Después de 2 años de nula relación entre el Poder Ejecutivo y Legislativo, hace un par de días, se reunieron los coordinadores de todas las bancadas con el gobernador Samuel García en Palacio de Gobierno.
A lo largo de estos dos años, fuimos testigos de múltiples reuniones y negociaciones que parecían augurar la tan necesaria reconciliación entre poderes. Sin embargo, una y otra vez, los compromisos asumidos fueron traicionados por el propio Ejecutivo, profundizando la desconfianza de la oposición. En lugar de encontrar puntos en común, el gobernador priorizó agendas personales, dando lugar a una parálisis política que afectó a cada ciudadano de Nuevo León.
La consecuencia es clara: han sido dos años perdidos. Dos años en los que se pudo haber avanzado en temas cruciales como infraestructura, movilidad, agua, seguridad, etc. Dos años en los que la energía invertida en disputas y confrontaciones personales pudo haberse utilizado para mejorar la calidad de vida de los nuevoleoneses. El tiempo perdido es irrecuperable, pero lo que sí podemos evitar es que este tipo de crisis se repita, desafortunadamente no tengo muchas esperanzas en ello.
El día de ayer, el Gobernador Samuel García, al concluir la reunión señaló, y cito textualmente: “démosle a Nuevo León 2 muy buenos años, y ya en octubre de 2026 que empiece lo electoral, vemos……” Es decir, Prácticamente nos avisa que este acuerdo es temporal, que va a volver a romper la relación, que va a volver a violar la ley interviniendo en el proceso electoral y que se olvidará de Nuevo León como lo hizo estos 2 años para concentrarse en la campaña….
Es imperativo que el gobernador entienda que Nuevo León no puede seguir siendo rehén de caprichos personales o cálculos partidistas. La civilidad política no es una opción; es una obligación. No debe ser temporal; debe ser permanente. Los acuerdos deben dejar de ser meras estrategias para calmar las tensiones momentáneas y convertirse en compromisos reales que se cumplan en beneficio del estado.
Esta reunión es un buen avance, una vez más la oposición da un voto de confianza y se llegaron a acuerdos, especialmente en el tema del presupuesto de 2025. En lo personal, confío en que aún es posible recomponer la relación entre poderes y devolverle a Nuevo León la estabilidad política que tanto necesita. Sin embargo, esa confianza no es incondicional ni infinita, debe ir acompañado de resultados concretos y de respeto a los acuerdos alcanzados.
Es hora de poner fin a las confrontaciones estériles y abrir paso a una nueva etapa de colaboración institucional. El tiempo apremia, y espero que este no sea un acuerdo más que tenga fecha de caducidad y se pierda una oportunidad histórica para enmendar los errores del pasado.