La vida de los padres de niños con discapacidad o condiciones del neurodesarrollo en México está marcada por una doble lucha: garantizar el sustento económico de la familia y proporcionar los cuidados especializados que sus hijos necesitan. Esta realidad, que afecta a miles de familias en todo el país, es una de las caras más invisibilizadas de la desigualdad laboral y social.
En México, actualmente existen 899,000 niños y niñas con alguna discapacidad, según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Sin embargo, las políticas públicas en materia de conciliación entre la vida laboral y la atención de las necesidades de estos menores han sido hasta ahora insuficientes.
Los padres y tutores de estos niños enfrentan diariamente una ardua tarea, que no solo implica cubrir las necesidades emocionales, físicas y educativas de sus hijos, sino también gestionar una serie de cuidados médicos y terapéuticos que suelen ser imprescindibles para su desarrollo integral.
Los tratamientos y terapias que los niños con condiciones del neurodesarrollo requieren, como la fisioterapia, la psicoterapia, la terapia ocupacional, entre otros, son, además de una cuestión médica, una necesidad que forma parte del proceso de formación y bienestar de los menores. Todo ello demanda, además de recursos económicos, un tiempo significativo que, en muchos casos, que en la mayoría de los casos suele ser incompatible con un horario laboral de ocho horas.
En esta situación ¿cómo pueden los padres o tutores cumplir con sus obligaciones laborales sin descuidar la salud y el bienestar de sus hijos e hijas?
En México, las políticas laborales no han dado respuesta adecuada a las necesidades de los padres que, por razones de cuidados de sus hijos, requieren jornadas más flexibles. En muchos casos, los padres se ven obligados a elegir entre asistir a los trabajos y asegurarse de que sus hijos reciban la atención que necesitan.
Preocupado por esta realidad, desde el Senado de la República propuse una iniciativa de Ley que permitiría a los padres y madres de niños con discapacidad o condiciones del neurodesarrollo contar con jornadas laborales flexibles de seis horas.
Esta medida no solo tiene como objetivo aliviar la carga emocional y económica de las familias, sino también fomentar un ambiente laboral más inclusivo que favorezca el equilibrio entre el trabajo y las responsabilidades familiares. La propuesta busca dar respuesta a una necesidad urgente que han señalado miles de familias mexicanas, y lo hace reconociendo el papel esencial de los padres y tutores como cuidadores primarios de los niños con discapacidad.
Nadie puede negar que si lograr un equilibrio entre el trabajo y la vida familiar es un reto para muchos, para los padres de niños con discapacidad, este reto se multiplica debido a los cuidados especializados que requieren.
Este esfuerzo constante no puede ni debe seguir siendo invisible para la sociedad ni para los legisladores.
La flexibilidad laboral, entonces no solo implica la reducción de horas, sino también la posibilidad de organizar los horarios de manera más adaptable, permitiendo a los padres asistir a las terapias y médicos sin tener que sacrificar su estabilidad económica.
La iniciativa que propongo no es nueva, sino que se inspira en experiencias exitosas en otros países de la región, como Chile, donde ya se han implementado políticas similares que permiten jornadas laborales más flexibles para los padres de niños con discapacidad. Ahí, se ha comprobado que estas medidas no solo han favorecido la vida de las familias, sino que también han demostrado ser una estrategia efectiva para mejorar la productividad laboral. Al brindar a los padres un mayor control sobre su tiempo, se les permite equilibrar mejor sus responsabilidades laborales y familiares, lo que a su vez genera un ambiente laboral más sano y menos estresante.
Confío en que esta reforma será apoyada por las y los senadores de todas las bancadas, ya que el bienestar de nuestros niños y niñas y el respeto a la familia deben ser prioridades más allá de los distingos partidistas.
La implementación de una jornada laboral flexible para estas familias es un paso hacia la construcción de una sociedad más inclusiva y solidaria, en la que todos los niños, sin importar sus condiciones, tengan las mismas oportunidades de desarrollo y bienestar.