El reposicionamiento del PRD: la izquierda y su agenda

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En la actualidad los partidos políticos se distinguen de otro tipo de organizaciones porque buscan el poder a través de métodos legales y pacíficos con base en el sufragio o voto libre y secreto de la ciudadanía, así las cosas, la formulación de propuestas distintivas, es la plataforma que permite incluir a una ciudadanía plural y plena de diversidades.  En México, los partidos políticos se conciben como entidades de interés público. En ese marco, el Partido de la Revolución Democrática (PRD) es un actor protagónico en la construcción de una agenda abierta en materia de derechos e inclusión de minorías, atendiéndose a que las democracias modernas son, en su representación,  una suma de minorías.

El surgimiento del PRD se debe a la convergencia de distintos partidos y organizaciones que lo forman tras las elecciones presidenciales de 1988 donde se postuló al Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas a partir de un frente amplio de las izquierdas llamado “Frente Democrático Nacional” (FDN). Ese frente logró el trabajo y vinculación, entre otros, del Partido Popular Socialista (PPS), el Partido Mexicano Socialista (PMS), el Partido Socialista de los Trabajadores (PST), el Partido Frente Cardenista de la Revolución Mexicana (PFCRM), el Partido Social Demócrata, y diversas fuerzas progresistas que dieron cobijo y consistencia a un proyecto ideológico con la intención de asumir una representación ciudadana de avanzada, abierta, y necesariamente transformadora, todo en clave democrática.

Es importante comprender y asumir la diversidad al interior del PRD, porque una de sus plataformas fue la incorporación de sectores desprotegidos por partidos de derecha o con una agenda más limitada en lo tocante a incluir políticas progresivas al interior de un gobierno, y en evidencia de las leyes,  Es por ello que, desde que gobierna la CDMX y otras entidades en el país, se promulgó la agenda de inclusión de la diversidad sexual, de reconocimiento de derechos como la decisión de la mujer sobre el aborto, y la adopción por parejas del mismo sexo.

La CDMX fue la primera entidad de la República en aprobar el matrimonio igualitario en el año 2009, aperturando un debate necesario sobre nuevos derechos en una sociedad diversa. Hoy nuevos derechos se han aprobado en la Constitución de la CDMX, destacándose: el derecho a la ciudad, a un medio ambiente sano, la protección de animales, el derecho de movilidad y el reconocimiento a la multietnicidad y pluriculturalidad de sus habitantes.

En la elección del EDOMEX el candidato Juan Zepeda se pronunció abiertamente por los matrimonios igualitarios, el aborto y la adopción por parejas del mismo sexo, y ante recientes iniciativas legales, el PRD retoma desde distintos frentes su vocación de izquierda progresista, con un proyecto incluyente. Se trata de posiciones políticas que antes y ahora causan polémica,  e incluso discursos de rechazo y que en su momento tuvieron costos, sin embargo,  la definición política parte de asumir una posición al reconocer derechos de diferentes grupos sociales.  El avance de estas y otras propuestas al seno de la vida social se expresa en el avance electoral del PRD que pese a múltiples obstáculos obtuvo un mayor número de votos al igual que en otras entidades del país, mostrando que la definción política de izquierda es importante para la ciudadanía.

Lanzar diatribas, epítetos e insultos contra el gobierno en turno no es ser de izquierda, ese tipo de política se basa en la negación y hasta en la destrucción del otro, cuando lo que nos define en México es la diferencia, no se puede apostar a tener razón, sino a construir soluciones comunes a los problemas que enfrentamos. A nadie le sirve una izquierda que a todo dice que no, que se fuga de la historia y que más que una propuesta política se convierta en una cuasi-religión con un iluminado al frente.

Se necesita hacer política para establecer una agenda social, aplicarla y medir sus resultados. Si la izquierda dialogante está de regreso es porque la ciudadanía así lo quiere, el PRD tiene futuro desde definiciones políticas claras; en contraste basta preguntar a los iluminados que opinan de las comunidades de la diversidad sexual, del aborto y del matrimonio entre personas del mismo sexo para saber que no saben qué decir, o que ocultan lo que realmente piensan.

