Dimes y Diretes: “¡¿Qué les pasa?!”

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Este fin de semana se define si tendremos o no un Sistema Nacional Anticorrupción (SNA) y por ende si la famosa iniciativa #Ley3de3 es aceptada por los Senadores de la República. Todas estas posibilidades se ven poco probables, pues las bancadas del PRI y PVEM no ven que haya condiciones para poder aprobar el SNA durante este período ordinario y al mismo tiempo están renuentes a irse a un periodo extraordinario. Por su parte el PAN y el PRD, dicen que quieren un Sistema Anticorrupción completo o nada, a todo esto les pregunto, ¿qué les pasa?

Todas estas posibilidades se ven poco probables, pues las bancadas del PRI y PVEM no ven que haya condiciones para poder aprobar el SNA durante este período ordinario … Por su parte el PAN y el PRD, dicen que quieren un Sistema Anticorrupción completo o nada

Está muy claro que el PRI y el PVEM no quiere en lo más mínimo que se dé para adelante un SNA con dientes, al contrario aunque dicen que debe de tener dientes y que con la #Ley3de3 dudan mucho que así sea, todo parece indicar que la quieren sin dientes. Como hace unos días se mencionaba en una columna de este portal, tal parece que los Senadores creen que la aprobación de la #Ley3de3 es opcional, y no lo es, y en caso de que le vean partes inconstitucionales las eliminen a cambio de aprobar tan importante ley.

Esto último, tampoco parece convencer a los senadores del PRI y PVEM. Por lo tanto creo que nos deberíamos de dejar de cosas y hacer un llamado al Senador y Senadoras de Nuevo León y decirles que si ellos están de lado de su partido político o de los ciudadanos, sobre todo las senadoras priístas Cristina Díaz, Marcela Guerra e Ivonne Álvarez. ¿Cómo vamos a lograr esto? A continuación les pongo las cuentas de redes sociales y los correos electrónicos de los cuatro para que los bombardeemos con peticiones para que aprueben la #Ley3de3 antes del sábado, que es cuando termina el periodo ordinario.

…creo que nos deberíamos de dejar de cosas y hacer un llamado al Senador y Senadoras de Nuevo León y decirles que si ellos están de lado de su partido político o de los ciudadanos… ¿Cómo vamos a lograr esto? A continuación les pongo las cuentas de redes sociales y los correos electrónicos de los cuatro…

Senador Raúl Gracia
rgracia@senado.gob.mx
Twitter: @rgraciag

Senadora Cristina Díaz
crisitina.diazs09@gmail.com
Twitter: @Cristina_Diaz_S

Senadora Ivonne Álvarez
ivonnealvarez@senado.gob.mx
Twitter: @alvarez_ivonne

Senadora Marcela Guerra
guerracastillomarcela@gmail.com
Twitter: @MarcelaGuerraNL

¡A tupirlos!

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“Chapulineo” y otras artimañas políticas para eludir el poder demoráctico

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En la política mexicana bien se sabe que, existen lagunas y privilegios dentro de la ley, los cuales fungen como herramientas para aquellos servidores públicos, cuya hambre de poder se encuentra muy por encima del objetivo principal de su cargo: servir al pueblo. Entre aquellas herramientas se pueden concebir, entre las más escuchadas, al fuero político: entendido como una inmunidad la cual “salva”, por medio del voto del congreso que se erige como juez, a los funcionarios públicos de ser procesados penalmente.

Asimismo, entre tales “artimañas” cabe resaltar al chapulineo; este mismo se comprende como un artilugio a través del cual, un servidor público puede pedir permiso a su partido (y no a la ciudadanía que lo votó) para desocupar su cargo popular, con el objetivo de competir por otro igualmente, designado por el voto. Cabe destacar que, como se ha observado en diversos casos, en la ley no existe ningún impedimento para que, le sea impedido volver a aquel funcionario a su cargo anterior luego de haber perdido la contienda electoral.

…considero que, uno como funcionario público, debe tener la vergüenza y el compromiso suficiente para ocupar el cargo por el que la gente lo eligió, no la mitad de este mismo, o un cuarto o un tercio, sino TODO el tiempo que dura el cargo popular; los ciudadanos no elegimos a una persona para que este una parte del periodo de tal puesto…

Los ejemplos de esta traición hacia la voluntad del pueblo (hay que llamar a las cosas por su nombre) sobran; Ivonne Álvarez, con su conocido “dobleteo” en la materia, primero pediría licencia para dejar su cargo de Presidenta municipal con el fin de competir por la senaduría. Posteriormente, esta misma nuevamente pediría licencia del cargo nombrado previamente para contender por la gubernatura de Nuevo León, resultando en el ya conocido desenlace, donde pierde las votaciones, y como era de esperarse, vuelve al senado sin el más mínimo remordimiento.

