¿Cuánto vale la vida de un europeo?

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Desde los ataques en París resurgió un debate sobre cómo los medios de comunicación le dedican espacio y tiempo a algunas tragedias más que a otras. Muchas personas se han quejado en redes sociales, argumentando que solo las víctimas de países de primer mundo inspiran duelo internacional. ¿Qué dice esta realidad sobre nosotros como personas? ¿Es realmente un indicador de que nuestra sensibilidad es selectiva? ¿Que a nuestro punto de vista la vida de un europeo es más valiosa que la de un árabe o un africano?

Seguramente para una fracción de la población es así, y la falta de interés por la enorme pérdida de vidas tras los ataques terroristas en Pakistán, Irak, Kenya, Turquía, Costa de Marfil, entre otros, tiene que ver con racismo ¡Pero me rehuso a creer que sea la mayoría! Quiero tener más fe en la humanidad, y es por eso que en este artículo busco explorar otras razones por las que se dan estas diferencias de reacción general, y que no necesariamente llevan a la conclusión de que somos indiferentes al sufrimiento de algunos y no de otros.

Es evidente que el factor que define la cantidad de atención recibida tras un evento terrorista está íntimamente ligado al nivel socioeconómico del país atacado. ¿Por qué? Entre las muchas explicaciones, está la percepción de seguridad. Mientras que de un país en desarrollo se esperan fallas en el desempeño de las fuerzas policiacas, resulta casi inimaginable una transgresión de gran magnitud en un país de primer mundo. Cuando un evento prueba que esa percepción es equivocada, la noticia -además de horrorizar-shockea.

Noticias como éstas llaman más la atención cuando se dan en un lugar estable y pacífico porque … desafían la percepción generalizada que tiene la mayoría de la gente. Cuando hablamos de muertes en países conflictivos … la gente se acostumbra, e incluso da por sentado que los eventos violentos seguirán ocurriendo.

Esto también nos lleva a hablar sobre el rol que juega la frecuencia. Los ataques en África y Medio Oriente son cosa de todos los días. Además de Daesh, las amenazas vienen de otros grupos fundamentalistas como Boko Haram, Al Shabaab, los Talibanes y Al Qaeda. Cuando estos eventos suceden en países como Francia o Bélgica, sorprende, pero por ningun motivo quiere decir que una vida valga más que otra.

Otro factor a considerar es que París y Bruselas son ciudades internacionalizadas. Su amplia influencia cultural, las visitas turísticas y los intercambios escolares fomentan una conexión particular. Las víctimas no eran solo belgas ni franceses, sino gente de todas partes, incluyendo latinos, africanos y árabes. Por otro lado, lo que pasa en África y Medio Oriente es percibido como lejano y ajeno por muchos, les es difícil identificarse; cosa que no se traduce en que la muerte les sea indiferente.

También es importante analizar si el país en cuestión se encuentra desestabilizado por una guerra. Noticias como éstas llaman más la atención cuando se dan en un lugar estable y pacífico porque, vuelvo a lo mismo, desafían la percepción generalizada que tiene la mayoría de la gente. Cuando hablamos de muertes en países conflictivos (y como tal, México se puede incluir perfectamente), la gente se acostumbra, e incluso da por sentado que los eventos violentos seguirán ocurriendo.

Los ataques en África y Medio Oriente son cosa de todos los días… las amenazas vienen de otros grupos fundamentalistas como Boko Haram, Al Shabaab, los Talibanes y Al Qaeda. Cuando estos eventos suceden en países como Francia o Bélgica, sorprende, pero por ningun motivo quiere decir que una vida valga más que otra.

Otra cuestión es la culpa exagerada que se le está adjudicando a los medios de comunicación, cuando la mayoría sí está reportando estos eventos. Fuentes no faltan, la información está ahí afuera, y si no la has encontrado es porque no la estás buscando. Si dependes exclusivamente de medios occidentales, que no te extrañe que sus análisis más profundos lidien con problemáticas y temas que se apeguen a una audiencia occidental.

