París

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En estos días se conmemora un año de la tragedia de los atentados en la ciudad de París que acabaron con la vida de 130 personas.

 




Este hecho que marcó de por vida a la nación francesa nos recuerda como la intolerancia religiosa y social detona en terribles consecuencias para propios y extraños. De más, está en señalar al Estado Islámico como responsable de esto, sin embargo, es preciso castigar a los responsables.

Algunas voces en redes y diversos medios apuntaban de manera superficial que los atentados fueron más publicitados porque ocurrieron en Paris y no en Uganda. Ese tipo de comentarios no suma ni nos lleva a ninguna reflexión positiva.

Es lógico que el peso mundial y mediático que tiene Francia es mil veces más grande que el de cualquier país africano, pero una vida es una vida aquí y allá.

La reflexión a la que hoy instó a quienes leen estas líneas es a que la intolerancia nunca nos va a llevar a ningún lado.Los franceses pueden contarnos mil y una historias de crímenes de odio, los estadounidenses también.

 




Hoy que entra un nuevo presidente a Estados Unidos, recibiendo un país dividido, golpeado, criticado y sin una reconciliación aparente, el discurso del odio y el resentimiento surge como un peligro latente.

Lo que les pasó a los franceses debe ser una señal de peligro para un Estados Unidos donde grupos de choque pueden enfrentarse.

Está en nosotros, en nuestra sociedad mexicana y en lo que le enseñamos a nuestra gente el evitar que el odio se convierta en parte de nuestras vidas.

La discriminación en cualquier forma es inadmisible y es un riesgo para la vida sana en sociedad.
Nunca hay que olvidar lo que pasó en Francia y nunca dejemos de poner el dedo en el renglón de que el respeto y la paz valen y valen mucho.
Lo dicho, dicho está.

P.D Un abrazo a Luis González de Alba que no pudo ver esto, pero que tanto abogó, Gonzalo Rivas Medalla Belisario Domínguez. Abrazo cósmico en donde estés.

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”

Votó el Enojo

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Una vez más fuimos testigos de que las urnas fueron visitadas por votantes disgustados con la clase política tradicional y deseosos de ver un cambio radical en el status quo del gobierno. Sucedió con El Bronco, el Brexit y ahora con Donald Trump por nombrar sólo tres ejemplos. En lo personal creo que dos grandes temas se desprenden de estos hechos.

El primero es que la democracia quizá no funciona, siendo un sistema fallido que permite que gente sin conocimientos y movilizados por el sentimiento y no por la razón lleven al poder hasta al más incompetente.

 




Segundo, que la gente en todo el mundo está harta de sus gobernantes, que en algunos casos representan la corrupción del poder y el dinero y el abuso de funciones, en todos los niveles y en diferentes alcances.

Atribuyamos la culpa a los millenials, a los rebeldes, a los insurrectos. No importa, los ciudadanos están exigiendo un cambio a los gobernantes y su manera de gobernar. Tal vez es que el sistema de gobernanza debe renovarse y escuchar más de cerca las necesidades de un electorado cada vez más involucrado en las decisiones del sector público y sobre todo cada vez más críticos, con conocimiento o desde la ignorancia, de los resultados de dichas decisiones.

Sin importar si es Nuevo León, la Unión Europea o el país más poderoso del mundo, los gobernados mandan un mensaje que diverge del tradicionalismo y el conservadurismo, al cual sería necio no hacer caso. Como en los negocios, no importa qué tan bueno es el producto sino qué tanto lo compra la gente, de esta forma, más allá de estar de acuerdo con los votantes o de darles la razón, la clase política debe hacer caso a lo que la gente demanda.

También es prudente resaltar que comúnmente el ciudadano pide a sus gobernantes la probidad y virtud que él mismo no tiene. Como ciudadanos exigimos que los funcionarios públicos sean cuasi perfectos cuando nosotros mismos somos partícipes de la corrupción al dar mordida a un policía; del abuso cuando construimos una casa sin uso de suelo; de evasión cuando hacemos lo imposible por no pagar nuestros impuestos; y un sin número de casos más donde somos muy buenos para exigir pero malos para cumplir con nuestras obligaciones.

Toda proporción guardada y bajo el contexto adecuado, pero todos somos partes de la decadencia o avance de nuestro entorno.

Lo he mencionado antes y lo reafirmo ahora, la clase política debe reinventarse, los servidores públicos debemos prestar mayor atención a la coyuntura actual y transformar la forma de ejercer el gobierno de un municipio, de un estado y sobre todo de un país.

El futuro del orden mundial dependerá de la capacidad de entrelazamiento de gobierno, sector privado y ciudadanos; de la cercanía de las necesidades de la gente y de las posibilidades de los gobiernos; y de la participación del empresario en la infraestructura pública.

