“México, uno de los países del mundo más violento para ejercer el periodismo” ha sido una aseveración bastante escuchada las últimas semanas. En lo que va del año, en México han asesinado a 3 periodistas, pero ¿cuántas personas detenidas por estos horribles crímenes? Ninguno. México se ha convertido o sigue siendo uno de los lugares más peligrosos para ser mujer, ser estudiante, ser de la comunidad LGBTTTI, ser indígena, ser migrante, para expresarte, incluso, si eres delincuente de bajo nivel. Hasta en eso México es elitista.
México se ha convertido o sigue siendo uno de los lugares más peligrosos para ser mujer, ser estudiante, ser de la comunidad LGBTTTI, ser indígena, ser migrante, para expresarte, incluso, si eres delincuente de bajo nivel. Hasta en eso, México es elitista.
Estamos en una crisis de Derechos Humanos; el gobierno no puede asegurar las necesidades básicas de la sociedad. La mitad de los mexicanos está en extrema pobreza, no hay seguridad en ningún Estado de la República, no hay educación y la que tenemos no es de calidad: estamos sobreviviendo.
La mitad de los mexicanos está en extrema pobreza, no hay seguridad en ningún Estado de la República, no hay educación y la que tenemos no es de calidad: estamos sobreviviendo.
Es indignante que desaparezca una persona cada dos horas en el gobierno de Enrique Peña Nieto; no sólo eso, además, se duplicó la cifra de las agresiones que sufren los periodistas y el 48% de esas agresiones las cometió algún funcionario público. El 80% de los migrantes que cruzan por México no logran llegar a su destino. Desde el 2006, se estima que hay entre 70 y 120 mil migrantes desaparecidos. En México, 2 de cada 3 mujeres han sufrido violencia, en la mayoría de los casos a manos de sus parejas. México es el segundo lugar a nivel mundial en crímenes por odio a la comunidad LGBTTTI. En Nuevo León, el día 10 de febrero murieron en un motín 49 presos y 12 resultaron heridos.
En México, 2 de cada 3 mujeres han sufrido violencia, en la mayoría de los casos a manos de sus parejas. México es el segundo lugar a nivel mundial en crímenes por odio a la comunidad LGBTTTI.
Es preocupante que ante el hecho ocurrido en Nuevo León, haya gente que justifique estás muertes, total eran criminales, como si su vida valiera menos o sus derechos pudieran pisotearse. Incluso sacan conclusiones sobre el poque estaban en un penal, “Si así son las madres, golpeando la puerta qué se puede esperar de los hijos” o “Dónde estaban las mamás”. ¿Dónde estaban los ciudadanos? ¿Dónde estaban los papás? Dónde estaba el gobierno que dejo a la mitad del país en pobreza extrema.
Tenemos peores cifras de muertes y violencia que muchas dictaduras latinoamericanas. ¿Cómo podemos autodenominarnos un país en “vías de desarrollo” si no se garantiza algo tan indispensable como los Derechos Humanos?
Es indignante que sigamos permitiendo este tipo de prácticas; la violencia va más allá de las fronteras del gobierno de EPN, ¿bajo qué sistema estamos viviendo si estamos en guerra todos los días? ¿Qué es lo que le permitimos a nuestros gobernantes para generar tanta violencia y qué no estamos haciendo como sociedad para pedir que se detenga esta masacre? Tenemos peores cifras de muertes y violencia que muchas dictaduras latinoamericanas. ¿Cómo podemos autodenominarnos un país en “vías de desarrollo” si no se garantiza algo tan indispensable como los Derechos Humanos?
Vivimos en una pasividad colectiva. Son pocos los que han despertado y que han decidido luchar por su país, por su gente, por sus libertades y obligaciones. Son pocos los que han logrado hacer a un lado el sentimiento individualista y logran empatizar con su gente, con sus problemas. ¿Por qué los demás no podemos? ¿Por qué no hacer un frente común para exigir y trabajar? ¿Por qué permitimos que el sistema siga oprimiendo la diversidad? Mi respuesta es la falta de libertad. Hace unos días, escuché una frase que me hizo entender nuestra situación como mexicanos: “A una persona libre no se le puede arrodillar”. Nunca hemos estado verdaderamente libres; una persona que vive en libertad y goza de sus derechos jamás pueden arrodillarla. Es algo que no hemos experimentado los mexicanos.
¿Cómo empezar a luchar por un país más justo e incluyente? Amando a nuestro país y enseñando a las nuevas generaciones la importancia que tiene el respeto, la libertad, tolerancia, equidad, justicia, empatía, pero, sobre todo, las ganas de ver un nuevo México, uno que esté libre del rojo vivo que hoy lo mancha.
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