Es oficial, la derecha se reelige en España. La extensión del contrato con los ciudadanos por 4 años más del Sr. Mariano Rajoy se hizo efectiva después de un largo periodo de negociaciones, votaciones, bloqueos e intentos de formar gobierno.
Al igual que en la mayoría de los países del mundo, la corrupción es mal existente y por ende un tema electoral, un tema que mancha y deslegitima a las instituciones políticas, pero que también da vida a que nuevos esfuerzos, partidos políticos o movimientos locales encuentren su ruta hacia un posible éxito en un futuro cercano.
315 días tuvieron que pasar para que Rajoy se convirtiera oficialmente y de nueva vez en presidente de España (se mantuvo en el poder como presidente en funciones, es decir, en sustitución de quien le correspondería ejercerlo en propiedad). Como muchos sabrán, en el país ibérico se gobierna por medio de la democracia parlamentaria (dícese del gobierno donde la elección del ejecutivo emana del parlamento y a este se le rinde cuentas).
Muy cerca estuvo el Partido Popular de convertirse en el primer partido español que no logra la reelección para un segundo mandato consecutivo. España y los españoles la han pasado mal (a criterio de ellos y de la Unión Europea, por obvias razones no entraremos en comparativas con México, ni algún otro país latinoamericano).
Han sido 4 años difíciles gobernados por el Partido Popular, donde actos de corrupción y opacidad provocaron el surgimiento y crecimiento de partidos políticos nuevos. Un ejemplo sería el caso de “Ciudadanos” y “Podemos”, donde este último tiene un increíble manejo de la palabra, ideológicamente de izquierda (donde por naturaleza siempre será más fácil tener un marketing político exitoso) y acompañado de caras jóvenes e intelectuales que tienen ganas de participar en la vida política.
A final del día, una democracia parlamentaria como la española orilla a que donde no hay mayoría, se tiene que encontrar, obligatoriamente, la manera de trabajar y consensuar para llegar al poder.
Acá en México tachamos al político que mantiene comunicación con militantes de otros partidos. Creemos que debieran ser antagónicos, odiarse, maldecirse y en una de esas hasta jalonearse, y es en público mejor, sirve que los hacemos virales.
Olvidando que ese es precisamente uno de los objetivos de la política, encontrar acuerdos donde existen diferentes ideologías. Lograr consensos y encontrar la formar de mejorar al país. Si deseáramos lo contrario, bien podríamos observar cómo les va a los países que se rigen bajo un sistema totalitarista.
Pero bueno, no se despegue de los gringos este mes porque estamos cerca de saber si Trump será el próximo presidente de los Estados Unidos de América.
Por si sí o por si no, a rezar que se ocupa.
Si no nos vemos, pues nos escribimos.
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