 




Todo esto tomando como premisa que el crecimiento y desarrollo económicos son la directriz del estado de derecho y la principal variable del bienestar social. Sin embargo, tal vez lo anterior puede ser logrado con un sistema electoral distinto a la democracia. Como ejemplo, a pesar de que muchos resultarán ofendidos, el crecimiento económico de México en la época de Porfirio Díaz fue inaudita.

La modernización social y de infraestructura lograda en su mandato hizo que nuestro país se transformará de una nación rural a una con ciudades industriales con servicios públicos y trabajo para todos.

La democracia permite que un gobernante llegue al poder con tan sólo 30% de los votos del electorado, tal y como sucedió en 2012 con el triunfo de Enrique Peña Nieto, cuya aprobación es cada vez menor. Si bien en 2015 las elecciones de Nuevo León dieron el triunfo a Jaime Rodríguez con 50% de los votos, a un año de su paralizada gobernanza la gente se empieza a dar cuenta, afortunadamente, de la inmensa incompetencia de su administración.

Ahora con Donald Trump como Presidente, no sólo Estados Unidos, sino el mundo entero está a la espera de sus acciones y de los efectos que su victoria traerá. El futuro inmediato de la economía y política mundiales depende, para bien y para mal, de lo que suceda en el país americano. ¿Le damos al President Trump el beneficio de la duda?

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Trump ganó, ¿ahora qué sigue?

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Ganó. Aquel excéntrico, misógino, egomaníaco, xenófobo e impredecible hombre de negocios que al inicio concebíamos como la más imposible opción para ocupar la candidatura republicana a la presidencia, es hoy el ejecutivo de los Estados Unidos.

Subestimado por sus contrincantes precandidatos del partido político con el símbolo del elefante, favorecido por los sentimientos racistas que sobreviven en nuestros días e igualmente tomando ventaja del descontento de diversos jóvenes que veían a Bernie Sanders como su candidato ideal, Trump explotó (consciente o inconscientemente) estos factores.

Con esta victoria, no solo se ve cercano un retroceso en lo referente a la lucha social por la igualdad de las minorías étnicas que integran EUA, sino también un posible desmantelamiento de la seguridad social lograda por el presidente anterior.

Ahora bien, pasando a uno de los temas más preocupantes, cabe preguntarse ¿qué será de México, ahora que el hombre que prácticamente nos culpaba de todos los males y que juraba construir un muro pagado por la nación mexicana, es ahora “el hombre más poderoso”?

 




Pues bien, considero que dadas las circunstancias, nuestra zona de confort se ha terminado, y por lo mismo, tenemos dos opciones: o nos emancipamos (de una vez por todas) de los Estados Unidos y comenzamos a ver nuevos horizontes junto a otros países (como nuestra gente de Latinoamérica), o bien, doblamos rodilla y dejamos que el cuasi fascista que ya habita en la Casa Blanca, imponga sus lineamientos respecto a la inmigración y al TLCAN , y nos deje en un mayor desahucio del que hoy se encuentra gran parte del país.

No hay duda del paso que significa optar por la primera opción, la cual desde mi punto de vista, representa un coraje similar al que tuvieron las personas que lucharon la revolución; representa esa actitud temeraria que todos los mexicanos guardamos en nuestro interior, que si bien, la hemos olvidado en algunas ocasiones, esta siempre prevalecerá para hacernos plantar cara a las situaciones más adversas.

 




Sé que, por otra parte, los negocios y el comercio son parte fundamental para el desarrollo económico del país, sin embargo ¿quién dijo que EUA es la única nación con la cual se puede comerciar? Hay que abrir los ojos: hay muchísimos más países con los cuales se pueden entablar relaciones comerciales, solo es cuestión de tener la iniciativa suficiente, tanto del gobierno como de la sociedad, para comenzar con dicho cambio. Ya no nos puede ser posible continuar en la posición que estuvimos durante tantos años, pues de continuar en ella y con el ahora electo presidente, terminaríamos por perder la soberanía de manera total.

Finalmente, pienso que donde impere la iniciativa, el coraje, el razonamiento y el amor hacia la nación, no debería de haber una probabilidad grande de caer, a diferencia de quedarnos en el posicionamiento, que nos da por sentada, la caída del país.

Por lo tanto, no veamos este escenario como una derrota, sino como la más grande oportunidad que hemos tenido: la de emanciparnos, y reclamar de una vez por todas nuestra herencia como pueblo latinoamericano que somos, junto a nuestros demás países vecinos que integran una de las regiones con mayor riqueza del mundo.

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Hillary no perdió por mujer

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El pasado 8 de noviembre se llevaron a cabo las elecciones presidenciales en los Estados Unidos. Contra todo pronóstico, Donald Trump consiguió la victoria al asegurar los 270 votos electorales.

Pero muchos todavía no entendemos qué fue lo que pasó. Cómo es que Hillary Clinton —claramente superior en elocuencia y propuestas durante la contienda— fue opacada por un hombre que ofendió a diestra y siniestra para llegar a la cima.

