Primer debate presidencial de EE. UU. 2020: Una proyección de la crisis actual en la clase política estadounidense

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El análisis de un debate presidencial debería de tener un enfoque especial en la sustancia del debate y en la calidad de los argumentos expuestos por ambos candidatos, pero este no es el caso. Estados Unidos es la potencia indudable en la coyuntura internacional actual, lo cual hace que este debate sea de suma importancia, no solo para los ciudadanos de dicho país. A lo anterior, tenemos que añadir también la situación económica, social y sanitaria actual derivada de la pandemia por el Covid-19. 

Sin embargo, en este caso, la situación es distinta. Aún y cuando EEUU se encuentra en el centro mediático de la Pandemia por Covid-19, no fue suficiente para que los candidatos orientaran sus exposiciones a que el público llegara a conocer el mensaje, proyecto o incluso ideología de cada uno. Entre interrupciones, gritos, moderador desesperado y falta de preparación; el mensaje no logró transmitirse al elector. 

Las reacciones del electorado hacia el debate presidencial no pueden entenderse de otra manera más que de las dos siguientes. La primera, el electorado decepcionado al no encontrar lo que buscaban en el debate, personas que buscaban en el debate las razones ideológicas o de proyección que los ayudaran a tomar una decisión simplemente quedaron vacíos al final del debate. Por otro lado, la segunda reacción pertenece a aquellos que -independientemente del lado político en el que se encuentren- ya tienen su decisión bien tomada, y el debate solo despertó sus pasiones a favor o en contra de alguno de los candidatos. 

Ambos candidatos tuvieron una parte de la culpa del por qué el debate fue tan poco enriquecedor. Por un lado, el presidente Donald Trump mostró desde el inicio que no iba a dejar que su contrincante hablara sin interrupciones. A pesar de que a Trump se le vio más preparado en sus respuestas, fueron pocas las respuestas que dejó contestar sin interrupción a su contraparte.  Las interrupciones por parte del actual presidente llegaron a tanto que el moderador tuvo que intervenir en varias ocasiones e incluso alzar el volumen de voz. 

Más que una estrategia por parte de la campaña de Trump, el esfuerzo a interrumpir en variadas ocasiones es una muestra del carácter del actual presidente. Esto se puede inferir al comparar su actuar -idéntico- al momento de debatir en contra de Hilary Clinton en 2016, aún y teniendo una coyuntura, contrincante y temas distintos. Trump, tal como lo hizo en las elecciones pasadas, apostó en el debate al despertar emociones en el elector. Si bien, esto ayudó a la campaña de Trump en 2016, la situación actual es muy distinta, lo cual podría cambiar el resultado de la elección en esta ocasión. 

Por otro lado, en mi opinión, el ex vicepresidente Joe Biden, fue quien perdió el debate. Biden no perdió solamente por dejarse mostrar como el niño débil acosado del salón, también fue por su falta de preparación. Biden se quedaba callado cada vez que Trump lo interrumpía, bajaba la mirada, y dejaba hablar a su contrincante. Es cierto que dicho actuar es el correcto para un debate -presidencial-, sin embargo, el elector no siempre responde al deber ser. Es decir, un elector común que vea el debate podría pensar que Joe Biden es débil, y no tiene la capacidad para enfrentar a Trump o algún otro adversario, aunque no sea así en la realidad. 

Pero, dejando a un lado, por un momento, las repetidas interrupciones por parte de Trump, Biden mostró muy poca preparación en sus respuestas, a preguntas que eran de esperarse en este primer debate. Temas como las protestas en contra de instituciones de policía, racismo, impuestos, cambio climático y el mismo Covid-19, eran preguntas que definitivamente se preguntarían en el debate, a las cuales Biden se reducía a responder contrastando “lo mal que Trump lo estaba haciendo” en dichos temas. Biden tuvo muy pocas oportunidades, debido a tanto grito e interrupción, pero cuando sí tuvo la posibilidad de explicar sus planes de una manera clara que pudiera atraer electorado, simplemente no lo hizo. 

Ninguno de los candidatos logró exponer algún proyecto o idea clara -relevante- sobre los temas que más importan al electorado estadounidense. Al contrario, el debate pudo incluso causar más confusión en el espectador. Este primer debate presidencial del 2020 ha demostrado que la política de Estados Unidos ha ido en declive en las últimas décadas, en términos de calidad sustancial en las propuestas de los candidatos. No queda más que esperar que ambos candidatos respeten más las reglas y se preparen más para los próximos debates. 

