Reconstrucción: Trabajo de Todos

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A 10 días de cumplirse dos meses del sismo del 19 de septiembre aún hay mucho por hacer en las zonas afectadas del centro del país. Según información de Presidencia de las áreas dañadas por tanto por el sismo que afectó a Oaxaca y Chiapas y el que afectó al centro del país hay 184,000 viviendas, 14,000 comercios, 16,000 escuelas, 1,821 edificios patrimoniales, 175 unidades médicas y hospitales y 140 carreteras destruidas o con daños considerables que necesitan ser reconstruidas o rehabilitadas. Aunque si bien el país tiene muchísimos problemas en muchos ámbitos, el tema del sismo mostró la solidaridad de muchos sectores de la sociedad y el proceso de reconstrucción está sirviendo como ejemplo del concepto de “gobernanza” acuñado en la última década por politólogos de todo el mundo que hablan de una mayor coordinación del gobierno con empresarios y sociedad civil para dar solución a problemas que tradicionalmente solo eran atendidos por la autoridad.

Llama la atención una reunión que se llevó a cabo este martes entre el Presidente Peña Nieto y funcionarios del gobierno de la república con líderes de los grupos empresariales más representativos del país. En su conjunto la iniciativa privada ha reportado 4 mil millones de pesos en aportaciones para la reconstrucción de las zonas afectadas por los sismos. Con el fideicomiso “Fuerza México” se han recaudado 224 millones de pesos en efectivo, además de múltiples apoyos en especie sobre todo en materiales de construcción y se esperan 150 millones de pesos adicionales con el fin de llegar a los 1,500 millones en los meses por venir y más empresarios que se sumen a la causa.

La Cruz Roja por si sola ha captado donaciones por más de 240 millones de pesos en efectivo, además, vale la pena mencionar la inclusión de organismos de la sociedad civil y del propio gobierno dedicados a la transparencia que estarán vigilando el buen aprovechamiento y distribución de los recursos. El gobierno también está tomando acción asignando los recursos del Fonden a las 5 entidades más afectadas repartiendo casi 13 mil millones de pesos para la reconstrucción.

Pero el problema no solo se resuelve con dinero y es por eso que asociaciones civiles y academia también se han organizado para llevar brigadas de arquitectos, ingenieros civiles y demás profesionistas necesarios para la efectiva reconstrucción de las zonas afectadas. Ojalá pudiésemos ver esta coordinación en otros problemas también muy importantes en la agenda nacional como la salud, seguridad pública, educación. Tomemos el caso de la seguridad, la solución nunca será solamente policiaca o militar, aunque si es importante que los gobiernos innoven tomando ejemplos como las policías municipales de proximidad también es importante que las familias estén al pendiente de sus hijos, formar una cultura de la denuncia, generar más y mayores oportunidades para los que viven en zonas de riesgo.

Como bien dicen, la reconstrucción es labor de todos y añadiría que la construcción del México del siglo XXI también es labor de todos y será la suma de esfuerzos los que nos permita cambiar de verdad y solucionar los problemas de la comunidad que deben resolverse en comunidad y no solamente por el gobierno.

#PulsoUrbano: “#19s y el “valemadrismo” mexicano de la construcción”

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Ya hay quienes lo apodan “el cartel inmobiliario”… Después de que las pérdidas de vidas humanas y materiales estén causando estragos en el centro-sur de México. Por supuesto que ante la tragedia humana, lo más importante que debemos destacar es la solidaridad inmediata, generosa y presente de la gente que se ha entregado de forma incondicional para ayudar a los damnificados.

Pero detrás de ese orgullo mexicano que nos da cada persona que ha sido capaz de hacer cualquier cosa con tal de salvaguardar la dignidad de la vida humana, los cuestionamientos surgen también desde los escombros: ¿Quién otorgó permisos dónde se supone que no debería otorgarse permisos? ¿Quién o quiénes fueron negligentes a la hora de no atender los avisos previos de edificaciones en malas condiciones? ¿Quién o quiénes se atrevieron a entregar departamentos casi nuevos con materiales de baja calidad? ¿Quién o quiénes hicieron caso omiso a las advertencias de las regulaciones e inspecciones que se supone debían existir?

Son preguntas generales que sin entrar a los detalles pueden darnos el panorama sombrío en el que estamos parados como habitantes de este país.

Tan sólo hace unos días después de hacernos preguntas sobre si Monterrey estaría preparado para un sismo u otro huracán y saber que la respuesta es negativa rotundamente, una mujer junto con otros miembros de su familia cayó en un socavón en Monterrey. Para variar, la respuesta en medio de este drama de “valemadrismo” fue ver cómo dos administraciones municipales jugaban a echarse la culpa.

