Cuauhtémoc, el último emperador azteca

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Este fin de semana tuvimos el retiro de unos de los jugadores más emblemáticos en la historia del futbol nacional. Cuauhtémoc Blanco, ídolo de multitudes, querido, odiado; a sus 43 años regresó del retiro para jugar un partido oficial.

Críticas hay muchas, debido a que como alcalde, no puede participar en eventos deportivos de la Liga, sin embargo, el América se pasó por el arco del triunfo el reglamento y el juego se llevó a cabo.

Cuauhtémoc Blanco, ídolo de multitudes, querido, odiado; a sus 43 años regresó del retiro para jugar un partido oficial.

Hablar de Blanco no es solamente hablar de un futbolista común. Blanco reúne todas las características para ser un ídolo popular. Nacido en el barrio, criado en el barrio, mentalidad ganadora; llegó a la Primera División por su talento y su calidad. Fue el gran holandés Leo Beenhakker quien le dio constancia en la titularidad a pesar de su juventud, algo poco común ahora con tan pocos debuts por temporada.

Cuauhtémoc, encarna hasta en el nombre la estirpe de gente del pueblo. Talentoso, líder, polémico… y muchos dirán “hasta con las mujeres era bueno”.

De su carrera política, no hay que hablar mucho, no le veo la vocación ni disposición para tener un cargo así.

Una trágica lesión de un jugador trinitario le cortó el sueño de tener una buena temporada en España donde jugó poco pero metió algunos goles, incluyendo uno al Real Madrid en su casa.

De su carrera política, no hay que hablar mucho, no le veo la vocación ni disposición para tener un cargo así. Lo que importa es su carrera deportiva, su legado, sus goles, su Cuauhtemiña contra Corea del Sur, su personalidad y el hueco tan grande que deja en nuestro fútbol.

Te recordaremos siempre, Blanco, por tu gol contra Bélgica en 1998, cuando salvaste a la selección contra Honduras en 2002, contra El Salvador en 2010, tu gol histórico contra Francia en el mundial de Sudáfrica.

Se marcha el último ídolo del equipo más odiado de México, un equipo que tardará años en encontrar su sucesor.
Gracias CuauhtÉmoc, gracias por tanto…

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”

El gigante dormido

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De las treinta y dos entidades que integran la república mexicana, nueve no conocen la alternancia democrática. En Campeche, Coahuila, Colima, Durango, Estado de México, Hidalgo, Quintana Roo, Tamaulipas y Veracruz, el PRI ha gobernado a nivel estatal desde que existe como partido.

¿Habrán encontrado los priistas la fórmula mágica para seguir siendo la preferencia electoral de la mayoría en aquellos estados tras casi noventa años ininterrumpidos en el poder?

Es bien sabido —y se observa día con día— que gobernar desgasta el capital político de las facciones partidistas. ¿Habrán encontrado los priistas la fórmula mágica para seguir siendo la preferencia electoral de la mayoría en aquellos estados tras casi noventa años ininterrumpidos en el poder? ¿Existe un avance científico que ha incrustado en el ADN de los mexicanos el fervor revolucionario-caudillista, como un culto al partido tricolor? La respuesta a ambas preguntas es un categórico “no”.

En las democracias avanzadas, los cambios en el control político reflejan el natural y cambiante sentir de la sociedad que gobiernan. La cultura popular ha popularizado la idea de que, en la vida, el cambio es la única constante. Las preocupaciones ciudadanas se desencadenan en mayorías que llevan al gobierno a las fuerzas opositoras, ello ante la frustración causada por una mezcla de irresponsabilidad con el sentimiento de insatisfacción que dejan las limitaciones propias del actuar gubernamental.

Existen dos posibilidades: en esos nueve estados, que no conocen la alternancia, seguimos siendo una democracia de tercer mundo; o hemos encontrado una verdadera utopía en la que existe un fenómeno social sin precedentes, en el que el poder político no desgasta porque se ejerce bien, el sentir ciudadano de la mayoría es estático e inmutable, y las pocas exigencias colectivas cambiantes se desahogan y satisfacen a través de la burocracia.