Claro, vale la pena invitar a los medios a que amplíen su cobertura, pero también vale la pena que nosotros busquemos canales alternos que se enfoquen en otras regiones del mundo (un buen ejemplo es Al Jazeera). Cabe recalcar que es importante encontrar fuentes que traten estos temas de manera neutral, para evitar que la gente de oeste acabe por estereotipar a las minorías musulmanas y los refugiados sirios. Después de todo, ellos son los principales afectados por las acciones de los extremistas.

A fin de cuentas, vamos por buen camino, que la gente esté alzando la voz para exigir el mismo luto para las víctimas fuera de Bruselas y París lo demuestra. Pero antes de acusarnos o condenarnos unos a otros, consideremos que el factor de choque dicta cómo se habla de los ataques en Europa, más que una falta de humanidad. Después de todo nos ha tocado ver reacciones internacionales positivas por parte de la gente (aunque con oposición, por supuesto) en los casos del secuestro de las estudiantes en Nigeria, de los refugiados sirios, y hasta nos tocó ser los receptores durante el caso Ayotzinapa. Nos habla de una comunidad internacional más empática y conectada, que puede ser el primer paso para acabar con las guerras.

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”

Jorge y Javier: hacia 2190 días de lucha

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“La verdad, por más que se oculte, no dejará de ser verdad, y la mentira, por más que se propague, seguirá siendo mentira”-Mahatma Gandhi

Están por cumplirse 6 años del suceso en el que dos estudiantes del Tecnológico de Monterrey, Jorge y Javier, fueron abatidos por miembros del ejército. Para los padres, habrán de cumplirse seis años de lucha ininterrumpida en los que han tenido que plantar cara a la falta de respuesta de las autoridades correspondientes; para otros, habrán de cumplirse seis años de esfuerzos por enterrar la verdad y cultivar la mentira entre los ciudadanos con el fin de justificar lo ocurrido. Finalmente, para muchos de nosotros se van a cumplir 6 años en los que abrimos nuestro corazón y nos dimos cuenta de la clara ineficiencia de usar la fuerza bruta para combatir un problema que solo podrá ser solucionado apelando a la razón y no al instinto.

al estar por cumplirse 6 años de este homicidio… nos queda claro a varios de nosotros, que solo la unidad entre la sociedad va a ser la que nos ayude a traer al país un estado de derecho verdadero, en el que la justicia no intente ser enterrada por quienes están encargados de administrarla, en donde no se incrimine a quien sufre un delito ni los servidores públicos huyan de sus responsabilidades.

Asimismo, cada año cumplido se ha observado cómo los estudiantes, los amigos, así como los padres de Jorge y Javier dan testimonio de fortaleza ante una de las más grandes luchas que los mexicanos hemos vivido desde que, vaya la redundancia, tenemos memoria: la lucha contra el olvido sistemático. Estoy seguro que este último concepto no sorprende al lector, pues se trata de uno de los mayores obstáculos que todo movimiento que exige la impartición de justicia, afronta. De la matanza de Tlatelolco al suceso de Acteal, de Atenco a Ayotzinapa, son claros los ejemplos, no solo de patrones similares en cuanto a los abusos de autoridad, sino también en cuanto a los muros gubernamentales concebidos como una clara (desde mi punto de vista, recalco) ineficiencia voluntaria y un encubrimiento aparente de, al menos una parte del estado, al momento de brindar justicia y resolver de manera pronta y expedita tales eventos.

Para los padres, habrán de cumplirse seis años de lucha ininterrumpida en los que han tenido que plantar cara a la falta de respuesta de las autoridades correspondientes; para otros, habrán de cumplirse seis años de esfuerzos por enterrar la verdad y cultivar la mentira entre los ciudadanos con el fin de justificar lo ocurrido.

