Había dejado pasar unos días después de la elección de los Estados Unidos para volver a tocar el tema en el cual nos quedamos hace unas semanas y que se vincula con dicha elección, el pago de agua hacia Estados Unidos.
Si bien, el pasado 24 de octubre, México sobre la hora y casi de último minuto cumplió con su cuota, lo que se vivieron fueron momentos de bochorno en política interna y estuvimos a nada de un conflicto diplomático.
Algunos expertos aseguran que la represalia pudiera haber llegado en forma de aranceles o de simple presión para cumplir sin importar afectados, incluyendo usuarios de riego. Lo que sí, es que este incidente además de demostrarnos la poca dignidad de la oposición para sacar rédito político y la ineptitud y complicidad de un gobernador, también nos mostró la fragilidad institucional en CONAGUA e instituciones relacionadas.
Un tema por demás técnico y que tiene más de 60 años en un proceso flexible, estable y binacional se complicó por malas administraciones de los recursos humanos e hídricos. Llegó el 2020 y el Presidente desde la Capital armado con su Guardia Nacional enfrentó al Gobernador y políticos oportunistas del PAN y PRI (como la alcaldesa de Chihuahua) interesados en las elecciones de 2021. El Presidente contó con el apoyo desde Washington para negociar con los intereses en Texas, ahora con Biden, no necesariamente será igual.
Pero regresando al lado mexicano, aquí es donde resalto lo de la fragilidad institucional, CONAGUA se hizo “bolas”, la directora hablaba sin dejar nada claro y ninguna parte le hizo caso. Los grupos agroindustriales movilizaron a sus jornaleros como “campesinos afectados”, las instituciones municipales y estatales también guardaron silencio y los responsables de los consejos de cuencas y distritos de riego daban mensajes confusos.
Esto es muy grave porque no solo el problema puede volver a ocurrir, sino que sin una CONAGUA sólida y un armado institucional fuerte, el agua se puede volver en un detonante de conflictos de mayor escala y conflicto. Aquí es donde, otra vez, tendrán que salir las habilidades diplomáticas de la SRE en turno para negociar con los intereses texanos y en Washington, en un contexto de desventaja de fuerzas.
La gestión del agua ha sido francamente pobre en Chihuahua con pozos sobrexplotados, corrupción en permisos en el Río Conchos y agroindustriales que demandan cada día más agua frente a la escasez en las calles de Chihuahua capital y Ciudad Juárez.
Se conjuntaron un débil armado institucional, políticos ventajosos, una subestimación desde la Capital y dejaron como saldo una persona fallecida, daños cuantiosos en instalaciones de CFE y una erosión mayor entre el Gobierno y la oposición. En este tema del agua, como siempre, quienes pagarán el plato roto serán los chihuahuenses y en cierta medida, el resto de los usuarios del agua transfronteriza desde Chihuahua hasta Tamaulipas.
Lo dicho, dicho está.