Clinton contaba con un apoyo sin precedentes por parte de los medios de comunicación; publicaciones como The New York Times y The Washington Post se declararon abiertamente a su favor, así como un sinnúmero de celebridades. Aún más relevante fue el contar con el respaldo de su ex adversario, Bernie Sanders, y de varios políticos republicanos que le dieron la espalda a Trump. Con todo esto de su lado, volvemos a la misma pregunta: ¿qué ¡”#$% pasó?

 




Uno de los argumentos es que Estados Unidos no está listo para tener a una mujer como presidenta (aunque recordemos que Hillary sí ganó el voto popular). Siguiendo esta lógica, al haber una elección entre un hombre y una mujer, el electorado se inclinará por el hombre, aunque la mujer tenga años de experiencia, y el hombre sea un novato, demagogo, misógino y racista. Este argumento resuena con muchas mujeres que, independientemente de sus profesiones, han visto ascender a puestos más altos a hombres con menos preparación.

Aunque seguramente el que Hillary sea mujer fue un factor determinante para muchos de los votantes, no podemos ignorar otro elemento importantísimo que entró en juego: el ser un político de siempre.

 




Gran parte del descontento tuvo que ver con la forma en que se financiaron las campañas. Hillary fue criticada por recibir dinero de las grandes corporaciones y bancos —una práctica bastante común, pero que pone en riesgo la imparcialidad de futuras decisiones—, mientras que Sanders demostró que esto era innecesario, llegando hasta donde lo hizo a través de donaciones ciudadanas. Independientemente de sus ideas, Trump financió su propia campaña presidencial.

Sanders lo expresó de manera muy asertiva en una de sus publicaciones de Facebook, diciendo que Trump aprovechó la ira de una clase media fastidiada por la economía, la política y los medios del sistema. Ese hartazgo generalizado fue muy claro cuando los partidarios de Sanders se rehusaron a apoyar la campaña de Clinton, y optaron por abstenerse o apoyar a Gary Johnson o Jill Stein.

Lo que pasó fue una verdadera tragedia: ganó la estridencia, el espectáculo, el insulto, la víscera… Pero el error no es de quienes se abstuvieron, o votaron por un tercer partido: el error es del partido demócrata —no por haberle apostado a una mujer como candidata— sino por haberle apostado a una política de siempre. El fraccionamiento del voto ha dejado muy claro que sus métodos deben cambiar. Por ahora queda trabajar para salvaguardar los avances de los últimos 8 años, y pensar mejor su estrategia hacia el 2020.

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TIEMPOS DE REFLEXIÓN SOBRE LA DEMOCRACIA

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La salida de la Unión Europea por parte del Reino Unido vía referéndum popular, el rechazo del acuerdo de paz con las FARC propuesto al pueblo colombiano mediante plebiscito, y ahora la elección popular del candidato por el Partido Republicano, Donald J. Trump, como Presidente de los Estados Unidos de América. ¿Difícil año para la democracia en el mundo?

Este tipo de decisiones, que no han sido ni populares ni bien recibidas por los sectores intelectuales de las poblaciones respectivas de sus países (y diría yo, no solo en sus países, sino en el resto del mundo), han traído severos cuestionamientos a esta forma de gobierno, cuyos orígenes se remontan a la antigua Atenas.

Pareciera ser que después de más 2,500 años de historia y progreso, aún no ha terminado de comprenderse la naturaleza y características inherentes al sistema político más utilizado del mundo.

Es por todos conocido que la democracia parte de una premisa fundamental: La igualdad, misma que en los últimos 100 años ha alcanzado tal importancia que además de ser un concepto ineludible al hablar de cualquier tipo de justicia, incluso se ha reconocido como un derecho humano, inherente a la propia dignidad de las personas.

 




Errónea resultaría la apreciación de esta sola parte del rompecabezas, pues existe otra característica, mucho menos popular y muchas veces difícil de digerir (como en estos casos), que le es inherente al sistema griego: La solidaridad.

La democracia obliga a quienes no fueron mayoría al momento de manifestar su voluntad en una decisión (por ejemplo, una elección popular) a someterse y sujetarse a lo decidido por quienes conformaron la mayoría, sin importar si la decisión cumple con los estándares mínimos aceptables de racionalidad, moralidad e inteligencia.

 




Podrán pensar muchos en que lo anterior le da la razón a los críticos de esta forma de gobierno, pero se equivocan. La solidaridad democrática, antes de constituir una falla, representa una fortaleza porque nos obliga a todos los integrantes de una sociedad a crecer juntos en conciencia, sensibilidad y educación. Impide que un sector de la población más consciente que el resto se aisle del resto de la sociedad y avance por sí solo, pues lo obliga a compartir su progreso intelectual.

