El mito del águila

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Propongo la siguiente definición de nación: es una comunidad política imaginada, y se le imagina como inherentemente limitada y soberana.

Es imaginada porque los miembros de la nación más pequeña nunca conocerán a la mayoría de sus conciudadanos, no se encontrarán con ellos, ni siquiera oirán hablar de ellos, pero en la mente de cada uno vive la imagen de su comunión (…) Las comunidades se distinguen no por su falsedad o autenticidad, sino por el estilo en que se las imagina.

Finalmente, [la nación] se imagina como una comunidad porque, independientemente de la desigualdad y la explotación actuales que puedan prevalecer en cada una, se concibe como una camaradería profunda y horizontal. En última instancia, es esta fraternidad la que hace posible, durante los últimos dos siglos, que tantos millones de personas no maten, sino que estén dispuestas a morir por esas imaginaciones limitadas.

— Benedict Anderson, Imagined Communities (1983)

Las historias y los símbolos son fundamentales porque nos permiten dar sentido a nuestra existencia, definir quiénes somos, cómo nos relacionamos con los demás y cómo nos situamos en el mundo. La identidad no se genera en un vacío; surge de la interacción entre nuestras experiencias personales y las narrativas compartidas que nos rodean.

Cuando hablo de narrativas, me refiero a la forma en que se estructura y cuenta la historia de nuestra existencia, aquello que determina el status quo y nos ayuda a entender nuestra realidad. Estas historias no solo definen a los individuos, sino también a las comunidades, los grupos sociales, las naciones y las culturas. Las narrativas colectivas, como las de la familia, la sociedad, la nación o la religión, nos proporcionan una identidad compartida y un sentido de pertenencia. Por ejemplo, las historias de la fundación de una nación, las leyendas populares o los mitos religiosos crean una sensación de continuidad y cohesión dentro de un grupo, conectando nuestras vidas individuales con algo más grande.

El mito del Volk

Völkisch es una palabra alemana que connota tanto lo “folclórico” como lo “populista”. En sus orígenes, era una visión cultural profundamente arraigada en la idea de una identidad nacional compartida y un amor por las tradiciones, la naturaleza y el idioma. Como ocurre con muchos mitos, es difícil rastrear su origen exacto. Sin embargo, se le atribuye gran parte de su desarrollo a Richard Wagner, cuyas óperas y representaciones de la esencia germana a través de mitos y leyendas –como la trilogía del Nibelungo— son parte integral del pensamiento völkisch.

El riesgo de la instrumentalización

Lo que comenzó como una narrativa de identidad para el pueblo germánico terminó convirtiéndose en el mayor catalizador del nacionalismo y el mito de la raza aria. Paradójicamente, Houston Stewart Chamberlain, un británico que se fascinó con Wagner, se casó con su hija y desarrolló las teorías de la raza aria. El resto de esta historia es bien conocido, y lo obviaré…

El nacionalismo

El peligro de las narrativas identitarias en las naciones es la polarización, pues para pertenecer a un grupo, es necesario definir al “otro”. Como bien dice Sartre, “somos conscientes de nosotros mismos en tanto que somos vistos por otros”, y nuestra identidad se configura, en parte, a partir de cómo nos ven. Al diferenciarnos, las narrativas y los símbolos pueden ser manipulados para excluir a otros o justificar ideas peligrosas. El nacionalismo extremo, por ejemplo, puede distorsionar las historias colectivas para construir una identidad que excluye o demoniza a ciertos grupos. Los mismos símbolos que unifican a una nación pueden usarse para fomentar el odio, la xenofobia o el racismo.

Más mexicanos, más… ¿humanos?

La Encuesta Mundial de Valores (EMV) ha revelado una tendencia curiosa: los mexicanos son cada vez más conscientes de su historia y, por ende, se sienten más orgullosos de identificarse como mexicanos. Sin embargo, este orgullo nacional no está necesariamente relacionado con una mayor disposición a “sacrificarse” por el país.

Esta paradoja puede deberse a varios factores que influyen en la identidad nacional y en la relación de los ciudadanos con el Estado y sus instituciones. Los mexicanos sienten un fuerte sentido de identidad basado en elementos culturales como la historia, la música, las tradiciones y la rica herencia cultural. Este orgullo parece estar más vinculado a la comunidad y la cultura que a las instituciones gubernamentales, incluidas el ejército.

Cansados de luchar…

A pesar del orgullo por la capacidad de resistencia y la lucha cotidiana, esta misma lucha puede generar una sensación de agotamiento y una menor disposición a comprometerse con sacrificios extremos, como la lucha por la nación. El aumento del orgullo nacional parece estar más relacionado con la comunidad y la solidaridad ciudadana que con el Estado o sus instituciones.

