No está a discusión el rezago urbano. Monterrey no sólo es la Ciudad más contaminada de América Latina, sino también en la que pocos jóvenes quieren vivir. Otras metrópolis como Guadalajara o Querétaro están por encima en los nuevos indicadores de desarrollo humano, social, económico. En tiempos de competitividad y expectativas de calidad de vida, esto significa mucho: estamos parados sobre una urbe prácticamente en declive. Sí, leyó bien y no pretendo ser aguafiestas: declive.
¿Cómo transformar esta realidad? Por eso quiero hacer la primera entrega de esta serie de columnas en donde vamos a romper a pedacitos mitos urbanos que nos han llevado a esa situación y que debemos deshacernos de ellos urgentemente para cambiar las realidades.
Empecemos:
“El Río Santa Catarina está seco”
Ese río como el Arroyo Talaberna, el Arroyo Seco, el Río la Silla, el Río Pesquería, como otros han sido invisibilizados por la mayoría de la población que incluso añora a las canchas de futbol sobre su cauce que se llevó el huracán Alex, pero que poco se ha cuestionado sobre la sustentabilidad y como en otras ciudades el aprovechamiento para el desarrollo económico, cultural, de movilidad urbana y convivencia, entre otros.
Hemos vivido a espaldas del elemento de la vida: el agua. De hecho, en estos días existen denuncias públicas sobre causas hasta ahora desconocidas pero que están causando la muerte de la fauna del Río la Silla, ¿cuál es el mito a destruir? Que en esta ciudad no hay agua, que los ríos están secos y que si lo “están” sólo sirven para hacer canchas. No, no lo están y no es así.
Ya que estamos encarrerados, seguramente, más de uno saltó con la frase “como en otras ciudades”… Porque aquí no es Seul, Corea ni Buenos Aires, Argentina menos Nueva York, Estados Unidos.
Mito número dos: “aquí no es París“.
Por supuesto que no es París. Tener los pies parados sobre las realidades lastimosas de esta urbe permite comprender el tamaño del reto colectivo que tenemos enfrente. Las referencias internacionales sólo son referencias. Ni más ni menos.
Lamentablemente, algunos en el ánimo de copiar todo han obtenido resultados desastrosos que se alejan incluso lo que aseguran los manuales que según esto se generan.
Eso quizá ha causado la percepción de que aquí, por ejemplo, no puede haber infraestructura para el ciclismo urbano porque “la ciclovía de San Pedro no funcionó”. Claro con inadecuadas implementaciones del manual de Ámsterdam, Holanda, no hay ideas de futuro ni presupuesto público o privado que alcancen…
Pero eso no significa que no podamos aspirar a una mejor calidad vida. Ahora mismo París no es un “lecho de rosas”. De hecho, aunque probablemente pensemos que existen menos problemas que en cualquier ciudad de América Latina, basta con leer noticias de esa ciudad para darnos cuenta que los problemas urbanos son compartidos en mayor o menor medida.
Y que lejos de sacar el complejo mexicano de “allá sí, aquí no y confórmate” deberíamos intentarlo, al menos.
¿Intentarlo cuando hay intereses económicos o políticos que atentan contra esa calidad de vida, sustentabilidad y desarrollo?
En próxima entrega destruiremos otros dos mitos.