Oposición en México ¿Dónde?

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Hablar de oposición en México me hizo concientizar del horizonte político que se aproxima en estos dos últimos años presidenciales de EPN, causando en mí curiosidad por saber cuál ha sido el papel de la oposición en la historia política del país y, principalmente, conocer si es esto lo que la sociedad mexicana requiere realmente.

La necesidad de un partido de oposición para evitar recaer en el repetido y fallido sistema partidista en el cual nos encontramos inmersos.

Encontré, algo que me sorprendió bastante, una estrecha relación entre las fechas de fundación de los partidos y algunos procesos electorales, es decir, partidos políticos que vieron su nacimiento coincidentemente en periodos previos a las elecciones presidenciales permitiendo la inmediata postulación de su candidato.

Y más contraproducente aún, los fundadores de dichos partidos provenían de las filas del partido hegemónico que al no ver posible una candidatura a su favor, rompían con el sistema, alegando corrupción, como excusa para su ruptura e inmediata postulación, o a mi parecer, un capricho demagogo que abusa del sistema y de su poder para alcanzar la presidencia, o al menos anhelar a ella.

El juego político que han abordado los partidos políticos para posicionarse en la silla presidencial a lo largo de los años, ha mantenido similitudes en su proceso de fundación e institucionalización, la búsqueda y lucha del poder, una ambición compartida entre los líderes políticos sin importar ideologías.




La historia comienza con la idea progresista del presidente, Plutarco Elías Calles, creando a lo que hoy conocemos como al Partido Revolucionario Institucional (PRI), precedido por dos nombres, en 1929 por el Partido Nacional Revolucionario (PNR) y posteriormente el Partido de la Revolución Mexicana (PRM) en 1938, con el ideal de unificar a todos los estratos sociales y avanzar a una era de institucionalización, sin embargo, fue la excusa perfecta que permitió a Calles perpetuarse en el poder estableciendo una hegemonía institucional en las elecciones próximas.

Tal proceso partidista fue repetido por Manuel Gómez Morín, al fundar el Partido Acción Nacional (PAN) en 1939, a raíz de la inconformidad social en medio de un sistema preponderantemente unipartidista, en el cual no logra la postulación de un candidato sino hasta 1952 pero que con el tiempo se volvería principal opositor electoral.

El poder hegemónico alcanzado por el PRI causó la retirada de muchos de sus integrantes para reagruparse en un nuevo conglomerado político, el Frente Democrático Nacional, preámbulo del Partido de la Revolución Democrática (PRD) creado en 1989, encausándose en las elecciones de 1988, esta unificación de diferentes partidos políticos fue con la intención de hacer frente a la hegemonía unipartidista pero que, irónicamente, fue liderado por ex miembros priistas que habían sido rechazados por el sistema de continuidad presidencial.




La última gran generación partidista fue llevado a cabo por Andrés Manuel López Obrador, cuando en 2012 fractura su relación con el PRD, al ser excluido a las próximas elecciones, para fundar en 2014 el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), proceso repetitivo en la vida política del tabasqueño, cuando realizó lo propio al desertar de las filas del PRI en la década de los 80´s.

En la actualidad pareciese que el multipartidismo de México, no debe su razón de ser a excelsa capacidad democrática de la política mexicana, ni al de un sistema plural y diversificado, sino que es el resultado de la acción realizada por algunos personajes ambiciosos que antepusieron sus interés profesionales y políticos al querer continuar en la contienda y se vieron encasillados por un sistema que les coloco un techo de cristal en su carrera política.

Esta oposición suena más a un juego de niños, donde el que va perdiendo se lleva  su pelota y decide jugar con los niños de otra cuadra, similar ha sido la proliferación de partidos políticos, donde tomar el camino de la oposición es vía más fácil para seguir en la jugada y no finiquitar su carrera hacia la presidencia y, consecuentemente, seguir viviendo del financiamiento público campaña tras campaña.

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