En este espacio, un día antes del motín en Cadereyta se había escrito respecto a las malas condiciones penitenciarias del estado y las bombas de tiempo que se tenían, en ese momento me refería a que había que verse en el espejo de lo que pasaba en Culiacán y en los penales de Tamaulipas.
Ahora el Topo Chico vuelve a ser objeto de atención por un nuevo escándalo interno.
El Gobierno del Estado tiene que regresar a pedir recursos para la construcción de un nuevo penal. El penal del Topo Chico es un penal viejo, poco modernizado y con una infraestructura insuficiente.
Nuevo León tiene que brindar una atención de calidad a los internos y sus familias. Los medios en la ciudad se han encargado de sensacionalizar con las noticias y alterar a los familiares.
Por una cuestión de derechos humanos, el gobierno no puede dejar a su suerte la integridad de dichas personas. Además, no todo interno de los tres penales del Estado está sentenciado, existen personas en distintas condiciones debido al lento sistema judicial y fallas procesales.
Aldo Fasci y las dependencias a cargo deben presentar un plan estratégico para enfrentar esta problemática. No pueden seguir dejando en lo oscuro los arreglos con los internos pues esto fomenta la corrupción y el trato discrecional.
Hoy fue Topo Chico, mañana puede ser Cadereyta o Apodaca, tal parece que la mala organización interna, el deficiente diagnóstico de las condiciones de los penales y la poca importancia que parece tener el que reos de grupos rivales convivan son cosa de todos los días.
El gobierno estatal ha fracasado rotundamente en materia penitenciaria y por más cambios directivos que se hagan, mientras no se cambien las prácticas discrecionales de siempre y se sigan protegiendo a grupos y dejando a su suerte a otros, las cosas no cambiarán.
Lo dicho, dicho está.
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