La burla hecha alianza electoral

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La narrativa que Andrés Manuel López Obrador construyó desde hace ya muchos años, esa de la existencia de la mafia del poder, del ya famoso “PRIAN” o “PRIANRD” parecía simplemente una estrategia para dividir, un ataque sin fundamentos lógicos con el cuál el Presidente ganó mucha popularidad. Parecía nada más que un apodo a sus adversarios, algo que no podía ser tangible. Pero no. Cuesta trabajo aceptarlo, pero López Obrador, en este caso, siempre tuvo la razón. 

Cuando escribo siempre busco la imparcialidad y dar mi punto de vista desde lo objetivo, pero esta vez me cuesta trabajo esconder la ya inmensa vergüenza que me invade como ciudadano al ver en lo que se ha convertido la política mexicana.

Hace un par de meses, en un conversatorio al que fui invitado, se me preguntó sobre la posibilidad de ver realmente una alianza PRI-PAN buscando el voto en 2021. Expresé que me parecía ilógico por ambas partes. De lado del PAN, sería traicionar sus ideales (los que les quedan) al meterse a la casa del partido rival de siempre – el PAN existe directamente como oposición dura al PRI corrupto y dictador del siglo XX. Aliarse con ellos argumentando que es con el fin de salvar a México, es simplemente abandonar una política de ideales, y arropar una política de búsqueda de poder.

Por el lado del PRI, es un poco la misma historia. De ellos ya sabíamos la ambición de poder, pero aceptar una alianza pública con Acción Nacional, su contrario de toda la vida, es dejar atrás a sus militantes y a su estructura, para únicamente fortalecer el discurso del presidente. Del PRD no es sorpresa; el que alguna vez fue referente de la izquierda mexicana está a meses de desaparecer como partido político nacional, y una alianza sólo les causará más daño y división.

Eso que expresé en aquel conversatorio, al parecer está completamente equivocado.

No se vayan con la finta de que el 17% de preferencias que tiene el PAN y el 16% de preferencias que tiene el PRI van a hacer la suma perfecta. Muchas personas que jamás apoyarían al PRI son precisamente panistas, y viceversa. Esta coalición electoral que respalda al pasado no tiene al futuro de México como finalidad y objetivo.

Si bien es verdad que Morena está siendo una decepción, fallando en la mayoría de sus promesas y únicamente obedeciendo las instrucciones del Presidente, lo único que causa esta alianza opositora es fortalecer al partido oficialista.

Una elección debe dejar de ser sobre votar por el menos peor. Sabemos que panistas y priístas ya le fallaron a México en repetidas ocasiones. Por eso mismo, se le dio la oportunidad a Morena, misma que desaprovecharon y fallaron catastróficamente. Por donde se vea, ambos bandos han traicionado la confianza de la gente. 

Juntos Haremos Historia y PRIANRD, por igual, buscan solamente la victoria efímera y el poder absoluto. En sus planes no está el progreso de la nación y el bienestar de la gente que tanto necesita a un buen gobierno. Eso lo dejaron a un lado.

Nuestro futuro va más allá de elegir al que menos daño le haga a México. Depende de todas y todos construir las alternativas viables en las que dejemos las prácticas del pasado en donde deben de estar, y miremos fijamente hacia el futuro con paso firme. 

Existe, sin duda, la alternativa para ver a un México mejor. A un México justo, incluyente, limpio, estable, en progreso y en paz. Y definitivamente esa alternativa no empieza ni por quienes ahorita nos gobiernan, ni por quienes buscan regresar bajo las siglas que ya son una burla nacional: PRI, PAN y PRD.

Tomemos cada detalle en cuenta, y votemos pensando México y en nuestra gente.

Nuestra participación en donde merecemos estar

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Siempre he pensado que el dicho “hagan política, porque si no la hacen, alguien más la hará y probablemente en contra de ustedes” es algo que todas y todos debemos de llevar muy presente. Aunque ya he hablado de esto en anteriores ocasiones, me parece que la conversación sobre “hacer política” ha recuperado fuerzas por la cercanía del proceso electoral que se avecina.

Seré claro: ya es hora de las y los jóvenes. Y no, no es pelea generacional y no buscamos acaparar todos los reflectores para nosotros. Buscamos ser escuchados: tener los espacios que nos corresponden para tener voz y tener voto en las decisiones de la vida pública de nuestras ciudades y nuestros estados.

Y esto es porque la juventud trae agenda distinta a las viejas generaciones, misma que es fundamental para el progreso de México y para la preservación de nuestro medio ambiente. El debate entre ciudadanas y ciudadanos jóvenes sería sumamente enriquecedor para la sociedad, y de esos mismos debates estoy convencido que saldrían muchas respuestas para nuestros problemas. 

