El fin de semana asistí a un evento el cual brillaba por la falta de organización, por la mayoría de jóvenes menores de 18 años que fumaban y tomaban y por la cultura machista que se arraigaba en el lugar. No hablaré de lo mal que está que los y las jóvenes menores de edad hayan tomado en las narices de los organizadores, en cambio hoy hablaré de la cultura machista, esa que seguimos pensando que no existe y que se refiere únicamente a violentar FÍSICAMENTE a una mujer.
Cansada de todo lo que pasaba decidí ir al área de las comidas a descansar un poco y dejar de pensar en todo lo que pasaba a mi alrededor. Me senté en una mesa ocupada por un grupo de chavos y una chava, estaba muy agotada así que decidí darles la espalda, no pensé les fuera a importar mucho, creo que ese fue el inicio de mi problema.
Sentada empecé a prestar atención a lo que decía un chavo en particular. No sé en qué momento me hice participe “pasiva” de su conversación, pero desde ese momento no atendí nada más que esa conversación. Aunque en la conversación logré escuchar 3 voces diferentes (dos hombres y una mujer) el protagonista era el mismo, el que hablaba y opinaba sin parar:
-Él: Cómo es posible que las mujeres se vistan así, a mí también me gusta que se vista así (su novia supuse) pero no aquí.
Durante esos primeros instantes era un monologo, se escuchaba la voz de la chava asintiendo, pero no emitía opinión alguna. Después el chavo siguió con
-Él: Luego se quejan de que los hombres les hablen mal o las vean feo, si ellas no se respetan nadie lo hará.
-Él: Por qué se jalan tanto el minishort, si se pusieron eso es para enseñar, dejen de bajárselo, lo hubieran pensado desde su casa.
-Él: Las mujeres decentes son las mejores y con esas te quedas.
Antes de este comentario la chava no había jugado un papel importante, asentía de vez en cuando, pero al detonar ese mensaje respondió:
-Ella: Claro, no se dan cuenta que no las toman en serio, deben dejar de vestirse así.
-Ella: Cómo se les ocurrió venir en brassiere.
No sé si fueron 40 minutos o 2 horas las que estuvieron hablando de lo mismo, el tiempo ya transcurría muy lento para mí, estaba inmóvil. No hice nada, pensaba qué era lo que debía hacer. Formulé muchas opciones en mi cabeza, como: “Se dieron cuenta que la conversación que están teniendo es la más machista que he escuchado en el día”, luego pensé en “bajar” mi tono para poder generar una discusión constructiva y pensé en decir “acaso viste a los miles de chavos que están sin camisa desde las 3pm, qué opinas de ellos, también son indecentes por enseñar sus pechos”
Pensé en voltear y decir únicamente “sabes que a ninguna chava aquí le importa lo que pienses o se vistió pensando en lo que alguien como tú podría opinar” pensé muchas otras maneras “políticamente correctas” para hacer notar la violencia que estaban ejerciendo, sin embargo, no lo hice.
Todo ese tiempo estuve inmóvil y en silencio, no logré voltear para ver la cara de la persona que yo sentía me estaba ofendiendo y a todas las mujeres, incluida su amiga. No pude detenerlo ni lograr que se cuestionara lo que decía. No pude hacer nada.
Ese día ganó una batalla más el machismo, logró que su amiga se uniera a todos sus comentarios. Ese día no sólo yo perdí, ese día le fallé a todas las mujeres que coincidimos en esta lucha feminista. Le fallé a su amiga que fue una aliada más del machismo.
Pero lo que más me duele y que no podré disculparme lo suficiente es que le fallé a la próxima amiga, novia, compañera, a la próxima mujer que se cruce en el camino de ese hombre. Perdón de corazón porque ese sábado te fallé y ahora serás víctima de los señalamientos y el machismo de esa persona.