“Intimidades Públicas”: La “verdad” histórica de los 43

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“Hay para quienes la única verdad resultó ser mentira.”– Esolam

Hace más de un año, sucedieron los hechos lamentables de la noche de Iguala con la que empezaría un capítulo en la historia política y social de nuestro país que para muchos aún no concluye.

Conocer el verdadero paradero de los 43 estudiantes desaparecidos de la Escuela Normal de Ayotzinapa —los cuales para muchos aún se encuentran con vida— se convirtió en el principal reclamo de un sector de la población que sin conocer a fondo la situación, buscaba cualquier línea de investigación distinta a la estipulada por el gobierno.

Este problema escalo rápidamente la esfera local, y dada la gravedad de la situación, impactó al Gobierno Federal de una forma en la que nunca se recuperaría: se convirtió en uno de los principales aspectos por los que el gobierno federal de Enrique Peña Nieto ha sido fuertemente criticado.

Las críticas al gobierno se acentuaron cuando las investigaciones de un Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), difirieron de lo que meses antes el Procurador General de la República, Jesús Murillo Karam, denominó como la verdad histórica.

Las críticas al gobierno se acentuaron cuando las investigaciones de un Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), difirieron de lo que meses antes el Procurador General de la República, Jesús Murillo Karam, denominó como la verdad histórica: los normalistas no habían sido calcinados.

A decir verdad, el estudio por parte de GIEI arrojó distintas líneas de investigación, las cuales aún no han sido comprobadas. Pero independientemente de lo anterior, propiciaron un golpe devastador a la credibilidad de las instituciones del gobierno mexicano.

Aún no se sabe que fue lo que realmente sucedió durante esa trágica noche. Lo único que se sabe son los dos estudios —el de la PGR y el del GIEI— que contemplan conclusiones diferentes ante este mismo hecho.

Hoy es fecha que aún no se sabe que fue lo que realmente sucedió durante esa trágica noche. Lo único que se sabe son los dos estudios —el de la PGR y el del GIEI— que contemplan conclusiones diferentes ante este mismo hecho.

Lo lamentable es que cualquier grupo de personas o institución ajena al gobierno puede dejar en entredicho lo que este último expone. Esto no sólo refleja la débil percepción que existe hacia las instituciones gubernamentales de nuestro país, sino también la falta de credibilidad que tenemos hacia cualquier asunto que este mínimamente involucrado con lo público.

¿Y qué si la verdad histórica de la PGR resulta ser cierta? ¿Cambiará la percepción que tenemos hacia las instituciones gubernamentales de nuestro país?

Habrá que preguntarnos: ¿y qué si la verdad histórica de la PGR resulta ser cierta? ¿Cambiará la percepción que tenemos hacia las instituciones gubernamentales de nuestro país? Sinceramente creo que no.

Desafortunadamente, en México se ocupa mucho más que una serie de verdades para que dejemos de creer que son mentiras.

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”

“Intimidades Públicas”: #YaChole con la doble moral

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“Y es que no hay mayor cansancio que el de no hacer nada.”– Esolam

En los últimos días, se ha generado en redes sociales y diversos medios de comunicación una enorme polémica causada por un spot que la Presidencia de la República publicó —y después eliminó— en el cual se mencionaban mediante un diálogo entre dos trabajadores los logros de la administración federal a tres años de gobierno.

En el video, los dos trabajadores hablan de los beneficios que han brindado las reformas estructurales que se aprobaron en la Legislatura pasada, y que han impactado directamente la calidad de vida de los ciudadanos. Como ejemplo de ellos mencionan la disminución de las tarifas de luz, del costo de las llamadas de larga distancia, así como de la seguridad social de la cual ahora gozan más trabajadores.

La polémica se causaría debido a que casi al terminar el spot uno de los trabajadores le menciona al otro “Ya chole con tus quejas”, refiriéndose a que ya era suficiente quejarse de los “pocos” resultados que ha brindado al administración del gobierno federal.