Otro ejemplo destacable radica en la ex-alcaldesa de Monterrey: Margarita Arellanes. Como muchos recordarán, a pesar de su pésima administración como presidenta municipal, esta tuvo un mayor deseo por el poder que el del hecho de sentir vergüenza, por lo que decidió imitar los pasos de su contraparte priísta (Ivonne Álvarez), e intentó recurrir al llamado “chapulineo”, con el fin de competir por la candidatura a gobernador por el Partido Acción Nacional. El desenlace fue el esperado: Arellanes teniendo por pérdida la candidatura, con su imagen más golpeada de lo que ya se encontraba, y contemplando el fin de su carrera política.

En la política mexicana bien se sabe que, existen lagunas y privilegios dentro de la ley, los cuales fungen como herramientas para aquellos servidores públicos, cuya hambre de poder se encuentra muy por encima del objetivo principal de su cargo: servir al pueblo.

Estos ejemplos del chapulineo nos hacen reflexionar, a cada uno de nosotros, en el hecho de que como ciudadanos, no nos podemos permitir este tipo de conductas entre nuestros servidores públicos, los cuales como menciona su nombre, son nuestros servidores y no al contrario. Que si daña el derecho a ser votado el luchar por eliminar la posibilidad de chapulinear dirán algunos partidarios de esta práctica. No obstante, considero que, uno como funcionario público, debe tener la vergüenza y el compromiso suficiente para ocupar el cargo por el que la gente lo eligió, no la mitad de este mismo, o un cuarto o un tercio, sino TODO el tiempo que dura el cargo popular; los ciudadanos no elegimos a una persona para que este una parte del periodo de tal puesto, yo voté por una persona para que sea gobernador 6 años, no 5 ni 4, sino 6 años completos. Lo mismo con los alcaldes, diputados, senadores y demás cargos, por lo que si un político desea conservar o recuperar su credibilidad, y le importa un poco su gente, que no “chapulinee”, y respete la decisión de quienes lo votaron.

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Intimidades Públicas: Nosotros los mexicanos y nuestra moral

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“En México hay quienes critican para construir y rara vez terminan criticando sin destruir”.- Esolam

La relación entre el gobierno y la sociedad en México es particularmente diferente a la del resto de los países del mundo. Su sistema político –y por ende su cultura política- se encuentra cimentada sobre incontables luchas sociales que sucedieron a lo largo de su etapa como Estado independiente. No basta sólo con recordar nuestra independencia y revolución para entender estos importantes cimientos. Entre estos episodios existen un sinfín de capítulos de prácticas políticas –unos más largos que otros- que influyeron determinantemente en la consolidación del sistema político mexicano, pero sobretodo, de la relación entre gobierno y gobernados. 200 años después y en pleno siglo XXI pareciera que estos cimientos están por colapsar. Quien no acepte que nuestro sistema político sufre una grave decadencia, es un iluso; pero quien no acepte que los partidos políticos lo estén, es un ignorante.

Aún y cuando los partidos políticos han sido actores fundamentales para la construcción del sistema político que impera en nuestro país, el abrumador desgaste del ejercicio público ha logrado castigarlos y ponerlos –a unos más que a otros- en peligro de extinción. Pero lo más grave, no es aceptar que esta posibilidad existe, sino dejar a un lado el hecho de que más allá de la “decadencia” de los partidos políticos, la clase política y la sociedad civil no han entendido que existe un concepto que ambos comparten: el hecho de que todos son ciudadanos.

Ante esto, resulta redundante abordar el tema respecto a la doble moral de la sociedad mexicana; quien no coincida en su existencia simplemente no vive en el México que yo conozco. En México, el pan de todos los días ya no es sólo la crítica desenfrenada contra las instituciones públicas –algunas veces con razón y muchas otras simplemente por ignorancia- y la práctica incoherente de algunas personas que termina por justificar acciones propias fuera del marco de la legalidad; a esto se suma una preocupante apatía en la participación de la sociedad en general en lo público.