Ahondando en lo anterior, parece no existir ni vergüenza ni honor entre algunos cuerpos pertenecientes al sector gubernamental. Al observar el uso de tácticas como el colocar armas de fuego en los estudiantes del Tecnológico de Monterrey abatidos con el fin de justificar su ataque, así como apreciar en un momento, la afirmación de estar vinculados los normalistas desaparecidos de Iguala al crimen organizado con el fin de desacreditar, frente a la sociedad, su estatus de víctimas de desaparición forzada; me atrevo a asegurar que mientras tengamos esta clase de personas dentro del gobierno no podremos conseguir un México mejor para las futuras generaciones, y mucho menos vamos a lograr resolver el problema del crimen organizado, el cual aún acecha a nuestra nación.

Por otra parte, al estar por cumplirse 6 años de este homicidio perpetrado por agentes gubernamentales, nos queda claro a varios de nosotros, que solo la unidad entre la sociedad va a ser la que nos ayude a traer al país un estado de derecho verdadero, en el que la justicia no intente ser enterrada por quienes están encargados de administrarla, en donde no se incrimine a quien sufre un delito ni los servidores públicos huyan de sus responsabilidades. Dicho en otras palabras, solo la unidad social podrá hacer que tengamos una nación que los mexicanos que dieron su vida en la revolución y la independencia soñaron: un México que sea, tal como como su definición dicta, un “ombligo de la luna” en su máxima extensión de la palabra.

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Mexico: No existe la memoria histórica

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El domingo por la noche, un coche bomba explotó en la capital de Turquía, Ankara, dejando 37 muertos y 125 heridos, se presume que hay una relación entre éste acontecimiento y el del pasado mes de febrero. De ser así, es probable que los autores del horrible hecho sean un grupo armado Kurdo. ¿Por qué éste hecho no permeo en las redes sociales o en la sociedad mexicana?

¿Qué pasó en Occidente? ¿Nos sentimos tan alejados de esa realidad o de la cultura para sentir empatía por ellos? Uno de los fallecidos en el lugar fue el padre del jugador del Galatasaray, Umut Bulut. El club confirmó este lunes la muerte del padre, quien probablemente se dirigía a ver jugar a su hijo en el encuentro que hubo entre Galatasary y Gençlerbirliği el domingo en Ankara.

En México no fue un coche bomba el que explotó y mató o desapareció a miles de personas. En México fue la falta de memoria histórica la que explotó y permitió que se llevaran a miles de personas, desaparecieran estudiantes y mataran periodistas.

Es una historia lo suficientemente trágica para contar en los diarios o en las redes sociales, ¿Por qué nadie lo ha hecho? Los diarios tomaron la noticia, pero no hubo alguien del lado occidental que sintiera una verdadera indignación e infestara las redes sociales con comentarios a favor de las victimas y pidiendo un alto a la violencia. No hubo una reseña detallada de lo sucedido, o fotos dramáticas con una historia alusiva. No hubo nada el domingo, lunes o martes en las redes sociales.

¿Por qué normalizamos la violencia en lugares que son ajenos a nosotros? ¿Por qué nos hemos deshumanizado y no luchamos por terminar con la violencia? ¿Dejamos de asombrarnos por la violencia que se vive o es que no somos lo suficientemente empáticos? Me decepciona que no haya indignación por lo sucedido en Turquía. Pero más me molesta que nos volvimos tan individualistas que el sufrimiento ajeno, es eso, ajeno.

Estamos tan sumergidos en una falsa realidad que no nos percatamos de todo lo que pasa en nuestro entorno. Nos encontramos tan inmersos en esa realidad que se nos olvidó algo básico para detener esa violencia: Memoria histórica. “Aquel que no conoce su historia está condenado a repetirla”. Es la maldición que vivimos en el país. Hay miles de desaparecidos en México, estudiantes a los que les robaron su identidad, periodistas asesinados por ejercer su profesión. ¿Por qué toleramos esto? ¿Cuánta indignación falta para poder unirnos como sociedad y pedir un alto a la violencia? ¿Por qué no se logra esclarecer el caso Ayotzinapa? ¿No tuvimos suficiente con los acontecimientos del 68? ¿Por qué seguimos permitiendo que violenten nuestros derechos?

