Durante las últimas semanas, he estado conversando con amistades sobre su percepción de Uber y el servicio que ofrece. Asimismo consulté personas relacionadas con bases de taxis sobre la misma cuestión.
Hay algunos mitos y generalizaciones clasistas que debemos analizar para definir la situación actual y distinguir beneficiados y afectados.
La percepción en casi todos lados es la misma: el servicio que ofrece Uber es de calidad, a buen precio y acotado por 2 elementos del mercado que son las condiciones económicas y tecnológicas actuales. El detalle es que hay algunos mitos y generalizaciones clasistas que debemos analizar para definir la situación actual y distinguir beneficiados y afectados.
Se dice que los taxistas manipulan las tarifas… Uber tampoco tiene una regulación oficial en sus precios.
El primer punto a analizar es el número de involucrados que son el taxista, la base de taxis, el sindicato, Uber, los dueños y el gobierno. Como podemos ver no son lo mismo cada uno de ellos y por tanto merecen un análisis distinto. En esos mitos se acusa al taxista de la falta de innovación en cuanto al vehículo sin considerar que en la mayoría de los casos, el taxi no es de él. Del mismo modo, los taxistas son peones al servicio de los sindicatos sin voz ni voto. Se dice que los taxistas manipulan las tarifas… Uber tampoco tiene una regulación oficial en sus precios. Se comenta del mal servicio en los taxis, poco hay de incentivo en un carro que ni es propio. Se habla de la seguridad… Si considero que depende la zona y el taxi en particular.
En pocas palabras, los taxistas no tienen incentivos en mejorar su servicio. Para qué si están controlados por sindicatos y presionados por cuotas de gobierno; se mantienen como peones en un esquema anárquico en su manejo pero con sumisiones de facto.
Uber cubre un mercado que posee smartphones, acceso a internet y tarjetas, el cual no es la mayoría, que en el caso de los taxis están presentes para todos los mercados y zonas de la ciudad.
Uber vino a revolucionar una industria monopolizada y amparada por el gobierno que ha protegido y negociado con los sindicatos oscuros sin importarle el usuario final. Curiosamente, el mismo caso de los camiones urbanos. Aparte, Uber cubre un mercado que posee smartphones, acceso a internet y tarjetas, el cual no es la mayoría, que en el caso de los taxis están presentes para todos los mercados y zonas de la ciudad.
Sin embargo, esa modernidad que trae Uber consigo compite de manera desleal porque aunque si pagan impuestos, no pagan las concesiones, las tenencias por los sitios, las cuotas de cajones en espacios públicos como hospitales y estaciones del metro, el pago de placas especiales, las renovaciones de los permisos, la revisión del taxímetro y las verificaciones vehiculares.
Los sindicatos en este tema se han vuelto una mafia que lucra con el taxista y con el gobierno. Operan al puro estilo de los cárteles, sin transparencia, negociando votos y actuando hasta como fuerza política. Obviamente, esta innovación les afecta así como los taxis piratas que fueron la primera “rebeldía” en el sistema hace años y que aún siguen principalmente en Guadalupe.
El gobierno deberá regular a Uber, sin embargo, tiene que saber entender al mercado, ya surgieron los taxis pirata, Uber, Cabify y diversas compañías. El monopolio de los sindicatos tiene que desaparecer. La industria de transporte público tiene que transformarse en beneficio del usuario y del prestador del servicio. El siglo 21 llegó para quedarse y con ello la innovación.
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https://revistafal.com/uber-y-las-libertades-economicas/
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