¿Ha pasado la dictadura perfecta de la imposición a la aceptación? Recuerdo que alguna vez alguien me dijo: “El mexicano promedio toma cerveza, le va al América, ve Televisa y vota por el PRI.”

¿Ha pasado la dictadura perfecta de la imposición a la aceptación? Recuerdo que alguna vez alguien me dijo: “El mexicano promedio toma cerveza, le va al América, ve Televisa y vota por el PRI.”

¿El control de la prensa en Coahuila y Quintana Roo, habrá desincentivado el pensamiento crítico? ¿Estará dormido, en Hidalgo y Durango, el gigante, que es la conciencia ciudadana? ¿En Veracruz y Campeche, el yugo de la pobreza habrá desplazado la preocupación por el desarrollo democrático? ¿Las mafias criminales se habrán apoderado de Tamaulipas, y las sociedades secretas, del Estado de México? ¿Tendrá Colima la oportunidad de reivindicarse este domingo, en las votaciones de la elección extraordinaria a gobernador? ¿La desigualdad económica, se habrá acentuado tanto que ha alineado los intereses políticos de las clases altas y bajas?

Creo que para lograr prosperidad, estabilidad y un desarrollo balanceado y sustentable de todos los sectores de la sociedad, la alternancia entre las facciones políticas es necesaria.

Creo que para lograr prosperidad, estabilidad y un desarrollo balanceado y sustentable de todos los sectores de la sociedad, la alternancia entre las facciones políticas es necesaria. El Estado de Derecho en México tiene un arduo trabajo por terminar. Es necesario continuar pugnando por el fortalecimiento de nuestras instituciones para incentivar la participación ciudadana y el desarrollo social, para lograr una conciencia ciudadana más libre.

El PNR –la primera versión de PRI– se fundó en 1929. ¿Continuará gobernando el grupo político de los sindicatos, el clientelismo y el corporativismo ininterrumpidamente tres sexenios más en aquellos nueve estados? Dicen que no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo aguante…

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¿Qué tan libres somos?

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“Una tarde en Dhaka, entró por la puerta un hombre gritando lastimosamente y sangrando abundantemente. El herido, quien había sido acuchillado por la espalda, era un trabajador musulmán llamado Kader Mía. Había venido para trabajar a una casa vecina a cambio de una pequeña paga y había sido atacado por un delincuente en la calle de nuestra zona mayoritariamente hindú. Mientras era trasladado al hospital por mi padre, contaba como su esposa le había dicho que no fuera a una zona hostil durante la época marcada por disturbios comunales. Sin embargo, tenía que ir pues su familia no tenía que comer. El castigo para esa falta de libertad económica resultó ser la muerte, lo que ocurrió tiempo después en el hospital. La experiencia fue devastadora para mí, y súbitamente me hizo consciente de los peligros de las identidades estrechamente definidas y del divisionismo que yace en políticas comunitarias. Me alertó también del hecho que la falta de libertad económica, en la forma de extrema pobreza, puede hacer de una persona presa indefensa de la violación de otros tipos de libertades: Kader Mía no se hubiera visto en la necesidad de venir a un área hostil en tiempo de conflicto buscando un ingreso si tan solo su familia hubiera podido sobrevivir sin ese dinero.” -Amartya Sen

Una tarde en Dhaka, entró por la puerta un hombre gritando lastimosamente y sangrando abundantemente. El herido, quien había sido acuchillado por la espalda, era un trabajador musulmán llamado Kader Mía…

Amartya Sen (premio Nobel de Economía en 1998) visitó Monterrey la semana pasada, ofreciendo una conferencia magistral sobre uno de sus más recientes trabajos The Idea of Justice (2009). En esta obra, y a lo largo de su carrera, Sen ofrece una crítica a la concepción de justicia social que múltiples teorías económicas e ideologías políticas no han podido modelar, dejando en la práctica distintas realidades y necesidades fuera.

Un ser humano puede considerarse verdaderamente libre cuando posee las oportunidades y capacidades para elegir la vida que mejor cree conveniente para él/ella.

Una de sus premisas es la idea del desarrollo como forma de libertad, donde argumenta que un ser humano puede considerarse verdaderamente libre cuando posee las oportunidades y capacidades para elegir la vida que mejor cree conveniente para él/ella. Sin embargo, para encontrarnos ante esa posibilidad de elegir, necesitamos contar con ciertas condiciones predeterminadas por nuestra realidad y contexto local.

