La importancia del estado laico

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Con el paso del tiempo, México ha conquistado diversas características que hoy definen su estructura estatal y gubernamental; entre dichos aspectos puede mencionarse la democracia representativa, la cual ha sido defendida, con el costo de vidas humanas, de regímenes autoritarios como el Porfiriato.

De igual forma, es destacable el carácter republicano que pasó por diversos periodos históricos para consolidarse como tal; asimismo, resalta la laicidad en lo que se refiere a una característica de la forma en que se encuentra constituido nuestro país, la cual no solo fue difícil conquistar, sino que es aún más difícil de mantener hasta nuestros días.

Entiéndase, en primera instancia, laicidad como aquel principio por el cual un estado no sostiene religión oficial alguna, sino que al contrario, garantiza el libre ejercicio de la libertad religiosa y de conciencia, para que cada ciudadano pueda elegir la que más le convenza en un espacio de apertura y de respeto.




En lo que respecta al principio del estado laico en México, se sabe que el principal promotor fue el presidente Benito Juárez, que comenzó con el largo camino de la separación entre la iglesia y el estado, por medio de la llamada Ley Juárez.

A través de esta ley, se buscó eliminar los privilegios eclesiásticos en lo referente a la materia civil. Siguiente a la legislación implementada por el presidente originario del estado de Oaxaca, le siguieron otros estatutos, como la Ley Lerdo, la Ley Iglesias, e igualmente, la Constitución de 1857.

Fue gracias a estos primeros pasos por llegar consolidar un país secular, que más adelante, tras diversos capítulos como la ardua lucha contra los conservadores, los mexicanos de otras épocas pudieron atestiguar los frutos de aquella lucha contra el poder desmedido de la iglesia.

Sin embargo, a pesar de contar actualmente con la continuidad del estado laico, reflejado en aspectos como una educación pública que establece entre sus características la laicidad, así como unas prohibiciones expresas en lo relacionado a ostentar cargos públicos con la condición de haber renunciado (en caso de serlo) al cargo de ministro de algún culto religioso, es apreciable la actual fragilidad de dicho principio en estos tiempos.

Desde un congreso de la unión secuestrado por las declaraciones de figuras eclesiásticas como el cardenal Norberto Rivera al momento de legislar sobre diversos temas, hasta eventos penosos como el suscitado el lunes en el Estado de Nuevo León, donde se usaron las instalaciones del congreso local, para una conferencia con fuertes alusiones religiosas y con la presencia de ministros de culto, se concibe el evidente peligro al que se encuentra expuesto el estado laico.

Si México desea crear un progreso considerable en sus leyes, debe desembarazarse de una vez por todas, de la iglesia, y no permitir que esta le diga que hacer a sus legisladores, mucho menos dejar que se repita lo sucedido en Nuevo León.

Es cierto que el estado laico es un principio de la concepción que tenemos de nuestro estado, pero incluso los principios requieren de cierta reglamentación; por esto mismo, entiendo como imprescindible la creación de un cuerpo normativo que regule abiertamente los alcances de la religión respecto con el estado, para que de esta manera, se respeten los recintos como el congreso, en donde se debe legislar, no a impartir conferencias sobre religión.

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”

La importancia del seguimiento legislativo

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Hoy en día, se puede apreciar un hartazgo general hacia las instituciones debido a la corrupción, ineficiencia y falta de opacidad de las mismas; a raíz de este hartazgo, surgen grupos ciudadanos que buscan plantar cara y cambiar la situación actual en la que el país se encuentra inmerso.

Entre las consignas que son llevadas por la bandera del cambio, podemos recalcar la defensa del medio ambiente, la búsqueda de la incorporación de herramientas para la realización de una democracia participativa, y finalmente, el seguimiento legislativo.

Este último ha sido de gran relevancia últimamente en Nuevo León, estado donde se han creado organizaciones ciudadanas como Observemos al Congreso y Curul 43. Estas mismas tienen un objetivo en común: difundir lo más posible las labores realizadas por el congreso local, y de esta forma, llevar a la realidad el carácter público que deben tener las actividades llevadas a cabo por nuestros diputados.

Ahora bien, indudablemente más de uno vendría a preguntarse ¿por qué esto resulta relevante? ¿En que beneficia a la ciudadanía la existencia de tales colectivos? Para responder dichas preguntas, convendría explicar primero lo que significa vivir en una democracia representativa; a pesar del evidente hartazgo social, parte de la población aún no aprecia lo que significa vivir en una democracia del carácter antes mencionado, y no en la que las mismas autoridades nos han hecho pensar: en una democracia electoral.




La primera implica un compromiso continuo en llevar el poder del pueblo y las decisiones que estos deliberen, desde el voto hasta el último día de funciones del servidor público electo por medio del sufragio, mientras que la segunda nos remite únicamente a llamar democracia, el hecho de votar cada 3 años por un político que ejecutara su voluntad sin tomar como determinante la voz de la sociedad.