Los mexicanos pueden sentir satisfacción y orgullo por la capacidad de unirse frente a las adversidades como sociedad civil, mientras que desarrollan un desapego hacia el gobierno o hacia cualquier noción de “lucha” que implique obedecer a las autoridades políticas o militares. Este fenómeno también refleja una mayor conciencia crítica de la historia, lo que lleva a muchos a rechazar las narrativas tradicionales del nacionalismo vinculado a la guerra y los conflictos armados.

Hoy, la comunión con el ser mexicano funciona porque imaginamos a nuestros compatriotas a través de nuestra individualidad, aun sin conocer a la mayoría. Sin embargo, “en la mente de cada uno vive la imagen de su comunión”, aunque nuestra imaginación está limitada y segmentada por círculos sociales y económicos.

El cuarto de hospital

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Y ahí estaba, en ese lugar con las paredes blancas, el olor tan peculiar, a lo lejos, escuchaba voces, no entendía lo que decían, y yo en ese cuarto, sólo podía ver una ventana que daba a la ciudad, los vehículos pasaban pero se veían tan pequeños. En ese momento se abre la puerta y entra una persona con bata blanca y le pregunte ansioso, ¿Cuál es el problema? Hubo silencio después de mi pregunta, fueron segundos que parecieron eternos, suspiró y después me contestó “El diagnóstico es más complejo de lo que parece…”  estaba desesperado porque no entendía nada, después el doctor volvió a hablar y me dijo “Lo que usted tiene es una enfermedad muy común que afecta a una gran cantidad de la población, pero en sus resultados encontramos que hay algo atípico, son varios los factores que desafortunadamente han contribuido a que se llegara a esta gravedad…

Hoy en día, nuestro país pasa por situaciones difíciles, lo que vemos en las calles o lo que leemos y escuchamos en medios de comunicación es poco alentador, los temas de todos los días sobre inseguridad, impunidad, corrupción, desigualdad entre muchos otros; y al reflexionar sobre todo esto, surgen preguntas como: ¿Qué pasa en nuestro país? ¿Qué pasa en nuestra sociedad? ¿Qué estamos haciendo? o ¿Qué dejamos de hacer?

Quizá, es prudente decir que nuestra sociedad está enferma, tenemos síntomas que han ido empeorando con el paso del tiempo, nos hemos alejado de la vida comunitaria por un sentido de protección, en nuestras casas cada vez ponemos más barrotes protegiéndonos del exterior, cediendo espacio, -y pensar que eso mismo pasa cuando uno está enfermo-, nos aislamos del exterior para protegernos de los daños del ambiente.

Haré una comparación con una de las enfermedades más comunes en México, la diabetes mellitus tipo dos, por cierto, desde el año 2000 es la primera causa de muerte en mujeres y la segunda en hombres, según el Instituto Nacional de Salud Pública; y en el panorama internacional, la Organización Mundial de la Salud menciona que al día de hoy, más de 180 millones de personas la padecen, cifra que se duplicará en el año 2030 según los estimados de esta organización.

El cuadro clínico de esta enfermedad es el siguiente: ceguera debido a las lesiones en los vasos sanguíneos de los ojos, daño en el sistema nervioso y en los casos más avanzados amputaciones.

Hoy en día, nos hemos cegado ante el dolor ajeno, la indiferencia ha marcado nuestra manera de vivir y el individualismo nos hace pensar sólo en nosotros mismos sin importar lo que le pase al de enfrente, el interés personal por encima del interés de la comunidad; también estamos paralizados por el daño en nuestro sistema nervioso, son pocos los que se mueven para transformar el entorno,  preferimos quedarnos inmóviles y esperar a que el mal pase; y lo más grave es que nosotros mismos nos amputamos para no hacer nada, nos callamos para no causar ruido, guardamos las manos para no levantarlas, nos quitamos los oídos para no escuchar los gritos del otro.

No podemos continuar  viviendo así, tenemos que cambiar nuestro estilo de vida como sociedad y quizá, revertir la enfermedad, algo de lo que podemos hacer es tener una buena alimentación, pero es muy importante recordar que no es sólo lo que llega a nuestro estómago, sino también lo que entra en nuestra mente y a nuestro espíritu. Hacer ejercicio nos ayuda a recuperar el espacio público, -que es nuestro-, el espacio de los ciudadanos, salir a la calle para dejar los barrotes que protegen nuestras casas, nos ayuda a mantenernos vivos y observar la realidad, y lo que es fundamental, consultar al médico periódicamente, pero ese doctor que encontramos frente al espejo, ese que es el único capaz, de mejorar nuestra vida, mejorar la sociedad y transformar el entorno, si seguimos estos pasos podremos entender que si cambio YO, cambia México.

