Cuando acepté ser candidato a Diputado Federal por el Partido de la Revolución Democrática (PRD) lo hice bajo la convicción de que los ciudadanos además de la critica a nuestros gobernantes podemos aportar ideas, acuerdos e acciones en beneficio de las personas, las familias y las comunidades. Estos años en el H. Congreso de la Unión fueron de aprendizaje acelerado, de aportaciones que se expresan en más de 50 iniciativas de reforma de ley que presenté con el PRD e integrantes de otros Partidos Políticos, porque las ideas, si realmente pueden servir, importa poco de quién sean, lo sustancial es que se concreten. Tuve el privilegio de Presidir la Comisión Bicamaral de Seguridad Nacional, espacio de honda responsabilidad política, jurídica y legislativa cuyo fin es que la ciudadanía pueda vivir en una condición de paz y estabilidad en un Estado independiente, soberano, indivisible y prestigiado en el orden internacional.
El diálogo con los diferentes partidos y el esfuerzo de mi equipo de trabajo se tradujo en ser reconocido el mejor legislador del Congreso de la Unión, y en otrosreconocimientos nacionales e internacionales, además logramos gestionar recursos necesarios para el Estado de Nuevo León que se materializarán en obras de beneficio colectivo; y doné mi sueldo como Legislador a diferentes organizaciones sociales, para apoyarlas en las tareas que desde lo privado realizan con vocación y fines públicos, en especial para los grupos más débiles y vulnerables de nuestra sociedad. He vivido para la política no de la política, eso resume mis acciones; no más, tampoco menos. De todo esto no espero premios, aplausos o diplomas, serví con pasión y entrega porque así lo decidí, porque creo que es lo correcto, y porque el mejor juez que tengo es el nombre que me da mi familia, en especial mi esposa e hijos. Uno no habría de hacer las cosas bien por alguna recompensa sino porque es lo correcto.
Mi mayor aprendizaje en estos años fue reconocer que el poder público sí puede servir a las personas, a no actuar con deshonestidad intelectual sólo porque así conviene a tal o cual grupo político o por aspiraciones personales, y a no denigrar la política al repetir mitos, atavismos o mentiras que perjudican la acción de las instituciones contra los grandes retos nacionales. Hasta la mejor acción de gobierno puede cuestionarse si la intención es servir a intereses distantes de lo público, pero eso lejos está de servirle a la nación. Para ser honesto en política no se necesita ser independiente, ni ciudadano, ni nada, sólo hay que serlo, es todo.
Este quince de diciembre inicia la licencia que solicité al Congreso de la Unión y que será efectiva hasta el 31 de enero de 2018, dos objetivos habré de cumplir en ese lapso: 1. Atender asuntos personales, en especial estar con toda mi familia; 2. Reflexionar si buscaré un espacio de representación popular. Las dos tareas se entrelazan porque el trabajo político es demandante en todo sentido, y porque buscar una posición política implica una tarea intensa. Hay cientos de personas que aspiran a esos cargos. Lo que sí puedo señalar es que sólo participaré si tengo la certeza de que podré servir con honestidad a las personas y sus familias, sino ¿para qué hacerlo? Las definiciones habré de tomarlas en lo personal y con mi familia, después hablaré con los actores políticos, habré de ponderar los retos y de ser el caso buscaré el voto de la ciudadanía. En lo personal esa es la agenda que viene, y espero sea también en lo colectivo, ahí están los resultados. Hoy lo importante es hacer más, trabajar más y lograr más para servir a Nuevo León.