El 15 de octubre, con gran responsabilidad ante la coyuntura que vive y vivirá el país en los próximos años, en el Senado instalamos la Comisión Ordinaria de Seguimiento a la Implementación del Tratado México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), la cual tengo el honor de presidir.
Esta comisión no sólo se encargará de velar por el cumplimiento de un tratado comercial, sino de garantizar que México continúe siendo un pilar clave en la integración económica de América del Norte.
El T-MEC representa uno de los acuerdos comerciales más importantes para nuestro país. Desde su implementación, ha sido una herramienta esencial para el crecimiento económico y la creación de empleo en múltiples sectores. También ha sido fundamental para el fortalecimiento de nuestras industrias y para facilitar el flujo de bienes, servicios e inversiones entre las tres naciones que conforman este bloque económico.
Más allá de los beneficios tangibles en términos de comercio, el tratado ha actuado como un catalizador para la innovación y el intercambio de conocimientos, consolidando a México como un socio clave en la región.
Nos encontramos en un punto de inflexión para la economía global. La rápida transformación tecnológica y las nuevas tendencias en la producción y el comercio internacional presentan tanto retos como oportunidades. En este contexto, el T-MEC se perfila no solo como un tratado comercial más, sino como una plataforma de colaboración estratégica que puede posicionar a México como un líder en la relocalización de empresas, aprovechando nuestra ubicación geográfica privilegiada y nuestra capacidad productiva.
Uno de los momentos más críticos en el futuro cercano será la renegociación del T-MEC en 2026. Debemos prepararnos con antelación para adaptarnos a los cambios en las dinámicas económicas internacionales, buscando siempre defender los intereses de nuestro país y mejorar las condiciones de nuestra economía. Estoy convencido de que México tiene la capacidad de consolidarse como un actor de relevancia en el comercio global y regional, liderando el camino hacia una mayor integración económica y tecnológica.
La presencia de más de 30 de los empresarios más importantes de México en la instalación de esta comisión es un testimonio del compromiso del sector privado con el futuro de nuestro país. Ellos, con su visión, arriesgan su capital, generan empleos y fomentan la innovación. Su participación no es solo valiosa, es indispensable. El éxito de la Comisión del T-MEC dependerá en gran medida de la capacidad que tengamos de trabajar de la mano con quienes, día a día, hacen posible que nuestra economía se mantenga dinámica y en crecimiento. Agradezco profundamente su apoyo y estoy seguro de que juntos lograremos que el próximo acuerdo comercial beneficie directamente a los trabajadores y trabajadoras de México.
La comisión estará integrada por 15 legisladores y legisladoras que aportarán su experiencia y compromiso en esta tarea fundamental. Entre ellos, se encuentran figuras destacadas como Olga Patricia Sosa Ruiz y Luis Donaldo Colosio Riojas, quienes actuarán como secretarios, así como Alejandro Murat Hinojosa, Emmanuel Reyes Cardona, Cecilia Guadiana Mandujano, Enrique Vargas del Villar, Alejandro Moreno Cárdenas, Luis Armando Melgar Bravo, Maki Esther Ortiz Domínguez y Alejandra Barrales Magdaleno, como integrantes.
El trabajo que llevaremos a cabo desde la Comisión del T-MEC no solo será técnico y estratégico, sino también profundamente humano. Nos enfocaremos en generar un impacto positivo en las vidas de los mexicanos y mexicanas, creando las condiciones necesarias para que el comercio y la inversión sigan siendo motores de desarrollo y bienestar. Nuestro objetivo es claro: construir puentes de cooperación que fortalezcan nuestras relaciones comerciales y promuevan el crecimiento económico en beneficio de todos.
A los sectores productivos, a mis colegas legisladores y servidores públicos del gobierno federal, así como a los ciudadanos de Nuevo León y de todo México, les reitero mi compromiso firme e inquebrantable para trabajar arduamente para que el T-MEC siga siendo uno de los pilares del desarrollo de nuestro país, no como una simple formalidad, sino como una herramienta viva y activa que impulse el bienestar de todas y todos.