“Le debo de decir (aquí va su nombre) que todavía estamos a tiempo, a tiempo de que el diagnóstico sea positivo si usted así se lo propone” en ese momento el doctor dejó el cuarto y yo, me quedé pensando…

Se vale debatir.

Redes manipulables (Sociales)

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Día con día digerimos miles de imágenes y textos en las redes sociales, pero no siempre nos ponemos a pensar si realmente las fuentes son confiables o no. Desde páginas de restaurantes hasta paginas de políticos, por lo regular decidimos que la información es confiable por el numero de interacciones que una publicación tiene o peor aun por que es una imagen de buena calidad.

Por esta razón, en esta columna quisiera enfocarme en las paginas de políticos que buscan manipular a las masas. OJO no quiero señalar nombres que conozco que aplican estas practicas, ya que esto implicaría un sesgo a la hora de que tú decidas que es verdad en las redes sociales y que no. El punto de esta columna es concientizar y dar algunas sugerencias para evitar este grave problema.

Puede que parezca algo sin mucha importancia, pero mencionaré solamente 4 de las consecuencias que conlleva la desinformación política: 1) La sociedad vive en una mentira. 2) Se crean enemigos que muchas veces son “inexistentes”. 3) Divide a la sociedad por querer ver todo como bueno y malo. 4) Un político que solo piensa en si mismo puede llegar al poder con mentiras.

Ya que sabes que las consecuencias son fuertes, necesitamos comenzar a hacer ejercicios de detección de mentiras en páginas de políticos para poder concientizar y no dejarnos engañar.

Empezando por olvidar si una publicación tiene muchos me gusta, ve a la página de algún político que conozcas y analiza una de sus publicaciones y pregúntate ¿Qué tan verdad puede ser esto? ¿Parece populista? ¿Dice lo que la gente quiere escuchar? ¿Busca dividir a la gente? ¿Esta atacando a alguien más? ¿Propone algo utópico?

Si alguna de estas la respuesta es sí, compara lo que dice con lo que otro político no a fin a él dice, investiga lo que ha dicho antes y utiliza otros medios de información para ver si son inventos. Habla con alguien que sepas que conoce de política o que esta en el medio y que te de su opinión. De esta manera seguramente podrás determinar que tan verdad es lo que un político dice.

Puede que parezca fácil, pero la mayoría de la gente no lo hace; no cuestiona ni evalúa si una publicación busca informar o manipular.

Lo importante de realizar este ejercicio es no dejar que nos manipulen para lograr alguna meta electoral. OJO no digo que toda publicación que vemos en redes sociales son mentiras; tampoco digo que si tu respuesta a alguna de las preguntas anteriores fue sí, entonces es una manipulación, lo que si digo es que hay muchos lobos disfrazados de ovejas.

¿Tú que opinas?

El mundo que nos enseñaron a vivir

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En el mundo que nos enseñaron a vivir, nos establecieron una serie de códigos sociales con los que tendríamos que cargar toda nuestra vida. Las mujeres: “cierran las piernas”, “se invierten horas en ellas mismas” (¿sino cómo vas a conseguir novio?), “son decentes”, “no dicen malas palabras”, “no toman”, “no fuman”. Las mujeres tienen que ser perfectas, siempre deben de estar ahí. Para algunas personas las mujeres simplemente son: madres, hermanas, esposas, de alguien más; y si no cumplen con dicho papel fracasan.

Hace algún tiempo recuerdo que leí el manual teórico-metodológico para transversalizar la perspectiva de género realizado por la Red de los Derechos de la Infancia en México, dicho manual señalaba que la desigualdad de género comenzaba en la niñez; la sociedad dictaba el papel que tenían que desarrollar las niñas en su entorno, lo cual ocasiona directamente la exclusión de las mismas.

Yo no podría estar más de acuerdo, la desigualdad y el grado de vulnerabilidad en el que actualmente nos encontramos las mujeres es provocado por las enseñanzas que nos brindaron en nuestros primeros años, tanto a nosotras, como a los hombres. A ellos los enseñaron a ser servidos, a nosotras a servir.

Es así como recordé mi infancia, una infancia en la cual nunca me dijeron que valía menos que un hombre o que tenía que tener ciertas conductas porque era mujer, pero en donde sí crecía con contenido visual que inconscientemente me transmitía esos mensajes. Crecí conociendo la historia de Ariel, Cenicienta, Blancanieves, las cuales todas terminan con lo mismo: un hombre a su lado y esa era su felicidad plena; excepto Mulán, la cual se arriesgo para hacer lo que ella creía correcto, aunque fue señalada por ser mujer, al final termino siendo la heroína de China, pero no fue suficiente; “y bien… trae una espada, mejor debería de haber traído a un hombre”, sentencia su abuela. Porque muchas veces para algunas familias el éxito de una mujer se basa en si llegó al matrimonio o no.