Es tal el riesgo que no sólo el espacio público se ve afectado por decisiones en donde de por medio va la negligencia o la corrupción o la omisión por parte de las autoridades, sino incluso la vivienda… Tan sólo pensemos en esas “cajitas de zapatos” que hacen pasar por casa y que después de construidas representan más “dolores de cabeza” qué beneficios no sólo para los pobres sino para la clase media a la que les venden “gato por liebre”.

¡Qué difícil vivir en estas condiciones! En donde las construcciones anteriores como nuevas están dependiendo de personas sin conocimiento y/o lo que es peor: sin ética.

Después de este sismo somos testigos de que el “qué tanto es tantito” de nuestro valemadrismo mexicano si tiene consecuencias y a veces mucho más graves de las que imaginamos.

La ciudadanía ante el desastre

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El martes 19 de septiembre se conmemoró el 32 aniversario de uno de los eventos más devastadores en la vida contemporánea de nuestro país: un terremoto de magnitud 8.1 grados en la escala Richter a las 7:19 de la mañana alcanzó distintos estados de la República, la Ciudad de México fue la entidad federativa que resintió los mayores efectos. Poco sospecharían autoridades, ciudadanos y empresas que con la misma fecha, pero a las 13:14 de la tarde otro movimiento telúrico habría de presentarse, su epicentro fue a 12 kilómetros al sureste de Axochiapan en Morelos con una magnitud de 7.1 grados Richter, con afectaciones mayores para los estados de Morelos, Puebla, Ciudad de México, Oaxaca y Guerrero.                                                                          

Los daños que causó el movimiento sísmico son incalculables, sólo en la Ciudad de México 321 edificios tienen daños irreparables; y al considerar en conjunto los efectos de los sismos del 7 y el 19 de septiembre de 2017, de acuerdo a diferentes informaciones, suman ya 140 mil edificios con daños, la muerte de 407 personas, y 50 mil casas con pérdida total.

El sismo dejó graves pérdidas para decenas de miles de familias, algunas irreparables, y sin duda, aún están presentes el temor y los efectos negativos de un hecho de la naturaleza de tan grandes proporciones; en ese mismo contexto, debe señalarse que al igual que en 1985, miles de personas salieron a ayudar a sus semejantes a no más de 10 minutos de terminar el sismo.  Por todas partes, y en todos los estados del país al mismo tiempo, la ciudadanía se volcó en ayudar, trabajar, acompañar y proteger a quienes sufrieron los daños del terremoto. La realidad es que algo existe en el código de lo nacional que concita la solidaridad y la organización social ante las crisis.

Los hechos de las movilizaciones ciudadanas fueron y son evidentes, cada persona ayudó con determinación y como consideró que mejor podía hacerlo, desde formar cadenas humanas para sacar escombros hasta internarse en los edificios caídos a riesgo de la propia vida, pasando por organizar el tráfico, llevar alimentos, agua, ropa y consuelo a las familias, y desde luego en abrir sus propias casas a familias que lo perdieron todo.

La actitud de hombres y mujeres jóvenes, rescatistas, bomberos, elementos de las Fuerzas Armadas, paramédicos, albañiles, médicos,  enfermeras y otros actores como arquitectos e ingenieros que participaron en las tareas de rescate muestran el cemento social del que están hechas las familias en México, la fortaleza de nuestros valores y la eficacia con que esos valores se convierten en acciones claras y contundentes.

La respuesta ciudadana fue contundente ante los agoreros del desastre nacional, a los vividores de la denostación, quedó claro que la ciudadanía conoce y percibe lo que hacen esos grupos que buscaron la división. Ni siquiera las mentiras que se fraguaron en algunos medios de comunicación y redes sociales para dividir y confrontar tuvieron eficacia. Las personas no se creyeron las historias, hubo sentido común en México.

La reconstrucción requerirá esfuerzo y compromiso de sociedad y gobierno, hay mucho que hacer y se requieren grandes recursos. Todo lo que ha significado la movilización ciudadana deja lecciones a la clase política nacional, que deberá reestructurarse para una sociedad que siempre estuvo ahí y que muchos no quisieron o no pudieron ver. Hoy las cosas son distintas para gobierno, partidos políticos y ciudadanía. El reto está en reconstruir casas, edificios y carreteras, pero también en reconstruir la confianza, la legitimidad y la credibilidad del sistema político mexicano.

#ContraPortada: “El Verdadero Sismo”

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El 19 de Septiembre México conmocionó, un sismo de 7.1 sacudió a la capital del país. En cuestión de minutos el caos, la tragedia, el llanto y el conteo de muertos se apoderaba de los principales espacios de la prensa nacional e internacional. El mismo día que aquel 1985 donde cientos de familias mexicanas lo habían perdido todo, un dejavú de terror.

