¿Qué pasa con nuestros medios?

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Leyendo las portadas de algunos diarios y procurando buscar objetividad en algunos de los comentarios que se publican en las páginas de Internet de los portales noticiosos, no es posible evitar sentirse contrariado sobre lo que realmente los medios hoy en día nos quieren comunicar. Claramente no todas las noticias están diseñadas para todo el público (aunque debería), pero lo que sí es digno de darse cuenta es que cada vez más la ficción y la realidad poco a poco se comienzan a sumar.

Sin desprestigiar la calidad de los noticieros locales –que creo que no es la primera vez que la gente se da cuenta de que es paupérrima–, me parece realmente válido establecer que en nuestro país no hay una forma adecuada de informar a los ciudadanos, pues la constante mezcla entre los contenidos de ficción y las notas importantes provoca que aquello que debería de tener importancia, desafortunadamente ya no la tiene.

A juicio de un servidor, lo que sucede es que no existe un legítimo interés por la información y las cadenas lo saben. Hoy, e insisto, la idea de capitalismo salvaje –donde lo único que importa es ‘vender la nota’– se ha convertido en el modus operandi de las agencias de noticias.

Retomando un poco el argumento de la película de Birdman, una de las ideas más poderosas que encuentro en el filme es justo en la escena cuando el protagonista sale por las calles en ropa interior y de inmediato todo mundo le reconoce, le piden fotos y hasta videos aparecen en las redes sociales. Además de esta escena, la conversación de nuestro protagonista con su hija acerca de la importancia del Twitter le da todavía más un toque de significancia al argumento: hoy, la diferencia entre lo que es importante y no está dividido por una línea muy delgada. Y lo mismo sucede con las noticias y los artículos periodísticos.

Por ejemplo, y sin afán de demeritar, me parece poco congruente que en el portal web del periódico El Norte aparezca mucho más arriba una nota sobre un desfile literario en el municipio de San Pedro que la nota donde se habla acerca del costo que tendrán los daños ocasionados por el reciente terremoto en Ecuador de 7.8 grados en escala de Richter. O que el diario ‘El País’ anteponga informar sobre que Trump dijo “7-Eleven” en lugar de “9-11” sobre las inundaciones que están costando mucho dinero y han generado tanto caos en Texas.

¿Qué es lo que pasa? A juicio de un servidor, lo que sucede es que no existe un legítimo interés por la información y las cadenas lo saben. Hoy, e insisto, la idea de capitalismo salvaje –donde lo único que importa es ‘vender la nota’– se ha convertido en el modus operandi de las agencias de noticias. Hoy, el chicharroneo, el amarillismo, el sensacionalismo, y la polémica barata son formas en las que los medios buscan llamar nuestra atención y desafortunadamente lo logran.

…me parece realmente válido establecer que en nuestro país no hay una forma adecuada de informar a los ciudadanos, pues la constante mezcla entre los contenidos de ficción y las notas importantes provoca que aquello que debería de tener importancia, desafortunadamente ya no la tiene.

¿Por qué, por ejemplo, no nos enteramos de las actividades que estuvo realizando la presidenta surcoreana en nuestro país y nos rasgamos las vestiduras cuando oímos acerca del caso de KIA Motors en nuestra ciudad? La respuesta: porque no es vendido como sensación. ¿Y por qué no es así? Porque no existe un análisis pertinente de las problemáticas y no se despierta el interés ni ante lo evidente.

Me gustaría saber, por ejemplo, qué es lo que ha sucedido con los apoyos que se habían proyectado para que TVNL se convirtiera en una cadena competitiva para la televisión local; o me encantaría saber cuáles son los planes que se tienen para que poco a poco vaya desapareciendo la telebasura en los televisores regiomontanos. Ojo, no estoy en contra del entretenimiento ni mucho menos, pero sí es importante hacer la distinción entre lo que debe llevar seriedad y lo que puede ser menos rígido.

Si tan sólo El Deforma publicara más notas de ‘Increíble pero Cierto’, estoy seguro de que coexistir con tantas problemáticas que tiene el mundo sería mucho más llevadero. Como diría Galileo: ‘…y sin embargo, se mueve”.

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¿Cómo piensan Google y Facebook?

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¿Te has preguntado alguna vez, cómo piensa Google y por qué encuentra todo tan rápido? O tal vez ¿Cómo Siri entiende cuando le hablo? O ¿Cómo Facebook puede reconocer tu cara en todas las fotos sin que se lo pidas?

Pues bueno todo esto es gracias a las Redes Neuronales.

¿Pero qué es esto?. La definición formal de una red neuronal es: “Sistema de interconexión de neuronas artificiales que colaboran entre sí de forma dinámica para producir un estímulo de salida”. ¿Entendiste? Básicamente es una réplica de lo que sucede en tu cerebro pero aplicado a las computadoras.

Veamos cómo funciona nuestra capacidad de procesar información en el cerebro:

1) Recibes un estímulo por medio de tus sentidos.
2) Tu cerebro lo procesa (todas las conexiones que existen entre neuronas ayudan a formar un resultado)
3) Produce un resultado de salida (puede ser una acción, un pensamiento, un recuerdo, etc)

¿Te has preguntado alguna vez, cómo piensa Google y por qué encuentra todo tan rápido? O tal vez ¿Cómo Siri entiende cuando le hablo? O ¿Cómo Facebook puede reconocer tu cara en todas las fotos sin que se lo pidas?

Investigando sobre el tema, me encontré un video donde explican de una forma muy clara y sencilla el cómo funcionan las Redes Neuronales de Google. (Las siguientes imágenes son tomadas de los videos de Nat and Lo de)

Básicamente es de la siguiente manera:

Te presento a las una Neuronas Artificiales, nuestros pequeños amigos que procesan información…

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A ellas se les enseña a aprender en conjunto cierta tarea, para este ejemplo será a reconocer “Tu rostro” en cualquier imagen que se les presente.