En las semanas pasadas se suscitaron una serie de acontecimientos en internet relacionado con la exposición de mujeres, primero el evento en la Taquería Orinoco y después la noticia nacional de que una mujer le había sido infiel a su novio en su despedida de soltera; no sé si el acto fue inmoral o no, si está bien o está mal, porque esa no es mi área, y considero que nadie esta en condiciones de juzgar a personas que ni siquiera conoce.

Pero sí de algo estoy segura es sobre la exposición y vulneración en la que han recaído las mujeres en estos últimos meses, y no solo me refiero a los acontecimientos antes mencionados, sino a los videos de contenido sexual que circulan por las redes sociales, las víctimas de acoso y violación, y al linchamiento que han recibido cada una de ellas.

Cuando por fin siento que estamos avanzando en materia de igualdad de género, también caigo en cuento que retrocedemos cuando suceden hechos como estos, porque si una mujer comete un error, lo primero que se hace es culpabilizarla. Tiene la culpa por no cuidarse, por no vestirse bien, por andar de “puta”. Si una mujer es infiel, es noticia nacional ¿cómo es posible que traicionó a su hombre? A las personas no le interesa el trasfondo de la situación, solo saben señalar; si un hombre es infiel, lo justifican y nos enseñaron a justificarlo, “estaba borracho”, “no sabía lo que hacía”, su historia no la conoce todo el país.

En el mundo que nos enseñaron, nos exigen que seamos incondicionales en todo momento, en toda situación, circunstancia, con todos menos con nosotras mismas. Me enoja, el saber que se convirtió en noticia nacional, una situación que solo es de dos personas, y llegó a tal grado porque para la sociedad es inconcebible ver que una mujer traicione, que abandone, en cambio si un hombre es desleal no pasa nada, “así son, es su naturaleza” hay que saber perdonarlos y avanzar.

Solo creo que me di cuenta en estas semanas que las mujeres no podemos cometer un error, porque no importa que tan buenas seamos, si siempre estamos ahí, si somos leales, si somos las mejores novias, esposas, madres, hijas. Eso al final de cuenta no importa, porque por el simple hecho de haber cometido un error, vas a ser tachada, juzgada, recriminada, sentenciada, porque la mujer para algunos hombres (yo sé que no para todos) solo se reduce a un hecho en particular, todo lo que fue no se le toma en cuenta, ¿por qué tomárselo si se supone que debe de ser perfecta? ¿verdad?

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”

Cuando las palabras matan

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“He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: solo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos”
Antoine de Saint Exupéry

Desde hace algún tiempo he querido abordar un tema: el cómo nos clasificamos constantemente y optamos por separarnos. Creo que existe una tendencia por dejarnos llevar por los estereotipos y prejuicios, y dejamos de lado lo humano de las personas.

Considero que no tomamos en cuenta el daño que nos hacemos como sociedad cuando decidimos dividirnos en vez de unirnos. He podido observar constantemente el rechazo hacia lo diferente y el miedo a cambiar los patrones arcaicos de superioridad que se han sido impuestos durante décadas.

No solamente me refiero a los casos más extremos de discriminación por el color, sexo, género, preferencias sexuales, religión, entre otras; sino a la discriminación simple e invisible, la que no se nota, o más bien no le prestamos atención porque la consideramos normal. Una vez leí que, en nuestra vida diaria estamos acostumbrados a discriminar y la mayoría de las veces no lo hacemos conscientemente.

Siempre he creído que el lenguaje mata, la forma en que nos referimos a las personas, es la primera piedra para construir el muro de la marginación, la “ingenuidad e ignorancia” al usar ciertas palabras para catalogar a los grupos sociales, termina por excluirlos. En ocasiones no nos percatamos que la manera de referimos a alguien la puede llegar a colocar en una plano de vulnerabilidad, del cual es difícil salir. Utilizar estereotipos, conlleva a atascar a las personas en un nido de palabras y referencias que tienen una carga histórica muy fuerte, y considero necesario comenzar a superar.

¿Y sí supiéramos el daño que causamos cuando decidimos alejar a una persona por considerarla diferente a nosotros? ¿Alguna vez nos ponemos a pensar en las oportunidades de las cuales las privamos? La discriminación ha sido el asesino silencioso que ha estado presente en todo momento de la historia, rechazando y empujando a un sinfín de personas a vivir en un mundo sin oportunidades.

Vivimos en un mundo marcado por la diferencia, y si queremos buscar la equidad, entonces tenemos que empezar a aceptar la diversidad. Abrir nuestro corazón a la humanidad, dejar de juzgar los detalles que no nos hacen ser más personas que otras. Mi ropa, piel, gustos, ideologías, no me hacen más o menos que alguien más; debemos construir un mundo libre de estereotipos, donde nuestros gustos o con las cosas que nos identificamos no se interpongan en nuestro camino para lograr lo que queremos. Empezar a escuchar otras ideas, y cuestionar las nuestras, atender a la pluralidad de pensamientos, expandir y compartir nuestro mundo para poder comprender y ser parte de otros.