Aciertos y desaciertos en la acción política para la mitigación de la Pandemia por Covid-19 del gobierno de Lopez Obrador

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En un contexto de pandemia, los países -y sus jefes de Estado- toman principal importancia, ya que sus decisiones afectarán en el panorama social, económico y de salud de sus respectivos territorios y del mundo. Juzgando por los resultados actuales, muy pocos líderes de la comunidad internacional han atacado la situación de la mejor manera. 

Para determinar si cualquier jefe de Estado estaría haciendo un buen trabajo enfrentando la pandemia, tendrían que estar presentes políticas públicas para mantener estables las esferas principales para el bienestar de cualquier población -durante este contexto-: social, económica y de salud. 

Definitivamente, no podemos calificar las acciones para mitigar los efectos negativos del Covid-19 con una escala arbitraría del 1 al 100, o de una calificación de “bien” o “mal”. 

Los comentarios del mandatario mexicano comenzaron desde antes de que el virus llegara a México. Para principios de marzo, AMLO ya empezaba a abordar el tema del covid-19. Pero no lo hacía de una manera preocupaba, al contrario, el presidente se refería a la -entonces- epidemia como una enfermedad más, una enfermedad que “no era tan letal como dicen“. Inclusive, en contra del consenso científico que ya estaba preocupado por la certera pandemia que se veía venir, el presidente mexicano promovía que nos diéramos abrazos. La actitud del presidente mexicano parecía de burla; casi incrédulo a la veracidad de a pandemia, o incluso apático hacia esta. 

Fue hasta mediados de marzo, cuando la pandemia llegó a México, que el presidente comenzó a tomar el tema -un poco- más serio. Aún contando con cierto repele hacia los científicos y tecnócratas, y a la sorpresa de muchos, AMLO decidió delegar al subsecretario de salud Hugo López-Gatell como máximo vocero del gobierno mexicano ante la llegada de la pandemia a territorio mexicano. Entregarle el poder de acción a un científico como López-Gatell, especializado en epidemiología, parece haber sido un acierto para el plan de acción del presidente. 

Sin embargo, faltaron solo un par de días para que, el mismo presidente que habría mostrado un poco de sensatez al otorgarle la batuta a un científico, se mostrara muy despreocupado mordiendo la mejilla de una niña en una de sus visitas en el estado de Guererro. 

Una muestra de cinismo, ignorancia, o ambos, por parte de un mandatario de la segunda economía más grande de América Latina. Esta actitud no es exclusiva a temas discursivos y de propaganda oficial, peor aún, se encuentra la misma actitud en un tema tan importante como el económico. Un tema que, por sí solo, ya cuenta con desaciertos importantes. 

El presidente ha mostrado poca empatía, al menos con acciones específicas, con las personas que estarán más afectadas debido a los efectos negativos de la pandemia en la economía. Poca empatía, hacia esas pequeñas y medianas empresas que no podrán seguir adelante, no podrán pagar a sus empleados, y posiblemente quedarán en quiebra después de la pandemia. 

Recientemente, el presidente Lopez Obrador, presentó un plan económico (un tema para otra ocasión), el cual fue descrito por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) como “decepcionante”. Decepcionante debido al poco cambio a las medidas que ya se venían planeando y realizando desde la toma de la presidencia por parte de AMLO. Es decir, la exposición del plan económico para mitigar los efectos económicos negativos del covid-19, resultó siendo más un informe de lo que este gobierno ha estado planeando implementar desde el día 1. Poco apoyo fiscal a las pequeñas y medianas empresas, aunado a la ausencia de un plan social certero contra el desempleo pos-covid, son las principales razones para pensar que el presidente mexicano no ha alcanzado un acierto -aún- en materia económica pos-covid. 

El manejo tan ineficaz de la pandemia no es exclusivo a México. Mandatarios como Boris Johnson, de Reino Unido, Bolsonaro, de Brasil y -por supuesto- Donald Trump de Estados Unidos, todos han tenido sus episodios de cinismo e ignorancia con sus planes para el control eficaz de la pandemia. Sin embargo, aún y con todos estos personajes en la carrera contra el covid, AMLO no se queda atrás, demostrando que el presidente de México confía más en amuletos protectores, que en políticas públicas tangibles pensadas para la mitigación del contagio del covid 19 y sus repercusiones negativas en la esfera económica y social. 

Fuentes: 

BBC 

Al-jazeera

NY Times

Brasil: ¿Ejemplo de acción ciudadana o control ciudadano?