Los líderes políticos del Reino Unido, el Presidente de Colombia y el Presidente de Estados Unidos, todos le fallaron a su sociedad. Les faltó trabajar en la educación de la gente, les faltó trabajar en su sensibilización, y les faltó mucha inteligencia a ellos mismos por no anticipar estos resultados.

La democracia sigue siendo la mejor forma de gobierno en el mundo, y el día de ayer, por tercera vez este año, nos mandó un fuerte mensaje a todos. ¿Ya iremos a responder, o hasta cuándo?

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Y a todo esto, ¿cuál es nuestra responsabilidad?

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Ya se han dicho muchas cosas en contra del nuevo Presidente electo de los Estados Unidos de América, nuestro némesis, nuestro enemigo público y no sé qué otra sarta de insultos, apodos e imágenes se le han adjudicado.

El tema que no se ha tocado es nuestra responsabilidad ante el fallo que dio la ciudadanía estadounidense legitimando a Donald Trump como su presidente, es cierto que el señor recitaba un discurso de odio y racismo cada vez que podía, pero hoy más que nunca es nuestro momento, nuestro momento de repuntar nuestra economía, de buscar el hacer las cosas de calidad, el momento de conocer a México desde dentro, sabernos capaces y hacer una diferencia.

Confiemos en nosotros, dejemos nuestra baja autoestima como país a un lado y hagamos las cosas como las sabemos hacer, con amor, pasión, coraje y resistencia, nos caracterizamos por ser un país que no se echa para atrás, enfrentamos los problemas y salimos de ellos como podemos, las crisis económicas por las que hemos pasado hablan por nosotros.

Somos orgullosos mexicanos y eso no lo hemos entendido del todo bien, somos un país libre y soberano, es verdad que nuestra economía depende mucho de EUA, pero a decir verdad tampoco somos una colonia de este país, pienso que lo ocurrido este 8 de noviembre, es el perfecto catalizador para impulsar nuestras finanzas a lugares donde jamás ha llegado, dejar los pensamientos derrotistas a un lado, y volver a empezar, volver a creer en nosotros, volver a tener ese orgullo que tanto nos representa.

 




No culpemos a los habitantes de EUA, de nuestra situación, en eso de repartir culpas ya somos expertos, hagamos lo que nos toca, tomemos nuestra responsabilidad, no la esquivemos, no la pasemos por alto, hay muchos estadounidenses que creyeron que Donald era lo mejor para su país y es imperativo respetar su decisión, esto no quiere decir que yo esté de acuerdo con ellos, pero practicar la tolerancia es un arte y pues al final del día el respeto genera paz.

Es necesario dejar de ser creadores compulsivos de memes, de bromas contra nosotros mismos y mejor utilicemos esa creatividad en pro de México, en pro de descubrir nuevas cosas, de tener un mejor sistema de educación, de repeler la contaminación etcétera, estamos ahogados en cientos de problemas, para estar siempre al pendiente de otros lugares geográficos.

Ningún muro nos va a separar de eso estoy seguro, no caigamos en drama innecesario, nosotros mismos muchas veces nos vemos reflejados en este discurso de odio dirigido a nuestros hermanos del sur, vamos a hacer lo imposible para cambiar como nación, en este momento de la vida, esta nueva historia nos ha obsequiado está oportunidad inmejorable, salgamos a ganar esta batalla, pongamos nuestro total esfuerzo como cuando vemos a la selección mexicana en un mundial, hay demasiados compatriotas talentosos esperando ser descubiertos y tengamos un poco de fe en ellos para comerse el mundo, no descansemos hasta poder encontrar esa inspiración necesaria para salir a trascender como mexicanos en este mundo.

 




Espero y confío que este 2018 estemos tan al pendiente, informados, involucrados y opinando de nuestra elección presidencial, como lo hicimos con la de EUA, seamos congruentes y preocupémonos siempre por mejorar este hermoso país que me llena de orgullo, nuestro México lindo y querido.

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¿No, qué no, Bronco?

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Tras la lamentable victoria de Donald J. Trump en las elecciones de los Estados Unidos, el oportunismo político de varios de los posibles presidenciables en el 2018, no se hizo esperar.

Andrés Manuel López Obrador y Margarita Zavala, de MORENA y el PAN, respectivamente hicieron videos y declaraciones, donde hablan de la fortaleza, independencia y soberanía de México. Mientras tanto, Jaime Rodríguez Calderón, gobernador de Nuevo León, no pudo esperar para demostrar sus verdaderas intenciones hacia el 2018.

 




Yo estuve presente en el “Show de las Verdades”, cuando Jaime dijo que, aunque los rumores decían otra cosa, él se quedaría todo el sexenio en Nuevo León. Que tiene la misión de mejorar las cosas en el estado, y claro meter a los corruptos de la administración pasada.