El lenguaje es el primer paso para transformarnos como sociedad. Yo sé y soy consciente de las críticas que se la realizan al lenguaje inclusivo: “no se entiende”, “no se lee bien”, “los y las no garantizan igualdad”, y efectivamente no garantiza la igualdad, sin embargo es un importante paso para empezar a materializarla.

Los estereotipos, el sexismo, la imposición y los prejuicios nos han matado como sociedad, comencemos a dejar de juzgar por lo que ven nuestros ojos, es un hecho que nos han fallado, y nos siguen fallando cada vez que decidimos que una persona vale menos que otra por como se ve a simple vista. Optemos por conocer, entender que existen otras realidades, dejar de vivir en nuestra burbuja de confort podrá hacernos avanzar pasos gigantescos. Iniciemos con un lenguaje inclusivo, un lenguaje donde no exista más separación. Dejemos de dividirnos, y comencemos a unirnos. Entender que el simple hecho por el cual nos debemos respeto es porque somos personas.

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¿Sociedades violentas?

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Nuestra sociedad está en constante cambio, en muchos aspectos esto es positivo, pero también han sucedido hechos lamentables que nos han alertado y hecho dudar si esta evolución va en detrimento de los valores por los que tanto hemos luchado todas las naciones. El consumo de substancias adictivas, la falta de tolerancia a la diversidad cultural y la lucha por el control de regiones son tan solo algunos de los factores que han elevado los índices de violencia, tanto en nuestro Estado como a nivel internacional.

El consumo de substancias adictivas, la falta de tolerancia a la diversidad cultural y la lucha por el control de regiones son tan solo algunos de los factores que han elevado los índices de violencia, tanto en nuestro Estado como a nivel internacional.

En México hemos pasado por periodos de inestabilidad en los que por momentos hemos perdido la paz de nuestras ciudades. Hay quienes ven a estos lapsos como algo aislado, un momento de violencia que se debe a problemas de orden estructural en el comportamiento del terrorismo o el crimen organizado, pero hay quienes piensan que estamos ante el surgimiento de una sociedad más violenta. Aunque podrían parecer iguales, estos son dos problemas diferentes que tienen que ser tratados de forma distinta. Mientras que en una problemática el enemigo está identificado como un grupo de personas que violentan nuestro país, en la otra problemática el enemigo es cada uno de los integrantes de nuestra sociedad quienes no están dispuestos a respetar los valores que nos hacen convivir en armonía.

Quizá muchas de las acciones que instrumentan las naciones para contener estos brotes de violencia son la pauta que da continuidad a esta condición de inseguridad. Combatir la violencia con más violencia no es la solución, el camino hacia una sociedad pacífica no puede estar construido con aquello que se quiere erradicar. Debemos de ser una sociedad participativa, donde los valores no solo se enseñen, sino también se vivan. Somos parte de una sociedad, el comportamiento de cada uno de nosotros impacta de forma importante en los demás, por eso es importante que nuestro comportamiento sea acorde a nuestro deseo de vivir en un ambiente de armonía y paz.

Combatir la violencia con más violencia no es la solución, el camino hacia una sociedad pacífica no puede estar construido con aquello que se quiere erradicar. Debemos de ser una sociedad participativa, donde los valores no solo se enseñen, sino también se vivan.

La manifestación de nuestra inconformidad hacia ciertas circunstancias no puede ser demostrada de forma violenta. Nuestra diversidad de opinión y la personalidad de cada uno de los que formamos esta sociedad deben de ser expresadas de forma respetuosa, sin transgredir los derechos de los demás. No necesitamos recurrir a conductas agresivas para ser escuchados y tomados en cuenta. Como sociedad, tenemos que cambiar estos patrones de conducta que se han presentado recientemente y que van en perjuicio de la paz de nuestras ciudades.

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PARA OBTENER INFORMACIÓN HAY QUE EXIGIRLA

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En los últimos años los medios de comunicación han tenido un papel protagónico en nuestro país en esferas de suma importancia como la política. Esta aseveración no es nada nueva ni asombra, sin embargo, sí preocupa. Preocupa porque la ética de los medios informativos, en especial los noticieros y periódicos, se ha disminuido a tal grado que pareciera que han olvidado su función principal, que es precisamente informar.

No hace falta tener una gran capacidad analítica para identificar la conducta ética con la que debieran regirse los medios.

Queda claro que se va perdiendo cuando hay manipulación de la información y no sólo me refiero a cambiar la información o generar en aquellos que la reciben cierta inclinación, sino que existe omisión de información de algunos acontecimientos que de igual manera se podría considerar como manipulación.

