Tradicionalmente los estados del norte del país siempre se han sentido desconectados del resto de la República. El centralismo político y las decisiones tomadas desde la CDMX siempre se han visto con recelo en el norte del país, pues incluso en el modelo anterior (cuando se contaba con el Distrito Federal), había quienes afirmaban que directamente el dinero de la actividad industrial norteña se destinaba a subsidiar tanto a las dependencias de gobierno como al propio costo de vida de los capitalinos.
El propio PAN, o al menos lo fue así en Nuevo León, es un partido político que en sus orígenes se conformaba de empresarios y todas aquellas figuras que sentían que el gobierno federal les tenía en abandono y que, por ende, lo que fuera que se dictase desde la capital del país no era visto con buenos ojos.
No es casualidad que en vísperas de la elección más grande de nuestra historia y con un cambio drástico en el liderazgo y la forma de hacer política en nuestro país, los partidos de oposición busquen aprovechar la ventaja numérica momentánea que tienen para intentar contrarrestar el peso del presidente a nivel nacional. Los gobernadores están surgiendo como verdaderos representantes de la oposición, algo que desde el interior de los partidos no se ha conseguido, aunque seguramente lo es también con miras a 2024.
Enrique Alfaro y Javier Corral (MC y PAN, respectivamente) son las voces que más resonancia han tenido en esta discusión y tampoco es casualidad. Ambos líderes representan una apuesta ideológica contraria a Morena y son dos perfiles fuertes al interior de su partido, particularmente el primero, pues gracias a Alfaro MC tiene una cuota de votos importante en Guadalajara y en Jalisco que les vale para garantizar un peso importante en lo nacional.
A pesar de que El Bronco también ha querido formar parte de esta discusión (aceptando el desafío del presidente y amagando con hacer una consulta popular sobre el tema), el hecho de que él es un gobernador saliente lo hace ver como una amenaza menor para el presidente; incluso también recordando que en la elección de 2018 en la que ambos se enfrentaron, AMLO obtuvo diez veces más apoyos que él. Volver a despertar el sentimiento de rechazo hacia el sur del país a través de un tema como el Pacto Fiscal, más que ser un motivo de orgullo para nosotros en el norte, debería ser un tema preocupante.
Es verdad que es impactante saber que por cada peso que “se va a México” nos regresan 28 centavos y que no es posible que otras entidades que viven del turismo (una de las principales actividades económicas del país) tradicionalmente hayan recibido muchos más recursos que en entidades donde la productividad es mayor, pero más que pensar en que si nos dan más o menos o nos quitan más o menos, es importante pensar en la politización de la problemática.
Ya salieron los gobernadores de Veracruz, Puebla, Baja California y la jefa de gobierno de la CDMX, todos morenistas, a respaldar al presidente. Queda claro que el conflicto es netamente político y que el presidente deberá prestar atención para no permitir que ni los panistas ni los emecistas se adueñen de esta bandera, pues vaya que a Morena le podría traer muchos dolores de cabeza en el futuro.