La realidad es otra, y una vez más “El Bronco” les miente a los ciudadanos nuevoleoneses, y su tweet de ayer no pudo dejar más en claro cuáles son sus intenciones, Jaime va para el 2018 y ayer fue un momento de “oportunísimo político”.

Desde hace unos meses varias fuentes me han revelado que las intenciones de Jaime son claras, meta o no meta a Rodrigo Medina a la cárcel, mejoren o no mejoren las condiciones del estado, el gobernador se va a ir por la Presidencia en el 2018. En otras palabras, “el Bronco” se volverá en otro chapulín político. Su ambición por el poder y sus humos de grandeza, son más importantes que los problemas del Estado.

Estas mismas fuentes me han dicho también que grupos de “ciudadanos” a favor del gobernador de Nuevo León, han buscado precios de espacios de publicidad en el vecino estado de Tamaulipas. Específicamente buscan publicitar la campaña al 2018 de Jaime en las ciudades de Nuevo Laredo, Matamoros, Ciudad Victoria y Tampico. Claro, la publicidad sería maquillada, puesto que no sería directamente su equipo de campaña el que pagaría por los anuncios, sino estos grupos a favor de su apuesta a la Presidencia, que son supuestamente independientes al mandatario.

También se ha hablado mucho, que detrás de la candidatura de Jaime está el empresario Fernando Maíz. En los pasillos políticos se habla de que Maíz ha reunido en varias ocasiones al gabinete de “El Bronco”, en su casa.

Y ha hecho la pregunta puntual de “¿quién está con Jaime en el 2018?”, específicamente al empresario y actual Secretario de Desarrollo Económico y Trabajo, Fernando Turner, pues recordemos que en el 2012 apoyo a AMLO en su apuesta a la Presidencia.

 




Ayer en la mañana al ver el tweet del gobernador, creí que se trataba de una broma de Broncowave o que tal vez habían hackeado la cuenta de Twitter del gobernador, pero no es así, al contrario, por fin pude comprobar lo que se viene rumorando desde el inició de esta administración, Jaime Rodríguez Calderón, esta inflado y piensa que puede ganar la Presidencia en el 2018.

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Los Siete Pecados Capitales: Hillary Rodham Clinton

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Me encantaría afirmar que la especie humana sobrevivió. Pero tal vez estemos al borde del abismo. En realidad, no lo sabemos. Hillary Rodham Clinton no ha alcanzado la cifra mágica de 270 votos electorales necesarios para ganar. Este es el final de una de las más largas, virulentas, mezquinas, y desagradables campañas electorales en la historia contemporánea de ese país. Para el observador extranjero, el resultado es confuso e incomprensible. Para iniciar con los análisis, propongo por el momento identificar los siete pecados capitales de Clinton durante la campaña electoral.

1.Una tecnócrata mentirosa. Clinton es una persona lejana, fría, que no es percibida como alguien natural, afable. Las caricaturas la retratan con una sonrisa de Guasón, incapaz de apartarse de su script y de improvisar. Además, se le reclama que solo dice lo que la audiencia quiere oír. Resulta ahora, por ejemplo, que Clinton no estaba a favor del libre comercio, cuando todos saben que, durante años, los Clinton favorecieron la apertura económica. Hubiera sido mejor explicar cómo el libre comercio “ayuda” a mejorar la calidad y cantidad de los trabajos, y definir las políticas correctivas a aplicar para anular los efectos negativos del liberalismo económico. A inicios de octubre, 54% de los electores tenían una mala imagen de ella, apenas cuatro puntos por debajo del 58% que rechazaba a Trump. Observadores internacionales vimos en esta elección un voto entre el bien y el mal, entre el sol y la luna, entre el infierno y el paraíso. Nos equivocamos. A juzgar por los resultados electorales, muchos de los votantes vieron una elección entre un cuarto creciente y un cuarto menguante. Y aquí, un análisis de la cobertura mediática es fundamental, pues en general Clinton siempre había disfrutado de márgenes de simpatía más altos.

2.“Crooked” Hillary. Durante su tiempo como Secretaria de Estado, Clinton utilizó un servidor privado de email para comunicaciones oficiales, lo que impidió a la administración estadounidense cumplir con el imperativo legal de constituir un archivo oficial integral. En otras circunstancias, este habría un inexcusable y penoso caso de negligencia, pues esta práctica, sin duda poco transparente, no es inhabitual en Washington. Recordemos que de 2003 a 2008, la Administración Bush usó un servidor privado, administrado por el Comité Nacional Republicano. Cuando se le pidió devolver los emails, Clinton solicitó a sus abogados revisar cada uno de ellos y entregar solo los ligados al Departamento de Estado. Los otros fueron borrados. Tampoco hay aquí una actitud inédita: la administración Bush “habría perdido” 22 millones de emails, sobre todo de la oficina del vicepresidente Cheney, que cubriría temas tan sensibles como la decisión de invadir Irak. Pero, con la imagen de deshonestidad de Clinton, y en plena campaña electoral, estas acciones dieron la impresión de una voluntad de ocultar, y ampliaron dudas que nunca podrían ser aclaradas, precisamente porque la más interesada, Hillary, ordenó borrar las pruebas. ¿Será que tenía ella más que perder que ganar siendo transparente? ¿Por qué, ante el reciente anuncio del FBI de reabrir el caso, no hizo una conferencia de prensa para abordar el tema? ¿Por qué no entregó la computadora original al FBI para determinar si había sido pirateada?