¿Por qué normalizamos la violencia en lugares que son ajenos a nosotros? ¿Por qué nos hemos deshumanizado y no luchamos por terminar con la violencia? ¿Dejamos de asombrarnos por la violencia que se vive o es que no somos lo suficientemente empáticos?

En México no fue un coche bomba el que explotó y mató o desapareció a miles de personas. En México fue la falta de memoria histórica la que explotó y permitió que se llevaran a miles de personas, desaparecieran estudiantes y mataran periodistas. En México la doble moral existe. Nos solidarizamos con las victimas del atentado en París pero no pasa lo mismo con las victimas de Ankara, con las victimas de la llamada “Lucha contra el narco”, con los migrantes que pasan condiciones deplorables en nuestro país, con los feminicidios, con los periodistas asesinados, con los estudiantes muertos o desaparecidos ni con la pobreza extrema en la que vive más de la mitad de la población.

En México nos urge la indignación y la acción colectiva, nos urge erradicar la violencia, nos ugre gozar juntos de nuestros derechos, nos urge la libertad. Libertad de sentirla, para exigirla siempre. Para indignarnos por la violencia.

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LE HEMOS PERDIDO EL RESPETO A LA MUERTE

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Durante la historia de la humanidad, la guerra y la paz han sido ejes fundamentales para el desarrollo del ser humano en su condición de animal. Organizar a una sociedad tan plural, fanática y extrema ha resultado tema de debate entre las naciones. Unos pugnan por el petróleo, otros lo hacen por ganar territorios y algunos más locos por simple poder.

Por si no fuera poco, con la llegada de las redes sociales la voz popular (más popular que informada) ha decidido formar parte de los asuntos internacionales como uno de sus deportes favoritos.

Están los que se quejan por quejarse. Estos seres capaces de criticar a todo aquel que se mueva a la derecha, a la izquierda o al centro, con el único fin de poder escribir en sus deterioradas redes sociales.

Les acompañan los “intelectuales”, aquellos que toman un bando y lo defienden a muerte en su gran mayoría con ningún argumento que los respalde.

Entre guerra permanente en regiones como Siria, homicidios estratégicos en Ayotzinapa, atentados terroristas en París o delincuencia organizada (muy organizada), el mundo le ha perdido el respeto a la muerte.

Y están los peores, esos seres que se quejan de las quejas de las personas. Parece de risa, pero existen, tal cual lo diría Facundo Cabral: “Les tengo miedo porque son muchos”.

Entre guerra permanente en regiones como Siria, homicidios estratégicos en Ayotzinapa, atentados terroristas en París o delincuencia organizada (muy organizada), el mundo le ha perdido el respeto a la muerte.

El ser humano es el mayor peligro para su propia raza.

A decir verdad, la muerte ya forma parte de nuestra rutina. Es normal leer sobre atentados en los principales periódicos del mundo, ver las noticias repletas de sangre o caminar frente a cementerios cada vez más grandes mientras las librerías cierran en grandes cantidades.

El ser humano es el mayor peligro para su propia raza, y no sólo por el hecho aparentemente normal que contempla personas malas viviendo en el mismo mundo que personas buenas; sino porque su ambición de poder le ha llevado a destruir ciudades y practicar canibalismo social.

La religión no puede ser objeto de disputa, de exagerada creencia y mucho menos la razón de asesinar en nombre del omnipotente que creas.

La religión no puede ser objeto de disputa, de exagerada creencia y mucho menos la razón de asesinar en nombre del omnipotente que creas. Los niños no pueden cargar armas en lugar de libros, las mujeres no deben ser objetos sexuales —aún y cuando el más idiota libro “sagrado” lo diga— y los hombres no nacieron para morir en la guerra sino para vivir y construir un mejor mundo.

Debemos recuperar el respeto a la muerte, y aún sabiendo que a todos nos llegará, esperar el momento ideal para recibirla con agrado. Hay que educar para la paz, aunque estemos preparados para la guerra.

