Impuestos, el tabú que paraliza México

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La historia de México ha sido definida por su amplitud geográfica y variada. Hemos sido víctimas de un país con tanto territorio y un centralismo político histórico, sobretodo a partir de la revolución y el nacimiento del PNR. Ese centralismo político creció entretejido a un centralismo económico y ha definido la recaudación y gasto del dinero público por más de cuatro décadas.

La concentración de poder político estableció un sistema fiscal en el que la federación fuera la principal beneficiada. No sólo en una mayor recaudación y recolección de impuestos, sino en una distribución que la presidencia en turno establecería a placer. Fue así como se creó el Pacto Fiscal a través de la Ley de Coordinación Fiscal en 1978. 

La palabra prohibida en México es impuestos. No se habla al respecto, no se pregunta al respecto. Es un suicidio electoral y quien llegue a decir que son necesarios más impuestos es llevado a la hoguera pública. Como tantos tabúes, lo que no se platica y dialoga se queda en la ignorancia y no se soluciona. 

La constitución en el art. 72 fracción XXIX establece algunos impuestos pero no hay claridad recaudatoria en temas de consumo, ingreso y otras actividades económicas de importancia. Esto termina en una concentración fiscal federal donde el IVA, ISR y IEPS son un 80% del total de impuestos en el país. Esta concentración impositiva, el vacío legal constitucional y el centralismo político fueron la tormenta perfecta para secuestrar al sistema fiscal mexicano. El PRI vio la oportunidad y la tomó, pero ese PRI ya no existe y el México de hoy es muy distinto al de hace 4 décadas. Morena tiene mayoría, pero es otorgada por el pueblo y no es eterna. Y es ahora quien tiene la oportunidad de diseñar un sistema fiscal equitativo.

No sólo la historia es nuestro verdugo, también la pésima administración y la falta de rendición de cuentas. México es el país con una de las peores recaudaciones de la OCDE. Recaudamos sólo 16.2% del PIB del país, mientras que el promedio de los países de la OCDE es 34.2%, prácticamente el doble. El control federal es claro ya que recauda 93 centavos de cada peso de impuestos en México. Pero a pesar de ser los principales responsables en IVA como en ISR su recaudación es muy baja, con 6.4% y 7.2% del PIB mientras que en la OCDE el promedio es de 11% y 11.3% respectivamente. La situación empeora cuando la pasamos a la recaudación estatal y municipal donde sólo hay esfuerzos para recaudar menos de 5 centavos y menos de 2 centavos de cada peso de impuestos. Esto termina siendo un 0.7% del PIB por las entidades y 0.3% del PIB por los municipios, mientras que el promedio de la OCDE es 5.5% y 3.8%. Básicamente tenemos uno de los peores sistemas recaudatorios a nivel internacional cuando podríamos estar recaudando más del doble a nivel federal y hasta 8 y 10 veces más a nivel estatal y municipal.

Los culpables son muchos, principalmente una enorme informalidad que produce 22.7% de la economía mexicana y tiene el 57% de los trabajos. A esto hay que sumarle un endeble Estado de Derecho y una aplicación de la ley a cuentagotas y preferencial. Además hay pésima repartición de los recursos, con fórmulas que no promueven una mejor recaudación y castiga a las entidades y municipios que intentan resolver este problema. Es tan clara la mala distribución que el presupuesto de las entidades depende en 80% de la federación. Sumado a los problemas operativos llega el jaque mate con la democracia y la división política, donde el sistema fiscal mexicano es abusado por parte de los políticos y los partidos. Donde se señalan unos a otros eternamente para jalar recurso a su molino y lo que nunca llega es una solución integral. En la lana cada quien protege sus bolsillos y todos terminan perdiendo al mantener el mismo sistema inequitativo. 

Urge claridad impositiva, reformar la Constitución y las leyes a fin de priorizar el desarrollo local mediante sistemas fiscales estatales. Es imprescindible que sean las entidades quienes tengan la preponderancia impositiva dada la necesidad de usar los impuestos de acuerdo al contexto, economía y necesidades locales. Los estados saben dónde hay mayor urgencia de gasto, y la economía premia la inversión local y el desarrollo social. Además hay una reducción burocrática importante que promoverá la eficiencia administrativa. 

Pero todo esto se debe de acompañar con transparencia en cada centavo, un registro total de los recursos públicos. No más opacidad sindical, no más opacidad partidista y congresional. Necesitamos auditorías independientes y contralorías ciudadanas que ataquen el desvío de recursos sin necesidad de la validación de sus ejecutivos. Ya no se puede ser juez y parte. 

Si bien la reforma al Sistema Fiscal no es la única solución, sí asegura que los recursos sean invertidos de una mejor manera de acuerdo a las necesidades locales y no las impuestas por la federación. Y lo mejor de todo esto es que hay mucho espacio para mejorar antes de empezar a cargar más el bolsillo de la ciudadanía.