Desafortunadamente, el mensaje que quería demostrar dicho spot quedó muy lejano a lo que explícitamente se mencionó. Ya que en lugar de alzar las bondades que han existido durante el lapso que ha gobernado la presente administración, generó que muchos ciudadanos se sintieran ofendidos y externaran la falta de sensibilidad del gobierno.

Lo preocupante de esta situación, es que la polémica llega a abonar a una crisis presidencial en la que su popularidad se encuentra muy por debajo de los índices que en comparación con otros sexenios la figura presidencial había tenido.

Hay algo que puede rescatarse de esta situación. Me refiero al hecho que de alguna u otra forma, pareciera que la democracia no satisface ni parece suficiente para la calidad de ciudadanos que suponemos ser.

Sin embargo, independientemente que el concepto que intentaron manejar no cumplió con su objetivo, hay algo que puede rescatarse de esta situación. Me refiero al hecho que de alguna u otra forma, pareciera que la democracia no satisface ni parece suficiente para la calidad de ciudadanos que suponemos ser.

Una supuesta calidad que nos permite quejarnos del gobierno y las labores que realiza el Ejecutivo, sin importar si en verdad otorgamos algo a cambio a nuestra comunidad. Con esto, no hago referencia a la polémica de que si es justo quejarse o demeritar las labores que realiza el Ejecutivo, ante esto cualquiera es libre de expresar su opinión, sino sobre la reciprocidad en los asuntos públicos que deberíamos tener como ciudadanos pero que no siempre se ejerce.

Sí, los mexicanos encajamos perfectamente en un concepto: la doble moral. Una doble moral, que nos hace exigir al máximo, pero sin otorgar nada a cambio.

Sí, los mexicanos encajamos perfectamente en un concepto: la doble moral. Una doble moral, que nos hace exigir al máximo, pero sin otorgar nada a cambio; que permite que nos quejemos de los ilícitos en lo público, pero que toleramos en lo privado.
Por eso, independientemente del mensaje equívoco que se envió con un spot, sirvió para generar una reflexión sobre lo que somos como ciudadanos, pero sobretodo, lo que deberíamos ser.

Deberíamos ser los ciudadanos que criticamos los desaciertos y áreas de oportunidad del gobierno, pero que también participamos activamente desde la sociedad civil, la iniciativa privada o incluso desde el propio gobierno para mejorar las cosas.

Deberíamos ser los ciudadanos que criticamos los desaciertos y áreas de oportunidad del gobierno, pero que también participamos activamente desde la sociedad civil, la iniciativa privada o incluso desde el propio gobierno para mejorar las cosas.

Por lo tanto, ya chole con criticar sin participar; ya chole de cansarnos sin hacer el mínimo esfuerzo; ya chole de hacer todo para no generar nada.

Ya chole con la doble moral de los mexicanos.

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“Intimidades Públicas” – El Presidente menos aprobado: EPN

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“Y sin embargo en México, con la minoría ejerces una mayoría.” -Esolam

Durante las elecciones del 2012, el ambiente era completamente distinto a lo vivido en el 2006. No sólo se concretó una alternancia en el Ejecutivo, sino también, Enrique Peña Nieto, obtendría la Presidencia de la República con una diferencia —6.62%— suficientemente considerable, en comparación con el estrecho margen con el que Felipe Calderón obtuvo la victoria: sólo 0.56% de diferencia.

Si bien, el fantasma del PRI como partido político en el gobierno generó un costo político, no resultó fundamental para marcar diferencia en una contienda electoral que para muchos se antojaba más estrecha.

Si bien, el fantasma del PRI como partido político en el gobierno generó un costo político, no resultó fundamental para marcar diferencia en una contienda electoral que para muchos se antojaba más estrecha. Los comentarios sobre que “el viejo PRI” había regresado al poder eran constantes, en su mayoría, no por quienes vivieron las épocas en las que el partido hegemónico demostraba su poder ante un débil sistema político, sino por quienes inmersos en un sistema político plural, vieron esto como un retroceso en una transición democrática para que para muchos aún no termina.