Quien no acepte que nuestro sistema político sufre una grave decadencia, es un iluso; pero quien no acepte que los partidos políticos lo estén, es un ignorante.

La triple moral en México es precisamente eso. No basta sólo con criticar a los demás cuando yo también lo hago mal, sino que también hay que agregar a la ecuación el hecho de no participar en lo absoluto en los asuntos públicos, dejando a un lado cualquier concepto de ciudadanía a la que pudiera hacerse referencia. Generalizar que todos los mexicanos somos así sería irresponsable de mi parte, pero dejar de mencionar que existe esta moral sería aún más. Todos en algún punto de nuestras vidas lo hemos hecho, por ignorancia o con conocimiento, pero lo importante no es sólo evitarlo sino erradicarlo.

Habrá quienes piensen que no existe relación directa en entre la moral del mexicano en los asuntos públicos y forma en la que se desenvuelven el gobierno y la sociedad. Pero a mi parecer dicha relación es determinante para fortalecer un concepto de ciudadanía agonizante en nuestros días.

La triple moral en México es precisamente eso. No basta sólo con criticar a los demás cuando yo también lo hago mal, sino que también hay que agregar a la ecuación el hecho de no participar en lo absoluto en los asuntos públicos, dejando a un lado cualquier concepto de ciudadanía a la que pudiera hacerse referencia.

Considero fundamental que la marcada diferencia entre lo público y lo privado se acorte lo suficiente para entender que primero que todo, la ciudadanía es nuestro común denominador. Ningún servidor público es vitalicio ni mucho menos un ciudadano estará ajeno a lo público; mucho menos ahora en nuestro incipiente sistema político que permite que ya no sólo los partidos políticos puedan gobernar.

Critiquemos para construir pero sobretodo construyamos para ya no criticar.

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¿Democracia en riesgo? Crítica a la reforma del artículo 59 constitucional

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Las anécdotas, relatos e historias que nos contaban cuando niños sobre aquella lucha revolucionaria, en la que el pueblo mexicano derrocó a Díaz y cuyos resultados fueron, entre muchas cosas, el establecimiento del principio “No reelección” en las bases democráticas, parecen ir camino al olvido; esto debido a que, a partir del 2018, los diputados federales y locales, senadores y alcaldes podrán ser reelectos en forma consecutiva.

De acuerdo a la reforma del artículo 59 constitucional, realizada en el 2014, se establece que “Los Senadores podrán ser electos hasta por dos periodos consecutivos y los Diputados al Congreso de la Unión hasta por cuatro periodos consecutivos. La postulación sólo podrá ser realizada por el mismo partido o por cualquiera de los partidos integrantes de la coalición que los hubieren postulado, salvo que hayan renunciado o perdido su militancia antes de la mitad de su mandato.”

Asimismo, en cuanto a los presidentes municipales, regidores y síndicos, cada constitución local adecuó la reelección dentro de la misma; en el caso de la constitución de Nuevo León se estipuló en el numeral 124 lo siguiente: “Los Presidentes Municipales, Regidores y Síndicos de los Ayuntamientos, podrán ser electos consecutivamente hasta por un periodo adicional. La postulación solo podrá ser realizada por el mismo partido o por cualquiera de los partidos integrantes de la coalición que lo hubieren postulado, salvo que hayan renunciado o perdido su militancia antes de la mitad de su mandato. Los presidentes municipales de los ayuntamientos no podrán ser electos para el periodo inmediato, en municipio diverso al cual se desempeñaron como tales.”

…es altamente posible que los partidos políticos no postulen nuevamente a aquellos que prefieran los ciudadanos, sino a aquellos que más acoplados se encuentren a sus intereses; dejando así la gran probabilidad de hacer a un lado a los diputados o senadores que hicieron una buena labor pero que no supieron alinearse a los intereses de sus respectivos partidos.

Ahora bien, en virtud de mantener la fidelidad con el encabezado del artículo, y tomando en cuenta que todo juicio de valor debe encontrarse dotado de un análisis objetivo con el fin de fortalecer una postura determinada, se procederá a dictar los puntos que explican el motivo por el cual se considera a las reformas actuales de reelección inmediata como un problema para instituir una democracia progresiva.