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Cabe aclarar que el objetivo de este artículo no es meramente criticar a los medios, pues no olvidemos que, si bien debieran de regirse por principios que les lleva a difundir información con plena veracidad, también debe quedarnos claro que la realidad es que siguen siendo negocios.

Lo que les atribuye a mi parecer una connotación negativa es que, a medida que nos vamos dando cuenta de la parcialidad con operan la mayoría de los medios de comunicación, los percibimos cada vez más como actores que se venden al mejor postor y dejamos de confiar en ellos.

A primera instancia pareciera que esto es un aspecto negativo que sólo afecta al medio, pues la poca credibilidad que se le atribuye le genera menos audiencia, lectores, etc, lo que a la postre disminuye el valor de la empresa. De manera simple: disminución en la credibilidad menor audiencia = menos utilidades.

Visto de esa forma no parece tan malo, ya que la parte afectada sería solamente la empresa, pero no es así. La parcialidad de los medios genera un problema mayor y en este caso, sí afecta a la sociedad de manera directa. Dicho problema tiene que ver con la desinformación en la que la sociedad se ve inmersa.

En un panorama utópico, y quiero pensar que bajo el esquema en el que fueron creados los medios de comunicación en primera instancia, actores como la televisión y los periódicos son un SERVICIO o HERRAMIENTA para que las personas podamos tener información de TODO aquello que acontece a nuestro alrededor, entendido como nuestro colonia, municipio, estado, país, continente hasta el mundo en su totalidad, ya que como señala Harold Lasswell, son mecanismos a través de los cuales los individuos perciben el mundo que los rodea. Pero por el momento esa esencia se ha perdido.

Entiendo que darle imparcialidad a cualquier nota no es tarea fácil, pues es complicado y prácticamente imposible que un ser racional no genere opinión sobre lo que sucede a su alrededor. Sin embargo se debiera empujar a que todo aquel que tenga en su mano la responsabilidad de informar, aunque sea a una sola persona, haga precisamente eso, informe y no convenza de creer su enfoque, con quien comparte dicha información.

Visto de un modo para muchos un poco fatalista, se va creando un círculo vicioso que a final de cuentas afecta a la sociedad, pues al momento que el medio de información pierde credibilidad, la audiencia deja de procurarlo y reduce los canales de información a los que tiene acceso. Por otro lado, incluso cuando la audiencia no se dé cuenta y siga confiando enteramente en lo que presentan dichos medios, al momento de que las notas (periodísticas, televisivas, etc.) son manipuladas, la audiencia termina no estando informada realmente. Es decir, que sin importar cual de estos dos panoramas se presente, al final, tenemos una sociedad desinformada.

En cuanto a la política se refiere, la desinformación tiene un impacto negativo sobre el compromiso cívico, pues aletarga el aprendizaje político y por ende reduce el activismo y la participación.

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Pero, al final de cuentas, sólo queda mencionar que en éste, como en muchos otros casos, todo aquél que no sea capaz de exigir, deberá conformarse con padecer.

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Más por los demás, un propósito posible

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Para todos es común que el inicio de un nuevo año se preste como el momento perfecto para plantear nuestros objetivos y metas. Y para nadie es extraño que la mayoría se queden en eso: en simples y buenos propósitos que se abandonan en el transcurso de los siguientes meses, incluso sin haberlo intentado.

Ante esto, ¿te has preguntado por qué te planteas tales deseos? Claro está. Sin duda obedecen a una necesidad que te mueve desde el interior en busca de cambiar algo en tí o en tu entorno. Y en este último punto haremos un alto.

En México, de acuerdo con el reporte “¿Cómo va la vida? 2015” de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el voluntariado contribuye de manera importante al bienestar social, aunque no se incluyen en las estadísticas económicas convencionales.

Al sumar el valor del tiempo que las personas dedican al voluntariado en los países de la OCDE, éste suma alrededor de 2% del PIB al año. En México, dos principales sectores de actividades voluntarias son los servicios sociales y los de salud.

Y es que, ¿qué tan importante son los asuntos públicos o comunitarios en nuestra vida? Sí, desde luego que es un cuestionamiento común, e incluso trillado, que desde la función pública suele refutarse cuando la ciudadanía reclama sin haber de por medio alguna contribución para mejorar eso que tanto cuestionamos.

¿De qué forma nos involucramos como parte de una solución?

De acuerdo con la Encuesta de Cultura Ciudadana del Área Metropolitana de Monterrey 2015, a 71% de los regiomontanos les interesa los asuntos públicos, 20 puntos porcentuales más que en 2012. Pero, ¿esto qué implica? En consecuencia nos obliga a preguntar, ¿de qué forma nos involucramos como parte de una solución?