3.La cuestión económica. Las estadísticas muestran crecimiento económico y descenso del desempleo, pero el estadounidense promedio no siente esas mejoras. Además, los empleos existentes son de menor calidad. Indicar que el declive del sector industrial estadounidense es culpa de China y de los Tratados de Libre Comercio es simplista y muestra el populismo de Trump, pero es eficaz en términos electorales. El ser humano es de memoria corta. Al estadounidense se le olvidó que la última administración republicana dejó el país con la peor crisis desde la Gran Depresión de los años 1930. Y aunque las estadísticas muestran que bajo las riendas demócratas la economía se comporta mejor, el electorado estadounidense percibe que los republicanos ofrecen un mejor manejo a este nivel. El carisma de Trump en lo económico es notorio: su imagen de empresario exitoso (aunque su historial muestre lo contrario), y su promesa de liderazgo fuerte para implementar decisiones “simples”, redituó. Clinton habría tal vez podido hacer un mejor trabajo para recordar el largo pero exitoso camino de la recuperación económica durante la Administración Obama.

4.Una campaña negativa. Dos elementos de análisis son importantes aquí. Primero, mientras que Obama fue el candidato del cambio esperanzador, Clinton se dedicó a caricaturizar a Trump como alguien sin el temperamento, la experiencia, y la capacidad de liderazgo. Claro, la campaña de Trump, centrada en la identidad (prohibición de entrada de musulmanes, construcción de un muro con México) no dejó margen de maniobra. El mensaje de Trump fue eficaz con votantes. Además, la postura multicultural de Hillary evidenció lo que muchos ven como una “débil” política exterior y migratoria de Obama. El esfuerzo demócrata tuvo entonces que dirigirse a atacar no el mensaje, sino el mensajero. Segundo, la elección de Obama, en un país tan injusto con los afro-descendientes, revigoró el movimiento “nativista”, basado en ese Tea Party que tanto detesta a Obama (71% de sus miembros creen que está destruyendo el país). Hasta hace poco, el estadounidense se definía no en términos religiosos, étnicos, o de lenguaje, sino de libertad. Esto cambió. Trump, que ganó puntos ante este segmento de la población cuando solicitó a Obama probar su nacionalidad, alimentó una teoría de la conspiración que incluye a las grandes corporaciones, los medios de comunicación, los Obama, y por supuesto, los Clinton. Solo 61% de los votantes de Trump cree que Obama nació en EE.UU., y 54% cree que es musulmán (es cristiano, aunque eso no debería importar). David Duke (Ku Klux Klan) ha afirmado que no votar por Trump era una traición a la patria. Tal vez es injusto achacarle a Clinton culpa en esta campaña negativa, pero sin duda, su fracaso electoral es un voto de censura a Obama (que paradójicamente obtiene buenos niveles de aprobación al final de su administración).

5.Una candidata del Establishment. Clinton fue de izquierda para seducir a los votantes de Sanders, de centro cuando habló de economía, y de derecha para atraer a Wall Street. Se sabe desde los años 1990 que los Clinton representan el ala derecha de su partido, lo cual ya de por sí no agrada a los más progresistas. Pero el inesperado endoso a Hillary de medios de comunicación de derecha como The Dallas Morining News y The Arizona Republic, así como de una interminable lista de líderes republicanos, la convirtieron en la candidata del “establecimiento”, lo cual ayudó a Trump a presentase, precisamente, como el outsider que lucha contra esa clase política inoperante y corrupta. A la postre, esto le dio la victoria a Trump, pues le permitió encarnarse como el líder de la revuelta contra los políticos tradicionales. Presentarse como la candidata de experiencia, como la luchadora incansable, alguien respetado por la clase política, habría sido eficaz, si no fuera porque el votante está harto. Clinton era el pararrayos natural de esta frustración – desde que fue Senadora se transformó en insider (de hecho, Obama usó esa carta en la precampaña de 2008), pero en esta ocasión injustificadamente se convirtió en el chivo expiatorio del político que hizo explotar la deuda, que bloqueó el congreso, que hizo polémica estéril, y que ha convertido a Washington en una burbuja desconectada. Trump ganó contra los demócratas, los medios de comunicación (que esquizofrénicamente apoyaron a Clinton, pero que la acosaron con los emails), e incluso contra los republicanos.