Cuando tu llegues con una imagen, cada una de ellas analizará un pedacito pequeño de la imagen y transmitirá su análisis a la siguiente “capa” de neuronas artificiales.

 

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Cada una de estas “capas” de neuronas va agregando información que ayuda a resolver la tarea asignada. En otras palabras, el problema se divide en millones de partes, y cada una de las neuronas resuelve un problema a la vez. Esto hace que en conjunto una tarea sea “fácil” de resolver.

 

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Arriba de todas las “capas” están las que llamaremos Neuronas Madre, las cuales pueden ver toda la información que las neuronas de abajo recopilaron. Ellas tienen la tarea de tomar una decisión y dar la conclusión para la tarea asignada.

En este caso ellas serán las encargadas de decir: “con toda la información que recaudamos, estamos 94.2% seguras de que en esta foto está tu rostro”.

En la actualidad esta tecnología está empezando y no son muy inteligentes que digamos. Poco a poco irá mejorando su capacidad de procesar información y se espera que para el 2030 tengan la capacidad de pensar como un cerebro humano.

Por muy fácil que parezca, enseñarle a una computadora a pensar y reconocer objetos en la vida real, es una tarea muy difícil. Aunque por el contrario, el hacer modelos matemáticos, simulaciones de galaxias y cálculos de grandes problemas, son tareas “fáciles” para las computadoras, ya que solamente calculan un resultado, no analizan la información que se les está dando, no están “pensando”.

¿Qué usos se les está dando a las Redes Neuronales hoy en día?

• Buscar asociaciones o descubrir diferencias en patrones.
• En problemas donde el volumen y número de variables son muy grandes.
• Facilita la búsqueda de relaciones entre variables que están vagamente relacionadas.
• Buscar patrones y analizar información al utilizar Big Data.

En la actualidad esta tecnología está empezando y no son muy inteligentes que digamos. Poco a poco irá mejorando su capacidad de procesar información y se espera que para el 2030 tengan la capacidad de pensar como un cerebro humano.

Te dejo el link del Canal de “Nat and Lo”, contiene muy buenos videos, dónde podrás conocer un poco más sobre los proyectos internos de Google, explicados de una forma muy sencilla y divertida: https://goo.gl/hzxFnl

Espero te haya gustado la columna. Nos leemos la siguiente semana.

@TonioRenteria – Making the Future come Faster

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¿Transparencia o abuso?

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Las nuevas tecnologías, y en particular las redes sociales, han facilitado la comunicación, los negocios y hasta el empleo. Pero también han generado graves problemas de derecho. Un claro ejemplo de ello es la reciente polémica por el uso que le da a Periscope el City Manager de la delegación Miguel Hidalgo en la Ciudad de México, cuyo propósito es exhibir a quien incurra en alguna falta administrativa. Con esta conducta abusiva se vulneran toda una serie de derechos de la ciudadanía; algunos de ellos son el de la protección de datos personales, el honor, la propia imagen y la privacidad.

La información gráfica y acústica (como lo es un video de Periscope) es parte de los considerados datos personales de acuerdo al derecho mexicano. El derecho al honor, en este lance, se refiere a la fama o la reputación. El derecho a la propia imagen, en este caso, se refiere a que el titular del derecho puede impedir que se divulgue cualquier tipo de información que afecte su imagen sin su consentimiento. El derecho a la privacidad, en esta dimensión, se refiere a los aspectos de la vida de una persona que, de acuerdo a su propia voluntad, deben mantenerse en carácter confidencial. De acuerdo a la Ley de Protección de Datos Personales, el responsable del trato de éstos debe conducirse con base en el principio del consentimiento. Violar éste u otro(s) principio(s) constituye una infracción a dicha Ley.

El tema de Periscope, más allá de las reprobables violaciones a los derechos de la ciudadanía, conllevan un riesgo más peligroso: la constitución de facto de un tribunal alterno al poder institucional que castiga al presunto culpable de la infracción.

Los ciudadanos exhibidos en Periscope no sólo no han dado su consentimiento para la difusión de su imagen, sino que se han manifestado expresamente en contra para que se difunda. Esta conducta del City Manager viola casi todas las fracciones del artículo 63 de la misma Ley (las más importantes para esta cuestión son: I, IV, XIII y XVI), lo que le sería merecedor de una sanción por parte del Instituto Nacional de Acceso a la Información.

La Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México ya emitió una recomendación argumentando que este (ab)uso de Periscope constituye una violación al principio de legalidad y a los derechos ya mencionados. Parte del razonamiento de la CDH es que la utilización de esta app para exhibir a los ciudadanos infractores nada tiene qué ver con la transparencia y constituye una violación a la garantía de seguridad jurídica. (Lamentablemente, las recomendaciones de la CDH no son vinculatorias.)

El gobierno de Miguel Hidalgo justifica todas estas violaciones a derechos excusándose en el principio de máxima publicidad en materia de transparencia y el derecho a la documentación ciudadana. Sin embargo, su argumento no se sostiene, puesto que: 1. La máxima publicidad aplica, según la Ley de Transparencia y Acceso a la Información, a toda deliberación o acto relacionado con la autoridad, no a la conducta de los particulares; y 2. La documentación ciudadana es para que los particulares documenten a los funcionarios, nunca al revés. Este punto ya lo sostuvo la CDH en su recomendación.

Los ciudadanos exhibidos en Periscope no sólo no han dado su consentimiento para la difusión de su imagen, sino que se han manifestado expresamente en contra para que se difunda. Esta conducta del City Manager viola casi todas las fracciones del artículo 63 de la misma Ley … lo que le sería merecedor de una sanción por parte del Instituto Nacional de Acceso a la Información.