De esta forma, la democracia representativa que designa nuestra constitución como la forma de gobierno, comprende algo más que depositar una papeleta en una urna, para elegir quien hará su voluntad por tres o seis años. La democracia representativa se entiende como el hecho de trascender el ejercicio democrático diariamente, y esto significa una subordinación de los servidores públicos electos a la voluntad de la mayoría, así como una obligación de estos mismos por hacer públicas sus actividades y dar a conocer toda información concerniente al quehacer parlamentario mediante la mayor transparencia y accesibilidad posible.

Desafortunadamente, a consecuencia de la desinformación sobre la naturaleza de dicho modelo democrático, no existe el ejercicio adecuado por parte de la ciudadanía por dar a conocer a su representante legislativo la voluntad dela mayoría de su sector, y mucho menos existe un deber de gran parte de los funcionarios públicos en lo referente a invitar a la sociedad civil al hecho de apreciar las actividades diarias, así como difundir de manera sencilla lo realizado.

Debido a esto, organizaciones como las antes mencionadas (Curul 43 y Observemos al Congreso) son un puente que nos hará ver hacia que donde debemos concentrar nuestras fuerzas por cambiar al país, lo cual puede ser logrado, mediante un riguroso ejercicio de seguimiento de los servidores públicos y sus actividades.

Hoy, más que nunca, debemos defender, no solo que el poder dimane del pueblo, sino que este mismo permanezca en el pueblo, y no nos sea robado por parte de los políticos corruptos.

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Caso Medina: el trampolín presidencial del Bronco

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Ante el hartazgo del abuso y del hambre de poder de los partidos políticos, la ciudadanía de Nuevo León optó, en las elecciones del año pasado, por votar al candidato independiente Jaime Rodríguez Calderón, para la gubernatura. Apreciando a este mismo como una esperanza última que resolvería todos los problemas heredados por su antecesor (esto, como producto de hacer creerle a la población, o bien mantenerla en el error, que tenemos una democracia electoral cuando en realidad tenemos una democracia representativa), los nuevoleoneses le confiaron el cumplimiento de diversas problemáticas, entre las cuales, se encontraban promesas realizadas por el actual gobernador en campaña; casos como Monterrey VI, transporte público gratuito para estudiantes, la eliminación de la tenencia y la resolución de los escándalos de corrupción de Medina, constituyen una parte intrínseca de aquellas promesas electorales que, de una u otra manera, contribuyó a que los electores le confirieran su voto a la opción independiente.

…los nuevoleoneses le confiaron el cumplimiento de diversas problemáticas, entre las cuales, se encontraban promesas realizadas por el actual gobernador en campaña; casos como Monterrey VI, transporte público gratuito para estudiantes, la eliminación de la tenencia y la resolución de los escándalos de corrupción de Medina, constituyen una parte intrínseca de aquellas promesas electorales…

Ahora bien, remontándonos al día de hoy, habríamos de preguntarnos ¿cuántas promesas, de las dichas previamente, ha cumplido Jaime Rodríguez? En cuanto a la tenencia, por el momento se promete una eliminación “gradual” de la misma, hasta llegado el 2018, año donde se asegura, será eliminada. Por parte de Monterrey VI, la mayoría hemos presenciado la exagerada variabilidad con la que el gobernador responde: unos días asegura la cancelación del proyecto, otros asegura que dicho proyecto es la única opción, por lo que podría decirse, al igual que la tenencia, que actualmente se encuentra en espera el cumplimiento de la cancelación definitiva. Asimismo, en el caso de la gratuidad del transporte público para estudiantes, adultos mayores y personas con discapacidad, la historia no es muy distinta a lo dicho previamente, pues si bien el poder legislativo votó a favor de la mencionada gratuidad del transporte, actualmente no se ha comunicado un proyecto oficial al secretario de transporte, que explique a detalle cómo será llevada a la práctica dicha propuesta.

De las promesas que continúan (viéndolo de forma optimista) “en espera”, no puede faltar una que se encuentra, con más fuerza que las demás, en la mente de la sociedad de Nuevo León. Se trata de Medina, aquel gobernador acusado de extraer cantidades monetarias exorbitantes del erario (o mejor dicho, tu dinero y el mío que pagamos de los impuestos) y el cual continua libre y sin ser investigado de forma seria. Esto mismo, aunado al hecho de como Jaime ha mencionado en reiteradas ocasiones a través de los medios, su intención de contender a la presidencia, deja claro un aspecto: o logra llevar ante la justicia a Medina y compañía, o se despide de su sueño de fungir como candidato presidencial.

…aunado al hecho de como Jaime ha mencionado en reiteradas ocasiones a través de los medios, su intención de contender a la presidencia, deja claro un aspecto: o logra llevar ante la justicia a Medina y compañía, o se despide de su sueño de fungir como candidato presidencial.

¿Por qué se menciona esto? Porque hasta ahora no ha cumplido con alguna de las promesas que aseguraba, llevaría a cabo al ser electo, por lo que faltando dos años para las votaciones para presidente de la república, su último bastión habría de ser el encarcelar a Medina, para lograr posicionarse como un candidato “decente”, y además, para bien o para mal, no ensuciar el nombre de los candidatos independientes (esto, debido a la captación que hay hacia el como un “representante de los mismos, a raíz de ser el primer gobernador electo que no contaba con un partido político que lo respaldara). Será el tiempo el que dicte el destino de su carrera política, mas sin embargo, sería la ciudadanía la que al final deberá reclamar el poder que tienen como pueblo para exigirle al ejecutivo, que cumpla con cada compromiso que hizo en campaña, y no lo deje como un simple conjunto de palabras demagógicas a las que estamos tan acostumbradas de parte de los demás servidores públicos.

