La exigencia de la Alianza Federalista de los gobernadores rebeldes para obtener la destitución del sub secretario de salud, Hugo López Gatell no tendrá probablemente el éxito que esperan. Por un lado, sería extraño que el presidente se dejará dictar su conducta por los ejecutivos estatales, los cuales ha ido despreciando sistemáticamente desde su ascensión a la presidencia. Sin embargo, esta petición refleja un malestar profundo por la actuación de un funcionario federal de segundo nivel que se empecina, en toda libertad de acción, a calificar y denostar la actuación de los gobernadores.
De la misma manera, por más que el presidente no la haya rechazado abiertamente, la exigencia de revisión y actualización del pacto fiscal entre la federación y los estados, se verá permanente botada fuera de la cancha por un presidente que no disimula su deseo de autoritarismo centralizador y que muy al contrario de lo solicitado, pide al Congreso que le otorguen más poder de decisión sobre el uso de los recursos de la Nación.
Estas manifestaciones habrán tenido el mérito de amalgamar una docena de gobernadores de filiación política diversa, lo que no es un logro menor. Pero frente a un poder central que no cede y quiere reforzarse, estos esfuerzos pueden generar frustraciones y desanimo, y luego un debilitamiento paulatino de dicha Alianza.
Considerando el calendario político y la importancia de la elección intermedia del 2021, creo que esta Alianza debe constituir la base para un frente político que no sea un frente opositor, sino un frente para la reconstrucción de un país que estará muy pronto en ruinas económicas y financieras, y en un desequilibrio social generador de inestabilidad.
Tal frente político no debe enfocarse en la oposición a AMLO, ya que el presidente es un animal político retorcido que sabrá encontrar fallas en la pared más lisa, debe enfocarse en el punto flaco de la cuarta transformación: no dispone de un plan B y no tiene visión constructiva para volver a armar un país fuerte y unido después de la debacle que apenas se empieza a vislumbrar.
Los gritos de victoria del presidente no podrán disimular el abismo en el cual está dejando caer el país, con millones de desempleados, y decenas de miles de empresas cerradas. Cada mes retrasa la fecha de la recuperación. Ya puso la salida del pozo hasta el último trimestre del año, sin tener datos ni evidencias, y sobre todo sin mostrar ningún proyecto de rescate de la economía. No lo muestra porque no lo tiene. Porque para el diseño final de la cuarta transformación, la miseria y el desempleo constituyen el terreno fértil para construir el socialismo que traza el Foro de Sao Paulo.
Por esto, la Alianza Federalista debe enfocarse en mostrar una vía de salida a la crisis y ofrecer a los mexicanos un futuro que no sea de miseria ni de socialismo desbocado. Esto, ni los morenistas se imaginan lo dramático que sería. Ni visualizan la profundidad del pozo en el cual AMLO quiere dejar tirado a México. Deberían observar lo que ocurre en Cuba y en Venezuela.