El tema de Periscope, más allá de las reprobables violaciones a los derechos de la ciudadanía, conllevan un riesgo más peligroso: la constitución de facto de un tribunal alterno al poder institucional que castiga al presunto culpable de la infracción. Se genera un castigo doble: la sanción administrativa y el escarnio público. La cultura cívica es escasa en estos tiempos y sobre todo en México. Aplaudo que busque hacerse algo para inculcar ésta y para combatir a los que el City Manager llama “vecinos gandallas”.

Pero el fin no justifica los medios. Y lo más preocupante de ésto, es la actitud de la autoridad responsable frente a la Comisión de Derechos Humanos. Preocupa que, en lugar de dialogar respetuosamente, se ataque e incluso se insulte. Ya llegó el City Manager al punto de decirle a la CDH: “recomiéndame ésta”. Increíble, pero cierto. Y ésto únicamente refleja el nivel de desprecio por los derechos humanos que tiene dicha autoridad.

Ojalá esta actitud no la repliquen otros gobernantes, pues la posición de poder seduce y pervierte al grado de disfrazar discursos autoritarios de democráticos.

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Chisme corpulento, Monterrey virulento: El virus de la calentura

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En el carro, sobre un sillón, en una banca no iluminada de algún parque público, detrás de la capilla, en los asientos de hasta atrás del cine menos visitado, de la película menos taquillera a la hora menos concurrida de todo Nuevo León… a todos nos ha “infectado” el virus de la calentura y hemos sufrido sus consecuencias, pues la calentura es la ley y la ley aplica a todos. Lo que sí no es ley, ni a todos aplica, es que se nos sorprenda en el acto, ni mucho menos que nuestras vidas, nuestra reputación y nuestras relaciones personales cambien de golpe, para mal, a causa de lo que es en realidad una inocencia, una intimidad.

Esos cuatro segundos ya han cambiado la vida de estos dos desprevenidos muchachos.

La semana pasada, una preparatoria privada de nuestra ciudad fue la zona cero de una infección viral de este tipo. Dos muchachos en el despertar de su sexualidad (pobres criaturas, lo que les espera…) frotaban sus manos sobre sus ropas en lugares estratégicos mientras una cámara móvil —anónima hasta ahora— capturaba no más de 4 segundos de juego. Un video, Whatsapp ilimitado con Plan Telcel Plus, WiFi y ¡boom!: el virus se ha esparcido más rápido de lo que le toma a uno rezar un Padre Nuestro. Como sucede normalmente con este tipo de infecciones, esos cuatro segundos ya han cambiado la vida de estos dos desprevenidos muchachos.

Increíblemente, el incidente coincidió casi perfectamente con el alcance a México de una campaña de redes sociales uruguaya titulada #YoRespeto, producto de la organización Pensamiento Colectivo, que exhorta a no ser parte del sistema propagador de videos que exponen la intimidad de las personas. La promo de la campaña consiste en unos cuantos segundos de besos y caricias de una joven pareja (que es precisamente el gancho para que abras el video), pero tras el penoso descubrimiento, la muchacha se levanta, con voz penetrante y un nudo en la garganta, relata mientras camina mirando a uno directamente a los ojos: “Son las 6 de la mañana. En 10 minutos el video va a estar circulando en todas las redes sociales…” Las repercusiones de unos cuantos virulentos segundos son inconmensurables. Afectan las relaciones en el trabajo, en la escuela, con la familia, posiblemente cambian la manera en que uno se desenvuelve totalmente en su entorno. “Ahora me van a empezar a acosar tipos desconocidos en Facebook, me van a gritar y me van a parar en la calle”, demanda después la chica.

“¿Y vos, vos vas a ser parte?” es la última pregunta que se nos hace, seguido de un clarísimo mensaje final: “Si te llega un video que expone la intimidad de las personas, las humilla o las vulnera, no lo compartas.”

Este mensaje es exactamente el mismo que se les ha transmitido a los alumnos de la institución en cuestión tras el atentado, pues inquietantemente, por la tarde del mismo día en que el incidente había sucedido, el video estaba llegando a la mayoría de los alumnos desde grupos de Whatsapp y contactos externos a la institución (¡el retrovirus!).

Pensemos que cada imagen, video, audio o texto que compartimos también tiene sus repercusiones en otras personas.

La rapidez con que estos “virus” se traspasan en la red es imparable, casi maliciosa y es menester que nos sintamos responsables de cualquier contenido que compartimos. Así como uno cuida su perfil de Facebook con especial atención al detalle, porque no queremos transmitir una imagen errónea de nosotros mismos, pensemos que cada imagen, video, audio o texto que compartimos también tiene sus repercusiones en otras personas. Un maestro de la institución en cuestión dijo sobre los jóvenes que: “Les dimos las herramientas y la tecnología, pero no les hemos enseñado a usarla”. El comentario rozaba en lo paternalista, pero el fondo era importante: no todos tienen la discreción necesaria como para saber qué hacer con contenido difamador.

Personalmente, no tengo idea de quienes son estos dos muchachos y me es necesario no saber quiénes son, jamás. Terminé viendo el video porque antes de que me explicaran siquiera de qué trataba ya estaban embarrándome el celular en la cara. Tengo una especial repulsión a las cuestiones de difamación por redes sociales, pues tiempo atrás Monterrey sacó su cobre cuando estrenamos la innovadora aplicación móvil Secret y entonces hice pública mi opinión. Sigue siendo la misma. El acto íntimo es el menor de los pecados, y es más bien el autor anónimo, el o la cobarde que se esconde tras la pantalla, a quien debemos condenar, junto con todo aquél que comparta el contenido. Cuando me llegaron en ese entonces los chismes de “n” o “x” fulana difamada por la aplicación, yo defendía a capa y espada el principio de que toda mujer tiene el derecho de disfrutar de su sexualidad libremente (que es su derecho y está protegido por ley) sin temor a que su vida se venga abajo por una fotografía íntima que ella no hubiese querido que fuera vista por nadie más que su pareja sexual o romántica.