Pero el primer día de gobierno sucedió un hecho inédito. Las principales fuerzas políticas de nuestro país, decidieron formar una agenda de reformas “estructurales”, cuya intención consistía en permitir transformar a nuestro país del rezago en el que se encontraba, y de esta forma, despegar a un nivel que no había podido concretarse debido a las diferencias políticas de la élite en el poder: fue así como se creó el “Pacto por México”.

La reforma educativa, en telecomunicaciones, en energía, entre muchas otras, eran pruebas tangibles de que la única convicción de la clase política era generar acuerdos.

El “Mexican moment”, como se denominó por el contexto internacional, brindaría esperanza por primera vez en mucho tiempo de que las cosas sí podían cambiar. La reforma educativa, en telecomunicaciones, en energía, entre muchas otras, eran pruebas tangibles de que la única convicción de la clase política era generar acuerdos.

… Momento en el que la Presidencia de nuestro país se encuentra castigada, no sólo por los motivos políticos que carga desde su campaña electoral, sino también por una serie de factores que han impactado gravemente su credibilidad ante los mexicanos.

Hoy, tres años después, parece ser que vivimos el “President moment”. Sí, un momento en el que la Presidencia de nuestro país se encuentra castigada, no sólo por los motivos políticos que carga desde su campaña electoral, sino también por una serie de factores que han impactado gravemente su credibilidad ante los mexicanos.

Algunos de ellos, causados por una serie de factores externos a la propia soberanía de nuestro país. Pero muchos otros, causados por una enorme falta de comunicación política eficiente que permitiera llevar mensajes institucionales donde los merecía.

Independientemente de las posibles mil causas y de los debates que se puedan derivar lo anterior, la realidad es que al día de hoy, el Presidente Enrique Peña Nieto se encuentra con una aprobación que ronda entre los 30% y 40% —cifras que dependen de la casa encuestadora— por sus gobernados.

Aunque el crecimiento del PIB no ha sido el pronosticado, hemos tenido un crecimiento mínimo sostenible en comparación con el sexenio de Calderón. Entonces, ¿cuál es el problema?

Lo anterior pudiera no ser tan sorprendente si hubiera un problema específico como en otros sexenios. Ni tenemos una devaluación considerable como con Zedillo —el peso se devaluó frente al dólar en la presente administración, pero tenemos la menor inflación histórica de país—, ni tenemos altos índices de violencia como en los años más crudos de la administración de Calderón —que si bien existen índices que han crecido, la mayoría se encuentran por debajo cuando sucedía la guerra contra el narcotráfico— ni mucho menos tenemos un problema macroeconómico grave, aunque el crecimiento del PIB no ha sido el pronosticado, hemos tenido un crecimiento mínimo sostenible en comparación con el sexenio de Calderón. Entonces, ¿cuál es el problema?

Habrá quienes puedan refutar lo anterior, pero sin importar la polémica que esto pueda generar parece ser que el problema es uno mucho mayor: la falta de credibilidad en la Presidencia y sus instituciones.

Ante este escenario, en la vida cotidiana pasa a segundo plano si el Presidente logra generar una acción determinante en su gobierno, el común denominador es que causa una indiferencia a los ciudadanos, los cuales han generado una percepción muy difícil de cambiar.

En fin, la aprobación de un Presidente sobre su gobierno, es causada —en su mayoría— en la percepción que la población tiene sobre él. Con esto, no quiero decir que el Presidente sea un buen o mal gobernante, sino que la capacidad que tiene un gobierno para generar credibilidad sobre sus gobernados, es aún más importante que generar acciones positivas durante su administración.

Sólo espero, que sin importar quien gobierne, entendamos que la percepción política no daña a una figura política ni a un gobierno, daña a quienes sin importar causas o determinaciones, la ponemos por encima como método implícito de aprobación política.

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“Intimidades Públicas” – De los Independientes, la Alternancia y los Partidos Políticos…

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Ningún jinete es independientemente a su caballo, por más bronco éste sea.- Esolam

El México del siglo XXI es completamente diferente al del siglo pasado. Más de 100 años fueron necesarios para transitar de un sistema político en donde un partido hegemónico —y por momentos único— institucionalizó la revolución a un sistema en donde un candidato sin partido revolucionara a las instituciones.