Una cuarta parte de la población de México es joven, pero nuestra representación en donde se toman las decisiones es mínima. Buscamos, en estados como Quintana Roo, que la juventud tenga al menos el 25% de los espacios en los cabildos, acercándose a la realidad en cuanto a la cantidad de población joven. Básicamente una representación justa.

A lo largo de este camino buscando que escuchen nuestras voces, me he encontrado con que algunos institutos políticos se niegan rotundamente a este tipo de propuestas. Es una lástima porque esto no es tema partidista ni de quién gana con la iniciativa. Se trata de hacer lo correcto y poder conformar mejores ayuntamientos y mejores legislaturas.

Estos mismos institutos políticos tienen incluso grandes organizaciones juveniles, mismas que son traicionadas por sus dirigencias. ¿De qué sirve que formes cuadros y les destines recursos si a la hora de darles voz, en lugar de eso les das la espalda?

Yo desde acá te pido que si me lees y militas o simpatizas con algún instituto político, te asegures de que van a darte la voz que mereces, y que no se escudarán en excusas viejas y desgastadas para mantener sus influencias con los mismos de siempre, dándole la espalda a nuestra generación.

Y si me lees y no militas o no sabes por dónde empezar a participar, mantén presente el entrarle a un lugar donde te den voz y no te usen de relleno o te inviten únicamente a repartir folletos y ondear banderas. Mereces, y merecemos, que nos den las herramientas para construir una mejor sociedad. Merecemos formar parte de la toma de decisiones y merecemos ser tomados en cuenta.

Recordemos que la política es la manera más efectiva de mejorar nuestras comunidades. Si bien la política se hace en el día a día y desde las calles, tenemos que participar y hacernos notar en los ayuntamientos y los congresos. Estoy convencido que la juventud puede ser esa chispa para una verdadera evolución en México.

La semana electoral en Estados Unidos

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El mundo miraba atento cómo se desenvolvían los conteos en Estados Unidos desde el martes hasta el sábado. Si bien a mediados del miércoles ya podíamos empezar a visualizar a un claro ganador, la incertidumbre permanecía en quienes seguían de cerca el proceso.

A las 11 de la mañana del sábado, se terminó de gestar lo ya inevitable: Joseph R. Biden era declarado ganador de la elección, convirtiéndose en presidente electo. A pesar de que el Presidente Trump no ha concedido la elección, argumentando un inexistente fraude, una gran cantidad de líderes del mundo ya han llamado a extenderle sus felicitaciones al presidente electo y a la vicepresidente electa Kamala Harris. Entre esos líderes se encuentran Emmanuel Macron, Justin Trudeau, Pedro Sánchez, por mencionar algunos.

Algunos de mis pensamientos respecto a esta semana histórica son los siguientes.

Joe Biden no llega a salvar a Estados Unidos o al mundo. Estamos viendo a un país profundamente dividido y lastimado. Trump, aún perdiendo, acumuló más de 70 millones de votos, siendo ejemplo claro de la polarización que su administración dejó.

Biden ganó de la mano de un discurso de unidad. Fue el candidato que prometió restaurar el espíritu de Estados Unidos, y de regresarle su decencia. Bajo este juramento a sus ciudadanos, deberá actuar para conciliar, para reunificar. Las divisiones no podrían ser mucho más profundas.

Los movimientos sociales y la pandemia moldearon la política de Estados Unidos. Los ciudadanos votaron por el Partido Demócrata buscando que se haga justicia y que se ponga en marcha algún plan concreto para controlar el aumento de casos en el país, que ya es de más de cien mil positivos diarios. 

La salida de Trump le hace bien al mundo. Justo esta semana Estados Unidos salía del Acuerdo de París, mismo al que Biden y Harris prometieron regresar al inicio de su administración. La cooperación de esta superpotencia es esencial para poder avanzar considerablemente en temas de protección ambiental. Es importante para todo el mundo contar con Estados Unidos en este tipo de esfuerzos.

También es un paso rumbo a gobiernos más diversos. Biden ha prometido construir el gabinete más diverso de la historia, para que se asemeje a la realidad social del país que gobernará. Además, Kamala Harris será la primera mujer, la primera persona de color y la primera descendiente de la India en ser vicepresidente de Estados Unidos.

Por fin, dejaremos de escuchar que el Presidente de nuestro principal aliado nos insulte constantemente en público. Si bien Andrés Manuel López Obrador no ha felicitado al ganador, esperamos que se pueda establecer una relación de cordialidad, cooperación y respeto.

Definitivamente no existe fraude, y te explicaré por qué.