Lo que vendría después, es simplemente indescriptible. Millones de mexicanos reaccionaron; pero no solo con llanto y tristeza, salieron a las calles a quitar escombros, regalar comida, ayudar en las vialidades y a levantar un país que minutos antes se estaba derrumbando.

¿De dónde salieron tantos héroes? ¿Cómo es que se coordinaron tan bien? Cientos de miles de donaciones inundaban las redes sociales de esperanza, miles de fotos de jóvenes mexicanos que decidieron enfrentar la catástrofe en las calles, tendiendo la mano a quienes lo habían perdido todo. Horas y horas trabajando, sin dormir y sin comer pero con una gran convicción de salvar y encontrar vidas entre los escombros.

México, como hace mucho no pasaba, era admirado a un grito casi unánime por el mundo. ¿Dónde está la apatía que Krauze mencionaba para los millennials? ¿No que estábamos dormidos?

El sismo que vino a arrasar con edificios, a cobrar cientos de vidas y a generar una profunda tristeza nacional, jamás se esperó encontrar a un país que es cada vez más fuerte cuando se encuentra en el hoyo. Jamás nadie espero que nos uniéramos como nunca antes, sin importar clase social ni económica, raza, sexo o ideologías; lo único que compartíamos y lo más grande era el profundo amor por México.

El diario español “El País” tituló sus portadas de ésta forma: “Los jóvenes mexicanos toman el liderazgo tras el terremoto”. Y así fue, de forma contundente los jóvenes decidimos levantar a México. Hoy todos los que nos llamaron apáticos, dormidos, la generación “líquida” o la época pérdida tendrán que tragarse sus palabras.

México obtuvo del sismo catastrófico, una lección mucho más importante: la unión. Hoy nos dimos cuenta que la sociedad organizada y participativa es capaz de hacer de México una potencia mundial.

Los jóvenes mexicanos estamos listos para tomar las riendas de éste país, ya lo demostramos en la peor crisis de los últimos 30 años. ¿Qué es lo que sigue? Hacerlo por los próximos 20 años y posicionar a éste país como lo que debe ser, una potencia mundial.

Grande México, un sismo que llegó a hundirte, otra vez, te hizo mucho más fuerte.

Puño en alto: Silencio

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La ciudad de México recuerda cada 19 de septiembre, fecha en la que un devastador terremoto sacudió al país cobrando demasiadas vidas en el año de 1985, como olvidar ese momento que marco nuestra historia.

Cada año se llevan a cabo en esa fecha, recordándonos que debemos aprender a tomar las medidas necesarias, que pueden salvar nuestra vida.

Pero este aniversario número 32 la historia fue distinta en punto de las 13:14 horas, se escucharon las alarmas de alerta sísmica, pero lamentablemente no era un simulacro para recordar, sino todo lo contrario, si nuevamente en la misma fecha se repetía como hace algunos años un terrible sismo.

La ciudad colapso, todo comenzó a caer, la histeria colectiva, gas, polvo en todos lados, gritos, llanto nuevamente el centro del país estaba devastado.

La gran Tenochtitlan era un campo de batalla, de pronto fue capaz de guardar silencio sepulcral, a la señal de un puño levantado en la ciudad hecha pedazos.

Mi madre desde casa atenta a las noticias veía la señal y pedía silencio, silencio con angustia, tristeza, dolor, pero sobre todo con esperanza de vida.

Ciudadanos organizados en cuestión de minutos ayudando, demostrando que era momento en el que todos debemos estar unidos para salvar y reconstruir nuestro México mágico.

También la solidaridad llego, para demostrar que somos un país sensible al desastre donde el amor por los nuestros queda demostrado.

Sin importar edad, condición física las manos unidas palma con palma en grandes cadenas calmando el shock de lo que se estaba viviendo.

Personas a lo largo y ancho de nuestro territorio mexicano con fuerza y mucha voluntad unidos por un solo objetivo, reconstruir nuestro país

Es momento de renacer del polvo, de lo más profundo, teniendo confianza por el desconocido y dándole la mano al de al lado, voluntarios levantando escombros, salvando a nuestro país.

Queda demostrado que tenemos la valentía y el compromiso por nuestro país que es momento de lucha, unidad, confianza, pero sobre todo de construir el México que soñamos.

Casi un millón y medio de personas firmaron la petición para que los partidos políticos regresen al pueblo su dinero, para reconstruir lo colapsado.

Silencio para escuchar las voces de todos los que queremos sacar adelante a nuestro México.