Por primera vez en la historia de nuestro país, un ciudadano —sin ninguna afiliación partidista—asumió constitucionalmente la encomienda de ser Gobernador de un Estado. Dicha alternancia se concretó en Nuevo León, después de un proceso democrático en donde Jaime Rodríguez Calderón obtuvo la victoria.
La importancia de este acontecimiento en la vida democrática de nuestro país, es tan comparable a lo sucedido en 1989 en Baja California. En aquel entonces, por primera vez en la historia, se consumó que un partido distinto al PRI ganara la gubernatura de un Estado, lo anterior bajo la candidatura del panista Ernesto Ruffo.

Queda claro entonces —a pesar de que existan quienes lo refutan— que nuestro sistema político vive en una pluralidad política imperante.

Queda claro entonces —a pesar de que existan quienes lo refutan— que nuestro sistema político vive en una pluralidad política imperante.

Si bien, existen entidades en donde aún no se concreta la alternancia, existen otras donde hasta tres fuerzas políticas distintas han gobernado.

El hecho de que un candidato postulado sin las siglas de algún partido político lograra la alternancia, rebasa el simplismo de creer que esto es la solución a los problemas democráticos de nuestro país. En todo caso, fortalece la idea de que la alternancia no ha resultado suficiente como un mecanismo para lograr que los ciudadanos se sientan satisfechos con el desempeño de sus gobernantes.

Dicho de otra forma, en el sistema político de nuestro país, cualquier competidor electoral tiene posibilidades reales de ganar; pero estas posibilidades no sólo son generadas por una competencia más justa en la contienda electoral, sino también por el descontento ciudadano el cual asume que, independiente de quien obtenga la victoria, los resultados de su gobierno serán deplorables.

Lo anterior, nos lleva a concluir que los partidos políticos están en crisis. Las estructuras partidistas, resultan insuficientes no sólo para movilizar el voto de los ciudadanos, sino también para movilizar el voto duro de sus propios partidos.

Lo anterior, nos lleva a concluir que los partidos políticos están en crisis.

Algunos de los factores por los que se deriva la crisis son: 1) confiar en el voto duro no resulta competitivo cuando el sector de los indecisos electorales —los cuales regularmente no votan— deciden emitir su voto; 2) el desempeño de algunos gobiernos ha generado que los ciudadanos manifiesten un hartazgo generalizado contra los partidos políticos; 3) los partidos políticos no han sido capaces de demostrar que son competitivos ante los retos del siglo XXI, entre los que se encuentran un cambio de paradigma en las políticas públicas, afianzar los mecanismos de gobernanza, y generar una gobernabilidad con las nuevas tendencias de interacción y comunicación política.

Los anteriores factores podrían resultar suficientes para asumir que los partidos están en decadencia, y que la etapa “independiente” no sólo está por ampliarse, sino también por consolidarse.
Si bien lo anterior es parcialmente correcto —habrá más candidatos sin partido que próximamente obtengan la victoria en las urnas—, considero que el desgaste de gobernar terminará por impactar a los independientes, lo cual de alguna u otra forma hará que algunos de ellos pierdan credibilidad ante la ciudadanía.

Asimismo, los partidos políticos sólo saldrán de la “decadencia” si capitalizan el momento que actualmente viven: romper con las prácticas obsoletas, gobernar de forma distinta, y transformarse desde el interior.

Por eso, los llamados independientes no sólo vienen a formar parte de la pluralidad política del país, sino también, implícitamente vienen a revolucionar a los partidos políticos. Revolución que debe de concretarse al entender que los primeros nacen a raíz de los segundos, y estos, a su vez, necesitan transformarse en consecuencia de los primeros.

Los llamados independientes no sólo vienen a formar parte de la pluralidad política del país, sino también, implícitamente vienen a revolucionar a los partidos políticos.

En todo caso, habrá que entender que la independencia de los gobernantes, no depende de que sean postulados bajo las siglas de algún o ningún partido político; depende de entender que en una democracia nadie es independiente a los ciudadanos, aunque existan quienes así lo crean.

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