Nuestro peor enemigo

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Muchas veces escuchamos a quienes son mayores que nosotros, decirnos la ya repetitiva frase: “Ustedes, los jóvenes, son el futuro de México.” No podrían estar más equivocados. La realidad es que somos el presente, pero no actuamos como tal. Según datos del INEGI, en México se estima que hay 30.6 millones de jóvenes, equivalente al 25.7% de la población total. A los jóvenes se les cataloga como personas de 15 a 29 años de edad, lo que quiere decir que en un rango de 14 años se agrupa una cuarta parte de la población mexicana. Suficientes para ser el presente y no el futuro, ¿no?

Como generación nos enfrentamos a problemas muy serios, incluyendo a nuestro gran enemigo, la apatía.

El primer problema al que nos enfrentamos es la poca representación en la toma de decisiones. En los gobiernos, en los altos mandos de las compañías, a los jóvenes nos hacen a un lado o nos asignan posiciones de relleno, sin oportunidad de ser quienes decidamos el rumbo de nuestras sociedades. 

En el caso particular de México, me parece terrible que nuestros Recursos Naturales estén administrados por un señor de 75 años. El Fiscal General de la República tiene 80 años. La Secretaria de Gobernación tiene 73 años. No estoy diciendo que en esos cargos a nivel federal deben estar personas de 22 años, pero sí digo que se necesita juventud, acompañada de ideas frescas, para transformar nuestro presente y moldear nuestro futuro. Urge que deje de gobernar la generación de nuestros abuelos. Ellos no se preocuparán por el México que viviremos en 2030. 

Los jóvenes y los adultos jóvenes podemos ser los agentes que modifiquen el rumbo que lleva este país. La edad es el factor importante. 

La izquierda de los jóvenes no piensa igual que la izquierda de los adultos mayores, así como la derecha de los jóvenes piensa diferente a los adultos mayores de derecha. En nuestra democracia hay espacio para todas las expresiones e ideologías, pero sí tenemos que buscar que estas ideologías vengan frescas, renovadas, y no mantengan los métodos o modelos de los setentas y ochentas. Somos nosotros los que entendemos al mundo actual y trabajamos para moldear el mundo futuro.

Ahora, a este problema ya expuesto se anexa otro aún más grande: la apatía. Nuestro peor enemigo. Dentro de los espacios de toma de decisiones, faltan jóvenes en parte también porque los jóvenes no se interesan. Todas y todos nos hemos encontrado con gente que no muestra motivación alguna por trascender o transformar a su comunidad. Piensan que es imposible, o que todos los que se involucran son gente que se vuelve mala. 

La apatía es ese enemigo silencioso que hay que combatir con resultados, con ímpetu, con hambre de cambio. Que las ganas de mejorar sean contagiosas, y se pueda llegar a todas y todos. Lo más importante es dar el primer paso, y decidir contribuir en vez de sentarse con los brazos cruzados. Cada joven no está obligada/o a abanderar y defender todas las causas, pero si cada joven lucha por una causa, como generación estaremos luchando por todas. 

Seamos ese grupo que se preocupa por lo que nadie se preocupó antes. Seamos ese grupo que levanta la voz por quien se quedó callado por años. Seamos ese grupo que decida tomar en sus manos las riendas de nuestros caminos, antes de que sea demasiado tarde para nosotros y los que vengan después. Aún estamos a tiempo, sólo tenemos que contagiar esa motivación.

#ContraPortada: “El Verdadero Sismo”

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El 19 de Septiembre México conmocionó, un sismo de 7.1 sacudió a la capital del país. En cuestión de minutos el caos, la tragedia, el llanto y el conteo de muertos se apoderaba de los principales espacios de la prensa nacional e internacional. El mismo día que aquel 1985 donde cientos de familias mexicanas lo habían perdido todo, un dejavú de terror.

Lo que vendría después, es simplemente indescriptible. Millones de mexicanos reaccionaron; pero no solo con llanto y tristeza, salieron a las calles a quitar escombros, regalar comida, ayudar en las vialidades y a levantar un país que minutos antes se estaba derrumbando.

¿De dónde salieron tantos héroes? ¿Cómo es que se coordinaron tan bien? Cientos de miles de donaciones inundaban las redes sociales de esperanza, miles de fotos de jóvenes mexicanos que decidieron enfrentar la catástrofe en las calles, tendiendo la mano a quienes lo habían perdido todo. Horas y horas trabajando, sin dormir y sin comer pero con una gran convicción de salvar y encontrar vidas entre los escombros.

México, como hace mucho no pasaba, era admirado a un grito casi unánime por el mundo. ¿Dónde está la apatía que Krauze mencionaba para los millennials? ¿No que estábamos dormidos?

El sismo que vino a arrasar con edificios, a cobrar cientos de vidas y a generar una profunda tristeza nacional, jamás se esperó encontrar a un país que es cada vez más fuerte cuando se encuentra en el hoyo. Jamás nadie espero que nos uniéramos como nunca antes, sin importar clase social ni económica, raza, sexo o ideologías; lo único que compartíamos y lo más grande era el profundo amor por México.

El diario español “El País” tituló sus portadas de ésta forma: “Los jóvenes mexicanos toman el liderazgo tras el terremoto”. Y así fue, de forma contundente los jóvenes decidimos levantar a México. Hoy todos los que nos llamaron apáticos, dormidos, la generación “líquida” o la época pérdida tendrán que tragarse sus palabras.

México obtuvo del sismo catastrófico, una lección mucho más importante: la unión. Hoy nos dimos cuenta que la sociedad organizada y participativa es capaz de hacer de México una potencia mundial.

Los jóvenes mexicanos estamos listos para tomar las riendas de éste país, ya lo demostramos en la peor crisis de los últimos 30 años. ¿Qué es lo que sigue? Hacerlo por los próximos 20 años y posicionar a éste país como lo que debe ser, una potencia mundial.

Grande México, un sismo que llegó a hundirte, otra vez, te hizo mucho más fuerte.