En primera, los demócratas han invitado a sus simpatizantes a votar por correo durante meses, para minimizar el riesgo de contagio y poder agilizar su proceso de participación ciudadana. Por el otro lado, los republicanos siempre prefirieron votar el día de la elección, sin hacer uso de la opción por correo.

El conteo de los votos se hace de diferentes formas según cada estado. Por ejemplo, en Florida se contaron primero los votos por correo, razón por la cual Biden tuvo ventajas de cientos de miles de votos en ciertos puntos. Después se contaron los votos presenciales, con los que Donald Trump volteó la tendencia y se llevó los 29 votos electorales del estado.

En Pennsylvania, que fue el centro de atención de la elección, se contaron primero los votos presenciales y posteriormente los votos por correo, porque así lo decidió el Congreso de ese estado, de mayoría republicana. Por eso es que Joe Biden lentamente revirtió una desventaja de trescientos mil votos para ganar. Básicamente, al Partido Republicano le salió contraproducente la medida. 

Después, podemos recordar que en el recuento solicitado en Wisconsin en 2016, sólo hubo una variación de aproximadamente 130 votos más para Trump. Cosa que claramente no es suficiente para revertir desventajas como las que ya tiene. Si no hay pruebas sólidas e irrefutables de fraude, las cortes no podrán hacer nada por él. (Spoiler: no hay ninguna prueba concreta aún.)

Y por último: los demócratas no están teniendo un gran desempeño en las urnas. A pesar de ganar la presidencia, no lograron recuperar el Senado, que en el mejor de los casos acabará 50-50, y además perdieron muchos asientos en la Casa de Representantes. El gobierno a partir de 2021 estará aún más dividido que ahora.

Joe sabe que es un presidente de transición. Llegaría a la siguiente contienda con 81 años, por lo que se espera que sólo cumpla un término, en principio. Sin embargo, puede ser suficiente para establecer las bases de un proceso largo de unificación, de progreso y de estabilidad que, consecuentemente, impactará en México y en el mundo. 

Siete días

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Algo curioso de la política estadounidense, es que las campañas a la presidencia duran demasiado. El presidente que busca reelección está básicamente 3 años y medio en campaña, y cualquier otro candidato debe recorrer en promedio un año y medio, desde que anuncia sus intenciones de competir, hasta el día de la elección general.

Y ya sólo faltan 7 días. De hoy en una semana estaremos siendo bombardeados (aún más) de información referente a lo que suceda en las urnas del vecino del norte. Los antecedentes no se los tengo que contar, porque ustedes ya los saben. Donald Trump y Michael Pence defienden sus cargos contra Joseph Biden y Kamala Harris. Hay quienes creen que Trump y Pence ganarán de nuevo sin mayores problemas, aunque los números indiquen lo contrario. Repasemos:

El modelo estadístico FiveThirtyEight (que es en el que yo personalmente más confío) le da un 87% de probabilidad de victoria a Joe Biden. Le da ventaja en estados clave con Pennsylvania, Florida y Carolina del Norte, así como empate técnico en Iowa y Georgia. También le da ventaja a los demócratas para mantener la Casa de Representantes y recuperar el control del Senado. Realmente todos los medios confiables (en serio, todos) le dan ventaja a Biden. Algunos más que otros pero el exvicepresidente aventaja en todos.

Otro modelo que reviso todos los días es el de The Economist. Este le da a Joe Biden un 96% de probabilidad de ganar el Colegio Electoral, y un 99.5% de probabilidad de ganar el voto popular. 

Cabe recordar que en Estados Unidos no te sirve de nada ganar el voto popular si no se gana el Colegio Electoral. 

Este sistema reparte “electores” entre todos los estados de la Unión, según el número de representantes que se tengan ante el Congreso. Por ejemplo, si Alabama tiene 7 representantes y 2 senadores, le corresponden 9 votos electorales. Y así con todos los demás. La cantidad de representantes se determina a través del censo que el gobierno realiza cada década, para asegurar que los estados tengan representaciones que se ajusten a la cantidad de gente que vive en esos estados. 

Volviendo al tema, ya sé lo que estás pensando. “Pero es que Hillary Clinton igual aventajaba a Donald Trump y mira como terminó todo”. Y sí, tienes razón. Y de hecho aún con esta desventaja Trump tiene reales posibilidades de ganar, pero te voy a contar por qué esta vez es diferente.

Primero, el promedio de ventaja que Hillary tenía sobre Trump en las encuestas era de 3 o 4 puntos, es decir, dentro del margen de error que las casas encuestadoras advierten. Al día de hoy, Joe Biden tiene 9 puntos de ventaja sobre Trump, en ocasiones sacando hasta doble dígito. Esto ya esta fuera del margen de cualquier error estadístico.