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Desde el pasado 12 de mayo del presente año, Dilma Rousseff –presidenta de Brasil desde el 2011- había sido suspendida por presuntos movimientos de presupuesto del gobierno federal. Esto en la coyuntura de un proceso de investigación –conocido como Lava Jato, o taller de lavado en español- contra políticos que estaban relacionados a conflictos de intereses y actos de corrupción. Proceso del cual la Policía Federal de Brasil estaba encargada.

Finalmente, el juicio de Rousseff terminó dictaminando que, si bien otros presidentes anteriores ya habían hecho lo que ella sin recibir ninguna acusación, era culpable por el movimiento de fondos presupuestados para ciertos programas federales. Después de dicho dictamen, el senado votó a favor de remover a Rousseff de la presidencia de Brasil, dejando a Michel Temer –su vicepresidente- como el presidente interino hasta el 2018.

La historia del Impeachment de la presidente de Brasil tiene dos –al menos- diferentes historias de las razones por la cual se querría remover a la presidenta de su cargo.

La primera es pensando en que la ciudadanía realmente estaba cansada de la corrupción, y que tanto Michel Temer –actual presidente de Brasil y ex vice presidente- como Eduardo Cunha –ex presidente de la cámara de diputados y uno de los principales líderes a favor del impeachment de Rousseff- hayan creído que Rousseff había perdido credibilidad en el gobierno brasileño.

Por otro lado, podemos también tomar en cuenta el hecho de que hubo una ruptura entre el PT –el partido de Rousseff- y el PMDB –partido de Temer y Cunha-, y que Temer terminó en conflicto con Rousseff por su falta de acción en la vice presidencia. Tomando en cuenta estos factores, se podría incluso pensar en que la destitución de Rousseff –ayudada por la coyuntura del lava jato- fue preparada por Cunha y Temer debido a la ruptura que su partido –el PMDB– tuvo con el PT.

Debido a las acusaciones de Temer y Cunha hacia Rousseff, muchos de los brasileños ven en la ex presidenta a una mujer corrupta que solo quería beneficios propios. Sin embargo, el error cometido por Rousseff –que también había sido cometido por los 2 presidentes anteriores- fue uno en el que menos se podría apreciar un conflicto de interés, a diferencia de muchos otros casos descubiertos por el lava jato.

Algunos dicen que el PMDB preparó el impeachment por cuestiones de poder e intereses, y que han logrado manipular a las personas que salieron a manifestarse en contra de Rousseff. Otros señalan que el caso fue justo y que Rousseff merecía la salida de la presidencia.

En fin, un caso con lados muy marcados y que ha marcado divisiones fuertes en la sociedad brasileña.

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Visitas a México y su impacto en la campaña electoral

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La semana pasada el candidato Republicano a la Presidencia de los Estados Unidos, Donald Trump, hizo una visita privada a la Ciudad de México. Si bien, la visita fue presentada como una visita privada de un candidato –a la presidencia- a un mandatario de un país, la importancia que se le dio a esta visita fue mayor que a una visita privada con algún otro personaje, tomando en cuenta detalles protocolarios como el recibimiento a Trump por parte de políticos mexicanos.

El Presidente de México ha recibido, por medio de las redes sociales, mucha crítica por parte de la ciudadanía, debido a la –según ellos- errónea decisión de dicho mandatario. En respuesta a ello, el Presidente ha mencionado repetidas veces que la invitación para venir a México fue enviada a ambos candidatos estadounidenses (Donald Trump y Hillary Clinton).

Según un artículo del New York Times, Hillary Clinton ha dicho que tendría que “posponer” la visita a México, y que no le sería posible visitar México antes de las elecciones en Estados Unidos. Esto debido a que la candidata demócrata tendría que enfocarse más a la contienda por la presidencia.

Pero, ¿quién gana y quién pierde con el parcial rechazo de la candidata demócrata a una visita a México antes de las elecciones presidenciales?

Por un lado, tenemos un resultado negativo para Enrique Peña Nieto, una falla para el plan de dialogar con ambos candidatos. Después de tan desastroso encuentro que tuvo EPN con Trump, para el Presidente mexicano sería benéfico si pudiese persuadir a la candidata de venir a México.

Esto se debe a que una visita de Clinton podría ser un medio para que EPN mostrara –de manera sutil e implícita para guardar la neutralidad de su gobierno con las elecciones de otro país- su apoyo a la campaña de dicha candidata. Dicho apoyo sería una manera de limpiar –un poco- la imagen del presidente con los mexicanos en México, e incluso los que viven en Estados Unidos.

Por el lado de Clinton, una visita a México también sería benéfica para su campaña. Esto sería porque en su visita la candidata podría reafirmar su apoyo a los mexicanos en general, y esto podría reafirmar también los votos por parte de dicha población en Estados Unidos.