Hemos transitado los primeros días de este 2016 y sería apropiado asumir dentro de todas nuestras reflexiones iniciales el papel que tenemos dentro de esta sociedad, como ese eslabón que hace que esto funcione.

Hemos transitado los primeros días de este 2016 y sería apropiado asumir dentro de todas nuestras reflexiones iniciales el papel que tenemos dentro de esta sociedad, como ese eslabón que hace que esto funcione, que además nos obligue a levantarnos de nuestra butaca de espectadores para ser actores activos en la conformación de una mejor sociedad.

En los últimos meses de 2015, se presentó, por ejemplo, un esfuerzo de la Fundación Comunidar y Consejo Cívico: Sociedad Actúa. La iniciativa fue traducida en un sitio web que mapea y ayuda a vincular los esfuerzos de los ciudadanos e inversionistas que mediante proyectos que mejoran la ciudad, enfocándose en algunos sectores específicos de la sociedad, y hacen la diferencia.

Son 43 los proyectos y causas que al momento están activas, mismas en las que nos podemos involucrar no sólo haciendo aportaciones monetarias, sino también brindando tiempo. Esta sería una forma, incluso para pasar de la crítica a la acción constructiva. El propósito suena simple, pero ir del cuestionamiento a la acción conlleva como reto la constancia.

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Nuestra participación en el Estado de Derecho

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Hoy en día vivimos en una sociedad que muestra un mayor interés en la forma en que se gobiernan las ciudades y se imparte justicia. La administración pública ya no es sólo un tema de conversación para quienes trabajan en ella, cada vez son más los ciudadanos que emiten su opinión sobre los aciertos y desaciertos de las autoridades. Sin embargo, creo que nos hace falta involucrarnos aún más, pasar de ser críticos y convertirnos en partícipes de la solución.

El interés por elevar el estado de derecho de nuestro Estado debe de partir de nuestro compromiso por respetar las normas, las cuales fueron creadas buscando el bienestar común.

Como sociedad, nos hemos acostumbrado a denunciar públicamente la falta de legalidad en nuestro país, pero al mismo tiempo carecemos de un compromiso con los principios que nos rigen como ciudadanos. Criticamos la falta de seguridad vial, pero en muchos casos no se respeta el reglamento de tránsito y cuando se recibe una multa se busca la forma de no pagarla. Nos quejamos de que nuestra ciudad carece de servicios públicos, pero no nos interesamos por estar al corriente en el pago del impuesto predial. Nos asustamos de los niveles delictivos, pero no interponemos una denuncia cuando somos víctimas o testigos de un delito. El interés por elevar el estado de derecho de nuestro Estado debe de partir de nuestro compromiso por respetar las normas, las cuales fueron creadas buscando el bienestar común.

Algunas prácticas que violan la ley son tan comunes que a veces olvidamos que estamos cometiendo una falta o preferimos justificarnos pensando que si muchas personas no respetan esa ley, nosotros tampoco estamos obligados a hacerlo.

Para tener el estado de derecho que queremos, es necesario que realicemos la parte que nos corresponde. La legalidad no se construye con más reglas, sino con el respeto que se le dé a estas. Algunas prácticas que violan la ley son tan comunes que a veces olvidamos que estamos cometiendo una falta o preferimos justificarnos pensando que si muchas personas no respetan esa ley, nosotros tampoco estamos obligados a hacerlo. Toda legislación parte del análisis de una conducta que deber ser regulada, pensar que no pasa nada si hacemos caso omiso es lo que nos lleva a ciudades con altos índices de delincuencia.

No tenemos que esperar a convencer a un gran número de personas de que respeten el marco legal. Nuestro ejemplo puede servir para que alguien más lo haga, y esta cadena se puede convertir en un verdadero cambio para nuestro país. Debemos de ser parte de la solución de nuestros retos como nación, no parte del problema. El estado de derecho se construye cuando una acción social encuentra sustento en una norma, pero sobre todo cuando las personas estamos comprometidas a respetar nuestra legislación.

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Sobre los laboratorios de innovación y el verdadero cambio social.

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De la experimentación a la acción, tres conclusiones para pensar.

Numerosos gobiernos alrededor del mundo han detectado que las estructuras burocráticas de la administración pública, el día a día de las operaciones, y la complejidad de la realidad política-social detienen algo, o mucho, la experimentación y piloteo de nuevos proyectos.

La diferencia en este caso es que el experimento es el más grande de la humanidad: la sociedad misma.