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La moda pacheca

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Conocer acerca de las tendencias más recientes y tener la información más actualizada es algo que a toda persona le agrada tener. Es el deseo de la gente por mantenerse al día lo que provoca que el interés por todo tipo de temáticas aumente independientemente de si es algo con lo que uno comulga o no. La curiosidad es tan grande, que la sociedad ha desarrollado todo tipo de contenidos y formas para satisfacer esta necesidad, y quienes ofrecen la información buscan todo tipo de caminos para conceder esto.

No digo que sea negativo que las personas hablen sobre temas de tendencia, pues no por nada es que están a la moda. Creo que el sentimiento que muchas personas comparten tiene más que ver con lo casual que resulta que siempre que un tema controversial se convierte en popular, la gente sale y argumenta su descontento o manifiesta su apoyo a las causas. De esto, me parece que lo más preocupante es la trivialidad que se genera y lo banal que resultan ser las conversaciones.

Como es de conocimiento de todos, la despenalización de la marihuana ha dado un primer paso en nuestro país, y el uso recreativo ha sido autorizado para cuatro ciudadanos; ciudadanos que interpusieron un amparo y que fue resuelto por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) a su favor. Se habla de un triunfo para la sociedad mexicana, de un avance en el respeto a los derechos humanos y sobre la oportuna actuación del Estado mexicano sobre esta materia.

Lo que me causa mucha sorpresa es que repentinamente pareciera ser como si la sociedad entera siempre hubiera estado a favor del consumo de la sustancia, ignorando que en el pasado reciente se hablaba fuertemente sobre campañas contra el consumo de drogas.

Entiendo que ha habido una lucha detrás por la despenalización del uso recreativo de la marihuana y que existe una causa detrás de ello, pero lo que me causa mucha sorpresa es que repentinamente pareciera ser como si la sociedad entera siempre hubiera estado a favor del consumo de la sustancia, ignorando que en el pasado reciente se hablaba fuertemente sobre campañas contra el consumo de drogas y sobre la concientización acerca del consumo. ¿Será que a todo el país le ha dado ganas de, de pronto, experimentar con sustancias?

¿Será que este apoyo proviene más por un sentimiento de revancha contra nuestras autoridades que por un verdadero y legítimo interés por el uso de la sustancia?

No hago la crítica sobre el uso de la sustancia, pues realmente cualquier persona debería tener la libertad de hacer lo que le plazca con su cuerpo mientras no afecte a terceros, pero lo que sí me causa admiración es cómo la población se ha unido en torno a un tema que, a pesar de que lleva tantos años en el escrutinio público, siempre había mantenido un perfil bajo y no había logrado trascender como lo ha hecho ahora. ¿Será que este apoyo proviene más por un sentimiento de revancha contra nuestras autoridades que por un verdadero y legítimo interés por el uso de la sustancia?

La aprobación del matrimonio homosexual en nuestro país y las protestas a favor de la justicia en torno al caso Ayotzinapa podrían ser ejemplos de este tipo de tendencias que, aunque no son conocidas en su totalidad, son apoyadas por la comunidad.

¿Hacer las cosas por convicción, por convencimiento, o por compromiso? ¿Buscar “ganarle” al gobierno una de tantas que nos ha “arrebatado”? ¿O simplemente estar a la moda y mezclarse en la marea de la liberación de la sociedad? La aprobación del matrimonio homosexual en nuestro país y las protestas a favor de la justicia en torno al caso Ayotzinapa podrían ser ejemplos de este tipo de tendencias que, aunque no son conocidas en su totalidad, son apoyadas por la comunidad.

Evidentemente es positivo que la población traiga a la mesa de debate los temas de interés que han sido relegados por las autoridades, pero recordemos que ser solidarios con un grupo o una causa implica también que debemos de, en cierta manera, “casarnos” con esa idea y defenderla a todo costo. Los movimientos que verdaderamente triunfan son aquellos que realmente tienen una base sustentada y un núcleo debidamente convencido y comprometido que, por convicción propia, busca que sus peticiones sean tomadas en cuenta. Felicidades a quienes hacen un consumo sin excesos de la marihuana, pues han cuando menos logrado que los modistas de nuestro país se acercaran a discutir sobre su lucha.

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