En primer lugar, cabe destacar el sometimiento al que se encuentran los servidores públicos ante el partido del que forman parte, ya que, de acuerdo con la reforma, serán los partidos políticos a los que pertenecen los que se encargarán de postular nuevamente a los mismos como candidatos de la agrupación política. Dicho esto, surgen dos interrogantes. La primera ¿Qué pasaría en el supuesto donde la ciudadanía desee reelegir a un funcionario público mas, sin embargo, su partido debido a cuestiones internas, opte por no otorgarle la reelección consecutiva? ¿Ahí donde quedó aquel poder del pueblo que se supone, estas reformas a la constitución iban a fortalecer?

No debemos olvidar que actualmente, en los partidos políticos existen intereses particulares que bien podrían considerarse por encima de la voz del pueblo. Es por esto mismo que me mantengo escéptico en el hecho de que los partidos vayan a otorgar nuevamente la postulación al funcionario que los ciudadanos acepten, y en su lugar, sean guiados en primera instancia por aspectos ajenos a la aprobación del pueblo. Resumiendo lo anterior, es altamente posible que los partidos políticos no postulen nuevamente a aquellos que prefieran los ciudadanos, sino a aquellos que más acoplados se encuentren a sus intereses; dejando así la gran probabilidad de hacer a un lado a los diputados o senadores que hicieron una buena labor pero que no supieron alinearse a los intereses de sus respectivos partidos.

Considero que un grupo considerable de jóvenes… no tendrían oportunidad frente a una persona que lleva mayor número de años y sobretodo, mayor número de contactos en su partido los cuales opten por postularlo nuevamente como candidato.

Por otra parte, la segunda cuestión habría de ser la siguiente: ¿Qué hay de los funcionarios públicos independientes? En base al mecanismo de requerir un partido político, o coalición, para que un servidor pueda recurrir a la reelección consecutiva, se pone en tela de juicio el destino que les deparará a aquellos diputados, senadores y alcaldes que ganaron en un inicio las votaciones de forma independiente. Tal cuestión debería ser replanteada lo más pronto posible, pues de no ser así, aquellos afectados no tendrían más opción que recurrir a mecanismos como el juicio de amparo.

Asimismo, otra cuestión que vale la pena destacar es la opacidad total en cuanto al distrito por el cual podrán volver a fungir como candidatos aquellos ciudadanos que laboran en el congreso. Prácticamente, no existe especificación alguna en la constitución federal que comprometa a que los partidos postulen nuevamente para el mismo distrito a sus militantes, sino que, al contrario, pareciera que estos podrían ocupar algún otro distrito diferente al que representaron en primer lugar. Este supuesto habrá de aplicar, en el escenario donde un diputado o senador hayan cambiado de domicilio, con el objetivo tal vez, de volver a comenzar en un espacio geográfico donde no se sepa de su ineficiencia.

…actualmente, en los partidos políticos existen intereses particulares que bien podrían considerarse por encima de la voz del pueblo. Es por esto mismo que me mantengo escéptico en el hecho de que los partidos vayan a otorgar nuevamente la postulación al funcionario que los ciudadanos acepten…

Finalmente, un argumento de carácter ajeno a lo estipulado de forma ortográfica en la reforma, es el asunto de la alternancia y de las oportunidades robadas a los que desean incursionar por primera vez en la vida política. ¿Qué pasará con aquellos jóvenes militantes de algún partido, que aspiran iniciar como diputados de su distrito, pero que, lamentablemente se encuentran con que es postulado nuevamente el mismo funcionario de la legislatura pasada? Considero que un grupo considerable de jóvenes pertenecientes a una agrupación política no tendrían oportunidad frente a una persona que lleva mayor número de años y sobretodo, mayor número de contactos en su partido los cuales opten por postularlo nuevamente como candidato.

Son por estos motivos, que antes de optar por esta reforma, sería conveniente defender la no reelección con el mismo ahínco y el mismo amor hacia lo justo y hacia lo que es democrático, tal como lo hizo Madero en su momento.

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Incongruencia política, Diputados aumentan Predial en Nuevo León

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Incongruencia política monumental, la que demuestran los diputados del Congreso de Nuevo León, que con tanta enjundia y convicción lucharon por eliminar totalmente el pago de tenencia el primer año, echar abajo la verificación vehicular a pesar de la grave situación ambiental de Nuevo León (al grado de que algunos salieron a las calles a pegar calcomanías en los coches oponiéndose a la medida), entre otros medios de ingreso para el Gobierno del Estado que tacharon de “recaudatorios”, y que por otro lado decidieron aprobar sin problema alguno, y prácticamente sin debate, aumentos a los valores catastrales de algunos municipios que implicarían un aumento sustancial en el pago de los impuestos del contribuyente neoleonés, como es el caso específico del Predial.

