. ¿Por qué? Retomo el ejemplo del columnista Sergio Sarmiento: las razones de existir de este tipo de sociedades son las mismas por las cuales algunos de los habitantes de la Ciudad de México registran sus vehículos en el estado de Morelos. Este ejemplo funciona perfectamente si contextualizamos y decimos que, de igual manera como sucede en Coahuila, los automóviles están exentos de la tenencia y, por ello, a sus propietarios que viven en la CDMX les resulta más económico hacer el registro en el estado vecino.

Considero que está de más mencionar que hay muchas personalidades, políticos, empresarios y deportistas que aparecen involucrados en este escándalo, pero lo que sí es importante mencionar es que los Panama Papers ya han cobrado al menos una víctima de renombre: el Primer Ministro islandés, Sigmundur David Gunnlaugsson

La idea es la siguiente: si existe una manera de economizar en algún costo y evadir algún pago adicional de alguna forma legal, ¿Por qué no hacerlo? Muy probablemente la respuesta a esta pregunta no sea necesariamente el tema del dinero, sino lo que tiene que ver con la cuestión moral y ética de esconderse de las autoridades fiscales de los países de origen y residencia de los implicados porque, ahora que se tiene conocimiento de esta información, es cuando salen todas esas declaraciones que oscilan entre los temas mencionados al inicio de este texto (evasión fiscal, lavado de dinero, enriquecimiento ilícito, etc.).

Es importante precisar y conocer realmente qué es lo que más nos duele: que haya tanto dinero en las manos de unos pocos y tanta carencia en la de muchos otros, o acaso será que adolecemos de indignación y queremos curarnos en salud al criticar al que más tiene.

Lo que hay que ver: millonarios y políticos ‘picudos’. ¿En serio nos sorprende?

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”

México y el Caudillismo

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“Un hombre hará la diferencia, pero una sociedad hará la revolución”

Nuestro país puede concebirse de diversas formas: como una nación llena de retos en cuanto a las áreas económicas, sociales y de derechos humanos, e igualmente como un pueblo pluricultural que ha tenido el privilegio de contar con una inmensidad de culturas y tradiciones, tanto mestizas como aquellas provenientes del México prehispánico. Es en ese factor pluricultural que puede apreciarse uno de los aspectos más arraigados que tenemos algunos mexicanos: el caudillismo. Considero de gran importancia expresar una postura personal respecto a este concepto, el cual, bajo mi punto de vista, se encuentra considerablemente establecido en nuestra visión individual y colectiva.

Ahora bien, se preguntará el lector ¿Qué es el caudillismo? Tal interrogante debería responderse con otros cuestionamientos los cuales he escuchado al tratar temas de política junto a otros compañeros, tales como: ¿Dónde quedaron los héroes que nos dieron la independencia? ¿Dónde quedó la gente como Morelos y Zapata?

El caudillismo no es más que la concepción que poseen una parte de los mexicanos en cuanto a la forma en la que ellos mismos verán llevada a la realidad aquella lucha por un México mejor. Entrando un poco a los elementos que integran el caudillismo es visible una postura quietista, entendiéndose como una esperanza pasiva y carente de movimiento, o, dicho en otras palabras: una esperanza con cadenas en vez de alas. Este quietismo va a la par con el aspecto intrínseco del caudillismo, el cual es el concepto de una figura arquetípica, mesiánica e idealista de una persona que llevará a cabo un cambio hacia todo el país. Desde figuras pertenecientes a siglos pasados como Emiliano Zapata o Benito Juárez, hasta las más contemporáneas como Fabio Beltrones (al menos para los militantes del PRI), Andrés Manuel López Obrador con su partido MORENA o nuestro gobernador en turno, Jaime Rodríguez Calderón con la bandera “independiente”, sobran los ejemplos de figuras arquetípicas responsables de mantener al caudillismo en el pensamiento de una parte de la población.

Recordando el artículo 39 de la Carta Magna, la soberanía reside en el pueblo, por lo que le corresponde, no a un líder “ejemplar” ni a un político fabricado cambiar al país, sino que corresponde a cada uno de nosotros hacer tal empresa.

Por otra parte, resulta imprescindible recalcar que esta noción ha sido mantenida y explotada por parte de algunos individuos pertenecientes al sector gubernamental; un ejemplo visible se encuentra en la educación básica, especialmente en las clases de historia que llevábamos cuando niños. A lo establecido anteriormente habría que agregársele, con el fin de complementar, la siguiente pregunta ¿En qué páginas de nuestros libros de historia se les hizo un énfasis a las personas que lucharon junto a las figuras de Morelos, Juárez o Villa? Aunado a lo anterior, no debe olvidarse el factor de explotación del caudillismo, utilizado en gran parte por actores políticos (actor en el amplio sentido de la palabra); desde la apariencia pueblerina de Fox durante su campaña presidencial, hasta la figura del “joven” que representa a un PRI “renovado” que brindó Peña Nieto, el caudillismo funge como una herramienta utilizada por la burocracia política.

Finalmente, luego de observar los alcances de tal concepción poseída por un grupo de paisanos, de recalcar la acción de conservación y explotación de esta misma por parte de entes políticos y de mencionar ejemplos clásicos y contemporáneos de caudillos, el lector habrá de tener la pregunta sobre ¿Qué hacer? La respuesta, a diferencia del inicio, debe contestarse ya no con otras preguntas cual Sócrates, sino con una afirmación: La democracia representativa no es votar un día, y callarse tres años. Con esto quiero decir que, la democracia que reconoce nuestra constitución no tiene cabida que una persona arquetípica haga su voluntad luego de ser votada por la mayoría, tampoco tiene cabida que los mexicanos bajemos nuestra voz hasta encontrar a otro individuo que siga nutriendo este círculo vicioso.

Recordando el artículo 39 de la Carta Magna, la soberanía reside en el pueblo, por lo que le corresponde, no a un líder “ejemplar” ni a un político fabricado cambiar al país, sino que corresponde a cada uno de nosotros hacer tal empresa.

…el lector habrá de tener la pregunta sobre ¿Qué hacer? La respuesta, a diferencia del inicio, debe contestarse ya no con otras preguntas cual Sócrates, sino con una afirmación: La democracia representativa no es votar un día, y callarse tres años

Termino con la siguiente frase, la cual, espero un día sirva para erradicar este caudillismo y nos ayude a cosechar una democracia representativa auténtica; “Un hombre hará la diferencia, pero una sociedad hará la revolución”.

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”