6.Ser Mujer. La sociedad valora poco a las mujeres duras y emprendedoras. Se ha subrayado el doble estándar por el que se juzga a Clinton, más severo que el aplicable a los varones. El hombre que muestra su natural ambición es auténtico. Una mujer ambiciosa es extraña, y si lo muestra, puede dar la sensación que no es sincera. Hillary rechazó durante años usar maquillaje, y tampoco adoptó el apellido de su marido. Se indica que este “feminismo exacerbado” le costó en 1980 a Bill Clinton su reelección como Gobernador de Arkansas. Y algunos sitúan en este periodo el origen de la estrategia de Hillary para sobresalir en política: cada vez que es señalada, cambia el atuendo y su maquillaje para ofrecer al electorado una nueva versión de “Hillary”, menos amenazante, y la cual diga lo menos posible sobre su verdadera persona. Tal vez es cierto que Hillary tenía mucho que esconder, por ejemplo, la seguridad y capacidad de liderazgo de una mujer que lleva décadas incomodando a más de uno. De marzo de 2015 a septiembre de 2016 circularon en los EE.UU. 560,397 artículos sobre los emails de Clinton; no se investigó los de Bush. Clinton no habría sido la primera presidenta con problemas de salud – John F. Kennedy es conocido por sus múltiples condiciones – pero una neumonía mal cuidada alimentó los medios de comunicación durante días. Yo estaría harto que me pregunten sobre el color de los que zapatos voy a usar en mi debate, el estilo de mis pantalones, o sobre la última vez que cambié mi peinado.

7.Ser Hillary Clinton. Los Clinton irrumpieron en 1992 el paisaje político con un mensaje fresco, poniendo un fin abrupto a la sacrosanta revolución neoconservadora de Ronald Reagan, y rompiendo el mito de la invencibilidad republicana. En ese entonces, Hillary ya era “Hillary”, es decir, era claro que la primera dama no permanecería en casa horneando galletas y organizando recepciones. Es en esta época en donde sus protectores comenzaron a sobreprotegerla y sus enemigos a sobre-atacarla. Clinton puede parecer hoy una política conservadora, pero en su juventud fue revolucionaria. El absolutismo ideológico republicano, el odio a los Clinton, y la inseguridad masculina, son elementos de análisis importantes. El machismo y la misoginia no deben ser subestimados en esta elección. Los republicanos nunca perdonaron a los Clinton por esa usurpación del poder en 1992, como lo demuestran los casi obsesivos intentos de destitución de 1998 (escándalo de Lewinsky) y la forma como Al Gore, heredero del clintonismo, perdió en 2000. A decir verdad, no tenía por qué ser diferente en esta ocasión.

Es triste constatar cómo el votante estadounidense, ante su hartazgo, toleró el racismo, la irresponsabilidad y ligereza, y una incoherente política económica reaccionaria. Ni siquiera el carácter impredecible de Trump fue importante. Pero hay una constante que debe ser subrayada aquí: así como Obama ganó su primera elección criticando a Washington y ofreciendo la renovación política, hoy es claro que el hartazgo ciudadano con los políticos tradicionales ha llegado a tal punto, que cualquiera, incluyendo Trump, puede ser electo. Como cualquier país, se demuestra que los EE.UU. son vulnerables a los populismos insensatos. Hoy queda claro que no se trata de un país excepcional.

Fernando A. Chinchilla
Ciudad de México, noviembre de 2016

Washington y la hipocresía

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Ayer, aconteció la elección más importante del mundo. El resultado todos ya lo conocemos y más allá de quien ganó, lo importante es ver la enorme hipocresía de la sociedad mexicana y su clase política.

La hipocresía radica en la manera en que se ha abordado el tema. La clase política y la prensa encontraron en Donald Trump al enemigo perfecto. Clinton de ser cuestionada por todos lados, pasó a ser una heroína y pro-mexicana que hasta Vicente Fernandez salió a apoyarla en una acción sin precedentes.

Recuerdo ver al hombre gris de Moreno Valle hablando de lo orgulloso que él está de los migrantes poblanos que en Nueva Jersey constituyen un grupo importante. Es triste ver como se asume el tema porque el problema migratorio es algo que no se puede ver de una manera defensiva y reaccionaria.

En otras palabras, el tema migratorio es un problema tan nuestro que no hemos podido resolver. Culpar a Trump y ponerlo como villano es una salida fácil cuando nuestros políticos y gobiernos tienen décadas favoreciendo la improductividad y no haciendo nada por esos mexicanos que se van.

 




La sociedad civil justifica y aplaude a los mojados como héroes, cuando son víctimas de un país fallido. Cuando veo a Moreno Valle aplaudirle a los poblanos que se fueron me da a entender que no va a hacer nada para que regresen y encuentren empleo en su tierra natal.