Vaya sorpresa que se llevarán los ciudadanos de Monterrey, San Pedro, Apodaca, Santa Catarina, Escobedo y San Nicolás que pensaban que los Diputados (y Ayuntamientos) estaban genuinamente preocupados por la cantidad de impuestos que pagaban, pues con una mano se rasgan las vestiduras por una verificación vehicular de 450 pesos (que aún estaba abierto a considerarse un subsidio u otros apoyos), y con otra aumentan el costo del Impuesto Predial hasta en un 30%. Si bien la primera tenía una finalidad ambiental y repercutía en los propietarios de automóviles, la segunda no tiene finalidad más que recaudar y repercute en TODA la población; parejo.

Esta incongruencia que para algunos puede no quedar muy claro al hacer cosas diametralmente distintas, puede explicarse con lo sucedido el 7 de junio del año pasado: Perdieron la elección y con ello, el control de las arcas del Gobierno Estatal.

Esta incongruencia que para algunos puede no quedar muy claro al hacer cosas diametralmente distintas, puede explicarse con lo sucedido el 7 de junio del año pasado: perdieron la elección y con ello, el control de las arcas del Gobierno Estatal. Pero la elección no fue una derrota total, pues 50 de los 51 municipios aún conservan gobiernos de mayoría partidista. Si bien antes de la ola independiente los partidos controlaban todo el dinero público, ahora solo administran los recursos municipales y, por ende, están actuando de conformidad.

Si bien la estrategia de regocijarse en los municipios tras su derrota electoral podrá funcionarles, la pregunta es: Al paso en declive que van los partidos políticos, ¿para dónde se van a hacer en 2018 cuando además de haber perdido la gubernatura, pierdan ahora a los municipios?

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La relación entre la representación política, los partidos y discurso

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¿De qué se trata cuando se habla de “crisis de representación política”? Generalmente se hace referencia cuando la ciudadanía no ve representados sus intereses en los políticos y se diluye el respeto por los partidos o cuando éstos toman medidas poco populares. En las jóvenes democracias latinoamericanas son comunes las muestras masivas de descontento, principalmente a través de manifestaciones callejeras, que pueden ser pasivas o no, para exigir la toma de alguna medida o la eliminación de alguna otra.

Si no se ejerce desde la sociedad civil una suerte de control y llamados de atención a los representantes, se corre el riego de ser pasados por encima.

Primero debe tenerse en claro que la forma representativa de gobierno implica que los puestos de toma de decisiones serán ocupados por personas elegidas a través del voto popular en elecciones periódicas. Una vez depositado el voto en la urna muchas veces el ciudadano cree que ha concluido con su obligación y se retira a su vida privada. He aquí un problema, ya que si no se ejerce desde la sociedad civil una suerte de control y llamados de atención a los representantes, se corre el riesgo de ser pasados por encima. Muchas veces sucede que los representantes congregan en su figura mucho poder y, si no son controlados atentamente, pueden actuar en pro de sus intereses privados.

Los votantes cada vez menos parecen elegir a sus representantes siguiendo lineamientos ideológicos o partidarios sino que se inclinan por figuras conocidas, que se muestran en medios de comunicación.

Comenzando con el predominio de los personalismos, los votantes cada vez menos parecen elegir a sus representantes siguiendo lineamientos ideológicos o partidarios sino que se inclinan por figuras conocidas, que se muestran en medios de comunicación y cuyos nombres aparecen poco relacionados a sus partidos de pertenencia. Por otro lado, los partidos buscan ampliar sus bases de apoyo vaciándose de contenido ideológico y se vuelven cada vez más partidos “atrapa todo” (“Catch all party”, concepto introducido por Otto Kirchheimer en 1966). Finalmente, los medios de comunicación toman un rol cada vez más importante en la esfera pública imponiendo agenda con base en sus intereses privados. A su vez, hay enormes sectores de la población que son invisibilizados al no contar con representación política, uno de los más numerosos es el de los inmigrantes ilegales, pero también puede tratarse de minorías étnicas.

Los partidos buscan ampliar sus bases de apoyo vaciándose de contenido ideológico y se vuelven cada vez más partidos “atrapa todo”.