Segundo, en 2016 Hillary era quien recibía las críticas de la situación en la que se encontraba Estados Unidos, porque era la candidata del partido en el poder. Este año, el responsable es Donald Trump, y su aprobación no goza de números que lo puedan hacer sentir tranquilo respecto a su reelección.

Tercero, desde el año pasado los expertos del tema comentaban que mientras la economía estuviera bien, Trump ganaría sin problema. Con la llegada de la pandemia, la economía estadounidense colapsó. Si bien el virus no es culpa de Trump, quedó a deber con su respuesta y su última carta fuerte se desvaneció.

Cuarto, la situación social en Estados Unidos es delicada. La injusticia racial y otros grandes problemas impulsan a aquellos que normalmente no votan, a participar. De hecho, la cantidad de gente que está votando con anticipación es 10 veces mayor a la de 2016.

En pocas palabras, es muy, muy probable que 2021 comience con un nuevo inquilino en la Casa Blanca. Pero tampoco es imposible que Trump gane. Por ejemplo, por más mal que se vea en los números, sólo le bastaría ganar Florida, Pennsylvania y Wisconsin (además de todos los estados en los que mantiene ventaja) para así voltear la tendencia y quedarse con la presidencia. Difícil, sí, imposible, para nada.

Es muy interesante observar cómo se maneja la política estadounidense. No hace falta mencionar las implicaciones que los resultados del 3 de noviembre tendrán para nuestro país. Te invito a mantenerte al tanto, y si tienes alguna pregunta, no dudes en mandarme mensaje. 

El pueblo invencible

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Se respiraba en el ambiente un miedo a que la historia se repitiera. El huracán Wilma, en octubre de 2005, marcó un antes y un después en la historia de Cancún, y de la zona norte de Quintana Roo. Yo personalmente no lo viví, pero sí la mayoría de mis amigos y toda mi familia. La devastación, el caos y la incertidumbre que ese desastre natural trajo es algo que esta gente no quiere volver a vivir jamás. 

La semana pasada, por momentos, el miedo volvió. Delta, que avanzaba directamente hacia nuestras costas, comenzaba a tomar forma de depresión tropical. Al cabo de unas horas, ya era denominada tormenta tropical. Su trayectoria seguía fija. Seguía agarrando fuerza, ahora ya era huracán categoría 1. A nuestras costas llegan tormentas tropicales continuamente, es algo que hasta cierto punto ya tenemos controlado. Pero esta vez pintaba para ser diferente. 

Huracán categoría 2. Las alertas estaban aumentando. El Gobernador ya había ordenado habilitar refugios y se daba a la tarea de informar a la población. Delta no dejaba de fortalecerse. Ni cuenta nos dimos cuando fue categoría 3, porque en cuestión de 20 minutos aumentó a categoría 4, que ya es considerado como un fenómeno potencialmente devastador. El impacto era inminente, y fue ahí donde después de 15 años la gente de Quintana Roo volvió a sentir ese miedo. 

Supermercados al tope de su capacidad. Filas de dos horas en las gasolineras. Madera para cubrir ventanas, agotada en cuestión de minutos. Varios conocidos optaron por irse de la zona. Pegaría en la madrugada, y debíamos estar listos para recibirlo.

Por algún motivo que no podría especificar porque mis conocimientos de meteorología son nulos, el huracán mientras más se acercaba a la costa de Quintana Roo, bajaba de velocidad. Originalmente esperábamos que pegara entre 11 pm del martes y 1 am del miércoles, pero en realidad tocó tierra cerca del amanecer. También perdió fuerza: bajó a categoría 3 en la tarde-noche del martes, y al momento del impacto con tierra, cerca de Punta Maroma, ya era categoría 2.

Delta nos golpeó por varias horas. Vientos fuertes desprendieron árboles del piso, derribaron una cantidad considerable de postes de electricidad y algunos otros daños que, si bien son notables, la situación pudo haber sido mucho peor. Mucho viento pero poca lluvia, lo que hizo que al salir el sol nos encontráramos con una ciudad diferente, bloqueada, apagada, pero sin inundaciones, por lo que los trabajos de recuperación fueron rápidos.

Hasta el momento de escribir esto siguen los trabajos de recuperación de espacios y vialidades, limpieza de escombros y restablecimiento de los servicios básicos. Ha sido de reconocer la labor constante del Gobernador de Quintana Roo y de los alcaldes de los municipios afectados. El Presidente Andrés Manuel López Obrador ordenó desplegar 5 mil elementos de la Marina y la Guardia Nacional para agilizar la recuperación de espacios, y han sido de gran ayuda. 

