En estos días se observa un fenómeno curioso. A cualquier ciudadano interrogado acerca del cobijagate, le espera una respuesta ardiente de indignación, de maldiciones contra estas “ratas” y de lamentos interminables acerca de la traición del Bronco y de su sub-procurador.
Al contrario, del otro lado de la barda, parece que no ha pasado nada y que todos los que colaboran con el gobierno independiente y cobran sus quincenas de las arcas públicas, encuentran perfectamente justificado que todo se redujo a un desafortunado error administrativo, que ya fue sancionado oportuna y adecuadamente.
¿Delito? ¿Cuál delito, si solamente fue un mal entendido del proveedor que ya aceptó su responsabilidad y está dispuesto a resarcir el desfalco ocasionado? ¿Alguien podría explicar quién es el proveedor que ni se ha podido identificar a ciencia cierta? ¿Alguien le puede poner nombre y apellido y publicar su foto? No importa. Él tiene la culpa. Y a seguir remando a nombre del Bronco.
Existe un cambio de identidad que parece inherente a la calidad de funcionario del gobierno independiente. El mimetismo es impresionante y arrollador.
Parece que del otro lado de la barda nadie quiere entender que la impunidad es la madrina de la corrupción y que lo que acaba de promover el sub procurador, por las razones que nunca querrá explicar, es impunidad pura; en otras palabras, el sub procurador es un promotor activo de la corrupción. Y si no, que lo justifique. Y si no lo puede justificar, ¿cómo nos va a convencer que su combate contra Medina y socios va en serio?
______________________________
– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”