Ni Clinton ni Trump van a salvar a México y una Reforma Migratoria sería un gran resultado, pero no una solución. Mientras México siga siendo una avenida ancha donde cualquier entra, cruza y hace lo que quiere no vamos a tener una buena reputación ante el gobierno de Washington.

La retórica de Trump será racista y tendrá muchísimos defectos pero escuchar senadores y diputados rasgándose las vestiduras cuando el desaguisado y el desmadre que tenemos es en gran parte culpa de ellos mismos.

Es inmoral justificar y apoyar la inmigración ilegal y eso es lo que nuestros políticos publicitan. Todo mojado se va por una necesidad terrible, lo que se fueron por gusto son otros. Se dice que Trump regresaría a todos los ilegales… pero la pregunta es ¿por qué se fueron? La respuesta está en nuestras instituciones mediocres, 0 seguridad económica, personal, social, política y jurídica.

 




No podemos esperar que todo se resuelva en Washington… pero nuestra sociedad se va a la fácil y es mejor reventar a Trump o Clinton… En Los Pinos está la figura de la decadencia nacional. Más presión al gobierno y menos prensa a Trump, así veremos quien le hace más daño a los mexicanos…

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LOS JUEGOS DEL HAMBRE EN ESTADOS UNIDOS

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Hoy se define una de las contiendas más feroces y frontales en las elecciones de Estados Unidos, quizá también la que más pareja se ha mantenido en la percepción del voto. ¿La razón? Ninguno ha logrado construir un proyecto que satisfaga las exigencias de los poco más de 58 millones de indecisos.

Como analista, me resulta necesario realizar un estudio objetivo sobre el posible resultado que se concrete al final del día, pero como nunca antes, me es imposible nombrar a un ganador ante el punto porcentual que ubica- sin gran claridad- a Donald Trump en la delantera. Les comparto los 3 “distritos” que deberán conquistar para ganar la elección:

1. Las minorías

Las minorías han definido el rumbo de los debates y spots en los que han participado ambos candidatos. Por un lado, Trump decidió iniciar su discurso rumbo a la presidencia atacando a la minoría con mayor representación en Estados Unidos: los latinos.

Por el otro, Hillary ha navegado entre mesura y apoyo intenso al mismo sector de la población. Lo interesante es que California (55), Texas (38), Florida (29) y Nueva York (29) son los Estados con mayor presencia de minorías dando un total de 151 electores y a su vez los que más aportan a la contienda, de ahí que la relevancia de éste sector sea por demás trascendental. Además, Illinois, el Estado con gran presencia de latinos, aporta otros 20 electores.

2.Los indecisos

El poco más de 18% de indecisos en Estados Unidos, con una representación poblacional de más de 58 millones de estadounidenses, juega un rol clave en la carga de la balanza. Para ello tengo dos vertientes que conforman este sector de electores:

 




A) Los indecisos tenderían a inclinarse por las ideas nacionalistas de Trump, pero no estarían dispuestos a expresarlas antes de la votación, razón por la que éste porcentaje se inclinaría en favor del magnate neoyorquino.

B) El porcentaje se inclinará por las personas que decidan salir a votar, es decir, la balanza será en favor de uno u otro dependiendo de qué sectores salgan a votar. Si salen a votar los latinos ganará Hillary Clinton, si salen a votar zonas rurales se inclinará en favor de Trump.

3.Factor Obama

A pesar de la indiscutible popularidad de Barack Obama y a la fascinación que causa su esposa Michelle cada que aparece en público, la realidad es que los Obama dejan la Casa Blanca con un nivel de aprobación muy por debajo de las expectativas creadas alrededor de su reelección.

Sin embargo, han sido utilizados constantemente en los mensajes que Hillary Clinton emite en su campaña. ¿El motivo principal? Barack Obama obtuvo la reelección ganando los Estados que mayor cantidad de electores tenían en el país.

Al decidir no deslindarse del factor Obama, Hillary se arriesga a que el presidente más popular del mundo tenga un voto decisivo en las elecciones de hoy, habrá que esperar para saber si fue un arma con la que mató o con la que fue sepultada.

Sin duda alguna estamos presenciando un choque de titanes, por un lado, la posibilidad de tener a la primera presidenta en la historia de la nación más poderosa del mundo y por el otro, a un showman que fue capaz de transitar del loco que se llenaba la boca de disparates, al candidato con serias posibilidades de ganar y construir una nueva posición global para Estados Unidos.

 




 

¿A quién deberíamos preferir en México? A ninguno y al que sea. Aún no tenemos- y no sé si algún día sucederá- la influencia suficiente para definir las elecciones del país vecino, lo que sí tenemos es la obligación total de asumir el trabajo que nos toca para hacer de México un país que año tras año dependa cada vez menos de Estados Unidos y cada vez más de sí mismo.

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