Para más información del Sistema Fiscal Mexicano escucha el episodio de “Impuestos y su recaudación” de Kristian con K

https://open.spotify.com/episode/5xk1Ne9DVdUiv8VeKcOiqy

Dimes y Diretes: “EPN desconoce al PRI”

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Cada que tiene oportunidad el presidente de todos, Enrique “Henry Monster” Peña Nieto, hace referencia sobre los peligros del “populismo” para México y claro para el sistema neoliberal que tiene nuestro país. No hay otra forma de ver esto más que por el lado de que, el mismo Peña Nieto, esta desconociendo a su partido y junto con ello la historia del mismo.

El presidente del copete de oro parece no conocer la historia del partido del que forma parte desde hace muchos años. El PRI, originalmente conocido como Partido de la Revolución Mexicana y antes de esto como el Partido Nacional Revolucionario, es y fueron partidos populistas.

Uno no debe de olvidar que fue el mismo PRM con Lázaro Cárdenas, el que expropio el petróleo mexicano, una acción 100% populista y socialista. Este mismo partido, el PRM, estuvo formado por diferentes sindicatos mineros, campesinos, profesionales, industriales, artesanos y comerciantes.




Tampoco olvidemos que incluso hoy en día el PRI, tiene una de las maquinarias sindicalistas más importantes a nivel nacional. La CTM, CROC, CNC, Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana, y el Sindicato Mexicano de Electricistas, son gremios creados por el mismo PRI y que claro representan mucho de su voto duro en época electoral.

Peña Nieto sigue insistiendo en hablar de populismo y sus peligros, cuando el partido al que pertenece lleva ejerciendo políticas populistas desde hace 88 años. El PRI no es un partido liberal, es un partido que en su momento fue creado para atender las necesidades del pueblo, después de la Revolución Mexicana. Incluso, me arriesgo a decir, que el PRI tiende a escoger candidatos “populacheros” puesto que está en su naturaleza hacerlo.

Tratar de satanizar el populismo, que ha ejercido por años el PNR, PRM y ahora PRI, para dañar la imagen de Andrés Manuel López Obrador “el Peje, no funciona, no va a funcionar, no va a lograr su objetivo.

¿Qué acaso nuestros personajes políticos creen que la frase “es un peligro para México” sigue funcionando?

¡Ahí Se Leen!




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Oposición en México ¿Dónde?

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Hablar de oposición en México me hizo concientizar del horizonte político que se aproxima en estos dos últimos años presidenciales de EPN, causando en mí curiosidad por saber cuál ha sido el papel de la oposición en la historia política del país y, principalmente, conocer si es esto lo que la sociedad mexicana requiere realmente.

La necesidad de un partido de oposición para evitar recaer en el repetido y fallido sistema partidista en el cual nos encontramos inmersos.

Encontré, algo que me sorprendió bastante, una estrecha relación entre las fechas de fundación de los partidos y algunos procesos electorales, es decir, partidos políticos que vieron su nacimiento coincidentemente en periodos previos a las elecciones presidenciales permitiendo la inmediata postulación de su candidato.

Y más contraproducente aún, los fundadores de dichos partidos provenían de las filas del partido hegemónico que al no ver posible una candidatura a su favor, rompían con el sistema, alegando corrupción, como excusa para su ruptura e inmediata postulación, o a mi parecer, un capricho demagogo que abusa del sistema y de su poder para alcanzar la presidencia, o al menos anhelar a ella.

El juego político que han abordado los partidos políticos para posicionarse en la silla presidencial a lo largo de los años, ha mantenido similitudes en su proceso de fundación e institucionalización, la búsqueda y lucha del poder, una ambición compartida entre los líderes políticos sin importar ideologías.




La historia comienza con la idea progresista del presidente, Plutarco Elías Calles, creando a lo que hoy conocemos como al Partido Revolucionario Institucional (PRI), precedido por dos nombres, en 1929 por el Partido Nacional Revolucionario (PNR) y posteriormente el Partido de la Revolución Mexicana (PRM) en 1938, con el ideal de unificar a todos los estratos sociales y avanzar a una era de institucionalización, sin embargo, fue la excusa perfecta que permitió a Calles perpetuarse en el poder estableciendo una hegemonía institucional en las elecciones próximas.

Tal proceso partidista fue repetido por Manuel Gómez Morín, al fundar el Partido Acción Nacional (PAN) en 1939, a raíz de la inconformidad social en medio de un sistema preponderantemente unipartidista, en el cual no logra la postulación de un candidato sino hasta 1952 pero que con el tiempo se volvería principal opositor electoral.

El poder hegemónico alcanzado por el PRI causó la retirada de muchos de sus integrantes para reagruparse en un nuevo conglomerado político, el Frente Democrático Nacional, preámbulo del Partido de la Revolución Democrática (PRD) creado en 1989, encausándose en las elecciones de 1988, esta unificación de diferentes partidos políticos fue con la intención de hacer frente a la hegemonía unipartidista pero que, irónicamente, fue liderado por ex miembros priistas que habían sido rechazados por el sistema de continuidad presidencial.