Si se buscan los orígenes de la representación política a lo largo de la historia, es imprescindible comenzar por la polis griega. El nomos (ley) era producido en espacios públicos como la asamblea a través del debate público y la persuasión. Por supuesto que sólo tomaban parte quienes contaban con tiempo y medios para dedicarse a dicha actividad. Ahora, nos encontramos frente a estados modernos que han construido toda una estructura de funcionamiento alrededor de la representación y los representantes del pueblo.

Un politólogo que ha tratado el tema de representación con gran puntería ha sido Bernard Manin. Estableció cuatro principios clásicos de los gobiernos representativos. Estos son: la independencia en la toma de decisiones de los representantes electos, la libertad de opinión pública, elecciones periódicas y, finalmente, el debate para la toma de decisiones públicas. Los últimos dos puntos son los que suelen funcionar mejor, mientras que los dos primeros son los que menos se respetan.

A lo largo de la evolución política, el discurso ha sido la forma predominante de comunicación de la representación. La importancia ascendente de los medios de comunicación durante el siglo XXI es innegable, no sólo como nexo entre la ciudadanía y los eventos relevantes, sino también, marcando la agenda pública de debate. El primero de ellos fue la prensa escrita, alrededor del 1800, que surge inicialmente como un vehículo complementario del discurso para luego transformarse en un discurso en sí mismo. De esta manera, la opinión se diversificó en oral y en escrita. Años más tarde, y gracias a la revolución tecnológica, apareció la radio y más tarde la televisión. El último de estos cambios ha sido el internet.

Ante todas estas transformaciones, los partidos políticos, otro elemento central que hace a la representación política, se han visto obligados a ir adaptándose a estos nuevos medios. Como punto de partida de su expansión se puede tomar a la Revolución Francesa. A partir de este momento histórico, se dio una proliferación y consolidación de partidos de todo tipo, de inspiración religiosa, integrados por diversas fuerzas sociales, etc.

Una de las maneras que la ciudadanía aplica a modo de “sanción” cuando sus representantes no cumplen son sus promesas de campaña o se desempeñan mal en sus cargos, es el denominado “voto castigo”. Así, el desempeño anterior de los políticos es tenido en cuenta a la hora de emitir el voto.

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Sobre el financiamiento de los partidos políticos en México

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A raíz de la conservación del registro del Partido del Trabajo, que supo tomar la oportunidad presentada en luz de las elecciones extraordinarias de Aguascalientes para aliarse con Movimiento Ciudadano y el PRD, resurge como tema el costo económico que representan los partidos políticos para México y con ello, algunas confusiones. A diferencia de lo que se piensa, el hecho de que el PT conserve su registro, o incluso aunque hubiera cinco partidos políticos nuevos, no nos cuesta un peso adicional a los mexicanos.

Los partidos políticos nacionales obtienen financiamiento público por tres rubros: para sus actividades ordinarias permanentes, para las actividades de obtención del voto durante elecciones federales, y para las actividades específicas.

Enseguida lo expongo. Los partidos políticos nacionales obtienen financiamiento público por tres rubros: para sus actividades ordinarias permanentes, para las actividades de obtención del voto durante elecciones federales, y para las actividades específicas.

El artículo 41, fracción II de la Constitución Federal dispone el financiamiento de los partidos políticos de la siguiente forma: el financiamiento público de las actividades ordinarias permanentes de los partidos políticos se efectuará de manera anual, multiplicando el número total de ciudadanos inscritos en el padrón electoral (85’647,870) por el sesenta y cinco por ciento del salario mínimo (El salario mínimo es de 70.1 pesos en 2015, el 65% del mismo es 45.565 pesos). Esto arroja 3,902’545,197 pesos anuales, que habrá de repartirse entre todos los partidos políticos. El 33% de esa cantidad se divide en partes iguales, y el restante se reparte en función de la última elección de diputados federales.

Ojo, del monto que reciba cada partido por este rubro, deberán destinar el 3% a actividades relativas a la educación, capacitación, investigación socioeconómica y política, así como a tareas editoriales. Sumado a lo anterior, cada vez que haya elecciones federales, existe un financiamiento adicional equivalente al 50% del ordinario (1,951’272,599 pesos) cuando se elijan Presidente de la República, senadores y diputados federales, y equivalente al 33% (1,300’848,399 pesos) cuando se elijan solamente a los últimos.