Los laboratorios han sido un eje central para estas dos cosas. Desde sus inicios, la Academia (sobre todo en las ciencias naturales) y en los últimos años las empresas, sin importar su índole, han incluido espacios de innovación y experimentación para mejorar sus productos y servicios. Las organizaciones de la sociedad civil y en especial los famosos Think Tanks han incluído en sus misiones experimentar con proyectos de política pública, con investigaciones, convertirse en centros de pensamiento que piloteen nuevas formas de hacerlo. Pareciera que la experimentación debe suceder en paralelo a las actividades cotidianas, y ahora otro actor se sube al barco: el gobierno, en asociación o solo, con esta intención de crear nuevas fórmulas; la diferencia en este caso es que el experimento es el más grande de la humanidad: la sociedad misma.

Pero, ¿cuál es el impacto de estos laboratorios en la verdadera transformación social? ¿Cómo hacer que estos experimentos se conviertan en las mejores soluciones para las problemáticas más profundas que nos aquejan como sociedad? En México: la pobreza, la desigualdad, la corrupción…

La innovación, la experimentación y el piloteo de proyectos puede y debe convertirse en una forma de, más rápido, encontrar soluciones a problemas sociales.

En primer lugar es importante cambiarle el sentido a la palabra “innovación” o mínimamente a la forma en la que nos relacionamos con este concepto. Cuando uno piensa en innovar se imagina a emprendedores, jóvenes, estudiados, y posiblemente ricos, cumpliendo, en ocasiones, caprichos; o grandes empresas, casi siempre de la industria de la tecnología, creando productos jamás imaginados. Pero podemos comenzar a agregarle más aristas a esta palabra: la innovación, la experimentación y el piloteo de proyectos puede y debe convertirse en una forma de, más rápido, encontrar soluciones a problemas sociales, reales y profundos a partir de la iterancia, y la prueba y error, aislandola del sistema general, validando distintas hipótesis, trabajando con expertos, como muy pocas veces se hace en la estructura gubernamental y cómo se han hallado los descubrimientos más importantes en la historia de la humanidad. La relevancia de que suceda en una laboratorio, reside en justamente evitar que la prueba y error no conlleve daños colaterales..(Sobre-gasto de presupuesto, descontento social, pérdidas económicas…)

Los laboratorios de innovación para el cambio social, son aún muy nuevos para poder diagnosticar su éxito, sobre todo si pensamos que los cambios estructurales en el sistema social, pueden tardar décadas. Sin embargo, tres reflexiones sobre el tema, que lejos de ser todas ciertas, nos ayudan a pensar cómo cerrar la brecha entra la experimentación, la acción y el cambio:

Pensar que el laboratorio será neutral, sobre todo en sus inicios, es un poco ingenuo. El laboratorio se encuentra en un sistema político amplio, y nada en política es neutral.

1. El laboratorio es aislado pero no neutral: los laboratorios de innovación en las estructuras gubernamentales buscan distanciarse de las entidades operativas que ya cuentan con sus proyectos, separarse del sistema general y esto está bien, es correcto, se necesita un espacio propio para experimentar; la idea es que las actividades cotidianas no impidan la innovación ni cohiban la creatividad. Pero pensar que el laboratorio será neutral, sobre todo en sus inicios, es un poco ingenuo. El laboratorio se encuentra en un sistema político amplio, y nada en política es neutral. Debe estar totalmente consciente del contexto político en el que se encuentra, de quienes son los grupos de poder que operarán un proyecto en caso de resultar exitosa su experimentación, de quiénes son los tomadores de decisión y cuál es su discurso. No nos olvidemos que la voluntad política, por lo menos hasta entonces, es el motor que puede cambiar las reglas del juego.

2. El laboratorio no debería ser un lugar de sillas de colores, nombres de puestos trendy ni hipsters haciendo código: o posiblemente sí; entiendo que el laboratorio también tiene que ser un espacio para probar nuevas estructuras jerárquicas, cambiar el área física de trabajo, e involucrar nuevas herramientas tecnológicas, pero también debe alinearse a lo que sucede afuera de sus puertas. Si el laboratorio trata de cambiar una realidad, si bien experimenta con ella, no debe convertirse en un ecosistema que poco tenga que ver, con lo que intenta transformar.

3. Las prioridades ya existen, lo que cambia son las formas: una ciudad, un Estado, un país, tiene sus prioridades, sus problemas profundos y sus raíces dolorosas. Pensemos en el mejor de los casos: el diagnóstico ya existe, entonces, el laboratorio debe trabajar sobre esos problemas y no crear otros menos importantes por tener una buena solución a ellos. Pensemos en el peor de los casos: el diagnóstico no existe, el laboratorio, entonces, debe empujar a que suceda, y cuando así sea, trabajar sobre esos malestares diagnosticados. Se debe innovar y crear nuevas formas de solución, no inventar nuevos dolores.

Que la experimentación no quede en proyectos de papel será el mayor de los retos de estas nuevas estructuras, viendo el sistema en el que nos encontramos, creemos que vale la pena aceptar el desafío. Estaremos atentos, para ver que pasa.

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