Lo correcto es primero evitar verlo, a medida de lo posible y si nos lo comparten, no reenviarlo. Pero lo más, lo más importante de todo es “regañar”, condenar, criticar —¡avergonzar, incluso!— a quienes en risitas y carcajadas nos compartieron el contenido.

Lo que era peor, hombres y mujeres, chicos y grandes, vociferaban con barbilla en alto y ojitos pizpiretos que dichas mujeres “se lo buscaban por zorras”. Válgame, quién diría que vivir una vida libre y disfrutar de la sexualidad y/o confiar en que la pareja cuidará de nuestra intimidad es lo mismo que dar permiso de propagar multimedia de prostitución (ehem, sin paga*) a todo el mundo. Como fue entonces para mí, también lo es ahora, no es suficiente pensar que con ver un contenido como tal y no compartirlo es lo correcto. Lo correcto es primero evitar verlo, a medida de lo posible y si nos lo comparten, no reenviarlo. Pero lo más, lo más importante de todo es “regañar”, condenar, criticar —¡avergonzar, incluso!— a quienes en risitas y carcajadas nos compartieron el contenido. No se preocupen con estos, mis comentarios, ya me he perfumado de antipatía anteriormente y esta ocasión podrá no ser la excepción, al final del día la idea es clara: lo que no se condena se repite, lo que no se resiste se propaga.

De nuevo, me indigna que nosotros los “regios”, quienes nos jactamos de ser ciudadanos ejemplares, trabajadores y rectos, que nos mostramos embalsamados de valores católico-cristianos y quienes estamos encasquetados de principios de una colorida variedad de doctrinas de monjes y monjitas quienes han sido nuestras nanas y nuestros maestros, fuéramos capaces de casi literalmente quemar a las personas por actos que bien sabemos que todos cometemos cada que se puede. Vaya ejemplo de hipocresía que somos. Somos, porque por angas o mangas yo también terminé viendo el video.

Te invito a pensar lo siguiente: cada vez que se pasa una imagen, se acelera su esparcimiento, y de ahí, no hay vuelta atrás.

Te invito a pensar lo siguiente: cada vez que se pasa una imagen, se acelera su esparcimiento, y de ahí, no hay vuelta atrás. Además, recordemos que en el internet las cosas están escritas con tinta indeleble, no con lápiz. De absolutamente toda imagen que compartimos a través de los medios sociales, las mismas aplicaciones tienen sus derechos. Eso es lo que firmamos cuando aceptamos los términos y condiciones que todos leemos, por supuesto.

Así como lo aprendí en preparatoria, precisamente, un virus no tiene vida propia, sino que se reproduce gracias a los huéspedes que invade. Así como en la naturaleza, piénsate a tí mismo como el huésped: dejas que te infecte y te vuelves parte del problema o resistes.

*Aprovecho para traer a consciencia la idea de que en efecto, una profesionalización de la prostitución a nivel mundial es necesaria para evitar los vicios que a esta misma industria del entretenimiento adulto (industria que crece día con día) son inherentes, por ejemplo: la trata de personas, la prostitución de menores, una paga injusta u explotación laboral, la violencia sexual y demás casos de terror. Pero estos temas lo dejamos para otro artículo.

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NIÑOS EN PELIGRO

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Los adultos que fuimos niños o adolescentes antes de la década de los 90’s tenemos una idea de los peligros que se enfrentan durante la niñez muy diferente a la que tienen los jóvenes que nacieron después de esa década o bien vivieron su infancia o adolescencia en esos años.

La aparición del internet en nuestras vidas trajo consigo, sin duda, innumerables beneficios y comodidades a nuestras vidas. Aunque también acarreó una serie de problemas que nos fueron desconocidos durante nuestro crecimiento.

Los depredadores sexuales no son nuevos, a lo largo de la historia han existido y, de hecho, todas las generaciones anteriores a la aparición del internet recordamos las historias terroríficas con las que los adultos nos prevenían de un posible ataque. Los adultos nos hablaban del “viejo del costal” o de personajes similares, estas personas tenían en común que buscaban niños para “llevarse” con ellos y que los niños que secuestraban nunca más volvían a ver a sus padres.

El ritmo de la vida moderna ha ocasionado que la relación de padres e hijos se haya distanciado, los padres que se ven obligados a trabajar ambos para mantener el hogar disminuyen el tiempo de convivencia y vigilancia sobre sus hijos. Los niños muchas veces son ingresados a guarderías donde pasan la mayor parte del día, y de esta manera se debilita el lazo de comunicación con sus padres, en otros casos a los niños se les proporciona el acceso a las redes sociales y/o a videojuegos en los cuales pasan gran parte de su tiempo sin supervisión de los adultos.

Esta situación en la cual los niños navegan por el internet puede ser aprovechada por los depredadores sexuales para contactar a los menores que se encuentran vulnerables y puede tomar desprevenidos a los padres que, sin saberlo, tienen a sus hijos en una posición peligrosa aún dentro de su propio hogar.

Los depredadores frecuentemente se hacen pasar por niños y de esta manera logran hacerse amigos de los menores.

El grooming es una forma en que se manifiesta el acoso sexual a los menores, consiste en el acercamiento a ellos con el fin de ganarse su confianza y de esta manera lograr sus propósitos. El grooming, que podríamos traducirlo al español como acechar o engatusar, generalmente es un proceso gradual que puede llevar semanas o meses. Los depredadores frecuentemente se hacen pasar por niños y de esta manera logran hacerse amigos de los menores. Una vez que han establecido contacto con ellos, buscan la forma de conseguir intercambiar imágenes o videos donde los niños se muestren desnudos o en actividades comprometedoras para después chantajearlos y obligarlos a seguir enviando imágenes o videos con desnudos o material de contenido sexual. En algunos casos, y dependiendo de la cercanía entre el acosador y su víctima, también pueden obligarlos a tener encuentros personales para abusar sexualmente de ellos.