Sin embargo, el verdadero agradecimiento tiene que ir para la ciudadanía. Gente de Solidaridad, Isla Mujeres, Puerto Morelos, Cozumel, Benito Juárez y Lázaro Cárdenas que no se dejó vencer. En el instante en el que salió el sol las y los quintanarroenses salieron en brigadas a ayudar en lo que se pudiera. Les veías limpiando camellones, levantando árboles, donando víveres para aquellos más afectados, trabajando por salir rápidamente de este problema que sin duda no nos ganó. 

Hay regiones aún sin luz. Hay zonas que aún necesitan mucha ayuda. Hay todavía trabajo por hacer, pero es admirable lo que Quintana Roo y su gente logró. La cultura de la preparación, de estar listos al momento del impacto, de extenderle una mano a quien lo necesite y sobretodo de unirse ante la adversidad es lo que hace a Quintana Roo un pueblo invencible. Estamos saliendo de pie y de frente, como lo hemos hecho siempre. 

Un orgullo ser quintanarroense. 

El regreso del incómodo

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En la política mexicana siempre hay de qué hablar. Siempre hay algún tema nuevo que comentar, o sorpresas inesperadas para platicar. Esta ocasión no es diferente. Hoy toca hablar sobre el regreso de Ricardo Anaya a la escena pública y lo que significa para México.

En las últimas semanas, hemos visto al excandidato presidencial muy activo en redes sociales, cosa que no se veía desde hace ya más de dos años. Nos anuncia la publicación de su nuevo libro, que es meramente una excusa para lanzar una ambiciosa campaña mediática en contra de las acciones del Presidente de México. Creo que a estas alturas las intenciones de Ricardo ya son más que evidentes, pero veamos:

Nadie puede negar que la victoria de López Obrador en las elecciones de 2018 fue contundente, y que ningún otro candidato tenía una real oportunidad de salir vencedor. Al terminar esa jornada, el excandidato de la coalición Por México al Frente, desapareció de la escena pública. Uno que otro tuit con su familia de vez en cuando, pero nada que anunciara su regreso. Hasta ahora.

Regresó para hacerle frente de manera directa al presidente. Lo acusa de megalómano, de modificar la historia a su beneficio, y de conducir al país a una crisis sin precedentes. No anuncia sus planes personales, pero sí que regresa de lleno. Y tengan por seguro que lo veremos en las elecciones del 2021.

Todo parece indicar que Anaya no se va a tomar la molestia de ser candidato o hacer campaña. No le interesa gobernar su estado, o ganar algún distrito. Lo acomodarán hasta arriba de las listas plurinominales del PAN a la Cámara de Diputados, para tener un lugar prácticamente asegurado. Desde ahí, le asignarán la coordinación de su bancada o le buscarán la presidencia de alguna comisión importante desde la cual pueda ser muy incómodo para López Obrador.

Si Morena pierde mayoría en el congreso, esta supuesta ruta de Anaya significará aún más. Desde su puesto como líder importante en San Lázaro tendrá 3 años para gestionar su nueva campaña a la Presidencia de la República, o bien alistar a alguien más. 

Anaya tiene un gran punto a favor, y un gran punto en contra. Su punto a favor es que es evidentemente uno de los más grandes opositores del Presidente. Lo confrontó sin miedo, lo acusa sin rodeos, y, según sus palabras, ofrece propuestas de solución a los desastres de la actual administración. Si mueve sus fichas inteligentemente, recuperará terreno frente a un AMLO con una fuerza absoluta en ambas cámaras. 

Su punto negativo, sin embargo, es que regresa a tratar de unificar un partido que él mismo rompió. Recordemos que su candidatura la disputó con Margarita Zavala y que ella terminó por renunciar al PAN, acusando actitudes autoritarias de Anaya, entonces presidente del Comité Ejecutivo Nacional.

Esperemos su regreso no sea por pura ambición personal. Si Ricardo Anaya quiere ganarse de nuevo algo de confianza de la gente, debe construir, no dividir, coincidir con aquellos que se oponen a López Obrador, y entendiendo que no todo gira alrededor de él. Si consigue el poder que espera tener, que sea buen líder y le proporcione espacio a mujeres y hombres capaces. Esperemos que todos estos videos y su campaña en redes sociales realmente sean por el bien de México, como él dice, y no solamente una estrategia para reposicionar su imagen.

Y tú, ¿Qué piensas?

La importancia del 6 de junio

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Seguramente ya a estas alturas escuchas día tras día algo relacionado a las elecciones del 2021. Yo ya te platiqué sobre la magnitud de este proceso y la cantidad de cargos que se están en juego. Pero hay cosas que normalmente a primera vista no se notan, y que vale la pena resaltar, con la finalidad de que en nueve meses el voto de la ciudadanía sea informado y responsable.