Se puede apreciar fácilmente que, independientemente del número de los partidos políticos, el costo que nos representan va a sernos exactamente el mismo mientras este imperativo constitucional permanezca inmodificado.

En luz de lo anterior, se puede apreciar fácilmente que, independientemente del número de los partidos políticos, el costo que nos representan va a sernos exactamente el mismo mientras este imperativo constitucional permanezca inmodificado.

Así que al margen de la conservación del registro del Partido del Trabajo, que en muy poco nos afecta a los ciudadanos, la atención debemos ponerla en la cantidad exorbitante que nos cuestan los partidos políticos. Este año costaron más de cinco mil millones de pesos, y en tres años que sean las elecciones presidenciales se estima nos cuesten seis mil millones de pesos (y esto solo a nivel nacional, pues sumado a esto, existe financiamiento estatal).

Si en Nuevo León quedó demostrado que con un financiamiento público inferior a los cuatrocientos mil pesos no sólo se puede ganar una elección, sino arrasarla, entonces, ¿para qué gastar tanto en los partidos?

Si en Nuevo León quedó demostrado que con un financiamiento público inferior a los cuatrocientos mil pesos no sólo se puede ganar una elección, sino arrasarla, entonces, ¿para qué gastar tanto en los partidos?

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Dance or die

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Muchos no nos habremos dado cuenta, pero los partidos políticos están por sufrir una transformación sin precedentes en México. Esa arcaica forma de operar, herencia del priísmo sobre el que se fundó el México posrevolucionario, y que define aún hoy a la cultura “política” en nuestro país, está siendo amenazada por una sociedad cada vez más informada, mejor preparada, ávida de que las cosas se hagan bien y más cercana a territorios que antes eran exclusivamente de “los políticos”.

Los partidos políticos están por sufrir una transformación sin precedentes en México.

Y vaya que la están sufriendo, pues adaptarse a esta realidad les pega justo en el genoma. Aquella jerarquía rígida y vertical, cuyo único modo de ser escalada en cualquiera de sus niveles es siguiendo a un dirigente a toda costa, implique sacrificio, humillación, traición o hacer a un lado ideales, tiene consecuencias que se tornan hoy incosteables para los partidos.

Esos ciegos y fieles seguidores del coto de poder suelen convertirse en nada más que eso: unos expertos lame suelas, ineptos para cualquier cosa que no sea ver por los intereses de su minipatriarca, valiéndose de sus minúsculas —pero en desarrollo— habilidades clientelares. Cuando llega el reacomodo del cambio de administración, y con él la recompensa del puesto, el resultado son “funcionarios” inexpertos, desinteresados y sin la más mínima sensibilidad sobre la realidad mexicana o deseo de mejorarla. El fin único es seguir escalando en el juego del clientelismo mientras simulan una función pública.

Gobernar no es más un juego.

Hoy la sociedad civil está pidiendo de ellos más de lo que están acostumbrados a dar, y seguir el diálogo implica aumentar sus capacidades. Enfrentar a un creciente número de asociaciones civiles formadas por gente altamente preparada, la apertura de la información dentro de las administraciones, como un fácil acceso a los estatutos que rigen la acción gubernamental y ser evaluados por plataformas como Alcalde, ¿cómo vamos?, les envía un claro mensaje: gobernar no es más un juego.

Además, la llegada de las candidaturas independientes asegura que en las siguientes elecciones la competencia será dura. Aquellos clásicos políticos —aunque sean jóvenes— hijos del contubernio, no tendrán cabida frente a ciudadanos sustentados por equipos operando sobre estructuras horizontales de toma de decisiones —propias de los tiempos actuales—, y con un genuino interés por servir a su nación.

Estos factores obligan a los partidos a reclutar a jóvenes mejor preparados y más comprometidos. Lo que los pone en jaque es si dejarán el clientelismo y la verticalidad; los jóvenes de hoy ya no vamos con aquella arcáica estructura. A lo más que pueden aspirar es a jóvenes sin escrúpulos, movidos por el interés propio y que entran a la política a jugar a las influencias. La ética de los partidos políticos atrae cada vez menos a jóvenes con altas aspiraciones profesionales, ávidos de ver a su país desarrollarse de manera más equitativa, y de llevar el papel del gobernante a un nuevo nivel dentro de la sociedad.

So, dance or die?