Para identificar e incidir sobre dichas condiciones, Amartya Sen y Mahbub ul Haq desarrollaron el Índice de Desarrollo Humano (IDH)[1] del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) utilizado para medir los niveles de desarrollo de un país/estado/ciudad al evaluar los avances en términos de tres variables: 1) esperanza de vida al nacer, 2) nivel de escolaridad promedio en adultos y la expectativa de educación en niños y 3) PIB per cápita.

El último reporte del PNUD (2013) sobre el IDH, indica que México ocupa el lugar número 71 de entre 187 países evaluados. Con un índice de 0.756, México entra en la categoría de los países con un IDH alto.

De 1980, año en que comenzaron las evaluaciones, a 2013 México ha crecido en un 27%, de 0.596 a 0.756 IDH. La expectativa de vida aumentó en casi 10.9 años, el promedio de escolaridad creció en 4.5 años y la expectativa en 2.6 años, mientras que el PIB per cápita se elevó en un 47.2%.

Comparado con países similarmente evaluados en América Latina, México (IDH 0.756) destaca sobre Brasil (IDH 0.744) y Colombia (IDH 0.711). Sin embargo, y a pesar de superar en lo general a Brasil y Colombia, México es el peor calificado de los 3 en solamente una variable: la expectativa de escolaridad, que para México son 12.8 años, frente a 13.2 de Colombia y 15.2 de Brasil. El país mejor evaluado en este rubro fue Australia con 19.9 años.

El reporte de desarrollo humano se vuelve más interesante y complejo cuando comparamos los niveles generales del país, contra los mismo índices pero desagregados por entidad federativa. En el más reciente reporte de 2012, el Distrito Federal fue el mejor evaluado (IDH 0.830), seguido por Nuevo León (IDH 0.790) y Sonora (IDH 0.779), con índices similares a países como Polonia, Uruguay y Rusia. Por otra parte, las 3 entidades peor evaluadas fueron Chiapas (IDH 0.667), Guerrero (IDH 0.679) y Oaxaca (IDH 0.681), comparado al índice de países como Bolivia, Gabón y Egipto.

México, o “los dos Méxicos” como algunos lo definen, es un país de distintas realidades y por ende de distintas necesidades. Las políticas de desarrollo no pueden ser ni deben ser dirigidas por igual ante las distintas realidades del Distrito Federal y las de Chiapas.

México, o “los dos Méxicos” como algunos lo definen, es un país de distintas realidades y por ende de distintas necesidades. Las políticas de desarrollo no pueden ser ni deben ser dirigidas por igual ante las distintas realidades del Distrito Federal y las de Chiapas.

Ante la idea de justicia social y las grandes inequidades que muchos países en desarrollo enfrentan, Sen argumentó que la verdadera equidad yace en la capacidad de funciones.

Recomendó que las políticas públicas actuales necesitan ser conscientes de que existen dos tipos de funciones, elementales y sociales: Las funciones elementales incluyen buena salud, nutrición y refugio. Las funciones sociales que son más complejas incluyen respeto hacia uno mismo y la capacidad de participar en la vida pública. La realización de un ser humano es en base a ambas funciones.

Explicó que la capacidad que un ser humano tiene de alcanzar ambas funciones depende en gran medida de las inequidades relacionadas a clase socioeconómica, género y otras características que realidades predeterminadas tienen para disminuir nuestra capacidad de funciones. Ante diversas realidades, Amartya Sen apuntó el reto que enfrentan países como México en su esfuerzo por lograr una buena sociedad justa, funcional y en verdadero desarrollo, al deber trabajar en mitigar tales condiciones de discriminación, promoviendo la verdadera libertad del ser humano como la variable más importante de una vida satisfactoria.

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[1] El cálculo del IDH se obtiene al definir un índice de cada dimensión (Salud, Educación e Ingreso) y luego es combinado con la media geométrica. Los valores del IDH oscilan entre cero y uno, siendo el uno el valor más alto de desarrollo humano para una entidad.

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”