Es bien importante hacer notar que el contacto se puede dar tanto a través de chats en las redes sociales como a través de los videojuegos que permiten conversaciones entre los participantes.

Para prevenir el cyber acoso es bien importante establecer una comunicación constante con los hijos, informarles de la posibilidad de ser contactados por extraños y sobre todo prevenirlos para que no den información personal.

Para prevenir el cyber acoso es bien importante establecer una comunicación constante con los hijos, informarles de la posibilidad de ser contactados por extraños y sobre todo prevenirlos para que no den información personal ni llenar formularios que les envíen desconocidos. Hay que concientizarlos de no compartir fotografías íntimas en la red. También recomendarles que cuando jueguen cuiden que sus avatares o sus sobrenombres (nick names) no revelen ni su sexo, ni su edad, ni mucho menos su ubicación.

Si la vía de acceso de los menores a internet es a través de una computadora, es recomendable que esta se localice en un espacio común de la casa y no en lugares privados, como en las recámaras de los niños.

Si la vía de acceso de los menores a internet es a través de una computadora, es recomendable que esta se localice en un espacio común de la casa y no en lugares privados, como en las recámaras de los niños. Lamentablemente, esto no es suficiente, ya que cada vez es más frecuente el acceso a través de aparatos móviles y esto dificulta el control de los padres. También es importante tener un antivirus eficiente en los aparatos de conexión para evitar virus o malware que permitan el cyberespionaje, y controlar la cámara web para evitar que los menores sean espiados.

Para evitar que los niños y los menores sean víctimas de cyberbulling y/o grooming es importante vigilar la lista de contactos cibernéticos de los niños y sobre todo mantener abierto el canal de comunicación con ellos. Las consecuencias que pueden sufrir los niños y adolescentes pueden ser catastróficas para su desarrollo emocional.

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Un tuit y un SMS no bastan: Parte 1

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Los seres humanos seguimos los pasos siguientes para formarnos una idea propia del mundo. Primero, registramos nuestra experiencia diaria y directa con la realidad. Segundo, tomamos registro de lo que nos dicen los medios de información. Tercero, socializamos las noticias. Esto es, contrastamos lo que vivimos diariamente, lo que nos cuentan los medios y lo que nos dice la gente con la que convivimos como amigos, familia o colegas de trabajo, para confirmar o desechar la información que ya tenemos.

Contrastamos lo que vivimos diariamente, lo que nos cuentan los medios y lo que nos dice la gente con la que convivimos como amigos, familia o colegas de trabajo, para confirmar o desechar la información que ya tenemos.

La calidad de la democracia, entre muchas otras cosas, depende de la información que nos dan los medios de comunicación y de cómo la consumimos los ciudadanos. Son dos componentes que forman parte de un mismo problema.

Absolutamente todo impacta y moldea nuestra manera de ver y entender los problemas políticos, económicos y sociales. Por un lado, está la manera en la que los periódicos, los noticieros de radio, de televisión y sus correspondientes plataformas en internet, nos informan de los hechos más relevantes de México y el mundo. Por el otro, está cómo nosotros consumimos la información y qué hacemos con ella.

Lo ideal es que los medios de comunicación den información que nos ayude a los ciudadanos a ser críticos, a ser conscientes de lo que los rodea. El objetivo es tener una visión más completa y objetiva para tomar mejores decisiones.

Para hablar de estas aristas dividiré en dos partes este ensayo. En esta ocasión, sólo escribiré sobre los ciudadanos, en específico, los jóvenes. De acuerdo con el Imjuve, son personas entre 12 y 29 años y, en México, son los mayores consumidores del flujo de información que circula en internet.

38 millones 233 mil 665 de mexicanos se encuentran en este grupo de edad y prácticamente todas tienen un Smartphone. Potencialmente, estos jóvenes tienen la posibilidad de consultar información relevante en cualquier momento.

La Primer Encuesta Nacional sobre Consumo de Medios Digitales y Lectura confirma datos que intuíamos y aporta otros muy interesantes. Los jóvenes utilizan primordialmente el internet para “chatear”. La segunda actividad es el uso de las redes sociales (Facebook y Twitter, principalmente). De los 21 usos que se enlistan en esta Encuesta, informarse de las noticias ocupa el décimo lugar; conocer las opiniones de los demás, el doceavo.

Sus fuentes de noticias se reducen a tuits, memes y mensajes de SMS. ¿Qué calidad de ciudadanía podemos tener si dos quintas partes de los mexicanos reducen a esto el ejercicio de informarse?

La novedad, al menos para mí, es que los jóvenes consumen “información noticiosa” que ya fue interpretada y viralizada en mensajes breves, de lectura fácil y amigables para sus dispositivos móviles. Los jóvenes siguen un patrón: “casi nunca refieren a un medio informativo propiamente dicho como su fuente”. Estos contenidos simplificados tienden a ser “tendenciosos, con un alta carga de amarillismo y de sarcasmo”.

Lo peligroso es que se le da crédito a versiones parciales, falsas e incompletas de la realidad.

Es decir, sus fuentes de noticias se reducen a tuits, memes y mensajes de SMS. ¿Qué calidad de ciudadanía podemos tener si dos quintas partes de los mexicanos reducen a esto el ejercicio de informarse? Lo peligroso es que se le da crédito a versiones parciales, falsas e incompletas de la realidad. Dudo que la visión del mundo que tengan los jóvenes a partir de estos datos abone a una discusión seria y acertada sobre los problemas que enfrentamos como país.

Es claro que las generaciones anteriores fallaron al no habituar a los nuevos ciudadanos a leer un periódico todas las mañanas o a escuchar el noticiero. ¿Cómo se puede motivar a los jóvenes para que le dediquen tiempo a estas actividades?