Antes que nada, la importancia que se le debe de dar al proceso de renovación de la Cámara de Diputados. En primera, se juega la mayoría que mantiene la alianza de la Cuarta Transformación, que de perderla dificultaría que muchos de los proyectos del Presidente avancen. Los partidos de oposición (PAN, PRI, PRD, MC y posiblemente México Libre) buscan diversificar el voto para romper con el altísimo número de diputadas y diputados que la 4T mantiene, con la finalidad de restarles poder legislativo. 

Al Artículo 84 Constitucional, que habla sobre los escenarios en caso de la falta del Presidente, se le añadió lo siguiente el 20 de diciembre de 2019:

“En caso de haberse revocado el mandato del Presidente de la República, asumirá provisionalmente la titularidad del Poder Ejecutivo quien ocupe la presidencia del Congreso; dentro de los treinta días siguientes, el Congreso nombrará a quien concluirá el período constitucional.”

La revocación de mandato, según lo estipulado, se llevará a cabo en 2022. Si López Obrador es revocado de su sexenio, y la oposición en ese entonces ocupara la mayoría en la Cámara de Diputados, existe la posibilidad de que asuma el Ejecutivo Federal un político ajeno a MORENA, según lo establece la Constitución. De ahí la razón por la cual la 4T no se puede permitir perder.

También el presidente y los partidos ya iniciaron sus movimientos de cara al siguiente año:

Sabemos que la campaña de firmas para “enjuiciar a los expresidentes” es grilla electoral, pues en este país se puede enjuiciar si hay suficientes pruebas sólidas en su contra, no hace falta una encuesta. Todo este tema es para medir la popularidad del Presidente, nada más. También la rifa del avión.

El partido del gobierno, MORENA, se encuentra en un proceso interno para elegir a sus dirigentes, aquellos que guíen al partido a mantener y aumentar su presencia en toda la República. Las divisiones internas se tienen que resolver para evitar una ruptura profunda que termine por significar su derrota electoral, apenas tres años después de ascender a la cima.

PRI y PAN, por su parte, lanzan campañas de desprestigio en contra del gobierno federal por el pésimo manejo de la pandemia, de la seguridad y de las finanzas, para posicionarse como opciones capaces de gobernar y legislar a partir de 2021. Ambos partidos se mantienen punteros en algunos distritos y municipios donde MORENA no ha podido establecerse del todo.

Movimiento Ciudadano este mes ha anunciado que competirá sólo en las elecciones en todos los niveles, y se establecen como una oposición ordenada y cercana a la gente, lo que descarta una alianza con el PAN o el PRD, y que les abre las puertas a aumentar su presencia en San Lázaro y buscar ganar algunas gubernaturas.

México Libre sigue luchando contra corriente para consolidarse como partido político. El PVEM reafirma su alianza (sin sentido) con el bloque de la Cuarta Transformación.

Consideren, estimados lectores, que de lo que suceda el 6 de junio de 2021 se establecerá el rumbo de la nación por al menos los siguientes tres años. Tenemos aún mucho tiempo para informarnos, involucrarnos de así quererlo, y votar responsablemente.

¿Qué opinas?

Mentiroso, mentiroso, AMLO mentiroso

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Martes 1 de septiembre. El Presidente de México dará su Segundo Informe de Gobierno desde Palacio Nacional. Para anunciarlo, ha lanzado varios spots en cadena nacional. 

Spoiler Alert: Están llenos de mentiras. Mentiras sucias, descaradas, cínicas. El Presidente de la República sigue en campaña a juzgar por esos spots.

Revisemos.

En un video, nos cuenta que “ya están levantando la economía popular”. Pero la semana pasada su Secretario de Hacienda dijo que México está por vivir la peor crisis desde 1932. Casi el peor momento económico para el país en el último siglo, en palabras de Arturo Herrera.

En otro spot le escupe directamente a la figura del Estado Laico en México. “El Papa Francisco nos ha dicho que ayudar a los pobres es el centro del Evangelio.”

Estamos de acuerdo en que ayudar a los pobres es necesario, urgente y es evidentemente bueno. Pero es preocupante que el mismo Presidente ignore las propias bases de nuestra Nación al dar declaraciones así.

Tercer spot (uno hasta pensaría que está posicionándose rumbo al 2021, ¿no?)

Aparece en su oficina. Dice primero, que ya no hay fueros ni privilegios. El señor, que vive en un palacio, dice que ya no hay privilegios.