@e_miliano_
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“Intimidades Públicas” – De los Independientes, la Alternancia y los Partidos Políticos…

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Ningún jinete es independientemente a su caballo, por más bronco éste sea.- Esolam

El México del siglo XXI es completamente diferente al del siglo pasado. Más de 100 años fueron necesarios para transitar de un sistema político en donde un partido hegemónico —y por momentos único— institucionalizó la revolución a un sistema en donde un candidato sin partido revolucionara a las instituciones.

Por primera vez en la historia de nuestro país, un ciudadano —sin ninguna afiliación partidista—asumió constitucionalmente la encomienda de ser Gobernador de un Estado. Dicha alternancia se concretó en Nuevo León, después de un proceso democrático en donde Jaime Rodríguez Calderón obtuvo la victoria.
La importancia de este acontecimiento en la vida democrática de nuestro país, es tan comparable a lo sucedido en 1989 en Baja California. En aquel entonces, por primera vez en la historia, se consumó que un partido distinto al PRI ganara la gubernatura de un Estado, lo anterior bajo la candidatura del panista Ernesto Ruffo.

Queda claro entonces —a pesar de que existan quienes lo refutan— que nuestro sistema político vive en una pluralidad política imperante.

Queda claro entonces —a pesar de que existan quienes lo refutan— que nuestro sistema político vive en una pluralidad política imperante.

Si bien, existen entidades en donde aún no se concreta la alternancia, existen otras donde hasta tres fuerzas políticas distintas han gobernado.

El hecho de que un candidato postulado sin las siglas de algún partido político lograra la alternancia, rebasa el simplismo de creer que esto es la solución a los problemas democráticos de nuestro país. En todo caso, fortalece la idea de que la alternancia no ha resultado suficiente como un mecanismo para lograr que los ciudadanos se sientan satisfechos con el desempeño de sus gobernantes.

Dicho de otra forma, en el sistema político de nuestro país, cualquier competidor electoral tiene posibilidades reales de ganar; pero estas posibilidades no sólo son generadas por una competencia más justa en la contienda electoral, sino también por el descontento ciudadano el cual asume que, independiente de quien obtenga la victoria, los resultados de su gobierno serán deplorables.

Lo anterior, nos lleva a concluir que los partidos políticos están en crisis. Las estructuras partidistas, resultan insuficientes no sólo para movilizar el voto de los ciudadanos, sino también para movilizar el voto duro de sus propios partidos.

Lo anterior, nos lleva a concluir que los partidos políticos están en crisis.

Algunos de los factores por los que se deriva la crisis son: 1) confiar en el voto duro no resulta competitivo cuando el sector de los indecisos electorales —los cuales regularmente no votan— deciden emitir su voto; 2) el desempeño de algunos gobiernos ha generado que los ciudadanos manifiesten un hartazgo generalizado contra los partidos políticos; 3) los partidos políticos no han sido capaces de demostrar que son competitivos ante los retos del siglo XXI, entre los que se encuentran un cambio de paradigma en las políticas públicas, afianzar los mecanismos de gobernanza, y generar una gobernabilidad con las nuevas tendencias de interacción y comunicación política.

Los anteriores factores podrían resultar suficientes para asumir que los partidos están en decadencia, y que la etapa “independiente” no sólo está por ampliarse, sino también por consolidarse.
Si bien lo anterior es parcialmente correcto —habrá más candidatos sin partido que próximamente obtengan la victoria en las urnas—, considero que el desgaste de gobernar terminará por impactar a los independientes, lo cual de alguna u otra forma hará que algunos de ellos pierdan credibilidad ante la ciudadanía.

Asimismo, los partidos políticos sólo saldrán de la “decadencia” si capitalizan el momento que actualmente viven: romper con las prácticas obsoletas, gobernar de forma distinta, y transformarse desde el interior.

Por eso, los llamados independientes no sólo vienen a formar parte de la pluralidad política del país, sino también, implícitamente vienen a revolucionar a los partidos políticos. Revolución que debe de concretarse al entender que los primeros nacen a raíz de los segundos, y estos, a su vez, necesitan transformarse en consecuencia de los primeros.

Los llamados independientes no sólo vienen a formar parte de la pluralidad política del país, sino también, implícitamente vienen a revolucionar a los partidos políticos.

En todo caso, habrá que entender que la independencia de los gobernantes, no depende de que sean postulados bajo las siglas de algún o ningún partido político; depende de entender que en una democracia nadie es independiente a los ciudadanos, aunque existan quienes así lo crean.

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