Tres son los síntomas escritos en este título que reflejan si hay o no hay gobiernos competentes en las Ciudades. La razón es sencilla. Las evidencias físicas de infraestructura no mienten.
Es difícil que aceptemos que todo está bien cuando esos detalles que hacen la diferencia entre una ciudad con calidad de vida para sus habitantes y otra que no, son la mejor muestra de que no es posible que así sea si los elementos básicos de las calles están en tales condiciones.
¿Por qué importan esas evidencias? porque la calle es la célula del espacio público. Es ahí en donde hacemos la mayoría de los tránsitos que no son de la vida privada. Por ahí pasamos, comemos, convivimos, nos detenemos a descansar, vamos hacia el trabajo o la casa… Vaya, las condiciones de salud, seguridad, servicios públicos de las calles importan en tanto ahí hacemos también la vida.
Por eso indigna tanto que no se pueda atender si quiera esos “detalles” que se vuelven relevantes una vez que ocurren “accidentes” derivados de una banqueta rota, por ejemplo. O, nosotras como mujeres cuando pasamos en espacios poco iluminados donde sabemos que algo podría suceder por cada luminaria que no funciona.
Entonces, de ahí que haya grupos sociales que defienden su pedazo de infraestructura a “muerte”. Producto de la ineficiencia, son las luchas más absurdas en pleno siglo XXI, pero existen… Los de las banquetas, los que tapan baches, los que reportan luminarias rotas. Y, así.
Debemos, Gobierno y ciudadanía, entender que poco podemos avanzar en el diseño de futuro de una ciudad a menos que se resuelvan estos mínimos de los que ni siquiera deberíamos estar preocupados. Porque los temas importantes de una urbe no son ni las banquetas (que de hecho ese concepto está por desaparecer) ni las luminarias ni los baches. Los problemas de las ciudades en el mundo hoy son discusiones muchos más profundas sobre energía, pobreza y exclusión social, contaminación del agua y aire, nuevas tecnologías, entre otros.
Ese es el debate al que debemos avanzar, una vez que gobierno y ciudadanía asumamos con responsabilidad el futuro que ya nos alcanzó y rebasó porque lo mínimo en infraestructura no es lo óptimo ni lo seguro.