Comenta que “ya no hay corrupción arriba”, pero el lunes 31 de agosto fue electo Presidente del Senado el exsecretario de gobierno de Manuel Velasco, al que se le han encontrado fotos en reuniones privadas con David León y Pío López Obrador.

“El 70% de los mexicanos apoyan la transformación”, pero las encuestas en promedio calculan su aprobación en un 53.8%, número más alto que el 47% que presentaba en abril.

Otros datos, como siempre.

Y por último, no nos podemos olvidar de la rifa del avión presidencial. Ese tema que hace parecer que el Gobierno de México es un chiste.

AMLO aparece en un spot arriba del avión, donde dice “habiendo tanta pobreza, esto es un insulto”. Tiene razón. Según datos del CONEVAL, la pandemia del Covid-19 hará que el número total de personas en situación de pobreza aumente entre 6.1 y 10.7 millones. Este país tiene muchísima pobreza, es cierto. Pero el Gobierno, en vez de establecer rutas viables para apoyar a la economía de las familias, ayudar con el cobro de los servicios, o simplemente ocuparse de la situación trágica que vivimos, están rifando un avión.  Eso sí es un insulto, para los que votaron por él y para todo México, que necesita con urgencia un líder que esté a la altura. 

Todas estas declaraciones suenan emocionantes cuando las dice el AMLO candidato, aquél que se ganó la confianza de más de 30 millones de mexicanos. Mismas declaraciones que son vergonzosas cuando son dichas por el AMLO presidente, que está cercano a cumplir dos años de mandato, en el que cada día, evidentemente, estamos peor. Ya de nada sirve maquillar cifras, modificar datos y lanzar culpas a los antecesores. En muchos aspectos y en MUCHO menos tiempo, ya es peor que algunos de los que gobernaron antes.

Todavía está a tiempo de enderezar el rumbo y gobernar para todas y todos, no sólo para aquellos que (a pesar de todo) lo siguen apoyando. Esperemos que así sea. Este país necesita políticos que gobiernen, no que vivan permanentemente en campaña.

Nuestro peor enemigo

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Muchas veces escuchamos a quienes son mayores que nosotros, decirnos la ya repetitiva frase: “Ustedes, los jóvenes, son el futuro de México.” No podrían estar más equivocados. La realidad es que somos el presente, pero no actuamos como tal. Según datos del INEGI, en México se estima que hay 30.6 millones de jóvenes, equivalente al 25.7% de la población total. A los jóvenes se les cataloga como personas de 15 a 29 años de edad, lo que quiere decir que en un rango de 14 años se agrupa una cuarta parte de la población mexicana. Suficientes para ser el presente y no el futuro, ¿no?

Como generación nos enfrentamos a problemas muy serios, incluyendo a nuestro gran enemigo, la apatía.

El primer problema al que nos enfrentamos es la poca representación en la toma de decisiones. En los gobiernos, en los altos mandos de las compañías, a los jóvenes nos hacen a un lado o nos asignan posiciones de relleno, sin oportunidad de ser quienes decidamos el rumbo de nuestras sociedades. 

En el caso particular de México, me parece terrible que nuestros Recursos Naturales estén administrados por un señor de 75 años. El Fiscal General de la República tiene 80 años. La Secretaria de Gobernación tiene 73 años. No estoy diciendo que en esos cargos a nivel federal deben estar personas de 22 años, pero sí digo que se necesita juventud, acompañada de ideas frescas, para transformar nuestro presente y moldear nuestro futuro. Urge que deje de gobernar la generación de nuestros abuelos. Ellos no se preocuparán por el México que viviremos en 2030. 

Los jóvenes y los adultos jóvenes podemos ser los agentes que modifiquen el rumbo que lleva este país. La edad es el factor importante. 

La izquierda de los jóvenes no piensa igual que la izquierda de los adultos mayores, así como la derecha de los jóvenes piensa diferente a los adultos mayores de derecha. En nuestra democracia hay espacio para todas las expresiones e ideologías, pero sí tenemos que buscar que estas ideologías vengan frescas, renovadas, y no mantengan los métodos o modelos de los setentas y ochentas. Somos nosotros los que entendemos al mundo actual y trabajamos para moldear el mundo futuro.

Ahora, a este problema ya expuesto se anexa otro aún más grande: la apatía. Nuestro peor enemigo. Dentro de los espacios de toma de decisiones, faltan jóvenes en parte también porque los jóvenes no se interesan. Todas y todos nos hemos encontrado con gente que no muestra motivación alguna por trascender o transformar a su comunidad. Piensan que es imposible, o que todos los que se involucran son gente que se vuelve mala. 