Es necesario que como sociedad hagamos lo posible para que los jóvenes se interesen por la política y exijan mejores acciones de gobierno. Los medios de comunicación tienen el reto de hacer la información más atractiva para no desaparecer conforme estos mexicanos crezcan y se conviertan en el segmento poblacional mayoritario.

En la segunda parte de este ensayo hablaré sobre la responsabilidad que tienen los medios de comunicación respecto a la calidad de la información que generan.

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#Todosvigilamos

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En las pantallas de hoy bastan unos segundos para definirte. Ya sea a través de fotos o videos de tus errores y estupideces, o incluso mediante la revelación de tus conversaciones privadas. El contexto no importa, no hay tiempo para eso. Eres lo que nos mostraron que eres. Eres unos cuantos segundos.

Combinemos lo anterior con la oportunidad de mostrarte una versión moldeada de mí, esa posibilidad de crearme una personalidad virtual sustentada en no más que publicaciones y opiniones emitidas en redes.

¿Puedo entonces denostarte y humillarte por hacer o decir algo que no me gusta o que considere incorrecto? ¿Puedo insultarte y difundir las imágenes de tus actos para invitar a los demás a participar en una suerte de linchamiento exprés?

Y es que al condenar, pretendo demostrar mi integridad como persona y ciudadano. Entre más enérgicos sean mis reclamos, más compromiso con mi causa mostraré. Al agredir al “incorrecto” en sus bienes o en su persona (verbal o hasta físicamente) para grabar sus reacciones o al divulgar su rostro a través de las redes sociales, me siento “proactivo”, creyendo que le doy una “lección” y convenciéndome de que estoy “haciendo algo” para mejorar la situación.

Esas personalidades virtuales ya han caído víctimas de algunas ridiculizaciones. Por ejemplo: Durante el mes de abril de 2014, el sitio www.npr.org publicó en redes sociales un enlace titulado: Why Doesn’t America Read Anymore? (¿Por qué Estados Unidos ya no lee?). Al abrir el enlace, solamente te mostraba un mensaje diciéndote que habías abierto un artículo de broma, no obstante, mucha gente compartió el artículo acompañado de opiniones extensas y enérgicas, evidentemente resultantes de no haber ni siquiera abierto el artículo para leerlo.

Otro caso fue la broma de 4chan denominada: #Pissforequality (Orina por la equidad) en la que se invitaba a la gente a orinarse en los pantalones y compartir su foto en redes sociales para “crear conciencia” contra la violación provocando que, al paso de unas horas, múltiples “activistas” de sillón llenaran Twitter y Facebook con sus desagradables imágenes.

Lo anterior ha sido descrito por el comediante estadounidense Bill Maher como: Lazy Liberalism (Liberalismo perezoso) en el que regañar se convierte en el sustituto de verdaderamente hacer algo.

Lo anterior ha sido descrito por el comediante estadounidense Bill Maher como: Lazy Liberalism (Liberalismo perezoso) en el que regañar se convierte en el sustituto de verdaderamente hacer algo, y en el que mis actos se dirigen más a sentirme bien conmigo mismo, reforzando la personalidad que he creado, que en hacer sentir bien a los supuestos beneficiarios de mi lucha virtual. Sin embargo, estas inquisiciones virtuales no sólo son llevadas a cabo por personas de pensamiento liberal sino también por conservadores.

Ejemplos hay muchos, desde “buenas conciencias” que difunden imágenes de personas estacionadas en lugares para discapacitados hasta quienes buscan publicar tus fotos privadas para que los demás sepamos “la clase de persona que eres” (promiscuo, vicioso, etcétera) o, tal vez, cómo ya ha ocurrido, intenten hacer pública tu orientación sexual para ridiculizarte. Y es que en este contexto de difusión de actos que desapruebo para sustentar mi personalidad virtual, o en el abuso del anonimato de las redes, ¿quién decide qué sí se publica, y qué no? ¿Cuál linchamiento está justificado, y cuál no?

No voy a profundizar sobre el hecho de que quienes realizan estos juicios de valor parecieran darse “baños de pureza”, ya que nunca he creído que para emitir una opinión debas ser alguien ejemplar; precisamente uno de los aspectos más importantes de la objetividad es la irrelevancia del emisor, es decir: si hay evidencia o sustento para tu dicho, éste es válido sin importar quién y cómo seas. Pero hablemos del cómo se hacen estos juicios.

Partamos de que nadie tiene derecho a afectar las pertenencias de otro ni de exponerlo a la luz pública para ocasionarle un perjuicio. Muy diferente es una llamada de atención personal a quien, por ejemplo, se estacionó en un lugar para discapacitados a un acto de vandalismo sobre su automóvil o un insulto acompañado de la difusión de su imagen, justificando ambas conductas en una supuesta lección moral o “súper cívica”.

Las redes sociales se transforman en la hoguera a la que arrojo a quien no me gusta, para que los demás me acompañen a castigarle.

Las redes sociales se transforman en la hoguera a la que arrojo a quien no me gusta, para que los demás me acompañen a castigarle. El ojo de las “buenas costumbres” al acecho de todos nosotros es tan indeseable como confuso: ¿cuáles costumbres son las “buenas”?

El anonimato en algunos casos, las personalidades virtuales en otros y la indiferencia e incompetencia de las autoridades para actuar de manera eficiente en relación a determinadas conductas, han propiciado un ambiente de acción y difusión ciudadana totalmente descontrolado con consecuencias positivas en algunos casos con la revelación de actos de corrupción, delitos o casos de pederastia, y fatales en otros, como aquellas personas que han sido duramente castigadas por el repudio y la ridiculización que han generado incluso suicidios.

John P. Barlow en 1996 publicaba la Declaración de Independencia del Internet rechazando tajantemente la intervención de cualquier gobierno a intentar regular lo que ocurría en el ciberespacio. Actualmente, la regulación sigue estando pendiente y sujeta a múltiples claroscuros pero parece cada vez más evidente que no puede seguir siendo un espacio totalmente desierto y carente de reglas.