Por tanto, la visita de la candidata a México sería un gran apoyo para ambos, EPN y su misma campaña.
La decisión fue ya enviada, Clinton no vendrá –al menos por ahora- a México, y tanto EPN como Clinton tendrán que lidiar con las consecuencias de dicha decisión.

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Una elección presidencial diferente a las demás

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Durante la semana pasada se llevó a cabo la Convención del partido demócrata en Filadelfia, Estados Unidos. Durante dicho evento Hillary Clinton fue oficialmente nominada para ser la candidata del Partido Demócrata para las próximas elecciones presidenciales. Incluso su ex rival de las elecciones primarias, Bernie Sanders, apoyó a Clinton invitando a sus seguidores a votar por “la mejor elección”, la cual sería Clinton según este.

Uno de los más notables oradores de la noche fue el actual Presidente de los Estados Unidos Barack Obama. Su discurso se enfocaba principalmente en legitimar a Hillary Clinton como la candidata mejor preparada, así como enlistar las razones por las cuales él pensaba eso.

Por otro lado, después de que Trump hiciera –más- comentarios controversiales sobre Rusia, Crimea y de familias de musulmanes, recientemente el Presidente Barack Obama ha vuelto a hablar sobre las próximas elecciones. Pero esta vez hablando de una manera más drástica; aclamando que Donald Trump era “unfit” (no apto, o incapaz) para ser el próximo presidente de los Estados Unidos.

Por otro lado, también hay personas que han criticado el pasado de Hillary Clinton; el ataque en Bengasi, sus emails perdidos, y el hecho de que su esposo sea un expresidente, han sido algunas de las críticas que la candidata presidencial ha recibido.

Esto podría parecer una elección normal de Estados Unidos, e inclusive una elección presidencial común en cualquier país con Democracia presidencial en el mundo, una simple guerra entre candidatos. La guerra entre los candidatos contendiendo: una guerra sucia entre ellos, sus familias y vida íntima siendo atacada, y sus pasadas decisiones siendo criticadas por su oponente.




Si bien la guerra entre estos dos actuales candidatos podría tener ciertas similitudes entre guerras de elecciones pasadas, hay factores importantes que hacen a esta elección ser la excepción. Las ideas y problemas que están en juego en esta elección han sido expuestas de una manera muy diferente a cómo se habrían expuesto en años pasados.

Donald Trump llamando violadores y asesinos a todos los inmigrantes mexicanos –y latinos-, tomando parte en conflictos internacionales con Rusia en relación a Crimea y Ucrania, descalificando a minorías como las de los chinos y musulmanes, intenciones de negar la admisión a refugiados de países “terroristas” (calificados así por el mismo Trump), son sólo algunos de los asuntos que han sido tratados y nombrados por Trump de una manera atroz y sin miedo alguno a las repercusiones que sus paabras podrían causar.

Ver a un candidato que habla sobre estos temas, y los presenta con tanta soberbia, orgullo y odio es una cosa, pero ver a un presidente de un país tan importante como lo es Estados Unidos ya es una situación totalmente diferente.

Lamentablemente esta es una de esas elecciones en las cuales lo importante no es votar por el “candidato ideal”, sino votar por el candidato menos destructivo y menos malo. Ambos candidatos ya han sido nombrados por sus respectivos partidos como los candidatos oficiales a la presidencia, esto ya está hecho.

El quejarse porque ningún candidato llena las expectativas que los votantes quisieran ya no es lo primordial, pero no permitir que el candidato más destructivo llegue a ser presidente sí.

Más que una actitud mediocre y pesimista creo que es una de eficiencia y de inteligencia para que lo mejor –o sea, lo menos malo- pase en los Estados Unidos. Sólo queda ver qué reacción y decisión tomarán los votantes estadounidenses en las próximas elecciones.

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EPN, ¿pasivo al defender a los mexicanos o preparándose para Trump?

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El pasado 22 de julio el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, recibió al presidente Enrique Peña Nieto. Esta fue la última vez que Obama se reunió con el mandatario mexicano debido a las próximas elecciones en los Estados Unidos.

Temas como el nuevo TPP (Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica), TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América del Norte), el intento de golpe de Estado en Turquía, y claro, las próximas elecciones presidenciales en Estados Unidos, fueron algunos de los temas que se trataron en la reunión de los presidentes de México y de Estados Unidos.