La apatía es ese enemigo silencioso que hay que combatir con resultados, con ímpetu, con hambre de cambio. Que las ganas de mejorar sean contagiosas, y se pueda llegar a todas y todos. Lo más importante es dar el primer paso, y decidir contribuir en vez de sentarse con los brazos cruzados. Cada joven no está obligada/o a abanderar y defender todas las causas, pero si cada joven lucha por una causa, como generación estaremos luchando por todas. 

Seamos ese grupo que se preocupa por lo que nadie se preocupó antes. Seamos ese grupo que levanta la voz por quien se quedó callado por años. Seamos ese grupo que decida tomar en sus manos las riendas de nuestros caminos, antes de que sea demasiado tarde para nosotros y los que vengan después. Aún estamos a tiempo, sólo tenemos que contagiar esa motivación.

La elección de Biden

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Vamos a retomar un tema que no muchos mexicanos siguen de cerca, pero es de importancia en el contexto internacional: las elecciones presidenciales de Estados Unidos. En medio de una pandemia en la que el vecino del norte es el país más afectado, sus elecciones tendrán un impacto que durará generaciones enteras. Las protestas por la injusticia social juegan también un papel clave.

La dupla que buscará la reelección la conocemos bien. Donald Trump y el Vicepresidente Mike Pence buscarán a toda costa mantenerse al mando cuatro años más, y buscando sacarlos de Washington D.C. estará el demócrata Joe Biden, pero aún no sabemos quien será su running mate, y justo de eso platicaremos hoy. 

Lo que si es seguro, y confirmado por el mismo Biden, es que la persona que elegirá en unos días para que lo acompañe en campaña será mujer. En caso de ganar, sería la primera mujer VP de la historia de Estados Unidos, pero no será la primera mujer en ser candidata a ese puesto. Geraldine Ferraro fue la primera, en 1984, como compañera de fórmula de Walter Mondale. En 2008, Sarah Palin, exgobernadora de Alaska, fue la elegida de John McCain para enfrentar a Obama y Biden. Ambas fórmulas resultaron perdedoras.

Este año, según los expertos, las candidatas a ser la nominada son muchas y todas cuentan con importantes carreras políticas. Los nombres más sonados son Elizabeth Warren, excandidata presidencial, senadora y famosa por su agenda progresista; Keisha Lance Bottoms, alcaldesa de Atlanta; Susan Rice, consejera de seguridad nacional de Barack Obama; Gretchen Whitmer, gobernadora de Michigan, entre otra decena de mujeres que han sido nombradas en los últimos días.

Pero la funcionaria que más expertos ven como la elección ideal para Biden es Kamala Harris. Senadora por California, excandidata presidencial y fiscal general de California de 2011 a 2017. Según analistas, Kamala Harris es la más preparada para ser presidente (cualidad esencial en un vicepresidente), además de tener una fuerte base de apoyo, y ser mujer de color, lo que, según dicen, animaría a las minorías a apoyar la candidatura demócrata en estos tiempos donde el racismo es un enemigo de la sociedad. 

Esta será la primera decisión “presidencial” que tomará Joe Biden. En un país donde la diversidad es enorme, muchos muestran descontento ante el hecho de que los dos políticos más importantes del país son hombres de edad avanzada, blancos, conservadores de derecha. La fuerza de las minorías se ha dejado escuchar últimamente y, aunque Biden también es hombre de edad avanzada, su pick como VP puede energizar a los votantes a tal punto que la elección esté prácticamente asegurada.

Y es que, al día que escribo esto, la tendencia del demócrata es ascendente sin señales de que cambie. Todas las encuestas (todas, sin excepción alguna) lo muestran como favorito por diez puntos. En elecciones anteriores, los picks de VP le servían a los candidatos presidenciales para prender esa chispa de entusiasmo entre las bases y así poder voltear o separar más las tendencias. En esta ocasión, Biden tiene tanta ventaja en papel que lo único que debe de hacer es no dar ninguna sorpresa que pueda ser polémica. A menos de 100 días de la elección, y probablemente sin una campaña en tierra, el candidato de los azules se la debe jugar seguro, como hasta ahora lo ha venido haciendo. 

¿Y a nosotros por qué nos debería importar eso?

Fácil. Primero, porque las elecciones presidenciales de Estados Unidos deben ser de interés mundial por el poder político, económico y militar que esa nación tiene. Segundo, porque estamos hablando de la única opción para que Donald Trump deje la presidencia, lo cual sería excelente por razones que todas y todos bien conocemos. 

La decisión la tomará el candidato presidencial Biden en los próximos días, antes o durante el inicio de la Convención Nacional Demócrata, que es donde formalmente asumirá su candidatura e iniciará su campaña.