La conocida como “Ley Fayad” pretendía deficientemente legislar, entre otros temas, sobre esta materia: la difusión de imágenes privadas. Pero padecía de lo mismo que sus antecesoras; existía la posibilidad de una interpretación que castigara a quienes difunden actos de corrupción o ilegalidad.

La conocida como “Ley Fayad” pretendía deficientemente legislar, entre otros temas, sobre esta materia: la difusión de imágenes privadas. Pero padecía de lo mismo que sus antecesoras; existía la posibilidad de una interpretación que castigara a quienes difunden actos de corrupción o ilegalidad.

El tema no es sencillo pero sí es apremiante y en virtud de que el día de hoy todos en todo momento podemos transformarnos en vigilantes, nos vemos obligados a enfrentar una pregunta esencial: ¿quién vigilará a los que vigilan? Y principalmente: ¿cómo vigilarán a los que vigilan?

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”

Privacidad digital

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Vivimos en una época donde la facilidad de conexión y comunicación alrededor del mundo se ha vuelto extremadamente sencillo. Hoy en día existen múltiples sitios en línea que nos permiten socializar con miles de otras personas en el mundo. Gracias a esto hemos, poco a poco, creado un perfil virtual de nosotros mismos, disponible para todo aquel que esté interesado en conocernos.

Sitios como Facebook, Twitter y Linked-In se han beneficiado de este mercado virtual, y nosotros de los beneficios que ser parte de ellos trae. Al crear un perfil en ellos entregamos más que solo nuestro nombre, nuestra vida social, vida laboral, experiencias y hasta las comidas que disfrutamos.

Si nosotros mismos, tan efusivamente, ponemos a disposición de quien quiera, toda nuestra vida, entonces, ¿por qué al enterarnos que nuestros gobiernos indagan en nuestra información y la de otros, somos tan tajantes y críticos?

Es tanta la información que nosotros mismos hemos, tan sencilla y dispuestamente, entregado sin relegar, que se ha perdido la real valor de la privacidad. Si nosotros mismos, tan efusivamente, ponemos a disposición de quien quiera, toda nuestra vida, entonces, ¿por qué al enterarnos que nuestros gobiernos indagan en nuestra información y la de otros, somos tan tajantes y críticos?

Nosotros mismos hemos abierto la puerta de nuestra vida privada, entregando fácilmente múltiples datos que, por sí solos, permiten saber la mayoría de nuestras rutinas o estilos de vida.

Como ciudadanos nos sentimos empoderados al imaginar que vivimos lejos de la lupa del gobierno. Imaginamos que sólo los criminales son quienes merecen que su privacidad invadida, por lo tanto sería difícil pensar que nuestra vida privada estuviera a disposición de todo agente de gobierno. Pero la realidad es diferente, al ser un ciudadano entregamos un poco de nuestra libertad, aquella que le permite al estado regular y obligarnos a cumplir con series de normas y códigos de conducta. Está parte que entregamos es también la que permite al gobierno vigilar al pueblo de la manera que vea más conveniente.

¿Es en realidad tan infame que los gobiernos invadan la privacidad de sus ciudadanos?

Se debe de tomar en cuenta que estamos en una era digital donde si no permanecemos conectados y en constante comunicación, nos comenzamos a sentir estresados y hasta un punto aislados. Nosotros mismos hemos abierto la puerta de nuestra vida privada, entregando fácilmente múltiples datos que, por sí solos, permiten saber la mayoría de nuestras rutinas o estilos de vida. Por ende, no debería de ser tan extraño que un gobierno trate de analizar a sus ciudadanos por medios digitales, que nuestras conversaciones y nuestras palabras sean leídas sin nuestro consentimiento. Esta practica siempre ha sido utilizada, y hasta un punto, es el trabajo de nuestro gobierno el tener en control el flujo y el uso de información.
Por lo tanto, insisto: ¿es en realidad tan infame que los gobiernos invadan la privacidad de sus ciudadanos? No lo creo, nuestra vida es tan privada como nosotros queramos que sea. Si nos causa temor el imaginar que nuestros datos puedan ser usados en nuestra contra, la solución es tan simple como mantenerlas fuera del mundo digital. No es una verdadera violación si la hemos puesto a disposición del Internet desde un inicio.

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EL GOBIERNO DEL FUTURO

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Nuestra democracia supone que el gobierno es una gran empresa que vende esperanza mediante proyectos políticos a unos ciudadanos que tienen en el voto su moneda de cambio buscando, sin respuesta alguna, un bienestar reflejado en su calidad de vida.

En los últimos años hemos presenciado sucesos históricos en el ámbito empresarial, grandes monstruos han quebrado en su contienda con las pequeñas empresas y otros han tenido que evolucionar para poder subsistir. Netflix registra en su vitrina la caída de un gigante que no supo detectar la necesidad de su consumidor, mismo que pronto se mudaría al mundo digital y culminaría con el cierre definitivo de Blockbuster.

El gobierno concebido como una gran empresa no está lejos de necesitar una profunda evolución en su sistema como parte del cambio social que hemos estado viviendo. Las candidaturas independientes no son una preocupación menor en un sistema que las minimizó, y que tuvo que cobrar factura con gobernadores, alcaldes y diputados independientes que triunfaron en el voto a voto; otros ya perciben esa vía como la plataforma ideal para acceder al poder sin necesidad de pasar los filtros largos y profundos del sistema partidista.

Las redes sociales ya han dado muestra de su poder de influencia y su capacidad absoluta de viralizar propuestas, candidatos, pifias y logros de un sin número de propuestas políticas.

El gobierno del futuro debe contemplar desde ya que los medios de comunicación masivos de siempre quedarán apagados por el mundo digital; las redes sociales ya han dado muestra de su poder de influencia y su capacidad absoluta de viralizar propuestas, candidatos, pifias y logros de un sin número de propuestas políticas.