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México y el Caudillismo

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“Un hombre hará la diferencia, pero una sociedad hará la revolución”

Nuestro país puede concebirse de diversas formas: como una nación llena de retos en cuanto a las áreas económicas, sociales y de derechos humanos, e igualmente como un pueblo pluricultural que ha tenido el privilegio de contar con una inmensidad de culturas y tradiciones, tanto mestizas como aquellas provenientes del México prehispánico. Es en ese factor pluricultural que puede apreciarse uno de los aspectos más arraigados que tenemos algunos mexicanos: el caudillismo. Considero de gran importancia expresar una postura personal respecto a este concepto, el cual, bajo mi punto de vista, se encuentra considerablemente establecido en nuestra visión individual y colectiva.

Ahora bien, se preguntará el lector ¿Qué es el caudillismo? Tal interrogante debería responderse con otros cuestionamientos los cuales he escuchado al tratar temas de política junto a otros compañeros, tales como: ¿Dónde quedaron los héroes que nos dieron la independencia? ¿Dónde quedó la gente como Morelos y Zapata?

El caudillismo no es más que la concepción que poseen una parte de los mexicanos en cuanto a la forma en la que ellos mismos verán llevada a la realidad aquella lucha por un México mejor. Entrando un poco a los elementos que integran el caudillismo es visible una postura quietista, entendiéndose como una esperanza pasiva y carente de movimiento, o, dicho en otras palabras: una esperanza con cadenas en vez de alas. Este quietismo va a la par con el aspecto intrínseco del caudillismo, el cual es el concepto de una figura arquetípica, mesiánica e idealista de una persona que llevará a cabo un cambio hacia todo el país. Desde figuras pertenecientes a siglos pasados como Emiliano Zapata o Benito Juárez, hasta las más contemporáneas como Fabio Beltrones (al menos para los militantes del PRI), Andrés Manuel López Obrador con su partido MORENA o nuestro gobernador en turno, Jaime Rodríguez Calderón con la bandera “independiente”, sobran los ejemplos de figuras arquetípicas responsables de mantener al caudillismo en el pensamiento de una parte de la población.

Recordando el artículo 39 de la Carta Magna, la soberanía reside en el pueblo, por lo que le corresponde, no a un líder “ejemplar” ni a un político fabricado cambiar al país, sino que corresponde a cada uno de nosotros hacer tal empresa.

Por otra parte, resulta imprescindible recalcar que esta noción ha sido mantenida y explotada por parte de algunos individuos pertenecientes al sector gubernamental; un ejemplo visible se encuentra en la educación básica, especialmente en las clases de historia que llevábamos cuando niños. A lo establecido anteriormente habría que agregársele, con el fin de complementar, la siguiente pregunta ¿En qué páginas de nuestros libros de historia se les hizo un énfasis a las personas que lucharon junto a las figuras de Morelos, Juárez o Villa? Aunado a lo anterior, no debe olvidarse el factor de explotación del caudillismo, utilizado en gran parte por actores políticos (actor en el amplio sentido de la palabra); desde la apariencia pueblerina de Fox durante su campaña presidencial, hasta la figura del “joven” que representa a un PRI “renovado” que brindó Peña Nieto, el caudillismo funge como una herramienta utilizada por la burocracia política.

Finalmente, luego de observar los alcances de tal concepción poseída por un grupo de paisanos, de recalcar la acción de conservación y explotación de esta misma por parte de entes políticos y de mencionar ejemplos clásicos y contemporáneos de caudillos, el lector habrá de tener la pregunta sobre ¿Qué hacer? La respuesta, a diferencia del inicio, debe contestarse ya no con otras preguntas cual Sócrates, sino con una afirmación: La democracia representativa no es votar un día, y callarse tres años. Con esto quiero decir que, la democracia que reconoce nuestra constitución no tiene cabida que una persona arquetípica haga su voluntad luego de ser votada por la mayoría, tampoco tiene cabida que los mexicanos bajemos nuestra voz hasta encontrar a otro individuo que siga nutriendo este círculo vicioso.

Recordando el artículo 39 de la Carta Magna, la soberanía reside en el pueblo, por lo que le corresponde, no a un líder “ejemplar” ni a un político fabricado cambiar al país, sino que corresponde a cada uno de nosotros hacer tal empresa.

…el lector habrá de tener la pregunta sobre ¿Qué hacer? La respuesta, a diferencia del inicio, debe contestarse ya no con otras preguntas cual Sócrates, sino con una afirmación: La democracia representativa no es votar un día, y callarse tres años

Termino con la siguiente frase, la cual, espero un día sirva para erradicar este caudillismo y nos ayude a cosechar una democracia representativa auténtica; “Un hombre hará la diferencia, pero una sociedad hará la revolución”.

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