Durante la semana pasada se llevó a cabo la Convención del partido demócrata en Filadelfia, Estados Unidos. Durante dicho evento Hillary Clinton fue oficialmente nominada para ser la candidata del Partido Demócrata para las próximas elecciones presidenciales. Incluso su ex rival de las elecciones primarias, Bernie Sanders, apoyó a Clinton invitando a sus seguidores a votar por “la mejor elección”, la cual sería Clinton según este.
Uno de los más notables oradores de la noche fue el actual Presidente de los Estados Unidos Barack Obama. Su discurso se enfocaba principalmente en legitimar a Hillary Clinton como la candidata mejor preparada, así como enlistar las razones por las cuales él pensaba eso.
Por otro lado, después de que Trump hiciera –más- comentarios controversiales sobre Rusia, Crimea y de familias de musulmanes, recientemente el Presidente Barack Obama ha vuelto a hablar sobre las próximas elecciones. Pero esta vez hablando de una manera más drástica; aclamando que Donald Trump era “unfit” (no apto, o incapaz) para ser el próximo presidente de los Estados Unidos.
Por otro lado, también hay personas que han criticado el pasado de Hillary Clinton; el ataque en Bengasi, sus emails perdidos, y el hecho de que su esposo sea un expresidente, han sido algunas de las críticas que la candidata presidencial ha recibido.
Esto podría parecer una elección normal de Estados Unidos, e inclusive una elección presidencial común en cualquier país con Democracia presidencial en el mundo, una simple guerra entre candidatos. La guerra entre los candidatos contendiendo: una guerra sucia entre ellos, sus familias y vida íntima siendo atacada, y sus pasadas decisiones siendo criticadas por su oponente.
Si bien la guerra entre estos dos actuales candidatos podría tener ciertas similitudes entre guerras de elecciones pasadas, hay factores importantes que hacen a esta elección ser la excepción. Las ideas y problemas que están en juego en esta elección han sido expuestas de una manera muy diferente a cómo se habrían expuesto en años pasados.
Donald Trump llamando violadores y asesinos a todos los inmigrantes mexicanos –y latinos-, tomando parte en conflictos internacionales con Rusia en relación a Crimea y Ucrania, descalificando a minorías como las de los chinos y musulmanes, intenciones de negar la admisión a refugiados de países “terroristas” (calificados así por el mismo Trump), son sólo algunos de los asuntos que han sido tratados y nombrados por Trump de una manera atroz y sin miedo alguno a las repercusiones que sus paabras podrían causar.
Ver a un candidato que habla sobre estos temas, y los presenta con tanta soberbia, orgullo y odio es una cosa, pero ver a un presidente de un país tan importante como lo es Estados Unidos ya es una situación totalmente diferente.
Lamentablemente esta es una de esas elecciones en las cuales lo importante no es votar por el “candidato ideal”, sino votar por el candidato menos destructivo y menos malo. Ambos candidatos ya han sido nombrados por sus respectivos partidos como los candidatos oficiales a la presidencia, esto ya está hecho.
El quejarse porque ningún candidato llena las expectativas que los votantes quisieran ya no es lo primordial, pero no permitir que el candidato más destructivo llegue a ser presidente sí.
Más que una actitud mediocre y pesimista creo que es una de eficiencia y de inteligencia para que lo mejor –o sea, lo menos malo- pase en los Estados Unidos. Sólo queda ver qué reacción y decisión tomarán los votantes estadounidenses en las próximas elecciones.
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