Considerando que la población que accede a Facebook tiene la capacidad de ocupar un país del tamaño de la República Popular China, el quinto poder se ve obligado a estudiar, invertir y acaparar el mundo digital a fin de no perder su monopolio histórico y su influencia para hacer ganar o perder candidatos a su conveniencia.

Con el gobierno del futuro necesitamos también al ciudadano del futuro que exija-proponga no solo en redes sino en las calles; porque la nueva modalidad digital exhibe tanto a gobernantes como ciudadanos corruptos y mire que de los dos perfiles tenemos para aventar.

Ya no es tan irracional pensar que la mayoría de los ciudadanos puedan recibir información útil, selectiva y clasificada; ya no está tan lejos la aparición de profesionales que tomen la función de jueces de la información entre ciudadanos y gobernantes a fin de que estos trabajen en equipo.

En México nos ha costado años entender que hacer el bien sí es un gran negocio, el gobierno del futuro deberá entender también que buscando lo que sus discursos promulgan cada elección sí es posible generar riqueza para todos.

En México nos ha costado años entender que hacer el bien sí es un gran negocio, el gobierno del futuro deberá entender también que buscando lo que sus discursos promulgan cada elección sí es posible generar riqueza para todos. Y el que no lo entienda que se atenga a desaparecer del mapa.

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El ‘hacking cívico’ como forma de participación ciudadana

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Hace un par de días, se escribió en esta redacción acerca de qué es “gobierno abierto” y “tecnología cívica”. Me pareció una buena forma de acercar a los lectores a este tema. En ánimos de continuar con estos esfuerzos, me gustaría hablar ahora sobre el cómo y el por qué hacer hacking cívico.

Empecemos por lo primero: ¿qué es el hacking cívico? El hacking cívico se refiere al uso de habilidades en tecnología para resolver problemas y retos que afectan a una comunidad en particular (por ejemplo: una ciudad). Cabe aclarar que la palabra ‘hacking’ no tiene nada que ver con las imágenes representadas en los medios sobre criminales vulnerando sistemas; al contrario, en este contexto, el hacker cívico es un ciudadano ordinario que busca encontrar soluciones creativas a problemas complejos.

Ante la falta de estos mecanismos para involucrarnos en las decisiones que se toman en gobierno, el hacker cívico no espera a que el gobierno los proponga ni se queda con los brazos cruzados, sino que se organiza con otros hackers cívicos para que las construyan ellos mismos.

La participación ciudadana se refiere a las formas en las que los ciudadanos interactúan con sus gobiernos para generar cambios en la sociedad. Idealmente, todos los ciudadanos podríamos influir en el proceso de toma de decisiones públicas. En la práctica, los mecanismos para hacerlo suelen ser complejos y a veces hasta prohibitivos en cuestiones de tiempo. Ante la falta de estos mecanismos para involucrarnos en las decisiones que se toman en gobierno, el hacker cívico no espera a que el gobierno los proponga ni se queda con los brazos cruzados, sino que se organiza con otros hackers cívicos para que las construyan ellos mismos.

Este es quizá uno de los valores centrales del hacking cívico: el llamado a tomar acción. Y considero que es una de las razones más importantes por las cuales debemos hacer hacking cívico, ya que el tomar acción nos permite retomar nuestro rol como ciudadanos.

¿Cómo puede un ciudadano empezar a hacer hacking cívico?

Ahora, ¿cómo puede un ciudadano empezar a hacer hacking cívico? Aquí les muestro unas sugerencias:

1. Asiste a una reunión de hacking cívico en tu ciudad. Existen algunos grupos de hacking cívico en el país. En Codeando México tenemos comunidades en la Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey. Si vives en un lugar en donde no haya una comunidad local de hacking cívico, es fácil empezar una en tu ciudad, universidad, empresa, etc. Las reuniones de hacking cívico aparte de ser divertidas, conocerás a personas interesadas en mejorar su ciudad.

2. Busca personas con quien colaborar. Generalmente habrán equipos trabajando en proyectos que les dará mucho gusto que te sumes a ellos. También puedes empezar tu propio equipo e invitar a gente a que se sume. Si eres desarrollador de software, busca a alguien que se especialice en el dominio del problema que quieres resolver, ¡te sorprenderás lo que puede aprender de esa persona! Si no sabes desarrollar código, busca dentro o fuera de la comunidad a uno a quien le guste tu idea.

3. Construye una solución, por más pequeña que sea. Las pequeñas victorias siempre son mejores que los proyectos ambiciosos pero inconclusos. Por ello, es recomendable empezar por proyectos pequeños y poco a poco crear proyectos más grandes. Algunos tipos de soluciones que puedes desarrollar son: visualizaciones de datos, procesos de apertura de datos, mini-sitios informativos… hasta apps móviles y plataformas completas. El límite son tus ganas de generar cambios y tu capacidad de trabajar en equipo.

4. Comparte tu solución. Si las plataformas por excelencia de los clicktivistas son Facebook y Twitter, la del hacker cívico son GitHub y/o BitBucket, que son plataformas para desarrollar código de manera colaborativa y compartirlo (entre otras cosas).

Desde luego, existen más formas en las que puedes empezar a hacer hacking cívico, pero me parece que siguiendo estos cuatro pasos son un gran comienzo.

Hacer hacking cívico significa poner en manos propias los cambios que queremos ver en la sociedad, al menos aquellos que la tecnología puede generar.

Como conclusión, me gustaría rescatar que hacer hacking cívico significa poner en manos propias los cambios que queremos ver en la sociedad, al menos aquellos que la tecnología puede generar. Los invito a todos ser parte de este movimiento, ya sea con Codeando México o en otros esfuerzos.

Si tienes más dudas o comentarios, mi Twitter es @miguelsalazarg.

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