La última gran generación partidista fue llevado a cabo por Andrés Manuel López Obrador, cuando en 2012 fractura su relación con el PRD, al ser excluido a las próximas elecciones, para fundar en 2014 el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), proceso repetitivo en la vida política del tabasqueño, cuando realizó lo propio al desertar de las filas del PRI en la década de los 80´s.

En la actualidad pareciese que el multipartidismo de México, no debe su razón de ser a excelsa capacidad democrática de la política mexicana, ni al de un sistema plural y diversificado, sino que es el resultado de la acción realizada por algunos personajes ambiciosos que antepusieron sus interés profesionales y políticos al querer continuar en la contienda y se vieron encasillados por un sistema que les coloco un techo de cristal en su carrera política.

Esta oposición suena más a un juego de niños, donde el que va perdiendo se lleva  su pelota y decide jugar con los niños de otra cuadra, similar ha sido la proliferación de partidos políticos, donde tomar el camino de la oposición es vía más fácil para seguir en la jugada y no finiquitar su carrera hacia la presidencia y, consecuentemente, seguir viviendo del financiamiento público campaña tras campaña.

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El gigante dormido

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De las treinta y dos entidades que integran la república mexicana, nueve no conocen la alternancia democrática. En Campeche, Coahuila, Colima, Durango, Estado de México, Hidalgo, Quintana Roo, Tamaulipas y Veracruz, el PRI ha gobernado a nivel estatal desde que existe como partido.

¿Habrán encontrado los priistas la fórmula mágica para seguir siendo la preferencia electoral de la mayoría en aquellos estados tras casi noventa años ininterrumpidos en el poder?

Es bien sabido —y se observa día con día— que gobernar desgasta el capital político de las facciones partidistas. ¿Habrán encontrado los priistas la fórmula mágica para seguir siendo la preferencia electoral de la mayoría en aquellos estados tras casi noventa años ininterrumpidos en el poder? ¿Existe un avance científico que ha incrustado en el ADN de los mexicanos el fervor revolucionario-caudillista, como un culto al partido tricolor? La respuesta a ambas preguntas es un categórico “no”.

En las democracias avanzadas, los cambios en el control político reflejan el natural y cambiante sentir de la sociedad que gobiernan. La cultura popular ha popularizado la idea de que, en la vida, el cambio es la única constante. Las preocupaciones ciudadanas se desencadenan en mayorías que llevan al gobierno a las fuerzas opositoras, ello ante la frustración causada por una mezcla de irresponsabilidad con el sentimiento de insatisfacción que dejan las limitaciones propias del actuar gubernamental.

Existen dos posibilidades: en esos nueve estados, que no conocen la alternancia, seguimos siendo una democracia de tercer mundo; o hemos encontrado una verdadera utopía en la que existe un fenómeno social sin precedentes, en el que el poder político no desgasta porque se ejerce bien, el sentir ciudadano de la mayoría es estático e inmutable, y las pocas exigencias colectivas cambiantes se desahogan y satisfacen a través de la burocracia.

¿Ha pasado la dictadura perfecta de la imposición a la aceptación? Recuerdo que alguna vez alguien me dijo: “El mexicano promedio toma cerveza, le va al América, ve Televisa y vota por el PRI.”

¿Ha pasado la dictadura perfecta de la imposición a la aceptación? Recuerdo que alguna vez alguien me dijo: “El mexicano promedio toma cerveza, le va al América, ve Televisa y vota por el PRI.”

¿El control de la prensa en Coahuila y Quintana Roo, habrá desincentivado el pensamiento crítico? ¿Estará dormido, en Hidalgo y Durango, el gigante, que es la conciencia ciudadana? ¿En Veracruz y Campeche, el yugo de la pobreza habrá desplazado la preocupación por el desarrollo democrático? ¿Las mafias criminales se habrán apoderado de Tamaulipas, y las sociedades secretas, del Estado de México? ¿Tendrá Colima la oportunidad de reivindicarse este domingo, en las votaciones de la elección extraordinaria a gobernador? ¿La desigualdad económica, se habrá acentuado tanto que ha alineado los intereses políticos de las clases altas y bajas?

Creo que para lograr prosperidad, estabilidad y un desarrollo balanceado y sustentable de todos los sectores de la sociedad, la alternancia entre las facciones políticas es necesaria.

Creo que para lograr prosperidad, estabilidad y un desarrollo balanceado y sustentable de todos los sectores de la sociedad, la alternancia entre las facciones políticas es necesaria. El Estado de Derecho en México tiene un arduo trabajo por terminar. Es necesario continuar pugnando por el fortalecimiento de nuestras instituciones para incentivar la participación ciudadana y el desarrollo social, para lograr una conciencia ciudadana más libre.

El PNR –la primera versión de PRI– se fundó en 1929. ¿Continuará gobernando el grupo político de los sindicatos, el clientelismo y el corporativismo ininterrumpidamente tres sexenios más en aquellos nueve estados? Dicen que no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo aguante…

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