Durante su discurso, el Presidente de México Enrique Peña Nieto abordó el tema de las próximas elecciones en noviembre de este año en los Estados Unidos. Muchos mexicanos –vía sus comentarios en redes sociales- esperaban que Peña Nieto tomara una postura en contra de Donald Trump, debido a los comentarios racistas que ha hecho durante toda su campaña hacia los mexicanos. Sin embargo, la postura del Presidente de México fue de apoyo y respeto a ambos candidatos en sus campañas y en sus posibles términos presidenciales.

Aunque muchos podrían sentirse abandonados y podrían culpar a Peña Nieto de otro error en su presidencia, el paso que ha dado al dar su “apoyo” a ambos candidatos va más allá de abandonar a los mexicanos.

La candidatura de Donald Trump para presidente de los Estados Unidos es una realidad, y aunque cualquier presidente se declarara en contra de su candidatura, esta no se detendría. Por otro lado, es verdad que las relaciones comerciales entre Estados Unidos y México son de suma importancia para ambos gobiernos y que, sin importar quien gane las elecciones en Estados Unidos, tendrán que encontrar un fin común.

Por otro lado, esto no significa que el presidente ceda ante cualquier otro mandatario y que tenga que aceptar cada uno de sus deseos a la hora de acordar tratados. Sin embargo, sí es importante saber que al ser el presidente es de suma importancia tener cuidado con las palabras para futuras relaciones.

Enrique Peña Nieto sigue siendo criticado por su pasividad al hablar sobre Donald Trump y no “defender” a los mexicanos, sin embargo, podría ser que sólo está tratando de calmar las aguas y de prepararse a una posible presidencia de Trump.

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Tiempos de Cambio y un Nuevo Secretario General de la ONU

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El intento de golpe de Estado en Turquía, el posible cambio político/social radical de Estados Unidos con Donald Trump, los ataques recientes en Niza y el próximo nombramiento del nuevo Secretario General de las Naciones Unidas, son algunos de los eventos que están haciendo historia y de los cuales hemos sido parte.

Aunque podrían parecer eventos que no tienen relación alguna en la actualidad, realmente podrían ser vistas como piezas de un todo; un sistema internacional cambiante y con nuevas narrativas. La religión, grupos étnicos, derechos civiles, democracia y nuevas formas de liderar son los temas actuales que más importancia han recibido.

Lo cual me hace recordar algunas de las ideas de Samuel Huntington, en su obra “El choque de las civilizaciones”. Las cuales afirman que los próximos conflictos internacionales serán conflictos con bases étnicas, religiosas, y de ideologías; es decir de relación con identidades político/sociales individuales y de Estados enteros.

Si bien, se puede sugerir que es el caso en nuestros días, tampoco podemos tratar de predecir que todos los cambios que están pasando en el mundo tendrán efectos negativos en dado momento. Es decir, el hecho de que estemos presenciando un número de –posibles- cambios importantes en el sistema internacional no sugiere –exclusivamente- un impacto negativo en las sociedades del mundo.

En esta ocasión, me gustaría articular más sobre el cambio de Secretario General de la ONU, un poco del proceso de elección, y un poco de lo que supone este nuevo cambio al sistema internacional.

El cambio de Secretario General de las Naciones Unidas, próximamente al final del segundo semestre de este año, ha sido –en mi parecer- el suceso, de los mencionados arriba, que menos atención ha recibido. Y si bien, el Secretario General de la ONU no pretende tener un rol tan importante como lo es el del Consejo de Seguridad, este puesto sí podría proponer un cambio de agenda política y atención de la ONU. Cambio climático, migración, derechos civiles y humanos, conflictos en Medio Oriente y hambruna, son algunas de las principales problemáticas que podrían ser promovidas por el próximo Secretario General.

El Consejo de Seguridad se encarga de “recomendar” a unos de los -12, en este caso- candidatos, para que después la Asamblea General ratifique la recomendación y nombre al nuevo Secretario General. Este proceso ha sido muy criticado por la manera en la que se propone a ser un proceso muy cerrado y no tan democrático. Sin embargo, este año la ONU ha decidido realizar un debate en el cual se dé a conocer a cada candidato públicamente.

Aunque lo anterior no supone que el proceso de elección de Secretario General sea más democrático o abierto a votación fuera del Consejo de Seguridad, sí se podría argumentar que es un comienzo a una apertura más pública en dicho proceso.

Todos estos cambios, sumados a nuevas generaciones –milenials- y nuevas maneras de pensar y hacer las cosas, prometen hacer grandes cambios en el mundo a futuro. Sin embargo, hoy en día podemos sólo imaginar dichos cambios e impactos de los eventos que vemos hoy en día, y esperar que sean tan benéficos para nuestras futuras sociedades como sea posible.

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