Los grandes cambios en los países, por buenos que sean, generan posturas encontradas, choque de ideas que pueden generar conflictos en el interior de la nación. En este sentido, las reformas estructurales que este gobierno federal ha impulsado han tocado los intereses de muchos grupos de personas y las reacciones siguen presentes en nuestros días. El proceso para implementar estas reformas es quizá el más difícil e importante. Como evidencia de lo anterior es el caso de la reforma educativa, la cual ha generado muchos aplausos en nuestro país, pero también importantes manifestaciones.
Desde hace un par de años, algunos estados del centro y sur de nuestro país atraviesan por un periodo de inestabilidad social que se ha ido intensificando y ha captado la atención de muchos mexicanos. Su principal demanda es que no aceptan la nueva legislación aplicable al sector educativo.
Ante esto, se han hecho escuchar opiniones encontradas, entre ellas hay quienes expresan que la ley debe de ser aplicada sin dar pie a la negociación y otras que están a favor de la promoción del diálogo entre las partes. Considero que ambas posturas no tienen que verse como contradictorias. El diálogo es una herramienta que coadyuva a la aplicación de la ley, es lo que permite que se de la transición necesaria para lograr el cambio.
Todos los grupos sociales tienen derecho a manifestar su postura, así lo prevé la Constitución de nuestro país, pero este derecho termina en el momento en que se afecta el derecho de alguien más. No es posible dialogar a través de la violencia.
Quienes agreden y generan disturbios en nuestra sociedad, no obstante la posición que defiendan, no están contribuyendo con el proceso de transición a un mejor país.
Los hechos violentos que han suscitado en el centro y sur de nuestro país son lamentables, más aun cuando esto proviene de un grupo que es un referente en nuestra sociedad. No está mal que los maestros se quieran hacer escuchar, ni que pretendan influir en otros maestros que piensan de forma distinta, pero no pueden utilizar la violencia para lograrlo.
Los maestros deben de ser ejemplo de buenas prácticas, ocupan un lugar importante en nuestra sociedad e influyen en la calidad de personas que estamos formando en nuestro país.
Es difícil generar cambios en nuestro sistema, más aun cuando queremos modificar aquello que por tantas décadas ha funcionado de una forma, aunque esta ya no sea la óptima. Debemos de luchar por generar los diálogos entre las partes que piensan de forma distinta y al mismo tiempo permitir la aplicación de la Ley, de forma en que podamos tener un proceso de transición en el que todos se sientas partícipes.
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